Blogia

Buscando un ideal ...

Adiós, Blogia. Te espero siempre, mi amor...

Adiós, Blogia. Te espero siempre, mi amor...

Parto. Con el sonido de mis pasos. De mis palabras. De mis teclas, tal vez. Ni la niebla empaña el recuerdo, ni el recuerdo niebla mi mente. Faltaría más. Me voy. Para volver a no volver. ¿O era al revés?

Te prometí una despedida digna. No me siento capaz, amada. Porque tu dignidad es mi muerte. Porque sin palabras no se llenan las libretas. Ni siquiera una hoja. Tú fuiste mi cuaderno. Mi refugio, mi psiquiatra. Mi resaca más placentera, mi estudio más acertado. Te dieron vida mis letras, y te darán duelo mis lágrimas. Nostalgia contenida en un vaso de cristal. Barato, eso sí. Pero cristal al fin y al cabo. De los que se rompen. No son perennes. Ni siquiera su estallido dura más de medio segundo. No somos nada.

 
No me mires así, Blog. Sabes que te hablo con el corazón. Con el corazón de mi ordenador, tal vez. Que es menos romántico... puede. Pero ya sabías que nuestra relación iba a ser así. No te culpo. No me culpes. Sé que te he dejado de lado muchas veces. Sí, soy consciente de que me ofreciste tu hombro para llorar. Y tus abrazos para evadirme. Pero siempre fui un pájaro de traumas complejos. Ni con jaula ni sin ella. Como ese novio idiota que tiene la chica de sus sueños a sus pies y llega a casa para ver el fútbol. Te tenía ahí. Ahora lo sé. Siempre con atención a mis cambios de ánimo, a mis historias. Y yo me aproveché de ti. Te utilicé como confidente en los momentos duros. Te olvidé en los más buenos, tratándote más como el amigote simplón al que le cuentas todas tus juergas en borrachera evitando entrar en temas más serios. Y tú no eras una amistad. Ninguno de los dos nos conformábamos con serlo. Sí, ya sé, te lo vuelvo a decir, fallé. Mi amiga Helena me pedía que te hiciese caso, que te mimase. Unas buenas palabras al día, mostrarte cariño más o menos regularmente. Aunque luego me fuese de putas. Que vete tú a saber cuál es el equivalente a eso en este mundo en el que tú y yo nos movemos. Pero me cegué. Por eso antes de irme, antes de cerrar la puerta, antes de llegar al orgasmo literato-lacrimógeno contigo te voy a dedicar este post. Porque me voy hoy, pero te doy la dirección de mi nueva casa. En la que te prometo mucho más que sexo, que risas o que confidencias más o menos psicodélicas. Y allí te esperaré. Sé que vendrás. Tú también.

Han pasado ya dos años. ¿Has olvidado ya las cartas inocentes que te mandaba? Deseaba un feliz 2004, y comenzaba a usar el término "refugio" para nombrarte. Como el que llama cielo a su novio, o cariño a su amante. Tú tenías tu sobrenombre.


"De las ciudades quedará sólo el viento que pasaba por ellas.... la casa hace feliz al que come, y él es quién la vacía.". Citaba a Bertolt Brecht ya por esas fechas. "Yo quiero morir así", me repetía. Aún no había vivido y ya pensaba en mis últimos días. En realidad aún lo pienso hoy. Despedirme con palabras tan bellas es la mejor forma de mantener vivo el recuerdo. Como quién echa un euro en una de esas timo-huchas-milagro que encienden una velita en la iglesia.

 Entre tanto buen deseo para el nuevo año aún me quedaba sitio en esos días de inicio para o para hacerle un homenaje a las palabras. Palabras. Tal vez el concepto más repetido en estos veintitantos meses. Las amaba ayer. Y las amo hoy.

Ya aclaraba que era un aprendiz de periodista. La situación no ha variado. Para mal tampoco, que ya es algo. Espero que algún día pueda vivir de mis letras. Y no, no soy cantautor. Quizás un día de estos me veáis publicando cosas de basket o con un poco menos de suerte siga soñando con ese día.

 

Llegaba el 2004 y con él esos Reyes Magos que con el paso de los años cada día me gustan más. No voy a hacer un manifesto capitalista-consumista ni mucho menos. A mí también me parece una hipocresía mucho de lo que veo. Pero he descubierto con el tiempo que ese día, aunque sea como borregos, en una fecha marcada, impuesta y rutinaria... vuelvo a mis días de niño. Aún más niño, quiero decir. Días de cabalgata en hombros de mi padre, de roscón entre regalos o de insomnio pre-llegada de los camellos y sus amos. Sólo ver la cara de ilusión de mis seres queridos ese día compensa cualquier regalo superficial o poco útil.

No me podía olvidar en esas fechas hablar de mi mochila. No es la de Pocholo. Ni siquiera tengo hoy la misma que aquellos días. Pero es una parte de mí. Como la corbata en el mafioso político de turno, las gafas en el buceador o la libertad en el soñador.  Ha sido testigo de estos dos últimos años y nuestra relación de momento no tiene visos de romperse. Ni siquiera en esos días de rabia, como en el de aquel nueve de enero en el que mis letras lloraban casi sangre. Aunque una poesía, paranoica para más inri, es buena aspirina para ese mal.

 

Llegaba el trece de enero y con ello quizás uno de los artículos que más me gustan en todo este tiempo. No por calidad, que no soy nadie para hablar de tal tema, ni siquiera por originalidad. Más bien por lo que no había escrito, por lo que significaban esos párrafos. Juro que el "todo es relativo" se convirtió en un lema de mi vida. Hoy lo uso menos, pero creo que esas reflexiones nocturnas me ayudaron mucho a la larga.

 

" Hoy mi sueño está más cerca del Kilómetro Cero que de la Plaza de la Merced. ¿Distancia, kilómetros? ¿Y qué? Una vez más... todo es relativo."

 

Inauguraba en ese enero eterno un nuevo género de post en mi blog. Las confesiones verdáceas. Los susurros de noches trascendentalmente cercanas. Volaba con mis paranoias, y me confundía con tanto vuelo. En eso consistía.

Unas palabras sobre un Farenheit 451 que me marcó eran el preludio a uno de los días más tristes que recuerdo. El 20 de Enero. No sólo fue el nombre de uno de los CDs que me más me gustan (me lo hice ese día, sí) sino era el final del tunel. Para caer al precipicio, quiero decir. Estaba realmente hundido. Triste, roto. El tren se había ido, las tiendas habían cerrado y yo me quedaba en la aldea desierta de mi soledad. La tristeza es acogedora y hospitalaria, pero a la larga te hace sufrir. O eso dice mi psicólogo.

 

Los artículos posteriores no eran más que simples textos de auto-consuelo. "Esperando que el viento sople a favor". Rezaba y miraba por la ventana. Pero no había viento. Tal vez por eso nunca se apagó la esperanza. Tres meses después encontraría la respuesta.


Ya lo sé, Blog, ya. Empecé a dejarte de lado. En marzo y febrero sólo se me ocurría hablar de fotos o de conciertos. En las burbujas todo se ve de un modo distinto.

 Estaba aún en plena resaca de ese siete de abril que fue el pistoletazo a mi actual vida cuando volvía a rescatar estas palabras para Ella.


"Sós la diosa del laico,

millonaria del bostero

reina del republicano

sólo una cosa quiero ...

NO ME DESPIERTES NUNCA

porque aún es muy temprano..."

 

Hoy las grito aún con más fuerza. Pedaleaba con fuerza, pedía al mundo que siguiese girando, hacía estudios de las visitas del blog o simplemente me conformaba con no salirme de la carretera. Estaba claro que en días felices no entran moscas. De mayor quiero hacer un refranero.

 

No me avergüenzo de esos artículos. Eran días de música, de recuerdos. Cualquier canción era una nueva excusa para unas palabras. Aunque fuese con un mes de retraso. La BSO de mis desahogos sería un coleccionable de esos de mil entregas en el quiosco del barrio.

La noche del 23 de Junio trajo uno de los artículos que con más buen sabor guardo. Será el tinto de la foto, o ese estilo pre-Bukowski con acné pero lo cierto es que San Imbécil me enamora aún hoy.

 A partir de ahí, una serie de artículos (Sounds of Underground o el de Broadway) que tampoco me disgusta leer. Eran días de incertidumbre. El niño se rebelaba a crecer y me siento orgulloso de mis pensamientos y de mi manera de plasmarlos en aquellos tiernos diecinueve añitos.

Reflexionaba sobre la vida. Sobre el mundo, mi mundo tal vez. Era un soñador. Hoy soy más realista pero espero de veras no perder ese espíritu de mi septiembre dos-mil-tres-atrero.

"Un libro, un porro, una historia, un viaje. Ese es el mundo real. Hay muchas puertas pero sólo un mundo real, mi mundo real. Dentro de él, puedes elegir que querés, si reír o volar, si subir o bajar, si soñar o pensar. Todo cabe en ese mundo, claro que hay injusticias, pero en mi mundo real también hay sitio para las utopías y se puede cambiar. Por supuesto que también hay lágrimas, pero intentaremos cambiarlas por sonrisas. Todo universo tiene sitio en mi mundo. En el real."


Qué nostalgia. Las trufas de colores o esos exámenes aprobados que marcaron mi frontera entre infierno y cielo (aunque fuese por unos días) precedían a Madelaine. Ella me pedía lápices, y yo no los encontraba. En realidad esa fue mi asignatura contigo. Tenía sacapuntas, el mejor estuche de la clase, gomas varias, y hasta a ti como papel pero me faltaban lápices. Era tan fácil como bajar a la calle a comprarlos. Puta vaguera.


"Busco sueños sin dueño, palabras sin escribir, silencios sin callar, textos por escribir, personas por las que navegar sin temor a una sequía del mar.

Vendo brújulas y compro mundos"

 

Decía que así me anunciaría en una hipotética sección de contactos.  Quizás hoy prefiera la reventa.

 

Me gusta el artículo de la "Mauvaise reputation". Porque era un homenaje a mi madre en primer lugar, a mi infancia y una forma de ordenar mis ideas en aquellos días previos a mi vigésimo cumpleaños. "Ochenta años y un día..." coronaba las palabras de aquella jornada. Parece una tontería pero hoy, hace un año (y un día), lloré como un crío. Me negaba a ser mayor. Me resignaba a dejar de ser el pequeñito curioso, odiaba ese dos que desde aquel día abre la cifra de mi edad.


Un tsunami de agua y tristeza despidió al año. No era buen presagio. Soy tan insignificante que no puedo dedicarme nada ni a mí mismo, pero aseguro que si hubiera servido de algo, ese día hubiese escrito mil y un artículos (todo los que debía, más las futuras deudas) en homenaje a esas personas que de la noche a la mañana se sumergieron en la oscuridad más cruel.

"Dios ha muerto. Viva el 2005". Pero hombre, con esta dedicatoria... ¿esperabas un buen año? Acertabas pues. El recuerdo de ese 20 de enero tan triste (es curioso acabar recordando la mayoría de fechas malas y sólo unas cuantas buenas, el ser humano es masoquista) y el Txoria Txori que debería ser un himno universal fueron mi únicas apariciones en los tres primeros meses.

Me decidí después, con una serie de artículos paranoicos, como el de "Josemi" y el estudio sociológico del "no se qué". Ese "sexo, felicidad y comuniones" fue mi última carta. Fue tan sincera como el resto, pero sé que se te quedó corta. No podía acabar mi relación contigo hablando de mudanzas, me sentía en deuda y odio ser moroso.

 Por eso te escribo ahora. Para que te empañes del aroma de mi arrepentimiento y recuerdes esta historia de amor como algo precioso. Fue como ese verano en el campamento al que nunca fuí, con unos meses de continua actividad y un lento y largo perecer por culpa del distanciamiento.

No quiero acabar así. Así pues, abriré la boca sólo dos veces más. Prometo dejarte descansar tras mis intervenciones.

