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Encuentro con un Paralamas

Encuentro con un Paralamas

Escuchando un CD de Inita , encontré una canción de Os Paralamas do Sucesso (Brasil). Recordé el fatídico accidente que sufrió Herbert Viana en el año 2001, donde perdió a su esposa y la movilidad de sus piernas. No escuchaba música nueva de Los Paralamas desde aquel boom del rock brasileño en Venezuela. Pensé que después del accidente, Viana no seguiría tocando y muchos menos en la banda. Me equivoqué.

Cureoseando en internet encontré una página del grupo y él estaba allí, sentado en su silla de ruedas con la guitarra en la mano, con la pasión a flor de piel. Es ahora que me vengo a enterar que Herbert Viana sigue siendo la voz de Paralamas.

Después de un trabajo arduo, Viana pudo restablecer parte de sus funciones cerebrales lo que le permitió reanudar los ensayos con la banda en octubre de 2002. A pesar de haberle perdido la pista, ahora sonrío contenta. Me encanta saber que pudo reponerse y que Los Paralamas están de vuelta con el equipo completo. Su última entrega es un CD-DVD en directo que fue grabado en Brasil en el 2003.

Más allá de las cuatro líneas

Más allá de las cuatro líneas

Las primeras páginas de los libros son mágicas. Así lo creo. En realidad considero que al leer se establece una conexión con un mundo que percibimos lejano y totalmente imaginario. Algunos eventos me han hecho creyente que en ocasiones, ese espacio, universo, mundo o como quieran llamarle, se explícita tan claramente que se establece una comunicación entre el lector y la obra, más allá de un simple pasar de páginas. No, no es un episodio de los Expedientes Secretos X, pero son acontecimientos que quiero difundir porque existe la posibilidad que les haya ocurrido algo similar. Dosificaré las historias porque no quiero hacer tan largo este post y además por ser novata en esto de los blogs creo tomo la medida previsiva de mantener una reserva de emergencia respetable.

Cuando leí Las Armas Secretas de Julio Cortázar me apasioné tanto con el cuento de El Perseguidor que no quería parar y establecí una lucha titánica contra mis párpados. Una noche sola en casa, faltando pocas hojas para terminar el cuento, el protagonista (Jhonny) estaba a punto de morir. Me empeñé fervientemente en no cerrar el libro. Consideraba que debía acompañarlo en sus últimos minutos de vida. Fue entonces que exactamente en el momento del deceso, sentí y escuché (cerca de mi oído derecho) un susurro: "Chao". Pero no sólo escuché una voz, además la sonoridad y tonalidad indicaban que era de un hombre. Yo que soy cobarde como pocas estaba petrificada en la cama. Tardé más de 20 minutos en recobrar la temperatura habitual de mi cuerpo (y me imagino que mi color). Cuando me repuse, con mucha valentía (no se imaginan cuanta) voltee mi cara para hacer una inspección ocular al cuarto, porque yo estaba leyendo de espaldas a la puerta, lo que ratificó mi presentimiento: no había nadie. Inmediatamente apagué la luz y me escondí en mi mantita (muy parecida a la de Linus de Snoopy). No sé a qué hora concilié el sueño y dejé de pensar que alguien caminaba por mi cuarto. Más de una semana pensé que Julio y Jhonny se habrían carcajeado de mí hasta difuminarse. Por lo menos deben estar agradecidos, les di un motivo para reírse.

