Blogia

Un único mundo

La identidad intercultural. Aproximación al tema

La relación entre la cultura y la persona– a partir de la cual se construye la identidad personal- se ha concebido, hasta hace un par de décadas, de una manera unívoca, es decir, una persona se desarrollaba e influía en una cultura concreta, su cultura.

La era de la globalización pone en cuestión la tradicional configuración de la identidad personal. El problema puede reformularse desde dos perspectivas; desde la primera el planteamiento sería el siguiente, ¿existe una comunidad global, en sentido propio y no sólo figurado, a la cual se pueda pertenecer en diversos grados y formas mediante la apropiación subjetiva de un complejo simbólico-cultural que por fuerza tendría que ser también global?”(...).“¿O más bien habría que hablar de múltiples identidades globales construidas en torno a intereses monotemáticos y sectoriales, aunque de alcance global, como en el caso de los movimientos ecologistas, pacifistas, anti-nucleares, y otros por el estilo?” (Giménez 2000: 28)

En esta investigación sólo consideraremos la primera perspectiva.

Algunos teóricos de la globalización –como Beck, Giddens y Roberston- consideran que existe y se incrementa un sentido de pertenencia global que implicaría la percepción del mundo como una comunidad globalizada. Esta conciencia global del mundo como un todo es alimentada por experiencias inducidas a través de los medios de comunicación (Roberston 1992).

Sin embargo considero que el mayor obstáculo para poder hablar de “identidad global” o de “identidades globales” radica en la dificultad de detectar con precisión un repertorio cultural propiamente global, cuya apropiación subjetiva y distintiva por parte de los actores sociales pudiera dar lugar a un sentimiento de pertenencia también global ad intra.

Discrepo de pensar que existe una cultura global porque los argumentos que se esgrimen para defenderla dan prioridad más las formas objetivadas de cultura: productos, artefactos, información – lo que denomino como los bienes y servicios materiales de la cultura - sobre la interiorización y auténtica identificación que los sujetos hacen de ellos, que es lo que en esencia significa la identidad. Además no puede prescindir de la riqueza de contenidos y expresiones culturales. Esta riqueza se apoya en dos polos: la inconmensurabilidad de la realidad y la capacidad limitada de los hombres para acceder a ella.

Ahora, en este mundo interconectado, mundializado, se puede pensar que las personas pueden desarrollarse conjugando de manera coherente distintos sistemas de significados y distintas respuestas a las preguntas fundamentales, es decir, a partir de distintas culturas. Se rompe la relación unívoca -un hombre una cultura- y se presenta una relación múltiple, en la que una persona desarrolla su naturaleza -espiritual y libre- según los elementos culturales de distintas culturas; es en este contexto donde se puede hablar de una persona con identidad intercultural.


1. TRES PROPUESTA PARA ENTENDER LA IDENTIDAD INTERCULTURAL.

La existencia de individuos con distintas influencias culturales es un hecho evidente e innegable, el quid esta en la interpretación que se haga de esta realidad, a continuación presento las propuestas de tres autores.

1.1. Ulf Hannerz: El cosmopolita.

Este autor propone un sujeto de gran movilidad, abierto al contacto con todas las culturas, con una actitud positiva respecto a la diversidad misma, a la coexistencia de diferentes culturas en su experiencia personal, le llama el cosmopolita ( Hannerz 1992).

“El genuino cosmopolitismo es ante todo una orientación, una voluntad de comprometerse con el otro. Se trata de una actitud intelectual y estética de apertura a las experiencias culturales divergentes, una búsqueda de contrastes más que de uniformidades” (Hannerz 1992: 239).

Tal sería el caso de los diplomáticos, de muchos hombres de negocios y ejecutivos transnacionales, y de intelectuales urbanos que se mantienen en contacto a través de redes globales de intercambio cultural.

Frente a la actitud del cosmopolita se contrapone la del localista. Como tipo ideal, el localista es el que se identifica preferentemente con su cultura local entendida como cultura anclada territorialmente y dinamizada a través de relaciones interpersonales.

