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Un soplo de aire...

Te esperaré hasta el amanecer

Te esperaré hasta el amanecer
y lloraré cuando vengas
de haber llorado
de haber rezado al silencio
por haber llorado
por despedazarme otra vez
oh violeta pálida del silencio
oh colorido azul de la nada
único asesino, único resplandor

victoria pálida del silencio pálido.

Leopoldo María Panero erección del labio sobre la página

I

Donde habite el olvido
en los vastos jardines sin aurora;
donde yo sólo sea
memoria de una piedra sepultada entre ortigas
sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
al cuerpo que designa en brazos de los siglos.
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
no esconda como acero
en mi pecho su ala,
sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el
tormento.

Allá donde termine este afán que exige un dueño a
imagen suya,
sometiendo a otra vida su vida,
sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
disuelto en niebla, ausencia,
ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
donde habite el olvido.

Luis Cernuda

Te veo como un temblor

Te veo como un temblor
en el agua.

Te vas,
te venís,
y dejas anillos en mi imaginación.

Cuando estoy con vos
quisiera tener varios yo,
invadir el aire que respirás,
transformarme en un amor caliente
para que me sudés
y poder entrar y salir de vos.

Acariciarte cerebralmente
o meterme en tu corazón y explotar
con cada uno de tus latidos.

Sembrarte como un gran árbol en mi cuerpo
y cuidar de tus hojas y tu tronco,
darte mi sangre de savia
y convertirme en tierra para vos.

Siento un viento cosquilloso
cuando estamos juntos,
quisiera convertirme en risa,
llena de gozo,
retozar en playas de ternuras
recién descubiertas,
pero que siempre presentí,
amarte, amarte
hasta que todo se nos olvide
y no sepamos quién es quién.

Gioconda Belli