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POEMAS DE ALBA 00

Andalucía
(Acróstico)

Admirada en el orbe fuiste un día,
Novia que al universo encandilaba;
Dueña del arte y de culturas guía
Alrededor de ti todo giraba.
Luz cegada a la fuerza, patria mía,
Usurpada de todo lo que amaba;
Con tu verde y tu blanco se fundía
Infinita la mar que te abrazaba.
Así fuiste y serás, Andalucía.




Andalucía
(Sextina)


Esa nación, ayer tan admirada,
que al arte y a la ciencia dio grandeza,
patria de grandes reyes y poetas,
cuna fue del saber y la cultura
que antaño en todo el orbe reflejara,
Al Andalus de ayer: Andalucía.

Fuiste la luz del mundo, Andalucía.
Tú, por todos tus hijos admirada,
Eres espejo fiel que reflejara,
del sol que te ilumina, la grandeza,
e inundaste tus taifas de cultura,
seña de Almutamid, rey de poetas.

Fuera tu suelo cuna de poetas,
Federico, hijo fue de Andalucía;
Machado y Aleixandre, la cultura
de Juan Ramón Jiménez admirada;
Alberti, la palabra en su grandeza,
y Cernuda en su voz te reflejara.

La luz del sol sus rayos reflejara
en la Alhambra, la amante de poetas,
del Reino de Granada, la grandeza.
El saber te hizo grande Andalucía,
y esa fuente de luz, tan admirada,
fuera siempre el umbral de tu cultura.

Aunque todo te hurtaron, la cultura
de aquella tierra, que oro reflejara,
tornará a engalanarte, y admirada
serás, de nuevo, en voz de tus poetas.
Tu riqueza perdida, Andalucía,
volverá a ser señal de tu grandeza.

Como brilla una estrella en su grandeza
brilló de verde y blanco su cultura;
llevaron el saber de Andalucía,
-cual astro que su luz les reflejara-
alrededor del mundo, los poetas
de una nación que siempre fue admirada,

Por poetas y artistas admirada
la cultura, blasón de Andalucía,
reflejara la luz de su grandeza.




La escuadra encantada
(Cuento de la Alpujarra)


Vuela libre el suspiro del viento
en los picos de Sierra Nevada,
suspendiendo en el aire el lamento
del rey moro que perdió Granada.
En la poza clara de la fuente,
donde tiene la luz su morada,
el espejo del agua silente
es nostalgia de gloria pasada.
Se estremecen los álamos yertos
-recordando la gran explanada-
do yacieron los miles de muertos
de la escuadra mora derrotada.
Ya, la Alhambra , la bella, la roja,
vive el duelo de una madrugada
que tiñera de sangre la hoja
de católica y lúgubre espada.
En la sierra, las cuevas que hubieran,
se aprestaron a ser la morada
de jinetes del alba que esperan
en su seno la nueva alborada.
Con el claro de luna aparece
esa escuadra que vive encantada
y a los cielos su ruego le ofrece…
¡implorando volver a Granada!




La higuera y el limonero


No hay corazón en el mundo
que la pena no conmueva
si las velas de mi barco
un mal aire se las lleva.
Ven conmigo, mi velero,
guárdate de malos vientos;
si te pierdo viviré
el mayor de los tormentos.

Una paloma torcaz,
que por el cielo volaba,
sufría por un palomo
que por otra la dejaba.
No llores, paloma mía,
yo te haré un nido de estrellas
y otros palomos vendrán
a decirte cosas bellas.

En el trigal, la amapola,
se apretuja contra el trigo
lo mismito que haces tú
cuando te encuentras conmigo.
Dame cobijo en tus brazos,
quiéreme, mi compañero,
somos trigo y amapola,
si a ti te siegan, yo muero.

Un rosal en el invierno,
estremecido de frío,
lloraba por una gota
derretida de rocío.
¡Perla amada de una noche
que mis hojas adornara!
¿Adónde te llevó el sol
cuando de mí te robara?