En primer lugar me gustaría darle las gracias a las personas que se han pasado por la página durante este tiempo. Ya fuesen habituales, espontáneos, locos perdidos o similares. María, Helena, Diana, Albert, Gerard, Sebastian, Carol... y otras tantas personas que me han ayudado y, aunque sea virtualmente, querido por unos segundos en estos mundos tan abstractos.

En segundo, y aunque mi carta te hará pensar que quiero cortar contigo, mi intención es totalmente opuesta. Quiero enamorarte otra vez. Quiero besarte en los amaneceres, volver a volar con las teclas y seguir filosofeando pobremente con tus oídos de testigo. Te dejo, Blogia. Y te agradeceré mil años los momentos vividos. Pero te he construído una casa mejor. Aün está en obras. No tiene piscina, ni siquiera chimenea. Y para lo que es hoy por hoy, tardé mucho en construirla. Pero le voy a dedicar tanto tiempo y cariño como a la antigua. Nuestra nueva residencia nos espera. A ti. A mí. Y a todos vosotros. Seguiré buscando un ideal, seguiré luchando para poder decir desde el más allá, más acá, o lo que sea un "lo encontré" como epílogo a mi vida. Y de esa búsqueda será testigo mi nuevo refugio. Mi nueva página:

www.buscandounideal.com

 


Me ha gustado recordar momentos, rescatar mensajes de la memoria. Puede que haya evolucionado, no sé si para bien o para mal. Supongo que el paso de niñato a... niñito no era tan fácil. Cumpliendo hoy 21 años me temo que vendrán aún cambios más difíciles. Y ya os he dicho que estáis invitados.

La puerta está abierta para todos... y en mi mundo no hay pestillos.

Hasta siempre. Y gracias...

 

Mudanza

Espero no tener muchos más problemas, que ya he tenido bastantes últimamente con temas de índole informático-técnico (vaya estúpido término me acabo de sacar de la manga) pero si todo sale más o menos como debería de marchar, el próximo artículo que escriba... será en la nueva ubicación de este blog. Por supuesto escribiré un último mensaje algo menos gris y cutre que este para despedirme de Blogia como se ha merecido por darme ese ático con buenas vistas en un piso tan gigante.

Abandono la bañera para pasar a una piscina que intentaré convertir en mar. Espero que mis palabras no se ahoguen por el camino.

Gracias.

:)

Sexo, felicidad y comuniones. ¿O era al revés?

Sexo, felicidad y comuniones. ¿O era al revés?

Cinco de Junio. Hace calor. Las imágenes no son de tono sepia, pero estamos en 1994. Desde luego sin Internet. Qué alivio.

Mi comunión, que dicen. No me acuerdo. Bueno sí, pero me hacía el interesante. Hostias por aquí y por allá, yo vestido de marinerito, con cuatro gorrones de amigos olisqueando por si pillaban algo de tarta y poder jugar con los regalos que me hiciesen. Recuerdo aún el queso de la comilona que hicimos en el bar de abajo de mi casa. El sol, el sol fuerte que hacía ese día. Nada nuevo en Málaga por desgracia. También de ese día tengo la imagen de algunos familiares que aprecio y quiero. Algunos ya no están. Recuerdo a un cura (un catequista o lo que fuese, no domino la jerga religiosa y menos con nueve añitos) diciéndome todo el rato que me callase, que tuviese un poco de respeto. Coño, yo lo tenía. Era un imcomprendido. No dejarme bromear con esa edad por mucho lugar sagrado que hubiese era una crueldad. Dios estaba de mi lado. Tenía que estarlo. Seguro.

De ese día lo que más recuerdo es un detalle. Detallazo más bien. EL DETALLE. En mayúsculas, además. Una etapa ciclista del Giro de Italia. La etapa entre las etapas. Con Mortirolo, calor, subidas, pájaras,...

Indurain rompiéndose en la mítica subida italiana. Berzin volando en camino de su Giro de Italia. Pantani sorprendiendo al mundo. Descanse en paz el genio entre los genios que subió mejor que cualquiera que haya podido ver en todo este tiempo. Indurain recuperándose, Berzin clavado, Pantani a lo suyo. Todo cambiaba, todo daba vueltas. Qué gozada. Creo recordar que es la etapa en la historia del ciclismo en este país con más audiencia. Era mi comunión pero me daba igual. Mi verdadera comunión era ese día con el ciclismo.

Todavía suena en mi cabeza el mágico Chronologie de Jean Michel Jarre con el que se abría cada etapa. Todavía suena en mi cabeza las radios echando humos con los comentarios de tan prodigiosa etapa que no dejaba de dar sorpresas. La última, la monumental pájara de Indurain en el interminable puerto de segunda de Aprica que le regaló a la postre el Giro a Berzin.

¿Por qué cuento todo esto? Simplemente... porque he vuelto a escuchar Chronologie y el recuerdo es inmediato.

Bienvenidos a mi comunión.

Se puede decir que lo más parecido a mi primera experiencia sexual fue ese día. No supe lo que era un orgasmo (y hablo de teoría, no de práctica, soy puro y casto, eso siempre) hasta años después. Pero ese cinco de junio empecé a saber de que iba al tema.

Nos encargamos de explicarle a los niños estúpidamente y de manera imprecisa de qué va esto del sexo. Somos algo tontos. Nos empeñamos en utilizar pseudo-literatura de ultramarinos para comentar algo natural y bonito. Nos inventamos historias de semillitas, de cigüeñas, de París. Y los niños confundidos y desorientados. Luego vienen los malvados de la SuperPop y nos los pervierten con cuatro pamplinas superficiales, tres guías de como ser el más pendón/a de la clase y cuatro pulseritas del amor eterno y nos los pervierten. Es nuestra culpa.

Es mucho más fácil que eso. Sexo es amor. Sexo es felicidad. Lo primero lo descubrirán años más tarde (bueno, vale, aceptemos coqueteos en la edad del pavo como primeros síntomas de amor, pero no te lleves el Scatergories). Lo segundo con pequeños momentos como ese que tuve ese cinco de junio. Con un momento familiar, un recuerdo deportivo, una cancion de música que les llegue. Yo que sé. Hasta con Gran Hermano si les apetece. Es lo que tiene la felicidad, cada cual busca su camino, sus instrumentos, armas y opciones para conseguirla. Como el sexo. Como el ciclismo.

Tres en uno. Padre, Hijo y Espiritu Santo. Y aquí llegaríamos otra vez al tema de las comuniones. Y vuelta a empezar. Como veis, todo estaba relacionado...

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Ya me voy, ya...
por donde vine sin más.
Con la sintonía ciclista en
mis oídos
y mis propios oídos
vagando sin más por mi mente.

Mezclados, confundidos,
paranoias de un demente.

Con mis charlas de mormón
en horas bajas
y mis muermos bajos
de charlatanas horas.

Asonancia
es redundancia.
Pero jamás
será falacia.



Por suerte.

Y el Ché se vistió de futbolista...

Y el Ché se vistió de futbolista...

Soy un freaky del deporte. Lo sé. Me encanta el deporte. Podría pasar horas hablando de él, disfrutándolo. Soy de esos estúpidos que si ven a otro freaky como yo vender vídeos de partidos históricos está un buen rato buceando en el listado para recordar momentos con los que haya disfrutado o me haya lamentado. Aunque sepa que no tengo dinero para comprar ni siquiera un par de cintas. Pero me da igual.

Algún día me gustaría hablaros de momentos en esto que han significado mucho para mí. No, tranquilos, no me pondré a hablar de tácticas del basket ni de jugadas galácticas en el fútbol. Bastante monstruo es el deporte (con el fútbol a la cabeza) como para convertir mi página en otro referente del agenda-setting-ismo más salvaje. Simplemente contaré segundos de gloria, llantos de felicidad o tristeza o momentos personales con el deporte como mera excusa y fondo.

Son las nueve de la mañana y antes de irme me apetecía escribir. Por Málaga. Por Liverpool. Por Josemi más bien.

No es el mejor en nada. No pasa de ser un buen jugador, sin ser ninguna estrella ni acaparar portadas. Algunos cuestionarán hasta que es buen jugador. Me da igual. Es mi jugador favorito.

[MODO EXAGERADO ON- no tomar al pie de la letra las afirmaciones producidas en estado de embriaguez josemínica]

Josemi. Y me santiguo al decir su nombre. Siempre hay que hacerlo. El fútbolista revolucionario. De Torremolinos a ser campeones de Europa. De la Malagueta al cielo. Si no era lo mismo.

A veces, uno que es ateo de boquilla aunque se muere de dudas en su interior, se replantea si es cierto que hay un ser superior al resto que nos guía y protege. Para Butragueño es Florentino, para los musulmanes es Alá, para los peperos Fraga, para los suizos el reloj (esto de la neutralidad en tantos aspectos hace que los seres sobrenaturales sean no-humanos) y para mí es Josemi. Así, sin más.

No entiendo a la gente que se hace tatuajes del Che Guevara. Yo de pequeño (sí, aún más pequeño que ahora, aunque parezca imposible) me ponía mis camisetitas del Che, mis libretitas con cuatro fotos revolucionarias y qué contento me quedaba. Pero hoy, en pleno año 2005, no entiendo como los niños siguen pensando en un personaje que aunque histórico y relevante, no tiene nada que hacer al lado de su reencarnación más perfecta: Josemi. Es el San Bernardo del baloncito de fútbol.

Sí, amigos, sí. El Ché se vistió de futbolista. Empezó a darle patadas al capitalismo (lo del sueldo elevado de los futbolistas en el fondo le jode, pobrecillo), se vistió de rojillo y decidió, cual Cid Campeador, que a pesar de "muerto" (tantas lesiones...) iba a triunfar. Por su equipo, su ciudad y sobre todo por los joseminófilos. No hay que fallarle a los seguidores.

Por eso y porque sé que este gusto incontrolado, incoherente e inexplicable por alguien acabará siendo declarado enfermedad incurable por la OMS, declaro abierta la ilegal secta. Revolución o muerte. Josemi o gillotina.

Simplemente los cuatro enfermos que nos apuntemos a la secta quedaremos en alguna sede social aún por determinar, nos dedicaremos a ver sus partidos de antaño en el Málaga, a planear excomuniones o crueles venganzas en contra de cualquier persona que se atreva a pronunciar su nombre en vano y sin santigüarse o que vaya más lejos y se atreva a afirmar herejías en contra de el Elegido.

El Joseminismo autóctono quiere ser Universal. La caza de mentes ha empezado. La secta no dejará de crecer. Josemi tampoco. Apúntate o puede que mañana ya sea tarde.

Venceremos.

[/MODO EXAGERADO OFF]

Ya os dije que no os tomárais al pie de la letra esto. Pero me apetecía escribir un rato aunque sea con una paranoica ida de olla sobre un jugador que realmente me gusta. Creo que se merece la alegría que se llevó ayer y poder decir que él también es campeón de Europa.

Por haberle visto nacer en los campos de fútbol, por haberle visto jugar en campos de tierra, por las críticas tras sus primeros inseguros partidos en Málaga, por las lágrimas que tuvo cuando caímos en los penalties de cuartos de la UEFA tras la mayor hazaña de nuestra historia, por haberte ido de Málaga siendo grande y llegar a un grande de nombre en horas bajas, por haber puesto tu granito de arena para recuperarlo, por tener tanta mala suerte con lesiones y recuperarte para vivir desde cerca el día más grande de tu vida y por acordarte de los malagueños aún en un momento tan jodidamente feliz y grande.

Gracias, Josemi.

Ya os dije que era un freaky. Saludos varios...

No se qué. (ESUB- I)

No se qué. (ESUB- I)

Comienza la serie de Estudios Sociológicos Universales del Barrio (ESUB). Volumen I en marcha.

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Ya está bien. Una solución quiero, que diría el filósofo preclaro que diseñó a mano el anuncio del detergente.

País, párate. Mundo, párate. Esto no puede seguir así. Tú lo sabes. Yo también.

¡FIN!