No obstante la buena aproximación de esta teoría a la propuesta de considerar una identidad intercultural, considero que se le puede hacer la siguiente crítica: desde el punto de vista identitario, difícilmente se puede atribuir al cosmopolita una identidad transcultural y mucho menos global, porque, aunque circula entre diferentes mundos culturales, no llega a ser parte de ninguno de ellos. Según Friedman el cosmopolita sólo puede desempeñar roles y participar superficialmente en la realidad de otros pueblos; a esto se reduce toda su identidad (Friedman 1995: 204). Considero que Hannerz limita la posibilidad de identidad cultual múltiple a algunas personas.

1.2 Denys Cuche: la identidad mixta.

Este sociólogo francés presenta algunas reflexiones fundamentales para reformular un nuevo concepto de identidad que se adecué a las características del mundo globalizado.

Cuche afirma que “cada grupo o individuo, no está encerrado a priori en una identidad unidimensional (...). Querer considerar la identidad como monolítica impide comprender los fenómenos de identidad mixta, que son frecuentes en toda sociedad” (Cuche 1996: 91).

El autor precisa que entender la identidad de un modo monolítico deriva en errores como la pretendida doble identidad de jóvenes hijos de inmigrantes; a lo que él contesta diciendo que en estos hijos de inmigrantes no hay dos identidades que se enfrentarían entre ellas y entre las cuales se sentirían rasgados o rotos, sino una única y sincrética (Cuche 1996: 91-2).

Así pues –precisa- la dificultad “proviene de la incapacidad de pensar la mezcla cultural” (Cuche 1996: 92). El problema –según Cuche- está en la “cerrazón mental” de algunos para admitir una identidad mixta.

Para Cuche es posible que la identidad se configure como una unidad con elementos pertenecientes a otras culturas; cada persona “configura su identidad a partir de sus diversas pertenencias sociales (de sexo, de edad, de clase social, de grupo cultural, etc.,), el individuo que participa de varias culturas elabora a partir de estos diferentes materiales su identidad personal única operando una síntesis original. El resultado es pues una identidad sincrética, y no doble” (Cuche 1996: 92).

Y para ilustrar su propuesta menciona varios ejemplos, entre ellos los siguientes: en “el Maghreb tradicional no era raro que los miembros de antiguas familias judías presentes desde hacía siglos fuesen designados “judíos árabes”, dos términos que aparecen poco conciliables desde el auge de los nuevos nacionalismos”(Cuche 1996: 92); y “en otro contexto, en el Perú contemporáneo existen peruanos calificados como chinos y que se reconocen como tales , descendientes de chinos llegados a Perú en s. XIX. Se sienten plenamente peruanos pero permanecen muy atados a sus identidad china” (Cuche 1996: 92-3). Este autor precisa también el caso de Fujmori.

Como se deduce de los textos anteriores, la propuesta del francés no adolece de la limitación que se anotaba en el caso de Hannerz; sino todo lo contrario, ya que presenta un concepto de identidad que reconoce que las personas sean capaces de configurarse partiendo de influencias culturales pertenecientes a distintas culturas.

1.3 Amin Maalouf: la identidad compuesta o plural.

El autor de Identidades asesinas propone un nuevo modo de entender la identidad personal; una concepto de identidad que aúne las distintitas pertenencias culturales que pueden configurar a una persona inmersa en el mundo globalizado.

En clave autobiográfica presenta los dos postulados esenciales de su proposición: entender que la identidad esta integrada por una pluralidad de elementos y que estos elementos pueden pertenecer a distintas culturas.

“Lo que hace que yo sea yo, y no otro, es ese estar en las lindes de dos países, de dos o tres idiomas, de varias tradiciones culturales. Es eso justamente lo que define mi identidad. ¿Sería acaso más sincero si amputara de mí una parte de lo que soy?”(Maalouf 1999: 9).

Esta integración de diversos elementos culturales en una única persona tiene como resultado una identidad compuesta que es única e individual, “no está hecha de compartimentos, no se divide en mitades, ni tercios o en zonas estancas. (Maalouf 1999: 10). Es una única identidad configurada “mediante una dosificación singular que nunca es la misma en dos personas” (Maalouf 1999: 10).