El limonero y la higuera
entrelazan en el huerto
sus ramas, en los albores
de un amor que nace incierto.
El leñador los talara,
y sus troncos, en la hoguera,
crepitaban de dolor
por el amor que muriera.



Tierra mora.
(Cuento en romance)


Era un rey moro aguerrido
quien su espada enarbolaba
contra enemigos cristianos
que su tierra desangraban.
Era su tierra un vergel
que de los cielos bajara
para adornar los contornos
de la orgullosa Alcazaba.
Era el su manto de seda
que en Almería se hilara
fruto de aquellas moreras
que los valles inundaban
Eran reflejos tan vivos
que ni Damasco lograba
darle a la seda un color
que al suyo se asemejara.
Era la su espada curva,
tan mora como la aljaba
donde guardaba las flechas
que dardos de amor clavaban.
Era la su cara fina,
de esmerada porcelana,
y rasgos firmes trazados
con perfectas pinceladas.
Era el su corcel el viento
que por Pechina volaba
sobre caminos de olores
que el limonero exhalara.
Era el su río Andarax
pleno de agua que bajaba
desde las nieves eternas
que derrite la Alpujarra.
Era la su flor, Mojácar,
que sobre mares reinaba;
orgullo de vates moros
que su hermosura cantaran.
Era la su mujer bella
que entre las bellas brillaba;
de ojos oscuros, profundos,
que al mismo sol eclipsaban.
Era el su rico palacio
la casa donde morara
la riqueza que Almería
entonces atesoraba.
Eran espejos sus calles
que en la mar se reflejaban
y era el nombre que a su taifa
lengua mora regalara.
Siempre llorará Almería
la pérdida de la amada
cultura mora, abatida
bajo la espada cristiana.




En la oscuridad te guardo
(Coplas)



La lluvia, niño, la lluvia,
se cuela entre tus cabellos
y resbala por tu cara
humedeciendo tus besos.

Esos tus ojitos, niño,
bañados en terciopelo,
me acunan con sus pestañas
y con su mirar me duermo.

Llévame hacia tu castillo,
sujeta, niño, mi freno,
y vigila en las almenas
por si en la noche me pierdo.

En la oscuridad te guardo
de los mirares ajenos
que no quiero que otros ojos
miren lo que yo más quiero.

Luna, luna, no le toques
con tu rayo traicionero
que bien conozco yo, luna,
tus arrullos lisonjeros.

Si me perdiese en la noche,
nadie me salga al encuentro,
que fui a guardar a mi amado
donde no termina el tiempo.

En mi espejo se refleja
la silueta de tu cuerpo;
cada vez que tú te miras
en tus ojos yo me veo.

Verde me regala el árbol
y de azul me inunda el cielo
pero el marrón de tus ojos
es mi tierra, compañero.



Alameda de Berja


De niña caminaba tu frescura
buscando -entre los restos de tus hojas-
insectos diminutos de alas rojas
que ocultaban su faz en la espesura.

De adolescente caminé tus sombras,
añorando, o teniéndole a mi lado,
a ese primer amor, encandilado,
con quien sueñas y casi apenas nombras.

De ti me separaron malos vientos:
o no supe elegir o me engañaron,
otras sombras mis pasos cobijaron
pero eran para ti mis pensamientos.

Ahora -que de nuevo he retornado-,
te camino, alameda, lentamente,
buscando la señal adolescente
que dejara grabada en el pasado.

Te llevo ensortijada en mis sentidos;
alameda de Berja, mi tesoro;
preciosa ante mis ojos, más que el oro;
hogar de mis recuerdos más queridos.




Mis contradicciones
(zéjel)


Iba un caballero andante,
su dama atrás, y él delante.

Yo le dije al caballero:
-No es educado ir primero
por un estrecho sendero
sin ceder paso a su amante.

Iba un caballero andante,
su dama atrás, y él delante.

Y contestó con gracejo:
-¿Cómo me da este consejo
quien quiere abolir el viejo
papel social imperante?

Iba un caballero andante,
su dama atrás, y él delante.