¿Por qué, por qué, por qué estupidez que escapa de la mente humana estamos todos cortados por un mismo patrón a la hora de hablar?

Sí, digo todos. Tú también, el camionero. O tú que me lees, que no por estar en el Ministerio de Agricultura te vas a librar esta vez. El niño, el abuelo, el andaluz, el castellano, el barcelonés de pura cepa.

Cuatro rasguitos diversos, sí, para que se peleen y se crean distintos. Qué guays, qué diferentes. Pero un "no sé qué" común. Sí, un "no sé qué".

¿Quién inventaría esta inultilmente absurda muletilla? Me imagino a un chaval asustado en un exámen y para no dejar el folio en blanco escribiendo bien grande un magestuoso NO SÉ QUÉ. O ese pobre joven recién salido de la facultad en su primera entrevista de trabajo. Aún con acné y con parkinson en todo el cuerpo del nerviosismo, al reponder a la primera pregunta directa del "entrevistador".

- ¿Qué puedes aportar a la empresa?

- Eh... no sé qué.

Y se fue tan pancho. Y lo peor es que seguro que le eligieron a él para el puesto. No sería una sorpresa.

Fuese quién fuese, declaro persona non grata en mi particular lista negra-turquesa (sí, que pasa, el turquesa le daba un color muy bonito a tal lista) al inventor de la expresión, al que le condeció la patente, al que la comercializó, al que le dio uso y al que la escucha día tras día sin enfurecerse ni abofetear la cara del interlocutor. No me quedará sitio en la lista.

Ese "no sé qué" le come terreno día tras día al incómodo y eterno "ehh..ehhhh..." que sonaba en señal de duda, confusión o mientras se pensaba algo en una conversación.

Les propongo un juego. Cuenten el número de veces que una persona usa "no sé qué" por minuto. Yo aún no me he atrevido a pillar cronómetro y hoja de papel pero la apuesta es sobre seguro.

Cuatro ejemplos:

Estabamos allí, no sé qué, y acabamos entrando en el cine.

Me contó no sé qué de los agujeros negros.

Compré un kilo de tomates, dos de patatas, no sé qué y me salió todo muy barato.

Y entonces Carlos me dijo no sé qué e hicimos las paces.



Si salgo con la libreta a la calle prometo actualizar esos cuatros simples y cortitos ejemplos inventados con mucha prisa para poner lo que se está cociendo allá fuera. El ejército del "no sé qué" no deja de avanzar. Te lo meten en una conversación de política, de cine, de deportes o de las amapolas descoloridas del valle. No hay tregua. No la habrá. ¡Violentos!

No a la guerra. No al no se qué.

Por fín un poco de alpiste.

Por fín un poco de alpiste.

Dos meses no son nada. Sí, amigos sí, suena a título de canción veraniega con sabor a Bisbal y a garrafón barato. O a tópicos fáciles y utilizados hasta la extenuación para titular el regreso de un futbolista tras una lesión o para expresar el reencuentro de una pareja de novios distanciadas en tiempo y espacio por poner unos ejemplos de los más tontos.

Efectivamente, dos meses no son nada. O pueden serlo todo. El tiempo es tan relativo que me pierdo si intento nadar en él. Más bien me ahogo. Y con el agua hasta el cuello es difícil darle vida a las palabras. Incluso matarlas.

Dos meses sin escribir, dos meses sin echarle alpiste a este pájaro tan estúpidamente fantástico que tengo como mascota y que recibe el no menos idiota nombre de Blog. Dos meses de experiencias, de momentos, de enfados de alegrías y de ideas, de muchas ideas.

" You should have never gone to Hollywood..."

Suena System of a Down. Nuevo disco, que diría aquel. Aún sólo pude besarle inocentemente, nada de intimar con él y por supuesto nada de sexo. Solo un par de canciones al azar para ver cómo está el tema. He escuchado bastantes críticas por ahí pero ciertamente simplemente con la canción "Lost in Hollywood" merece la pena haber despertado a mi pobre ordenador a horas intempestivas para hacerle trabajar y bajar (vaya, un pareado... supongo) el disco por caprichito del nene. No sé, me relaja demasiado la canción, me da buenas sensaciones, es el perfecto acompañamiento para empezar a escribir de modo relajado y acabar soltándome a medida que trancurren los cinco minutos de la misma.

El tiempo se consume. O me consumo yo, qué más dará. En cualquier caso y para no escribir un tocho gigante tras tanto tiempo de inactividad me he prometido dividir todo lo que tengo que decir en varios mensajes. Uno por día. Como mucho cada dos días. De esta manera, hasta que acabe algún día las putas mudanzas, me obligo a seguir pasándome por aquí, racionalizo un poco la cantidad de pesadas letras en cada mensaje y me organizo mejor para tantos temas de los que me gustaría opinar.

Hasta mañana pues...espero.

Llegó Mayo...
mes insulsamente curioso
y curiosamente insulso.

Y con él, odioso equipaje...

más palabras no mascadas,
más costumbres sin usar,
compromisos poco serios
que intentaré no fallar.

Alpiste habrá para todos
y frases por regalar,
desde verdes reflexiones
hasta críticas sin más.

No más máscaras, por favor...

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Continuará.

Próximos capítulos (codificados o no, ya se verá):

- J´accuse
- Unisex.
- No se qué.


Literal, eh. Y si no se llaman así, poco les faltará. O eso espero.

Vuela pájaro, vuela...

Vuela pájaro, vuela...

No tengo tiempo. Sólo una canción. O poema, más bien, que me emociona por igual tanto al oírlo como al leerlo.

TXORIA TXORI.

Hegoak ebaki banizkio
nerea izango zen
ez zuen aldegingo
baunan,
honela
ez zen gehiago txoria izango
eta nik...
txoria nuen maite.

.
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EL PÁJARO.

Si le hubiera cortado las alas
hubiera sido mío,
no hubiera escapado
Pero así
hubiera dejado de ser pájaro
Y yo...
lo que yo amaba era el pájaro.

Soñadores saludos desde poco más abajo del cielo, físicamente hablando. Mi mente prefirió volar, no tan alto como el pájaro tal vez, pero conservando sus alas.

O eso intenta.

PD: El de la imagen es un primo cercano mío. El loro "Barranquero". Como mi apellido. Nos vemos en la cena de Nochebuena, amigo...

Recuerdos de una fecha con sabor a música

Recuerdos de una fecha con sabor a música

Ahora es cuando me toca felicitar el año, ¿no?

Feliz año pues. A ellos, a ellas y a aquel, por supuesto. Con casi un mes de retraso u once de adelanto según veamos el vaso medio lleno o medio vacío. Todo vale.

Ya dije hace un par de mensajes que estaba de mudanzas. Digamos que estoy dando mis últimos coletazos en forma de palabras en esta página que ha sido testigo de tantos sentimientos míos. Pero no perderé los artículos ni por supuesto las respuestas que me dieron a cada momento. Guardaditas en cofre añejo y con la llave en la mano por si las moscas.

Es curioso esto de las fechas. Uno vive y vive sin mirar el reloj. Ni siquiera el calendario. Pero de repente alguien te da un toque en la espalda y te recuerda qué día es hoy. O ayer. O mañana tal vez. Pero la cuestión es cada jornada es efeméride de algo, cada 22 de Enero seguramente tuve una sonrisa o una lágrima y eso no lo puedo dudar. Y supongo que mañana también será aniversario de alguna canasta marcada, alguna peli que me impactó o algún grupo nuevo que salió a la luz. Como son las cosas. Por ejemplo, hacer un par de días mi Dianita me preguntó que si sabía que día era. "Jueves"- respondí.

No, no era por el jueves. Al fin y al cabo, los jueves más allá de esas reuniones con mi madre/hermano/amigo (Antonio) para comer pizza y ver telebasura -y lo bien que lo pasamos- no tienen nada de particular. Quizás lo que ella quería hacerme ver es que era día 20. Pues vale, muy bien.

Ni idea pues. Poco más y me lo tiene que hacer con esquemas en un papel. "Recuerda tal día como hoy hace un año". Juro que no me acordaba... hasta que ví el CD. Ese maldito y maravillo CD.

Recuérdome llorando como un estúpido el diecinueve de enero del año pasado. "Infinita tristeza" llamaba yo al impotente artículo. Puedo decir que no eran días de sonrisa en cara precisamente. Más bien tristes, tristísimos. Ese veinte de enero decidí "empezar una vida nueva". Ya lo sé, suena a tópico, a anuncio de Coca Cola, a promesa de nochevieja y a mil tonterías más de esa índole. Pero tenía los ojos demasiado humedecidos como para seguir así sin cambiar nada.

E hice el CD. Un CD que tampoco era nada fuera de lo común, pero que hoy es muy especial para mí. Comienza con el reflejo de mis lágrimas disfrazado tras inocente melodía de mano de La Buena Vida con su "Qué nos va a pasar" (remember Nastrut), luego ese himno no oficial de la alegría depresiva por parte de Los Delinqüentes que se titula "El aire de la calle" (yo nunca lloro porque vivo en Carnavales... dichoso aquel) y continua con el buen homenaje que le hacen al mítico "¿Por qué te vas?" de Jeanette los locos de Ataqque77.

Continúa esta mezcla rara e incoherente con "La Chispa adecuada" de Los Héroes y con el "Me estoy quitando" de Extremoduro. Supongo que el culpable de esta sucesión sin orden lógico se remonta a unos veinte días antes de la creación de este disco y a esa Nochevieja tan mágica en la que volé con cada canción. La sexta y séptima canción ("Como ali" y "Yira, yira") son un toque más de argentinidad con Los Piojos como culpables. Y llega la octava. Un poco más de freakismo al lote, por favor. Metemos a Peret con Dusminguet cantando ese "Y no estaba muerto" que tanto juego da escuchar en un coche o con unos amigos. Supongo que tras tanta tristeza contenida frivolizar un poco no venía mal. Y más justo antes del grandioso "Trae ese ron" de Violadores del Verso.

Ya dije que esa canción es como un bálsamo para mí cuando estoy cabreado. "Eviten morir de rabia" escribía hace más de un año en otro enfadado artículo en esta página con esta canción como testigo de primera mano.

Cambio de chip. Antes de meternos en el universo psidélico de White Stripes y su "Seven Nation Army" pegaba un cambio tranquilo, que diría cierto político. La templada voz del árabe Idir es un maravilloso predulio a ese incesante sonido de los Stripes sinónimo de vuelos psicodélicos nocturnos de dudoso proceder. Y para no perder la inspiración un fabuloso "Jerk it out" de los Caesar´s Palace que tras tanta depresión me hacía pensar que mientras hayan canciones que me hagan reaccionar nada estará perdido.

Como perdido en un viejo CD estaba ese "1969" con sabor a televisión en blanco y negro y a manifestación hippy que cantan en un interminable episodio The Vines. Que al menos le calman a uno algo para afrontar con más garantías ese "Hate to say i told you so" de The Hives. No me quiero poner ni melancólico ni redundante pero pocas canciones tienen tanto sabor al Zeppelin (descanse en paz), a cerveza de cuatro duros compartida por amigos y a saltos en la oscuridad como ésta que suena. Lástima que tal pub se cerrase y con él se llevase tantos momentos vividos en la intimidad de la multitud.

Pero como dirían los míticos Queen... "Show must go on". Supongo que pocas veces dos canciones tan diferentes sonarán de forma seguida, pero creo que es una buena forma de reflejar mi estado de ánimo de aquellos días. Tantas ganas de llorar como de pasar página, tantas ganas de esconderme como de saltar y aspirar a sonreír. Y ese intento de auto-convencerme de que no todo estaba perdido.

Para continuar con la paranoica composición de semejante disco pocas cosas pegaban tanto (o tan poco, tanto monta, monta tanto) como el "Dope show" de Marilyn Manson. No sé si es el mismo show al que Queen se refería hace cinco minutos pero estoy de acuerdo en qué había que continuarlo. Por suerte, decisiones como esta son tan personales como intransferibles y ese tipo de show, aunque de manera mucho más esporádica, moderada y controlada no murió jamás. Hasta hoy, al menos.