Gráficamente –como es su estilo- dirá el Maalouf: “La identidad de una persona no es una yuxtaposición de pertenencias autónomas, no es un mosaico; es un dibujo sobre una piel tirante; basta tocar una sola de esas pertenencias(culturales) para que vibre la persona entera” (Maalouf 1999, 34)

A la luz de las anteriores consideraciones surgen dos preguntas: ¿qué elementos culturales pueden definir a una persona?; ¿Cómo se descubre la identidad multicultural?;

A la primer pregunta Maalouf responde afirmando que “la identidad de una persona está constituida por infinidad de elementos que evidentemente no se limitan a los que figuran en los registros oficiales. La gran mayoría de la gente, desde luego, pertenece a una tradición religiosa; a una nación, y en ocasiones a dos; a un grupo étnico o lingüístico; a una familia más o menos extensa; a una profesión; a una institución; a un determinado ámbito social... Y la lista no acaba ahí sino que prácticamente podría no tener fin (...) (Maalouf 1999:18).

Lógicamente no todas esas pertenencias tienen, claro está, la misma importancia, o al menos no la tienen simultáneamente. Pero”ninguna de ellas carece por completo de valor. Son elementos constitutivos de la personalidad” (Maalouf 1999:19). Ademas “La identidad no se nos da de una vez por todas, sino que se va construyendo y transformando a lo largo de toda nuestra existencia” (Maalouf 1999: 31).

Por lo que se refiere a la segunda cuestión -¿Cómo se descubre la identidad multicultural? – la respuesta de Maalouf es sugerente y plástica “igual que otros hacen examen de conciencia, yo a veces me veo haciendo lo que podríamos llamar . No trato con ello de encontrar una pertenencia esencial en la que pudiera reconocerme, así que adoptó la postura contraria. Rebusco en mi memoria para que aflore el mayor número posible de componentes de mi identidad, los agrupo y hago la lista sin renegar de ninguno de ellos” (Maalouf 1999: 24).

2. CONSECUENCIAS DEL RECHAZO A LA IDENTIDAD INTERCULURAL.

El dramatismo con el que se puede vivir el problema de la identidad intercultural depende de dos factores: uno interno y otro externo.

2.1 Factor interno: autorechazo

Me refiero a factores internos cuando son “los individuos (que) en condiciones normales tienden a identificarse respecto a una pluralidad de pertenencias, en algunos casos sólo (...) (dan) importancia vital (a una de éstas), que aplasta o arrincona a las demás, empezando así a ser vivida de forma total, exasperada” (Toscano 2001: 30).

El problema de estas personas es la rotura interior que pueden experimentar.

Este autorechazo se pude atribuir a dos causas: La primera tiene su origen cuando la identidad compuesta está formada por tradiciones culturales enfrentadas entre si; “(...) pertenencias múltiples que a veces se oponen entre si y nos obligan a elegir, con el consiguiente desgarro” (Maalouf 1999: 12). Tomemos el caso de Bosnia. Allí hay muchas personas que tienen una "identidad mezclada". Son, por ejemplo, de padre croata y de madre serbia.

La segunda causa por la cual una persona rechaza su identidad compuesta es la agresión que recibe por alguna de sus pertenencias culturales.

Dentro de esta problemática que sufren las personas multiculturales que no aceptan su identidad plural, una mención especial merecen los inmigrantes y sus hijos. “Es en ese ámbito más que en otros donde las tensiones por causa de la identidad pueden conducir a desviaciones más criminales” (Maalouf 1999: 47).

2.2. Factor externo: rechazo por parte de la sociedad.

Considero que se advierte el rechazo de la sociedad al concepto de identidad intercultural en tres campos: en las mentalidades, el lenguaje y en las leyes. Por razón del ámbito científico dentro del cual se encuadra esta comunicación haré una breve refenencia sólo alas dos primeras.

Al reflexionar en el porqué de esa mentalidad, pienso que la causa principal está en las entrañas mismas del pensamiento moderno, ya que según Ballesteros la modernidad se puede resumir como exactitud (Ballesteros 1989, p:17). Este concepto de exactitud impide definir la identidad, no a partir de un único y exacto elemento con el cual se identifica una persona, sino a partir de una variedad de elementos que se integran en una única persona.

En cuanto al lenguaje muchas veces “englobamos bajo un mismo término a las gentes más distintas, y por comodidad también les atribuimos crímenes, acciones colectivas, opiniones colectivas: , (...) , ” (Maalouf 1999: 29).