Las Salinas de Cabo de Gata


Estoy en Las Salinas, entrado el mes de octubre,
en una casa blanca a orillas de la mar;
ventanas entreabiertas en noche que me encubre
bajo un manto de estrellas que ostentan su brillar.

Cabo de Gata, erguido, dibuja su silueta,
su esbelto faro orienta del barco el navegar;
y por la Fabriquilla la mar, dormida y quieta,
besa la arena, torna, y prosigue su viajar.

Allá surgen reflejos, en la línea africana,
cuando sale el lucero de Marte a iluminar;
y su luz se acomoda, roja como la grana,
sobre aquel viejo barco que al Golfo fue a varar.

Resuena el grito agudo de un pájaro asustado
retando, diligente, de un perro su ladrar;
un gato se escabulle, por el grito espantado,
y una vecina increpa del pájaro el graznar.

Viene una luna llena que envuelve en su caricia
a una mar en letargo que empieza a despertar;
y al batir de las olas el sueño me acaricia,
me acoge entre sus brazos y duermo... con la mar.

La estela que me guía.


Se fue la primavera dejándome un verano
pleno de esos calores que matan el vivir;
y aquel mes agosteño de calor inhumano
me regalo una nueva que cambió mi existir.

Mi corazón trotaba con el sol de poniente
cuando se iba acercando la noche por venir;
y fuera su latido palpitación urgente
del amor impaciente que comienza a surgir.

Del cielo los azules echaban sus cerrojos
abriéndose en luceros que inician su lucir;
y en esas madrugadas idolatré tus ojos
prendiéndome en su brillo de intenso refulgir.

Desde entonces te quiero, más y más cada día,
con el amor sereno que me hiciste sentir;
y siento que... si pierdo tu estela -que me guía-
mi corazón herido... ¡preferirá morir!




Universo


Me fundo en la negrura que rebosas
mirando los fulgores que destellas;
y me pierdo en tus bellas nebulosas
de noche, cuando emergen las estrellas.

Soy un átomo más de tu estructura
-inmerso en la aventura de un planeta-
que no llega alcanzar en su andadura
ni siquiera la estela de un cometa.

No veré tu final agonizante,
tu retorno al vacío inexistente;
pero te aguardará mi átomo errante
para yacer contigo eternamente.

Antes que tú, mi Sol, el de la Tierra,
habrá muerto también despedazado
por esa inexorable y cruda guerra
que late en su interior atormentado.

Y seremos partículas de nada,
átomos desolados del ayer,
polvo de esas estrellas que, admirada,
contemplara en la noche una mujer.




Dos átomos de estrella

Camino el infinito desprendiendo
chispas de corazón enamorado:
con cada brasa tuya me has quemado
y en cada brasa mía estás ardiendo.

Fugaces asteroides van cubriendo
de fuego asolador nuestro cercado:
entre llamas de soles me has amado
y en la llama del sol te estoy queriendo.

Miríadas de pasiones ancestrales,
con la velocidad de una centella,
dos cuerpos terrenales subyugaron.

Incandescentes fraguas siderales
alearon dos átomos de estrella
que unidos en el cosmos, rutilaron.



Sin Paciencia


Ha tiempo que a Paciencia la obligara a partir,
que desnorté la brújula que me marcó el vivir.
Soy eterna pareja de sueños irreales,
yo no comparto fondas, si no son abisales,
y escupo a quien pretende mi terreno invadir.
Me recojo en penumbra, pero sin humildad,
no me empuja otra cosa que huir de la fealdad;
a la estúpida gente que piensa con el culo
-de reacciones primarias y cerebelo nulo-
la obligo a que respete mi afán de soledad.
Y si no respetare las normas que le impongo,
si de mi normativa pretendiese hacer tongo,
he de mandarle un rayo que parta su ventura:
que por haber osado violentar mi clausura,
bien ganado tendrá el billete hacia el Congo.



Te amo


Soy hoguera candente refrescada
con palabras que surgen de esa boca
que aviva mis instintos, me provoca,
y clava en mi interior su dentellada.