Hablando de "show", de "dope" y demás parafernalia de verde color, un poco de reggae no viene mal. Y más si es un reagge tan intimista como suave. Porque este "Star" de 08001 no sé yo si huele a porro o a ensalada, pero sí que sé que solo se puede escuchar en una playa con unos amigos, en un local con cuatro gatos o en a través de unos cascos para dormir soñando quién sabe qué. La canción no está cantada para nadie. Esta semi-versión en homenaje al bueno de Marley no va para las masas ni para miles de oídos sordos sino para sólo para mí. O para tí tal vez.

No podían faltar los greñudos de Liverpool. Volvieron a tocar juntos para mí ese "I wanna hold your hand" ya que yo, ese día, a pesar de tanta tristeza, quería agarrarla y no soltarla nunca. Seguir llorando tal vez pero de su mano y a poder ser con esta canción de fondo.

O con la 19º canción del CD, un "Go with the flow" de Queens of the Stone Age. Otro homenaje a los vuelos mentales de mitad de noche, a ojos cerrados soñando y construyendo imágenes al son de la música, a caladas (in)controladas sin más testigo que mis ojos.

Supongo que la última canción refleja perfectamente mis sentimientos de aquel día. Tal vez ese epílogo del disco sea el mejor resumen posible del mismo y de todas las canciones que le preceden. Ese "Paint it black" de The Vines (otra vez ellos) huele al viejo "no me voy a quedar quieto aquí llorando sin hacer nada", pero a la vez destila pesimismo, pintando de negro los antiguos sueños y las coloridas esperanzas que se habían escapado...

O no. Quizás no se escaparon del todo. Me alegra haber hecho el CD ese día y haberlo titulado con un simple "20 de Enero". Pero aún mucho más me hace feliz haberle regalado ese disco a Diana un 7 de Abril (el día que empezó este sueño sin guión) y escucharlo junto a ella. Ayer fue símbolo de tristeza. Hoy... es simplemente reflejo de lo que nos costó empezar pero de lo bello que es el sufrimiento si hay final feliz. Aunque tiene más de feliz que de final porque esta historia, amigos míos, no ha hecho más que comenzar.

Nos veremos por aquí... o en mi nuevo destino. Sin duda.

Veinte de enero,
veinte canciones.
Veinte sueños
que había que soñar...

Aniversario con sabor a Nochevieja.

Un año cumple esta página
un año cumplen mis palabras.

Con uvas en la mano, boca salada de manjares que un día al año merecemos todos probar, preparando el cava (boicot a los boicoteadores) y soñando con un año siguiente fantástico me despido. Muchísima salud a todos, que eso es lo más esencial.

Una hora queda, los manijas del reloj comienzan a excitarse, los campanarios nerviosos están, el 2004 agoniza y de una vez se va.

Dios ha muerto. ¡Viva el 2005!

¿Era así?

Niesztche, tu inspiración me abandona de mano del 2004. No sé lo que digo. Pero eso tampoco es novedad, ¿no?

Disfruten del show, amig@s...

Va por ellos.

Mudanzas vienen mudanzas van. ¿Comprende alguien esa estúpida sensación de hacer la maleta para irse de un sitio y no tener aún otro techo bajo el que vivir? Pues así estamos. Hago mi maleta, mi metafórica maleta. Las palabras no ocupan espacio físico (aunque claro, que le pregunten al Word me dirán) y creo que no lo tendré complicado. Desde luego no sólo voy a conservar todos los mensajes que días cualquieras y esporádicos escribí sin ton ni son, sino que especialmente voy a guardar en cofre de oro vuestras respuestas que me dieron fuerzas para seguir escribiendo ya fuese con una sonrisa en la cara o con los ojos enrojecidos.

Epoca de cambios, mudanzas a precio de saldo, todo a cien. No creo en los cambios drásticos. No se puede pasar del dia a la noche sin un bello atardecer o una bajada de la temperatura y por lo tanto no puedo pasar del blanco o al negro (¿o viceversa?) de un momento a otro. O al menos yo no puedo.

Por lo tanto no habrá ninguna medida drástica en esto tan genérico a la que yo, vulgar ovejita de rebaño, llamo vida. No me voy a la India (de momento...jeje), ni me voy a echar a la mala vida (ni siquiera a la buena), tampoco voy a dejar los estudios por un puesto de trabajo en Le Monde Diplomatique ni cosas de ese estilo. Simplemente voy a hacer una serie de cambios para organizar mejor el tiempo (quizás junto a la vida inerte lo único irrecuperable en este puto mundo).

Si les soy sincero los escasos párrafos que llevo los escribí ayer. Me animé con el teclado pero lo solté a los cinco minutos. No puedo, me es imposible, realmente tengo muy pocas ganas de escribir. No por tener pocas cosas de decir, ya que estoy en un momento en el que el viento, ese idiota ser que a veces me empuja y otras se disfraza de enemigo, sopla esta vez a favor.

Pero hoy más que nunca me cuesta escribir sobre mi vida y mis superficiales preocupaciones, tan jodidamente insignificantes al lado de cualquier cifra o dato de la TRAGEDIA MONUMENTAL que un asesino de nombre tsunami (con algún que otro cómplice de apariencia no tan natural) ha causado a miles de personas.

Estas cosas hacen pensar y reflexionar. No voy a hacer demagogia, no voy a soltar mi (nuestro) famoso discursillo de que otro mundo es posible, ni siquiera tengo hoy palabras para expresar lo injusto que me parecen tantas cosas que veo.

Imagínome en Huelín (barrio malagueño con olor a mar, sabor a pescado y de barato bolsillo) con mi madre o mi padre. Viene una ola gigante a lo lejos. Curiosidad, expectación. En ningún momento se me ocurriría pensar que va a llegar al Paseo Marítimo. Pero...

- ¡Qué ocurre! ¿qué es eso? ¡Mamá! ¡Mamáaaaaaaaaaaa!

Y me sumerjo en el agua. Y mi destino, si es que alguna vez estuvo en mi mano, se me escapa como un puñado de arena en una mano abierta. El agua conquista mis ojos, me hundo, me doy golpes con todo lo que encuentre a mi paso y por milagro, me salvo. ¡Cruel milagro!

- ¿Y mi madre? ¡Mamáaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Mamáaaaaaaaaa! ¿Dónde estás?

No quiero imaginarme la desolación en ese momento. Todo lleno de barro, cadáveres testigos de mis lágrimas y de mi desesperación y mis impotentes gritos no son respondidos por nadie. En todo caso acompañados de otros "mamáaa", "papáaa" o "hijooo". Sin respuesta, todos sin respuesta.

Me duele si quiera imaginar una situación parecida. Sería una catástrofe, marcaría mi vida, creo que acabaría (más que terremoto) conmigo por dentro y dudo que me recuperase en mucho tiempo.

Lo peor no es pensar en esto. Lo más trágico no es saber que puede ocurrir. Lo desolador es que no hubo un grito en busqueda del ser querido sino mucho más arrebatadores llamadas al infinito, al cielo, al barro. ¿Cien mil? ¿Un millón? Me da vértigo pensarlo.

No, no es una película. No soy un guionista macabro, ni siquiera un tétrico aburrido con ganas de imaginar en desgracias. Puedo apagar la tele, puedo bajar la radio e incluso subir la música y bucear por maravilloso Ohne Dich (gracias Rammstein)pero nada cambiará. Como la situación que he imaginado casi temblando habrán ocurrido miles estos días.

Ves a gente buscando a su novia, a su hijo. Con "suerte" (mácabra acepción de la palabra suerte, injusto soy al usarla) algunos habrán encontrado el cuerpo del ser (si es que solo hay uno) querido y acabarán ,sin que por ello cesen las lágrimas, con la agonía busqueda para comenzar con un laberinto que solo conduce a tristeza eterna. Otros, ni eso.

Enterrar, quemar, despedir... qué poco me gustan estos términos y cuántas veces las estarán usando los afectados por la catástrofe más grande que mis atonitos ojos han podido contemplar.

Ya habrán días para seguir analizando algunas causas que han provocado que un suceso (terrible, pero natural al fin y al cabo) como es un terremoto o un terremoto han matado a tantísima gente en pleno e hipócrita siglo XXI.

Incluso sé que mis palabras no llegarán a ningún lado y que ni mucho menos lograrán ser ni siquiera un homenaje a tanta muerte dolorosa. Pero al menos un suceso como este, debería hacernos reflexionar, esos 125.000 muertos me dejan al menos a mí como herencia algo más importante que el dinero, que no por tópico o por verdad universal tiene menos de esencial recordatorio: esta vida es demasiado corta como para empeñarnos en odiar, en pelearnos, en hundirnos en la supercialidad de nuestro propio ser ante temas frívolos y que aunque haya pocas, siempre podemos encontrar motivos por los que sonreír y por los que luchar.

El horrendo Stalin decía que una muerte era una tragedia y unas miles eran simple estadística. Algunos medios de comunicación se empeñan en darle la razón.

Quizás suene a castillo e el aire o tal vez me esté dejando llevar por la emoción, por las imágenes, por lo que oigo, pero a este nuevo año que se nos viene encima le voy a pedir, aparte de algunas cosas más serias o más frívolas que me ayuden a esa tan buscada y anhelada f/Felicidad (relativa o absoluta), ser mejor persona.

Que sí, que espero seguir escribiendo, salir y reírme o escuchar nuevas canciones que me hagan volar, pero sobre todo espero mejorar por dentro. No creo en términos tan subjetivos, no creo en la dualidad bueno/malo. Todo me parece muy relativo. Pero por una vez permítanme ponerme el disfraz platoniano y desear, ante tanta tragedia, que al finalizar este 2005, con o sin olas, haya marea alta o baja, me sienta más orgulloso de mí mismo. Solo eso.

Mañana (me) prometo (aunque sea una línea) escribir para cerrar el año con algo más de optimismo ante tanta reflexión de melancólico sureño.

Un abrazo.

Ochenta años... y un día.

Escribo estas líneas con más nostalgia que nunca.

Me hago viejo. No, aún no me han salido canas ni se me ha empezado a caer el pelo, pero siento que dentro de una hora y media que es lo que resta para el 10 de Noviembre (y por lo tanto mi cumpleaños) caerá una losa sobre en mí en forma de veinte años de edad.

Estoy tan triste como ilusionado. Tan melancólico como impaciente. No sé, es un sentimiento muy raro.

A lo largo de este artículo sonarán alguna de las canciones que me han hecho vibrar este año, ya sean muy buenas o muy malas pero que me han acompañado en momentos de rabia, de alegría, de amor o de tristeza.

Suena el mítico "Trae ese ron" de Doble V. Ya lo dije hace tiempo, es una especie de terapia esta instantánea contra la rabia contenida y las incipientes lágrimas.

Miro hacia atrás y me emociono aún más. Tal noche como la de hoy estaba en mi casa el año pasado tocando madera para que se parase de una puta vez las macabras manijas del reloj y nunca llegase ese 10 de Noviembre que me separase de los maravillosos 18 años.

Qué bonita edad la de 18. Si hacías algo mal todos te perdonaban pero si se te ocurría hacer algo bien te elogiaban de forma exagerada.

El antiguo "joder, qué bien escribe el niño con lo chico que es" se convertirá en un estúpido "bah, normal, ya tiene 20 años, que siga mejorando". Jaja, lúgubre ironía, paradójica herencia del paso del tiempo.

Me caso de Doble V y me paso al monumental Light my fire de The Doors. Me translado a los (pocos) días paranoicos pseudo-verdes-trascendentales-paranoicos-y-no-sé-que-mil-cosas-mas que la psicodélica música y el humo envenenado de mi estimultante intelectual favorito me hicieron vivir. Recuerdo risas incontroladas, confesiones psicotrópicas, reflexiones en clave de universo paralelo y más situaciones que mejor no seguir recordando para no manchar de verde mi melancolica despedida de los 19 tiernos añitos.