Ahondando en este punto Miguel Rodrigo anota que: no es fácil eliminar los estereotipos negativos que cada cultura tiene de la ajena. A lo largo de la historia los pueblos han deshumanizado a los otros pueblos con el fin de crear un consenso social en contra de ellos. Muchos de estos estereotipos están muy profundamente enraizados en el imaginario colectivo de una cultura, como todavía se puede apreciar en el lenguaje. Una "judiada" es al mismo tiempo "acción propia de los judíos" y "acción cruel e inhumana". Una "gitanada" es "acción propia de los gitanos" y "adulación, halagos o engaños para conseguir lo que uno desea (Rodrigo, 2003).

A los profesionales de la comunicación les corresponde una labor ardua de implantar –por convencimiento- una cultura del dialogo intercultural, siguiendo las pautas que el mismo Rodrigo propone.

3. CONSECUENCIAS DEL RECHAZO O ATAQUE A LA IDENTIDAD PLURAL.

La principal consecuencia es aquella que da origen al título del ensayo de Maalouf generar identidades asesinas; “personas que matarán, que cometerán las perores atrocidades convencidas de que están en su derecho, de que así se ganan el cielo y la admiración de los suyos” (Maalouf 1999: 36).

Es importante tener como punto de partida que los “autores de matanzas” no lo son a priori, es decir que no hay comunidades culturales determinadas a la violencia. Toda comunidad humana, a poco que su existencia se sienta humillada o amenazada, tiende a producir personas que matarán” (Maalouf 1999:36).

4. CONCLUSIONES

El hombre intercultural es “el mismo” –identidad- que utiliza distintos sistemas simbólicos y respuestas culturales; “el mismo” quien sabe apreciar la realidad desde los diversos enfoques propuestos por las distintas culturas.

La identidad intercultural se puede entender como “la suma de todas nuestras pertenencias, y en cuyo seno la pertenencia a la comunidad humana iría adquiriendo cada vez más importancia hasta convertirse un día en la principal, aunque sin anular por ello todas las demás” (Maalouf 1999: 109).

El estudio de estas cuestiones es substancial para investigadores y profesionales de la comunicación intercultural porque permite partir de la existencia de interlocutores interculturales, y éstos pueden ser considerados como sujetos privilegiados para generar y potenciar el dialogo intercultural.

La anterior afirmación no pretenden aseverar que los conflictos interculturales se resolverán únicamente atendiendo al tema de la identidad intercultural de las personas. Sino que las personas con identidad intercultural pueden ser un factor –clave- para activar los distintos puntos de acuerdo necesario para transformar una situación de conflicto cultural en una situación de dialogo y cooperación intercultural.

Hoy se necesitan personas interculturales con “una misión privilegiada: tejer lazos de unión, disipar malentendidos, hacer entrar en razón a unos, moderar a otros, allanar, reconciliar... Su vocación es ser enlaces, puentes, mediadores entre las diversas comunidades y las diversas culturas” (Maalouf 1999: 12-13).

La globalización cultural

1. La globalización

“Lo evidente se muestra no se demuestra” este axioma filosófico es el más apropiado y sintético para introducir el tema, ya que a nadie se nos escapa la obvia realidad del ámbito “multicultural” donde vivimos, nos movemos y somos. Nuestra presencia en este foro lo comprueba.

Por ser tan evidente, sólo haré un par de matices al tema:

No es un fenómeno nuevo como tal, sin embargo lo que le hace aparecer en primera línea ante nuestros ojos es lo intenso, cercano y vertiginoso que nos resulta. Me explicaré. Si bien desde hace muchos siglos se han dado espacios de convivencia entre distintas culturas, estos eran “localizables” en puntos geográficos concretos y para generaciones concretas; no así ahora, ya que los medios de transporte y comunicación permiten a cualquier persona, siempre que lo pueda pagar, transportarse o comunicarse de manera individual a infinidad de lugares, por no decir a todos. Estos medios también nos permiten interrelacionarnos y conocer –aunque sea superficialmente- culturas muy distintas a las nuestras, sin tener que movernos de nuestros habituales metros cuadrados. Si antes se necesitaba un gran espíritu aventurero para conocer civilizaciones distintas a las nuestras, ahora esto es tan sencillo como “pinchar” en Internet, ver un reportaje del “mundo TV” o ir de voluntario -un par de semanas en verano- a un país en vías de desarrollo. Estamos inmersos en lo multicultural.