Dejo mi huella tibia señalada
en tu cuerpo desnudo que me toca,
me inunda, me anonada, me disloca,
y me hace renacer cada alborada.

Y sueño, si no estás, con la negrura
de tu mirada ardiente, que encendida,
taladra mis pupilas, atrevida.

Y cuando estás, recorro con premura
tu cuerpo tan amado que no olvida
decirme cuánto, ¡aún!, le soy querida.



La violeta


Dulce violeta,
escondida en la hierba,
tímida y quieta.

De tu existencia
nos dan fe los aromas
que traen tu esencia.

Tú has adornado
cantares y poesía
de enamorado.

De Enrique Gil,
coronaste la frente en
tardes de abril.

En ti encontraba
calma en la desventura
que le acechaba.

Él te pidiera
que adornases su tumba
cuando muriera.

Mas no escuchara
la virgen de los valles
lo que rogara.

Un día, un poeta,
la tumba se encontrara
sin la violeta.

Sanz la cogiera
y, en nombre de la virgen,
se la pusiera.


Gil y Carrasco y Eulogio F. Sanz. In memoriam



Hipócritas


Anda y deja ya ese cuento
que a ti te importa, vecino,
un bledo cómo me siento.

No me vengas con sandeces
vecino, que sólo quieres
descubrir mis desnudeces.

Ni que no te conociera
ni supiera cómo hablas
de todos en la escalera.

Tienes la lengua afilada,
el alma de una serpiente,
y el corazón de una espada.

No hay nada más detestable
que una lengua viperina
simulando ser amable.



Soy


Soy como el mar incierto
que esconde su bravura
tras la calma aparente
de sus olas sin brío.
Y es mi paz figurada
disimulo constante
que muta indiferente
desde el todo al vacío.

Soy como aquella sombra
del árbol centenario
que puebla eternamente
la ribera del río.
Y vivo como el árbol,
pegada a mi sendero,
retoñando, insistente,
cada año con más brío.

Soy yo, mi pensamiento,
volcán enfurecido,
con cuya lava ardiente
al mundo desafío.
Y al cabo de un envite
reposo y luego sigo
en defensa vehemente
de mi libre albedrío.



Soneto para una cotilla


Habla de los demás cual si tuviera
el odio en las entrañas aparcado;
su boca más parece un escusado
y es una impenitente chafardera.

Con verbo pobre, pero lengua artera,
-si dudas de su hablar desmesurado-
defiende con ardor inusitado
que su razón es siempre verdadera.

Disfruta con el mal que te genera
y alardea de sí misma, entusiasmada,
con cara de beatífica santera.

Es la que inventa bulos de cualquiera;
la que jamás se detiene ante nada
sobre todo... si intuye que lacera.



Lluvia


¿Habrá algo más dichoso que al calor de una hoguera
en las tardes de otoño contemplar los cristales,
empañados por dentro de vahos invernales,
mientras corre a raudales la lluvia por afuera?

¿Habrá algo más hermoso que sentirte arropada
por esa lluvia tenue que acaricia tu techo,
a la par que en el dulce cobijo de tu lecho
te arrebujas gozosa con la manta entibiada?

Siempre ha sido la lluvia el refugio del alma
en las tardes oscuras de presagios inciertos.
Y en las oscuras noches plenas de desconciertos
es la amiga serena que te inunda de calma.



Otoño


De nuevo estás, otoño, regresando
con la lluvia de octubre tan ansiada
y la amarilla alfombra deshojada
que al pisarla se duele crepitando.

Tus añorados vientos van llenando
de silbo abrumador la madrugada
y mueren de certera puñalada
los verdes que el verano fue alentando.

Es tiempo de alameda solitaria,
de caminar senderos embarrados,
de estimular la parte imaginaria.

Es tiempo de interiores entibiados
con la luz, matizada o incendiaria,
de braseros que yacen olvidados.



Ni olvido, ni perdón.


De aquella España que lloró Machado,
sigue quedándole un poso imborrable
al pueblo que en su sangre fuera ahogado
bajo la espuela cruel de un miserable.