Cambio total de planes. Con más fuerza que nunca llega Rosendo. No es que sea mi cantante favorito pero su "Masculino singular" es un buen esquema de estos últimos 365 días. Vuelvo a la Feria. Con Diana, en la Zona Roja (dícese de una caseta dónde te ponían de forma consecutiva Bersuit, Mano Negra y Macaco) a altas horas de la madrugada.

Era viernes, o sábado, yo que sé. Solo recuerdóme con una camiseta de la Roma muerto de calor con un tinto de verano en una mano y la otra sujetando en el hombro a la ya clásica mochila que me acompaña. Hablando casi a gritos (por el volúmen de la música) con Diana y diciéndole que si nos íbamos.

David y el resto de la gente ya se había ido y estaban empezando a poner música más cutre. Cuando nos decidíamos a abandonar el lugar, algo me paró. Este Masculino singular. No sé si fue el recuerdo del grandísimo Espárrago Rock que me metí el año anterior con la fabulosa Carmina o la ilusión por escuchar una canción que aunque no pasa de aceptable, no oía desde hace tiempo y tiene la cualidad mágica de hacerme soltar la mochila y dar saltos como un loco.

Buf, me muero ya del todo. Suena "Go with the flow" de Queens of the Stone Age. Juro que se me saltan las lágrimas de recordar con una estúpida sonrisa en la cara los momentos con esta canción de testigo.

Vuelvo a comienzos de año. A esa nochevieja eterna con Antonio, David y el resto de amigos en el Sonic. Nos encantaba a todos el "No one Knows" de este grupo pero yo les había dicho que tenían una bastante mejor. No me creían. Hasta ese día, claro.

En plena Nochevieja, tras no sé yo cuantas horas de celebración semi-resacosa sonó la psicodélica melodía que abre este tema. Del resto no me acuerdo, solo me vienen a la cabezas negras instantáneas. Quizás tenga que ver el hecho de estar como un imbécil toda la canción con los ojos cerrados dejándome llevar de un lado a otro (¿Cómo no acabé en el suelo?).

Relájate, man, relájate. Cambio de planes. Me apetece un poquito menos de melancolía en forma de (pocas pero intensas) noches mágicas en el bar de siempre. Suena Panteón Rococó, "La Dosis perfecta".

"Hoy mi cuerpo necesita de ti
y saber que la dosis perfecta esta en
tus caderas, en tus besos, tu sonrisa, tu cabello
y ese cuerpo que me eriza.

Me imagino en un concierto de esta gente y tiene que ser un puntazo, todos saltando como locos en esa especie de ska-cumbia-melódica y paranoico.

Lo siento, no me quedan más fuerzas. Le doy la libertad (que bonita palabras) a unas cuantas rebeldes lágrimas de su ocular cárcel y me centro en más recuerdos y canciones.

Suena Héroes del Silencio. Vuelvo a ese 19 de Enero tristísimo (ver blog) y me vuelvo a ver escuchando esta canción como un niñato mientras leía el Factorum de Charles Bukowski.

También esta canción me trae a la cabeza el viaje de vuelta del Xacobeo en Julio (Santiago-Madrid y luego a Málaga en autobus el mismo día) escuchando esta canción en el coche y como no, en mi viejo discman en mi regreso a mi colorida Málaga montado en el fiel Daibus.

Claro que canciones que me traigan a la cabeza viajes de vuelta hay muchas y casi mejor no recordarlas, porque todas las veces que este año me volví de Madrid tras separarme de ella han sido momentos muy duros y el viaje se hizo eterno.

Sigamos con la música. Suena un "Años 80" de Los Piratas que podemos decir que es válida para todo el año. La he escuchado más de una vez a la hora de escribir artículos o simplemente para relajarme un rato.

Mejor ya ni hablemos del mítico, eterno y genial Lullaby de The Cure. Aquí mi memoria se tiñe de azul y rojo, color del escenario durante el concierto del grupo que coloreaba el Monte do Gozo a su antojo. Yo hablando con mi hermano por teléfono y dedicandole esta canción de su grupo favorito. El casi llorando de la emoción. Yo también.

En ese momento se me había olvidado lo incómodo que era dormir varias noches seguidas en un coche (curiosamente desde ese Xacobeo habré dormido más de 20 días sin exagerar en un coche), los problemas que tuve con el de seguridad que a pesar de estar acreditado y de que todo el mundo hiciese fotos a su antojo a mi no me quería dejar pasar la cámara o el frío que se levantó esa noche (bendita bandera republicana).

Hablando de bandera republicana... qué ilusión me hizo cuando mi amigo alicantino Iván me mandó un mensaje desde España a Atenas diciéndome que se me había visto por la tele en un partido de basket en los Juegos Olímpicos. Qué viaje, Dios, qué viaje.

Creo que nunca tendré tiempo de agradecerle todas las cosas que hace. Por amor y por valentía, además. Porque darle de comer a un niño se puede llamar amor paternal, pero hacerse un Málaga-Atenas en coche en dos días y estarnos dos semanitas enteras casi sin comer (a base de zumo y agua), durmiendo en el coche y viajando por todos lados con cuatro duros es algo más que amor. Es tener espíritu joven a pesar de lo que diga el DNI, es no resignarse al paso del tiempo o no conformarse con los estúpidos estereotipos de cada edad. Él nunca será viejo.

Si tengo que resumir el viaje con una canción, aunque suene raro, me quedo con Los Condenaditos, de Los Fabulosos Cadillacs. Ese día nos volvimos locos al ver duchas (las de la playa) y tras eso él decidió bañarse. Yo me quedé tomando el sol en un paisaje idílico, recostado sobre piedras más grandes que mis sueños. Bueno, no tanto.

No puede faltar La Buena Vida. Y aquí hablaré un poco de mis ratos ciberneticos, ya que cualquier canción que escucho de esta gente o de Astrud me acuerdo del bueno de mi amigo Albert, grande dónde los haya.

Esas conversaciones (que de corazón espero repetir) a tres bandas (con mi hermano de testigo), hablando sobre música, sobre nuestras vidas o sobre cualquier otro tema tan profundo como superficial.

El es el "culpable" de esta página y no puedo dejar de agradecerselo.

Ya que estamos hablando de gente de Internet, no me puedo olvidar de conversaciones en el IRC con los Gerard, Fernan, Alex, el mismo Albert, Iván, Carlos...

Este año hubo Copa Forera y yo fuí. Solo por el hecho de conocer a unos cuantas (que los puedo contar con los dedos de la mano, ciertamente) personas tan especiales y geniales como las que ví en Sevilla ya mereció la pena el viaje. Algunas me quedan por conocer (no me olvido de María, que siempre está ahí y no siempre me comporté bien con ella) en persona y a otras muchas espero volver a ver. Por ellos sí merece la pena Internet, por ellos un estúpido foro cobra vida.

Unas patatas con Albert y Fernan, unas risas con Iván, un Nestea con el bueno de Sebastián, un partido junto a Luis, conversaciones con Álvaro, un concierto de Macaco con la dulce Carol, Pou y el resto de valencianos que siempre me trata tan bien, una quedada con Peter y Álex,... son solo unos momentos (breves y cortos tal vez) pero hacen el año más especial.

Muchas cosas más rondan mi cabeza, muchos instantes más merecen entrar en este resumen de mis diecinueve años.

No me puedo olvidar de mi momento místico-trascendental escuchando a Muse con Antonio en Granada, de Las Fallas también con él, de mis palabras de reflexión o simple locura en esa libreta vieja de nombre inconfesable, de la quedada con mi hermano y Virginia en la Madrid de Diana, una mañana en mi terraza con Carmina y otra vez Antonio, el concierto de Macaco en Madrid presentando el nuevo disco, aquel de la Bersuit en el que me sentí argentino por un día, una buena comida con Gonzalo Vázquez en la capital hablando de todo, los abrazos que me dí con mi padre en el suelo cuando el Unicaja pasó a semifinales tras un partido milagroso, el orgullo que sentí al ver a mi equipo de toda la vida, el Málaga, marcándole cinco goles a todo un Barça tras tantos años de penuria

Tampoco se me va de la cabeza aquellos días de Septiembre en las que me sentí en el cielo tras aprobar lo que creía "in-aprobable", los jueves por la noche con mi madre y Antonio comiendo pizzas y viendo la tele, las conversaciones por el MSN, mis primeros artículos publicados en una revista o en páginas webs de música, mi primera retranmisión de un partido en la radio o el día que me presentaron como "periodista deportivo" para pedirme mi opinión sobre un tema, las nuevas canciones que me bajé, el cambio político tras la derrota del PP (por fin), las preocupaciones, las alegrías, las sonrisas, las lágrimas... en definitiva, no me puedo olvidar de NADA.

Quedan cuarenta minutos para el adiós a mis 19 añitos. Pierdo el "1" de primer digito de mi edad, espero que no para siempre. ¿Recuperalo? Muy fácil...

Solo me quedan ochenta años... y un día..

Disculpen mi atrevimiento, no me atreví a releer. Disculpen mi cobardía, me atreví a no corregir. Las palabras, con más o menos fallos (forma de ordenarlos, alguna tílde perdida) quedarán así como me han salido del alma. Las canciones, la melancolía y los recuerdos hicieron el resto.

Un abrazo al que haya osado a leerselo todo porque será más valiente que yo por haberlo escrito. Hoy más que nunca, mil gracias por seguir ahí. ¡Hasta el año que viene en mi particular cruel calendario!"

La mauvaise reputation

La mauvaise reputation

En mi pueblo sin pretensión
tengo mala reputación
haga lo que haga es igual
todo lo consideran mal
yo no pienso pues hacer ningún daño
queriendo vivir fuera del rebaño.

No, a la gente no gusta que
uno tenga su propia fe...


Suena Paco Ibañez. Qué recuerdos, qué momentos he pasado con sus canciones de fondo.

Me remonto a mis años de pequeñito. Se me viene a la cabeza la imagen de ese pequeño R-14 gris recorriendo España con mis padres y mi hermano.

"Mamá, quita eso por favor, que me aburro"- decía yo, aún tierno chavalito aburridísimo de escuchar una y otra vez las añejas poesías cantadas por Paco Ibañez.

Este, era (y es) uno de los cantantes favoritos de mi madre, y en cada viaje que hacíamos en coche, ya fuese al barrio de al lado o a Barcelona (qué recuerdos me da esos viajes de madrugada por unas carreteras tan malas llegando a primera hora de la mañana al camping de Cala-Gogó o algo parecido) teníamos que escuchar sus canciones.

De veras que me aburría, me amargaba, lo detestaba.

[...]

Y pasaron los años. Y pasaron miles de canciones. Nuevas, viejas, malas, magistrales.

Ya viajabamos más en autobus (¡viva el Málaga-Rumanía en tres días!) y tanto ahí como en los viajes en coche (como a Bosnia o la Alsalcia) mi madre ya no se animaba a hacerlos con nosotros.

Una vez, hace no mucho, le pregunté un día en el que coincidimos todos en el coche a mi madre que dónde estaba su repetidisimo en su día y ausente eterno en ese momento disco de Paco Ibañez.

Me dijo la pobre muy triste que nos lo habían robado una vez que nos abrieron el coche hacía unos años y se llevaron las cintas antiguas que teníamos.

Me dio pena, me dio muchísima pena. Hace un tiempo estuve por Málaga buscando ese disco pero en todos sitios me decían que no lo tenían o incluso lo desconocían. Por lo que me prometí que el primer día que tuviese el ADSL se lo bajaría.

Así fue. Le bajé todas las canciones que ví por ahí de su Paco Ibañez, le grabé un CD y se lo dí. A mi madre le hizo mucha ilusión y a mí también, para qué negarlo.

Y pasó el tiempo nuevamente. Que si mi música macarra, que si mi música psicodelica, que si mi mestizaje pseudo-alternativo, etc, y me olvidé de esas canciones que un día bajé. No sé por qué, pero un día al mirar en un CD de Mp3 y ver que ahí estaban todas las que me había descargado del amigo Ibañez, me dieron muchas ganas de escuchar esas canciones.