Dos estudioso del tema proponen las siguientes clasificaciones de sociedades multiculturales;

Según Joseph Raz podemos distinguir entre:

1. Comunidades que cuenta con territorio propio y viven en zonas geográficas claramente delimitadas: quebequenses en Canadá.

2. Comunidades muy diferenciadas, que comparten muchos espacios públicos y servicios con el resto de la sociedad, sin que exista la separación geográfica: los indígenas en algunos países de América Latina.

Por su parte Will Kymlicka sugiere la siguiente clasificación:

1. Estados multinacionales: aquellos en los cuales coexisten una u más naciones dentro del mismo estado: la antigua Checoslovaquia y Yugoslavia.

2. Estados poli étnicos: compuestos por diferentes grupos de emigrantes, provenientes de culturas diferentes y que mantienen, hasta cierto punto, algunas particularidades éticas: las comunidades turcas en Alemania.

Ante el fenómeno sociológico de lo multicultural se presentan diversas teorías y modelos que quieren servir como guías para las decisiones y acciones de los representantes de los Estados y la opinión pública. Esos modelos incluyen concepciones acerca de la cultura, sus funciones, derechos y obligaciones. Por razones de brevedad solamente mencionaré las principales: El relativismo, el pluralismo, el multiculturalismo -tanto liberal como comunitario- y por último el interculturalismo.

2. La cultura

Ante el fenómeno multicultural, y la problemática que de él se desprende, nos podríamos preguntar ¿por qué es tan importante la cultura?, ¿qué le confiere ese papel detonante de conflictos? Algunos engañados por el espejismo de pensar que “cultura” son las manifestaciones artísticas y tradicionales de los pueblos, defiende una variedad y pluralismo, afirmando que no hay un parámetro de validez-verdad objetiva.

Esto no es así. La cultura es mucho más.

La cultura tiene dos dimensiones:

- La personal: el “cultivo” propio para obtener más conocimientos y enriquecer el mundo íntimo; se definen los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida.

- La social: que se refleja como “la cristalización de un conjunto de respuestas a una serie de necesidades que son universales a todo hombre. Algunas respuestas tiene que ver con la producción de bienes (Economía), otras con la resolución de controversias (Derecho), con el tratamiento de enfermedades (Medicina), etc.” Así pues la cultura de una comunidad son “los útiles, los adornos, los objetos artísticos, la literatura, las cuentas corrientes, los abogados con sus leyes, los aparatos médicos, el hormigón y las estructuras”.


De lo antes dicho –interpretado con visión histórica y con sentido común- se pueden sacar tres conclusiones:

- Los elementos de la cultura deben tener coherencia interna.

- Estos elementos y expresiones culturales pueden ser fundamentales y accidentales.

- Las culturas tienen elementos comunes de unidad y manifestaciones de diversidad.

3. La identidad compuesta.
Al inicio de este trabajo he abordando el fenómeno desde una perspectiva “macro” es decir desde un ámbito social, ahora – a la luz de las reflexiones anteriores sobre la cultura- lo haré desde una perspectiva “micro”, la que experimentamos en nuestra propia configuración, “la identidad compuesta” como la llama Amin Maalouf.

La sugerente propuesta que nos presenta Maalouf - fruto de su “examen de identidad” – es la siguiente: “No trato (...) de encontrar en mí una pertenencia “esencial” en la que pudiera reconocerme, así que adopto la actitud contraria: rebusco en mi memoria para que aflore el mayor número posible de componentes de mi identidad, los agrupo y hago la lista, sin renegar de ninguno de ellos”.

Ese “mayor número de componentes de mi identidad” hace referencia a las vinculaciones culturales tan variadas que pueden componer nuestra identidad: estirpe familiar -raza o razas de la misma-, religión, lengua o lenguas, lugares (de nacimiento y de educación, de residencia) que aportaran tradiciones, valores, etc. Maalouf -partiendo de su propia experiencia- nos hace reflexionar sobre este “todo” que compone a cada persona, y que le une con muchas comunidades distintas y haciéndole único.

Esta es la primera reflexión y tarea que quiero proponer: hacer un“examen de identidad” como un primer acercamiento al fenómeno multicultural, éste nos hará ver que la realidad multicultural no es un exclusivamente un tópico sociológico y político, sino un componente de muchos de nosotros.