La ciudad del caos

La ciudad del caos

Si existe una palabra que pueda describir a Caracas sin duda es “caos”. Y no es que los caraqueños pertenezcamos a la clandestina organización de Tyler Durden del Club de la Pelea. Lamentablemente no para aquellos que ansían una aventura distinta y menos mal que no, para los tímidos y pacíficos (como yo) porque sino ya no existiera ni un edificio en pie en esta ciudad. Ganas no faltan para armar un grupo como el de Tyler, más aún cuando la noche del viernes (entiéndase rumba, barranco, diversión) fue entorpecida por una huelga en el metro. Sí, una huelga en la matrix citadina, porque en definitiva y en vista del conflicto que se generó en la noche de ayer, no creo que exista otra manera de calificar al gusano subterráneo. Si su movimiento se detiene se paraliza todo, se trastoca todo, es un acontecimiento que cambia el rumbo de las cosas en pocos segundos.
Imagínense las miles de historias mínimas que ocurrieron de forma simultanea:
*Para los chicos (y chicas por qué no). La chica que esperaba por ti en la taguara. Se quedó vestida y alborotada, pero además te llamó para insultarte y preguntarte: ¿Estabas con otra verdad? Sin palabras. Ahora deberás gastar todo tu sueldo para intentar contentarla.
*Comió como una cerdita y necesitaba llegar a su casa para usar el baño, sufrió, sudó, le recordó la madre a quien se le atravesó y rezó más de 10 padres nuestros para evitar un espectáculo visual fatídico. Con suerte pudo entrar como Forrest Gump al sanitario de su “hogar dulce hogar” y respirar en paz.
*Esteban te prestó 200 mil bolos. Quedaron en verse en la estación de Chacao, sin un solo centavo vas al encuentro y te resignas a su cara de burro porque no le vas a pagar. Te sientes apenado pero pides a Dios un milagro. Estas por tomar el metro en Gato Negro y escuchas por el altavoz: “Se informa a los señores usuarios que el servicio de trenes está suspendido hasta nuevo aviso”. Sientes que un rayo de luz te ilumina, llegas a la superficie y llamas a tu pana. Te contesta: “Estoy varado en Los Dos caminos, después cuadramos” ¿Qué más se puede pedir?
*Alrededor de 15 mil hombres y mujeres del servicio de transporte público antes de casa piden por algo diferente. Sus curruños los abrazan y les dicen que se cuiden. Al final de la tarde, miles de personas (que también pidieron por algo distinto) salen del metro como hormigas y no les queda otra alternativa que montarse en las camionetas y en los taxis de los que huyen por una cuestión de comodidad o de disponibilidad económica. Los 15 mil han sido compensados. No sólo tendrán dinero, seguramente más de uno logró clientes fijos y más de una historia que contar de la odisea.
Sólo he podido esbozar algunas de esas historias urbanas, lo que está fuera de mi imaginario es una imagen nueva de paquete, es decir, un momento Kodak. Estaba con Alberto (a quien suelo llamar My Friend) en medio de la algarabía y el caos. De repente, mágicamente apareció: Era un enorme autobús de la ruta San Martín – Petare. Más de un centenar de personas en las puertas y las ventanas ejercían un perfecto ejercicio equilibrístico. Algunas solamente sujetadas por sus dientes. El bus recubierto de una publicidad elocuentemente expresaba:"Guíndate". No fue un sueño fue real. Lamenté mil veces no tener una cámara en mis mano. Reflexioné: “nunca salgas sin ella”.

Adica

Acepto que me burlo de casi todo y de todos
Porque el enamorado lúcido soy yo
El más nefasto azar
Por eso el próximo balazo me pertenece


Chino Valera Mora

No había encontrado el detonante para comenzar este blog. La verdad no había tenido tiempo. Fue conversando con el artífice de mi nick “adica” que me motive a escribir de dónde sale ese apodo.

Lo mejor es que la persona que me colocó ese apodo ha sido el más grande (hasta ahora) de todos mis amores y todos mis tormentos. Lo que en algún sentido es maravilloso porque no es una relación que no permanece constante y rutinaria. Es como estar al límite moviéndose en varias direcciones a la vez, sintiendo que vas a caer pero sólo es parte del vacío típico de las alturas.

A él que representa un mundo y me ha brindado tanto.
A él que a pesar de ser un despagado de todo y de todas,
siempre tiene una sonrisa.
A él que me amó y que ahora me quiere.
A él le doy las gracias.