Y descubrí su grandeza. No es sólo que cada canción me traiga un recuerdo (por ejemplo escuchar el "Galopar" me lleva a Almería en el que estabamos con el coche roto esperando una grúa y sin dejar de escuchar esa canción o "Andaluces de Jaen" me recuerda al viaje que antes mencioné de Barcelona) de mi infancia sino que además hay algunas que me atrapan totalmente.

Hace poco, en el Festival de Cine de Málaga ví un documental sobre los Sin Tierra en Brasil e inesperadamente al acabar el mismo, se veían imágenes de esos héroes anónimos que luchan por lo que es suyo y acompañadas de fondo por el maravilloso "Como tú" de Paco Ibañez.

No sé por qué pero me puse a llorar. No sé si fueron las imágenes de por sí, la emotividad de la canción o simplemente los buenos y melancólicos recuerdos que me trae este tema.

Tras esta larga introducción (no podía hablar de Paco Ibañez sin comentar los recuerdos que me trae), vuelvo a la canción que abre el artículo. La "Mala Reputación" su nombre, versión del fabuloso "La mauvaise reputation" de George Brassens.

Me encanta esa canción, por la emoción que desprende, por la letra. No, no voy a ponerme la etiqueta de oveja que quiso salirse del rebaño, porque no soy más que nadie ni me considero más especial que otras personas por tener gustos distintos o menos convencionales. Pero sí que me identifico bastante con esta canción.

"La mauvaise reputation", dicen. ¿Yo la tengo? Todo es relativo. Sinceramente tampoco me preocupa saber mucho la opinión que doy de cara al exterior pero sí que me preocupa más tener esa "mala reputación" en personas a las que quiero o que son importantes para mí.

Me decía cierta persona especial que tuviese cuidado con lo que escribo en esta página porque casi que daba la impresión de porreta total que solo escribía bien en puro trance. Ciertamente leo alguno de los artículos anteriores y es verdad que puedo dar esa imagen, pero tampoco me quita el sueño, ya que el que me conoce sabe que no es así. No sé si para dar un aire bohemio, psicotrópico o simplemente de loco simplón y perdido, pero salieron las palabras solas tras unas cuentas caladas y un puñado de buena música.

Yo sólo sé que para mí en este universo paralelo psicotrópico las cosas han cambiado mucho. El vicio se convirtió en lujo, lo habitual en extraordinario, esporádicos y auténticos vuelos trascendentales con solo unas caladas. Yo estoy feliz conmigo mismo (cosa que no podía decir hace un año a estas alturas) y eso es mejor que cualquiera "mauvaise reputation" que pueda tener de cara al exterior.

Esa misma persona también me ha dicho en más de una ocasión que parece que me gusta dar una imagen de ambigüedad y de no cerrar puertas a nada. Quizás sea cierto, pero más bien yo lo veo como que no voy a ir con una etiqueta que diga "soy heterosexual" por todos lados. Si alguna persona, más por mis palabras que por mis actos, me pregunta si soy gay o bisexual no confirmaré ni negaré nada. Más que nada porque no me ofende que confundan mi orientación sexual (¿acaso hay motivo de ofensa en ella?) y porque es algo privado por lo que tampoco me voy a molestar en dar explicaciones sobre el tema. Quizás mis silencios o mis palabras ayuden a crear esa ambigüedad de la que hablo, pero nuevamente esa "¿mauvaise? reputation" no me afecta en nada.

¿Qué más cosas? Pues supongo que entre algunos amigos doy la imagen del social anti-social que tan pronto está con ellos de buen rollo hablando en el centro como recluido en casa escuchando música, escribiendo o leyendo. Les necesito tanto que doy la imagen de no necesitarles. Tengo tantas ganas muchas veces de estar con ellos que parece que les ignoro. Ironías de la vida, paradojas de mi mundo. Ellos no me entienden. Tampoco lo busco.

Supongo que la "mauvaise reputation" nos la labramos cada uno con nuestros actos o palabras, cada cual sabrá más o menos su imagen de cara al exterior. Simplemente me apetecía escribir con la excusa de Paco Ibañez sobre estos estúpidos estereotipos que todos acabamos haciendo sobre las personas sin preocuparnos por conocer en mayor medida las razones, motivos e ideas que llevan a cada uno a actuar de manera distinta.

Juzgar sin conocer es un error, que diría alguien, al igual que conocer sin juzgar es una arriesgada apuesta que pocos intentan.

Yo juzgo sin conocerme, me conozco sin juzgarme, juzgo conociendo y me conocen juzgándome. ¿O era al revés? Mejor no saberlo.

"Mauvaise reputation" para tod@s y muy buenas tardes.

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No, a la gente no gusta que
uno tenga su propia fe...

Búsqueda sin recompensa.

Búsqueda sin recompensa.

Ya dije que iba a intentar escribir lo más posible y voy a intentar por una vez cumplir mi palabra.

Suena "One", versión Joe Cocker. Me inspira, ciertamente, qué bien suena la buena música, que diría el nada cínico y poco hipócrita Carlos Lozano.

El ambiente sigue siendo tan gris como el de ayer, con un tiempo malo que personalmente tampoco me motiva mucho.

Podría hablar de la victoria del Unicaja ayer, de los resultados de la Copa del Rey, de algún tema político (ya dije que a falta de paranoias semi-filosóficas voy a escribir sobre asuntos políticos) o seguir escribiendo sobre música, pero tampoco tengo mucho tiempo y el post quedaría muy vacío.

Por eso y sin ánimo de convertir mi página en una especie de Messenger resacoso en el que responder a todos los mensajes que aquí me dejan (me encantan, por cierto), solo apuntar una cosa.

Puedo estar ser incoherente, inestable, ingenuo o mil adjetivos más que me definan y empiecen por "i", pero eso de mi imperiosa necesidad de "centrarme" tampoco acabo de entenderlo mucho.

¿Centrarme en qué? ¿En mí? ¿En el mundo? Para encontrarse uno mismo a sí mismo otrora debía haberse perdido. Yo no lo estoy. Aunque siga buscando muchas cosas (un ideal, que reza esta página), me encontré hace tiempo. Es por eso que estoy tan seguro de mis sentimientos y creo tanto en mis sonrisas o en mis lágrimas.

Perdido en el mundo, perdido en el siglo, pero sin perderme en mí. De momento.

Decía Helena, un oasis en el desierto de ACB.COM (que cada día se seca más, sin ideas nuevas, solo mensajes de fútbol, de buitreos y de peleas y al que sigo entrando aunque más espontaneamente por la aportación de unos pocos amigos- y no tan amigos- que merecen mucho la pena) que le gustaban mucho los anuncios de EL PAÍS TENTACIONES (nunca olvidaré que nombrasteis al Clandestino mejor disco de la década) en el que chicos y chicas buscaban algo.

Con ironía, con gracia o incluso con palabras clave y en lenguaje pseudo-clandestino se busca a esa chica que te dio con el paraguas ese día de lluvia en la Gran Vía o al tío que te pidió la hora en el metro de Madrid.

Yo también pondría mi anuncio en todos los diarios del mundo. No busco a ninguna chica, porque ya la tengo y me siento orgulloso de ella, sino ciertas cosas que me dan que son imposibles encontrar a través de un vulgar espacio en la sección de Contactos (o de Clasificados, vete tú a saber). Pero por probar...

"Busco sueños sin dueño, palabras sin escribir, silencios sin callar, textos por escribir, personas por las que navegar sin temor a una sequía del mar.

Vendo brújulas y compro mundos"


Pues eso.

Próximo capítulo: LA MALA REPUTACIÓN.

Madeleine.

Madeleine.

Vuelvo. Es lo único que saco como conclusión.

¿Ir o venir? Vaya dilema. Todo es relativo, que diría un día en esta misma página una y otra vez.

Me lo he propuesto y lo voy a cumplir, salvo que no pueda porque ese día no me conecte ni un minuto a Internet o porque tenga cosas que me lo impidan. Un artículo al día, aunque un simple "hola", una estúpida anécdota o una reflexión sobre política. Qué más da. Necesito escribir, eso me da vida. Morir con letras es mejor que subsistir sin ideas. Eso seguro. Yo ahora no estoy sin ideas pero tampoco estoy con letras. Y quedarse en tierra de nadie ya es el colmo.

Hoy lloro sonrisas o yo que sé cómo llaman a ese sentimiento raro que tenemos las personas de saber que todo marcha bien pero que falta algo. Recapitulemos:

Tras un septiembre "estudiantilmente" muy bueno (me quité la carga "universitaria" en la que yo solito me había metido. Aparte del exámen ese aprobado que os comento en el último artículo, a la semana siguiente también celebré otros dos exámenes aprobados, uno de ellos con sobr: bendita Historia, ¡viva la Historia!), llega uno de esos meses raros del calendario, que rapidamente se escapa.

Octubre. Que nombre más ridículo (Octubre viene de octavo, curioso nombre para el mes 10, preguntenle a Rómulo) para un mes tan gris.

La rutina siempre es la misma. Papeleo de la Universidad por aquí, fotos, fichas y demás por allá.

Entre una cosa y otra nos plantamos en el día 14 de Octubre, cumpleaños de mi amigo Antonio. Sería buen día si no fuese porque siempre en su día recuerdo que cada vez queda menos para que yo también cumpla un año más (hago los 20 el diez de Noviembre).

No voy a dar el discursito de niño que no quiere hacerse mayor, pero realmente, me quedaría con este primer digito (ese maravilloso 1) de mi edad toda la vida.

Despues el horrendo clima malagueño en este mes. Estas todos los días esperando que el Sol se vaya de una vez, pero nada. Treinta grados como penitencia de los pecados veraniegos. "¿No querías playa? Pues toma playa, majo" parece decir el desafiante gigante amarillo por estos lares. Ni en la sombra te libras de él.

Pero de repente, cuando menos te lo esperas, el día se vuelve gris, frío y eso contagia al resto de cosas. A la gente se le ve apagada, la oscuridad del cielo se refleja en los gestos más cotidianos y acaban por convertir a Octubre en lo que antes os he dicho, en un mes ridículo, gris y de transición, al menos para mí.

Un poquito de música siempre viene bien, ¿verdad? Es el momento. Suena "All my Life" de los FooFighters. Mi vecina de abajo, borde como ella sola, entre mis botes con el balón de baloncesto (no hagais preguntas, por favor) y mis golpecitos en la mesa con la música a toda caña, habrá empezado a odiarme. Y eso que me abstengo de ponerme sobre la desteñida silla giratoria para saltar como un loco al son del estribillo de esta canción tan grande.

¿Qué ven mis ojos? 952 10 20 74. Sí, lo han adivinado, es un teléfono. Está puesto justo en el piso de abajo, el de mi vecina la borde junto a un cartel que reza: SE VENDE. Joder, pues sí que la molesto, sí. Y eso que hoy no he puesto Muse. Bah, por recordarmelo le dedico este maravilloso "Micro Cuts".

Si os atreveis a llamar al número y comprar la casa podreis disfrutar las ventajas de una casa que si bien humilde y de barrio obrero-ortopédico (rodeado por hospitales, ortopedias y tiendecitas cutres), está bien situada y es muy maja. Además, si el nuevo inquilino es algún lector de esta página, tendré confianza y no tendré que reprimirme escuchando música.

Mientras la canción se muere de la forma más deliciosa posible, me reafirmo mi idea de cambiar un poco la actividad de la página.

Si bien para mí mismo seguiré escribiendo esas vergonzosas paranoias en estado de (verde) trance, no quiero pasarme por este al que alguna vez llamé mi refugio unicamente una vez al mes. Si tengo un disco o un libro que comentar o una postura sobre algún tema y me apetece exponerla me pasaré por aquí, ya sin tantas excusas de tiempo o falta de inspiración.