Podemos reconocer dentro de nosotros distintos elementos culturales, y la gran tarea es “armonizarlos” para que den por resultado una persona madura, porque la identidad “no esta hecha de compartimentos (... es) una, producto de todos los elementos que la han configurado mediante la “dosificación” singular que nunca es la misma en dos personas”.

Si reconocemos dentro de nosotros los elementos multiculturales, los entendemos y armonizamos seremos más capaces de “armonizar” el mundo multicultural.

El hogar es el ámbito propio y primario para la formación de la persona multicultural, por lo tanto puede ser éste el primer foro multicultural.

4. Propuestas

Visto así el “fenómeno multicultural” propongo algunas ideas claves, actitudes y conductas para “la persona multicultural”.

Ideas clave

La primera es evidente: querer conocer al otro. Por evidente que nos parezca puede requerir de nosotros un poco de reflexión para ver si realmente estamos interesado en “los otros”. Esto es muy importante porque la inteligencia sigue a la voluntad, y sólo si esta quiere, se moverá a conocer y a conocer con detenimiento y con rectitud.

La segunda idea calve es aceptar que – por el motivo que sea- podemos tener prejuicios negativos contra una cultura o contra alguna de sus tradiciones. Hay que tratar de prescindir de ellos para conocer con profundidad y verdad.

Esto no quiere decir que estemos de acuerdo y nos gusten todas las culturas y sus diversas manifestaciones, sino que debemos hacer un juicio honrado y no aceptar los “prejuicios” que son ignorantes e irracionales.

Como síntesis de lo anterior -y parafraseando a San Agustín- podemos decir:

En lo fundamental: unidad.

En las costumbres: diversidad

En las dudas: libertad

En todo respeto.

Actitudes

No ver lo distinto en clave de conflicto: las diferencias generan dinámica entre las personas. Nadie agota la verdad, ni la belleza, ni la justicia, ni nada, cada uno necesitamos de los demás; el intercambio de las diversas formas de ser, de las visiones distintas de las cosas nos enriquece. Lo distinto no siempre lleva aparejado la categoría de mejor o peor.

El principio de reciprocidad: vivirla y exigirla. Esta es una actitud primordial, ya que si nosotros nos comportamos con respeto y apertura ante las personas de diversas culturas, debemos de fomentar -y en casos puntuales exigir- que estas, a su vez, tengan la misma conducta con nosotros, ya que la dinámica de las relaciones se da en canales de ida y vuelta.

Conducta: Dialogo

Como Afrima Rodrigo Alsina “Cuando se entra en relación con personas de culturas muy distintas se puede producir lo que se ha denominado un "choque cultural". En este (...) no sólo se produce una incomprensión del comportamiento ajeno, sino que también afloran una serie de emociones negativas: desconfianza, incomodidad, ansiedad, preocupación, etc. Para superar este choque cultural hay que comunicarse”.

La comunicación no es un simple intercambio de información. La comunicación implica, también, ser capaz de compartir emociones. Es decir, hay que ser capaz de crear una relación de empatía. La empatía es la capacidad de sentir la emoción que otra persona experimenta. Tener la habilidad de empatizar es imprescindible en muchas relaciones interpersonales. La empatía también es necesaria para la comprensión mejor de "el otro". No se trata simplemente de sentir lo que él o ella siente, sino que a través de las emociones aumentar nuestra comprensión. Lo que la sabiduría popular llama ponerse en los zapatos del otro.

Otro aspecto importante es no presuponer que mi interlocutor va a entender precisamente lo que no se dice explícitamente. En la comunicación intercultural los sobreentendidos o las presuposiciones pueden ser una fuente inagotable de malentendidos. Por ello no basta con comunicar, en muchas ocasiones es necesario también metacomunicar, es decir expresar lo que queremos de una manera que sea entendible para nuestro receptor.

5. Conclusión
Si reconocemos dentro de nosotros esos elementos multiculturales, y logramos armonizarlos, seremos capaces de entender el mundo en el que vivimos y de contribuir a su pacificación

Me parecen muy oportunas palabras de Maalouf dirigidas a las personas multiculturales: “Debido precisamente a esa situación (...) tienen una misión: tejer lazos de unión, disipar malentendidos, hacer entrar en razón a unos, moderar a otros, allanar, reconciliar... Su vocación es ser enlaces, ser puentes, mediadores entre las diversas comunidades y las diversas culturas”.