No hay perdón que otorgar a los culpables
ni olvido que entregar a la memoria.
Si España perdonó a los innombrables,
yo no perdono ni olvido la Historia.

Centenares de miles de inocentes
-muertos por la inclemencia de un malvado-
claman desde sus tumbas, impotentes,
desde el dolor del hombre mancillado.

Por tantos muertos como dio el Caudillo
de la España imperial que el alma aterra...
aunque todos perdonen, no me humillo,
hasta que los rebeldes no paguen por
LA GUERRA.



Contra la sinrazón


Guardo en mi corazón una amargura
y abate mi interior el desaliento;
no puedo yo callar el sufrimiento
ni puedo remediar lo que no ha cura.

Detesto a quien inflinge la tortura
y a quienes a la guerra dan sustento;
no puedo remediar aquel tormento
ni puedo yo callar esta locura.

Mundo fuera, a la postre, despiadado,
sinrazón fuera un mundo que acallase
la vejación que sufre el torturado.

Fuera siempre maldito quien medrase
a costa de una guerra; y desterrado
aquél que por la guerra postulase.



A todos los desaparecidos. In memoriam.


Sedados, inconscientes, rotos, desmadejados,
su estertor es de angustia contra la iniquidad;
labios que apenas gimen, ojos desorbitados,
los torturados cuerpos lloran su soledad.

Sobrevuelan atados elevadas montañas
dentro de un aparato que vomita maldad;
soldados sin nobleza, chacales sin entrañas,
lanzarán a los mares sus cuerpos, sin piedad.

Todos los que volaron en brazos de la muerte
fueron y son hermanos, presas de la crueldad
de aquel uniformado que en su infamia pervierte
el sagrado principio de la legalidad:
Son… recuerdo de todo cuanto el poder subvierte
al cometer un crimen contra la humanidad.



11 de septiembre del 73*


Se quedaron allí tus alamedas
recordando tus versos, tan hermosos,
mientras lloran tu ausencia las veredas
despobladas de pasos amistosos.

Rompió tanta ventura la innobleza
de un final de verano que matara
la esperanza de un Chile de grandeza
que un innoble asesino cercenara.

Doliente fue Neruda por Santiago
buscando a Salvador, siguió su estrella,
por juntos recordar el tiempo aciago
en que Chile perdió su voz más bella.

En el dolor por Chile se reunieron
con el Jara cantor, que torturado
llegó hasta los luceros que vistieron,
para tanto dolor, nuevo alumbrado.

Desde el lejano Cosmos, su mensaje
nos devuelve las verdes alamedas:
No ha de inundar más sangre su paisaje,
ni ha de faltar el pueblo en sus veredas.

* (Homenaje a las decenas de miles de víctimas de la dictadura chilena auspiciada por USA)


Campanilleros para Palestina


En Belén -una aldea palestina-
hace dos mil años que nació Jesús;
y a Belén hoy desangran los mismos
que al llamado Cristo clavaron en cruz.
Porque en Israel
jamás hubo otro dios que las bestias
que roban y matan sólo por poder.

Ve a ese Cristo en cada palestino
que muere indefenso tras una explosión
y a Jesús convertido en las gentes
que luchan, valientes, contra el opresor.
Si existiese Dios
no desangrase más Palestina
y eliminaría al sangriento Sharón.

Para qué quieres el raciocinio
si viendo la historia repetirse aún crees
que es verdad que Dios es para todos
y no es un ingenio que inventó Israel,
para así mejor,
por temor a su dios vengativo,
tener todo el mundo bajo su control.





El poeta


A la violeta no dudo en cantarle
dado que es bella, y bien se lo merece,
mas no olvido por ello a quien ofrece
las manos que quisieran ayudarle
al pueblo que un ominoso embrutece.

La voz que me donara la natura
no la he de usar sólo para lo hermoso;
he de lanzarla contra el poderoso
porque a la libertad y a la cultura
no las calle su canto tenebroso.