Es cierto que a veces las metafóricas musas le abandonan a uno, pero al igual que la suerte, es imposible encontrar inspiración si antes no se estaba buscando. Y yo llevo unas semanas, que parezco mentalmente vegetativo, y este mensaje me sirve un poco como terapia.

Decía algún listo con más razón que un salto el condenado que no se echa de menos algo hasta que no se va del todo. Yo, como fiel representación del ser humano medio y simple, no soy una excepción.

Es increíble. Mi amiga Carmina vive a doscientos metros de mí. Nos vemos unas pocas veces al mes (en la Universidad, como mucho). Eso sí, nos lo pasamos genial, hablamos de todos los temas, nos reímos y lo más esencial y que me pasa con pocas personas, nos entendemos. A mí ella me parece una chica interesantísima y yo creo que tampoco le caigo mal del todo. Y sin embargo, nos vemos mucho menos de lo que nos gustaría.

Ahora ella se va a Grecia y me entran muchas ganas de verla. Según me cuenta anda por Patras, una ciudad mitad Zagreb (por lo feo)- mitad homenaje al 8- celebre autobús malagueño- (por la lentitud y torpeza en el tema papeleos, transportes...), pero no dudo en que se lo pasará bien.

Lo dicho, a ver si cuando vuelva a Málaga quedamos más que antaño.

Por cierto, hay algo que empieza a mosquearme. No sé si doy esa imagen de cara al exterior, pero ya son varias personas las que me han dicho lo mismo. Al ya famoso "eres tú y tu mundo" (bah, ese no me molesta) se une el "es que tú hablas de todo pero haciendolo ajeno a tí". Esa frase me la dijo María hace un tiempo, y la semana pasada otra chica me lo comentó de igual manera.

Entiendo que la gente que me conoce (más profundamente, los que me han visto un par de veces me verán como alguien majo, hablador, simpatiquete y mil tópicos más) me vean como un tanto independiente. No tanto un "espíritu libre" como dice Olga (libertad es otra cosa y yo de momento no me siento tan libre) pero sí alguien que es un poco pasotilla y va un poco a su bola. Eso lo puedo entender, pero tampoco me gusta que haya amigos míos que se hagan a la idea de que no necesito a nadie, que me encierro tanto en mí que ellos no me importan (al contrario, vaya) y que no sufro por una pelea o un distanciamento con alguien al que aprecio.

No sé si me he explicado bien, pero tampoco creo que haya que hacerlo más.

Voy a ir acabando este mensaje porque realmente me estoy asustando. He pasado de ser un paranoico pseudo-porreta-existencialista-místico a un vulgar crío con toques quinceañeros-espinillosos contando cosas tan cotidianas y aburridas a los oidos (u ojos, vete tú a saber) de los demás que es ciertamente penoso.

Menos mal que el grandísimo "Strawberry Field For Ever" de los Beatles tapa un poco el vergonzoso espectaculo.

Con estos acordes psicotrópicos que me dan ganas de llorar (ya que me hacen recordar la cara de emoción de mi padre cuando la escucha mientras me cuenta batallitas de la época) y a vez sonreír de placer (por lo maravilloso de la canción) me despido. Por cierto, y antes de irme del todo, aclarar que el título es solo una metáfora.

A veces los nombres más bellos (como el de Madeleine) se esconden tras apariencia ridícula (magdalena). Para todas las Madeleines del mundo, van mis palabras.

Un abrazo más sincero que nunca a los cuatro gatos (prefiero cuatro gatos como vosotros a un millón de hipócritas visitas que dejen mensajes pelotas e infantiloides) que entran por aquí, nos vamos a empezar a ver más a menudo.

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Llora sin par el octavo
porque sabe que hoy es diez.
El décimo está consternado
octavó llegó a ser él.

Pero aún quedan cosas
que bien merecen una lucha.
A Denia no habrá que ir,
el amor vendrá a Málaga.

Amor de ojos llorosos
amor de ojos sinceros
amor que es metáfora
amor que es verdadero.

Suenan tan bien las palabras
que gritan en mi retina
suenan tan bien los sueños
que bailan en esta vida.

Llorar despierta al vivo
Escribir resucita al muerto
leer llorando es un tormento
llorar escribiendo es un invento.

Madeleine ya lo decía...

MÁS LÁPICES POR FAVOR.

Hoy duermo en la parte buena.

Hoy duermo en la parte buena.

¿Cuál es la frontera entre la alegría y el fracaso?

Me pregunté ayer, me pregunto hoy y seguramente me seguiré cuestionando mañana sin encontrar una respuesta.

Un marathoniano puede estar cuatro años preparando una carrera. Día a día correrá por asfaltos ardientes, con sol o lluvia, soñando con el momento de la verdad para verse delante de miles de personas con un oro en su pecho.

Ese día, el de la carrera, aguanta el ritmo inicial del típico africano que está varios pasos por encima de tu nivel físico. Pasa la media maratón y estás entre los diez primeros.

La carrera se rompe a falta de 10 kms y te quedas ahí, impotente. Lo das todo, hasta la última gota, lloras sobre el asfalto si hace falta, te concentras tanto que ya no distingues lo que es dolor y lo que es cansancio, lo que es impotencia y lo que es rabia.

Vas pasando uno a uno a varios atletas y el sueño de esos cuatro años vuelve a renacer. Quedan siete tíos delante tuya. Seis, cinco, cuatro...

Logras pasar a otro más. Queda un kilómetro y el podium, esa medalla que aunque de bronce sería el mayor logro de tu vida está a sólo unos metros. Tres minutos más de agonía y aún más lágrimas de esfuerzo al límite de lo humano sobre el terreno.

Llegas al Estadio Olímpico. Escuchas aplausos que no sabes si van dirigidos a tí para animarte en tu lucha por la medalla y por el cielo o al tercero para que no se deje alcanzar. Tus piernas corren lo más rápido que pueden en esos últimos metros. No has podido, eres cuarto.

Miel en los labios, paraíso en los ojos, el mundo a unos metros. Estúpido cuarto puesto. Lo peor es que no puedes pensar que es injusto ya que seguramente el que te ha ganado el bronce y ahora llora como un niño de alegría y de orgullo haya sacrificado al igual que tú esos 4 años entre penurias y esfuerzos para poder vivir ese momento. También habrá sufrido, también se lo ha ganado.

¿Es un fracaso ese cuarto puesto? ¿Es acaso motivo de tristeza saber que eres el cuarto más rápido del mundo y que eres por lo menos mejor que 5.999.999.996 personas en la larga distancia?

Este ejemplo quizás es llevado al límite pero tampoco difiere mucho de la realidad. A veces el triunfo y el fracaso (relativo) están separados por un ínfimo hilo de aspecto invisible.

Como por ejemplo, el maravilloso triple de Ansley (tan maravilloso que jamás entró y tal vez por eso pasó a la historia) que despertó del meritorio sueño más bello a miles de aficionados a un equipo malagueño de nombre bancario que había enamorado a otros millones de personas jugando el baloncesto más bonito que jamás he visto en una cancha.

O ese penalty de Miroslav Djukic que pudo darle a los coruñeses mucho más que una liga a una ciudad entregada totalmente. ¿Cómo que entre o no un balón puede deparar tantas lágrimas o tantos abrazos efusivos y alegría infinita? Cosas del deporte, cosas de la vida, cosas del caprichoso destino.

Hoy me he puesto a pensar estas paranoia del límite entre éxito y fracaso por una experiencia personal que he tenido.

Pongamos la situación. Tengo un exámen de Teoría, Técnica e Historia de la Imagen Fija. Asignatura a la que no pude ir en todo el año, de la que no sabía absolutamente nada y de la que pedí apuntes día sí y día también durante todo el verano con nulo éxito.

Llega Septiembre y acabo pillando los apuntes (gracias a un admirador de Manu Chao- lo bueno abunda- que por casualidad estaba en mi clase) unos días antes. Teniendo en cuenta que esa misma semana tenía otros dos exámenes antes que ese, sólo pude estudiar el día antes.

Solamente 24 horas para jugarme un año de clase. Estuve absolutamente todo el día estudiando practicamente sin esperanzas de aprobar. Doscientas páginas de aspecto macabro e infinito apiladas en una mesa y yo sin saber por donde empezar.

Que si distancia hiperfocal por aquí, profundidad de campo, partes de una lente, función de la lente de menisco divergente, escala gradual del diafragma, etc, etc...

Cosas que si bien son interesantes, cuestan asimilar a un pobre diablo que solo quiere ganarse la vida escribiendo estúpidas palabras de forma más o menos apropiada.

Curiosamente, el día D, tras horas despiertos (me desperté a las 4 y pico y el exámen era a las 11) me sentí esperanzado. Había escuchado en la radio a Macaco, a Héroes, a Extremoduro e incluso una de Manu Chao y tanta buena música me había hecho creer en mí, en mis posibilidades. Sé que suena ridículo pero si uno está animado ve las cosas desde un prisma distinto.

Llego al exámen y esa esperanza se derrumba en unos segundos. Un exámen tipo test (lo que más odio en el mundo). La estúpidez llevada al cubo, la quiniela al servicio del estudiante.

Sin posibilidad de demostrar lo más mínimo lo que sabía (poco o mucho, qué más da) y solo teniendome que resignar a marcar "a", "d" o "b" ante las tan similares y extrañas respuestas de esas 20 retorcidas preguntas.

Un punto menos cada tres fallos. Simple regla de tres, había que acertar 13 para aprobar. Yo me había dejado tres sin responder (simple precaución para no tener más puntos restados), y al salir del exámen, ví que tenía dos fallos más sin contar con muchas dudosas que casi prefería ni mirar en los apuntes para no hundirme más.

Un par de días malos más antes de saber las notas. Conjeturas por aquí (¿pasará la mano?), conjeturas por allá (que no, que no tengo ni 10 bien...).

Casi sin darme cuenta me encuentro recién duchado, vestido y abriendo la puerta de casa para dirigirme a la Universidad sin ser tal vez consciente de que me jugaba mucho más que una simple nota. Me juego una asignatura troncal entera, unos valiosos créditos, una más valiosa aún suma de dinero (de cara a la matrícula a la Universidad) y sobre todo, mi honor, el convencerme a mí mismo de que puedo con esta carrera, que debo volver a soñar y creer en mí.

Decenas de fríos números en forma de DNI´s ocultan mi resultado. Dios, no puede ser. Solo veo Suspensos o No Presentados. Ni un notable/sobresaliente (había que hacer un trabajo de 10 páginas para lograrlo), solo algún que otro aprobado y gracias.

No encuentro mi número de DNI por ninguna parte. De repente, mi amigo David me dice que ha visto un par de ellos arriba que empiezan por 74 (como el mío). Uno aprobado y otro suspenso. El mío es el primero.

Le abrazo, juro que le hubiera besado (de cariño, no piensen mal) o hubiese llorado ahí mismo de felicidad si no hubiese sido por la presencia de dos o tres más alumnos que buscaban impacientes como yo sus notas. Le vuelvo a abrazar. Suspiro de alivio. Vuelvo a creer en mí.

Suena Echo and The Bunnymen. El día ha sido tan angustioso que la noche me sabe a caviar.

Uno o dos fallos más y tal vez ahora estuviese escuchando música o leyendo un libro pero sin ganas de apretar las teclas. Efectivamente, la frontera que separa el cielo del infierno es tan pequeña que asusta tanto como sorprende.

Hoy por lo menos duermo en la parte buena.

Septiembre muere
dejando de herencia
abrazos perdidos
y alegrías contenidas.

Mes de contrastes,
de tuneles varios
sin perder el rumbo
sin perder el ritmo.

El parque pierde color,
los árboles quedánse huérfanos
pero el convenio del Sol
aún sin firmar está.

El calor ataca
sin gotas del cielo llorar
y sonríe aún sabiendo
que algún día morirá.

Pero rendirse nunca...
como yo intento imitar
vulgar aprendiz del tiempo
que aún mucho le queda andar.


El camino sigue y es muy largo... ya sabeis donde encontrarme.

Confesiones alucinógenas.

