Un largo día invernal
¡Ahahahaha! ¡Aquí de nuevo: Yo! Ni más ni menos, aunque la verdad es que no creo ni por asomo que sea mucha cosa... sino más bien poquita...
Sigo agotando recursos aquí y allá, tentando, y creo que ya me voy a quedar quieta en un solo lugar, para variar... ¡Sí, he clonado (una vez más) mi intento de blog! Y, también para variar, he vuelto a darle su título original: "Pensieri a spazzo", qué no sé muy bien porqué siempre me gustó, pero la verdad es que no tiene ninguna importancia, ¿cierto? No, claro que no. Pero bueno, el caso es que este nuevo clon, me ha quedado bastante respetable, considerando que apenas sé algo de computación como para no andar a las patadas con el ordenador, literalmente hablando, por supuesto; debo admitir que el diseño está un poco (bastante) prefabricado, pero me gusta, y definitivamente sí tiene algo hecho por mí, aunque muy simple... Pero me gusta ^_^''
De más está decir que he estado perdiendo el tiempo con total desvergüenza, y aunque sé que después me voy a sentir tremendamente culpable, pues no tiene remedio...
Aunque, hoy tengo una excusa, y es que he pasado un día de esos en que la tensión le deja a uno hecho trizas. Ni siquiera he salido de casa y me siento como si hubiera corrido un maratón. Sí, la preocupación y los nervios pueden hacer eso y mucho más...
Un ser muy querido que está enfermo, vive a más de 800 Km de donde yo lo hago, y el no poderme comunicar con él sabiendo que está solo y enfermo (el cáncer de esófago no es cosa sencilla por cierto y menos que menos para alguien que ostenta la para nada despreciable cantidad de 84 años), me ha puesto el seso a trabajar a mil por hora figurándome puras estupideces... Por eso me refugié en estas tonterías, en parte porque todo el cochino día me ha sido imposible concentrarme en nada provechoso, en parte porque no he querido dejarme arrastrar hacia los confines del autocontrol por la buena de mi madre... que si me siento a padecer en su compañía, la "cosa" adquiere nuevas dimensiones, lo sé, y si me quedo tranquila, o por lo menos aparentando estarlo, la situación se hace más soportable.
Lo dicho, que cuando me cansé de inventarme excusas, tomé cierta distancia, porque ya no podía más.
¿Y qué pasó al final? ¡Pues que los "moribundos" nos dan sorpresas! Salen de viaje sin avisar a nadie, y les resbala literalmente la preocupación de aquellos que, a su pesar, les quieren desinteresadamente... ¡Y me enerva! ¡Me exaspera! Porque estoy harta de ver como mi pobre madre se gasta la salud en ciertas personas que no se lo merecen, en "personajes" que residiendo a 800 metros de la persona en cuestión, no son capaces de discar un simple número de teléfono para que la persona que les mantiene no comience a hacer planes para excusarse del trabajo por viajar a cerciorarse de lo que no les cuesta nada contarle, para que su sufrido estómago retenga alguna de las comidas durante la jornada, para que no se enferme de nos nervios...
Cuesta creerlo, las familias muchas veces son híbridos, y en ellas suelen habitar miembros que paracitan... A veces pienso que mis viejos son una suerte de extraterrestres en una familia que apenas conozco y de la que apenas y rescato amor para mi abuelas... El resto de los parientes son de palo, y no me siento malvada por decirlo o por sentirlo... Ese dicho que reza: "La caridad empieza por casa", no va dirigido a la familia, sino al prójimo, al vecino, al que vemos todos los días y sabemos que la está pasando mal... ¿Para qué voy a enviar ayuda al otro lado del mundo, cuando mi vecino se ha quedado sin trabajo y también me necesita?
Pues eso, que cuando la responsabilidad de mis padres para con mis abuelas haya acabado, (y la mía también, porque sí me siento comprometida con ellas sin necesidad de que nadie me obligue), todos mis demás parientes, tíos, primos, primos segundos y demás, dejarán de existir para mí.
He dicho.
Ah... Y aquí quedó mi alma...
Perdón por el exabrupto, y ahí nos leemos.
Ana.