Ya el omitir cantar lo que ocurriera
del pueblo a los poetas alejara;
cuando el temor al pueblo amordazara
y en vez de dar su apoyo a quien sufriera
el poeta violetas sublimara.



Soneto rojo


Tienes todo el poder acumulado,
sin embargo te dueles impotente,
porque tu sangre -de un rojo insurgente-
no la puedes tornar en azulado.

Ya ves, así es la vida, te ha tocado:
Tú, tan de la derecha intransigente,
convives con un rojo omnipotente
que tiñe tu interior de colorado.

Por siempre lidiarás con la amargura
de soportar tamaña imposición.
Tú, que eres paladín de la bravura.

A mayor gloria de tu desventura,
en la izquierda se ubica el corazón.
Siempre fue inteligente la natura.




Don Antonio Machado.

In memoriam.


A Machado imitarle yo querría,
seguirle de uno en uno sus renglones;
integrando en mis versos -como guía-
sus cantares, sus moscas, sus pasiones.

Su olmo seco del Duero cuidaría
porque reverdecieran sus colores,
y acompañada de guitarra iría
al mesón que fue jota de cantores.

Pisarle las espuelas a don Guido
-señorito andaluz interesado-
que matrimonia al margen de Cupido
en pro de su fortuna y su legado.

Errar por los caminos de Castilla,
llegar hasta la Soria que él amaba,
para después, sin pausa, ir a Sevilla,
donde está el limonero que cantaba.

Terminaré... ligera de equipaje,
como cruzó Machado la frontera,
para morir -sin gloria ni homenaje-
matado por la España traicionera.



Soneto solidario.


Porque le considero desvalido
hago causa común contra la usura
y emprendo sin dudarlo la aventura
de llevarle mi aliento al oprimido.
Quisiera ver un mundo renacido
en el que nadie sufra la amargura
de morir de miseria en la locura
de un sistema que premia al malnacido.

No me valen limosnas que exoneran
de culpas a las almas miserables;
ni me valen aquéllos que liberan
del pecado por trueque de rentables
inversiones de fondos que les dieran
para limpiar su imagen los culpables.


A un tirano


No me digas, tirano, que tú matas
para que el mundo tenga libertad
porque todo el terror que tú desatas
es un crimen de lesa majestad.

No me digas, tirano, que abominas
de la muerte que estás ocasionando;
a la par que más muerte diseminas
y a quienes se te oponen vas matando.

Dime mejor que vives de la muerte;
reconóceme al menos que es tu amiga;
que matas porque así te sientes fuerte
y porque tu ambición a ello te obliga.

Dile al mundo que todas tus palabras
son mentira, son pura fantasía;
reconoce que son bromas macabras
dichas para encubrir tu alevosía.

No te pertreches de falsas razones
que a la postre quedan en entredicho;
dinos ya de una vez que tú te opones
a que el mundo no gire a tu capricho.

Si tras tanto dolor como has causado
valiesen las palabras de un poeta
para que eternamente condenado
sintieses la amargura del planeta...

Hablaría sin cesar noches enteras
para hacerte llegar mi maldición.
Y tal vez de ese modo comprendieras
el horror que ocasiona tu opresión.




Depredadores


Si el mal que hizo la tierra para ser mutilada
fue regalar espacios de infinita belleza
en los cuales el alma respiraba aliviada
en contacto creciente con la naturaleza...

Si el de no protegerse fue todo su pecado
confiada en que un mañana de triste evolución
no dejaría jamás su suelo desolado,
sin árboles, sin agua, sólo por ambición...

Si por ser generosa se ve desguarnecida:
arrancados sus bosques, muertos sus humedales...
¿no tiene ella derecho a defender su vida
descargando su rabia con fieros vendavales?

¿Qué salida le queda a la tierra en su agonía
sino romper barreras que el hombre ha levantado?...
cegándole a los vientos y a las aguas la vía
que la naturaleza le había predestinado.

¿No es la avaricia, acaso, del constructor osado
la que priva al planeta de zonas necesarias?...
O tal vez sea el político infame adocenado
que negocia licencias con las inmobiliarias.

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