Confesiones alucinógenas.

Realmente estoy parado. No sé que escribir, no sé que decir. Lo tengo todo dentro de mí y es difícil de soltar.

No entraré en detalles. Mis palabras me delatan pero mis letras no. No creo ni siquiera que yo sea capaz de terminar este mensaje con un mínimo de coherencia. Me dan ganas de empezar a decir:

Perro, María, llaves, Calcuta, Locatelli...

Hay miles de ideas, miles de conceptos pero difíciles de asimilar, y sobretodo, de enlazar entre sí.

Miro a mi izquierda y hay un estúpido reloj indicandome que ya son las 4,35 de esta noche, quizás la mas larga de mi vida. ¿Debo acostarme? Tal vez.

Miro a mi derecha y una jodida carrera de 125 acompaña mi nocturna paranoia. ¿Hay algo mejor en esta vida que llegar en estado semi-paranoico/trascendental y meterse en la cama con un buen Kit Kat y viendo las motos? Creo que, tan solo las noticias de fondo de EuroNews o dormirte con Impacto TV suponen una experiencia igual.

Me encuentro con una botella de agua agarrada sin saber aún muy bien por qué, cerrando los ojos cual bebé en su cuna y pensando decir lo que digo pensando.

Cayó la noche
El telón de acero
de palmeras y olas rebeldes
cayeron con el lloro de la luna.

Piramides invertidas y eternas
saludan mi existencia;
suspiros de la mar
rompieron mis tímpanos.

Ví queriendo lo que quise ver
brindé perplejo por el despertar
de ese alter-ego disfrazado de trufa
y ese ego vestido sin par.

Miles de estrellas verdes
ocultan mi oscuro camino
No preguntan, no comprenden
no responden con sigilo.

Balas de luz eterna
Ramas de añejo ayer
Palabras sin duda perdidas
anunciando mi querer.

Querer de azul permanente
rojizo sería el final
verde el camino eterno
hasta la Felicidad.

Mil lágrimas de locura
dos mil risas al azar
Pensamientos sin destino
libretas sin rellenar.

----

Un color puede mezclarse. Una marea es cíclica. Y un mar eterno y presente, fugaz y fiel. E incluso el Sol, a veces desaparece y se esconde tras antifaz de negra apariencia. Nada es permanente, aunque todo siga igual.

Mis palabras sin orden, anuncian mi letargo. Letargo de sueño en cama y de amargo despertar, entre las copas y el cava de mi fiesta y los sueños de la noche anterior.

La noche me llama. La cama también. El negro sustituye al verde, y las risas incontroladas y las paranoias desmedidas se aparcan para ordenar la cabeza en una resaca pseudo-traumática en cama desnivelada sin barniz.

Siento mi paranoia. He de confesar que al escribir esto he perdido la perspectiva subjetiva de las cosas varias veces. Me he visto en visión objetiva y he observado a un chico, con pupilas dilatadas y kit-kat derretido en la mano escribiendo un puñado de ideas sin sentido que al día siguiente se sorprenderá al leer.

Sé que se me fue la olla del todo, pero mereció la pena.

Saludos desde un lugar en el que la luna brilla con inteligencia, el viento sopla desafiante y los pensamientos toman cuerpo con palabras.

Tercera puerta a la derecha. Este es el mundo real.

Tercera puerta a la derecha. Este es el mundo real.

Soy zurdo. O al menos debo aprender a serlo.

No hablo ya ideas políticas, en las que está claro de qué pie cojeo. Ni siquiera me refiero a un Dani con una zurda de oro que le haga meter goles cada dos por tres en un atestado Anfield (¿me lo parece o tiene un nombre psicotrópico el campo del Liverpool?). Ni prefiero tirar a canasta con la mano izquierda.

No, nada de eso. Hoy soy un zurdo verde. Y no porque sea el día de la Ecología precisamente. Dios, le pagaría ahora todo mi dinero (15€ ahorrados, 2,4 del saldo del móvil, cinco euros si vendo la camiseta que llevo puesta, etc) si alguien me dice quién fue el puto DIOS que inventó esto de escribir en un teclado con la mano derecha y fumar maría con la mano izquierda. De verdad que estoy enamorado de esa persona.

Hoy es el Día. No sé si contaré como dije ayer la "opción B", ni siquiera me excusaré por no haberlo hecho ayer como os prometí (ya os dije que inventarme excusas se me da mal). No tengo ni idea de lo que os voy a escribir, pero tengo la cabeza con una clarividencia exquisita.

Suena The Doors. Este grupo fue bueno, sí. Fantástico mejor dicho. Pero hoy suena mejor que nunca. "Las puertas". Qué grandes puertas.

Paso una y otra vez a ese raro universo paralelo que empieza a ser habitual tras cada calada. La psicodélica (nunca mejor dicho) melodía de fondo me entra y no sé si liarme otro porro de esa maría tan maravillosamente verde y paranoica que un negrito de nombre Cliff me vendió baratísima en Feria, si tumbarme en la cama para cerrar los ojos escuchando The Doors, o si simplemente me quedo escribiendo.

Mejor, me quedo con las dos últimas opciones. Cierro los ojos completamente, mientras mis dedos toman decisiones por mí. Ellos, pegados al teclado, dejan de recibir ordenes mías y le preguntan directamente a mi cerebro y a mi alma que les pasa. Conversan, discuten, ríen... y los dedos no dejan de moverse para acabar formando deliciosas palabras que hoy traigo en bandeja de plata. Más bien hierro, y un poco oxidado, porque lo veo todo verde.

¿Han visto ustedes alguna vez un ventilador enchufado a toda hostia y mirando para un lado totalmente contrario al que uno está sentado? Yo sí. Por primera vez en el mundo-mundial, y en exclusiva, les traigo este ventilador que más que enfríar el ambiente un poco (puto verano), se encarga de airear la habitación para que cuando algún miembro de la familia entre no se asuste más de lo que ya debe de estar. Ponga una habitación aireada en su vida, pongan ventiladores Fagor. Contra el más verde humo, el ventilador número uno. Palabra de The Doors. Come on baby, light my fire...

He tenido que hacer una pausa de dos minutos porque la inspiración la había perdido. Será este realmente estúpido dolor de cuello que tengo.

Claro que es normal que pase esto si tenemos en cuenta que he dormido en julio dos días en Santiago en el coche para despues... volver a Málaga desde allí en un día, dormir en el autobus, volver a Madrid, llegar a dormir en el suelo, volver a Málaga e irme al día siguiente a Grecia dos semanas para dormir TODOS LOS DÍAS (15) en el coche, regresar a Málaga, ver a Diana, dormir nuevamente varios días en el coche, y para una vez que pillo la cama, darme cuenta que está rota y que se está peor que en el coche, en el autobus y el suelo. Perro mundo.

No, no es que esté fumado. Yo en realidad soy de esos tipos extraños que disfrutan en el garaje o en una gasolinera oliendo la gasolina. De estos que toman un jarabe para la tos y casi se beben la botella o que toman una aspirina y de propina cogen cuatro más. Pues con el Reflex (me da igual como se escriba, ciertamente) me pasa tres cuartos de lo mismo.

¿Hay algo en esta vida con mejor olor que el Reflex(ver párrafo anterior? Si es que dan ganas de auto-lesionarse y todo con tal de echarse ese fabuloso bote mágico del rastro para sentir ese gélido calorcillo y ese ardiente frío que recorre cada poro de la piel. Y sobre todo, seguir con los ojos cerrados, escuchando el "Reptilia" de The Strokes de fondo, y concentrarse olfativamente para sumergirse en el universo Reflex. Dios existe, sí.

Creo que este es de los artículos que me están quedando más paranoicos, más siniestramente fumados de toda mi trayectoria en el paraíso Blogia. Comprended que tanto Cliff, como The Doors y por supuesto esta anestesia incolora de exquisito toque olfativo tienen la culpa.

Cambio total de planes. Suena ahora el gran Maputxe de Fermín Muguruza con Manu Chao. Los pies los pongo finalmente en el suelo, abro los ojos por unos momentos y mi mente vuelve a pasar de regreso por esas "Doors" que me dieron el pasaporte a una media hora intensisima.

Odio la frase "la vida es una mierda". No, la vida es bellísima. La auténtica putada es este mundo dónde nos ha tocado vivir.

Injusticias cada dos por tres, monstruos del dinero pisando a los peces más pequeños, gente sin poder comer; personas matándose defendiendo a un estúpido trozo de tela de colores (lo llaman bandera creo), a un estúpido trozo de tierra al que alguno le puso de nombre "país"; personas odiandose entre sí por ser de otro color o raza, por creer en un dios (en minúsculas lo dejo) distinto; discriminaciones a la mujer, tan vapuleada en muchos sitios y tan "hipocritamente" igualada al hombre en países como el nuestro, en el que el machismo es aún muy latente, etc, etc.

Pero...¿la vida? La vida es preciosa. Somos las mismas personas las que le ponemos a la vida barreras a la igualdad, a la libertad (de pensamiento, de expresión, de actos) y, por qué no decirlo, a la Felicidad (en mayúsculas).

La vida es maravillosa. Lo tenemos todo para ser felices, vivimos unos cuantos años y nos preocupamos en pelearnos en vez de enamorarnos, en discutir en vez de escribir, en odiar en lugar de leer, en mirar mal en lugar de viajar. Lo dicho, el mundo horrible, la vida fascinante. Eso sí que es el mundo real, no el ficticio donde nos quieren meter políticuchos que piensan que, metidos en una burbuja, no podremos protestar. Quedénse con su mundo, yo me quedaré con el mío, el real.

Despues de esos tres párrafos pseudo-filosóficos-ana-obregonianos, vuelvo a poner los pies en el suelo. Ya son varias, sí. Escucho ahora "Los condenaditos" de Los Fabulosos Cadillacs. Qué casualidad, porque volvemos al tema del que estaba comentando. De repente, tienen otro momento "Ramón García" filosófico, y en medio de la canción el cantante se pone a hablar. Os copio sus palabras, y la canción, en directo, por supuesto, os la recomiendo a tod@s.

"Hay un niño argentino...recostado en una esquina...que piensa, que siente que lo alegra una triste melodía y una presencia ausente...una presencia ausente lo desarma. Y la oscuridad...y la oscuridad iluminada...NO QUEDA NADA...NADA...

La nada es un adorno de cristal guardada en un frasco de su madre...es un adorno sobre un piano que vibra con las notas. Esta fiesta hoy de hoy...este cumpleaños es sólo una excusa para vernos. Este...este de acá es un mundo real. Este es el mundo real. No el mundo de esos senadores del orto, no el mundo de esos políticos de mierda...este es el mundo real, en el que nosotros debemos vivir.

El mundo de la música, el mundo del arte. Dejemos afuera a esos imbéciles, no pertenecemos a ese mundo. ESTE ES NUESTRO MUNDO. Niño...argentino, no dejes que te duerman, despertáte, soltá la botella, no escuches a esa gente...sigamos creciendo en este mundo, este mundo es real, real...

Porque si no el niño...el cielo se nubla, se nubla, se nubla... se nublóooo"


Qué subidón. Los Condenaditos como forma de vida...ahora y siempre.

Un libro, un porro, una historia, un viaje. Ese es el mundo real. Hay muchas puertas pero sólo un mundo real, mi mundo real. Dentro de él, puedes elegir que querés, si reír o volar, si subir o bajar, si soñar o pensar. Todo cabe en ese mundo, claro que hay injusticias, pero en mi mundo real también hay sitio para las utopías y se puede cambiar. Por supuesto que también hay lágrimas, pero intentaremos cambiarlas por sonrisas. Todo universo tiene sitio en mi mundo. En el real.

Creo que es el momento de parar. Hasta los zurdos tenemos límites, que diría el gran Marx

Saludos al mundo real...

Sin palabras y sin letras
vacías páginas saldrán
con líneas cargadas de humo
como un loco me verán.

¿Loco? Sí. De esos que venden su alma
por un estúpido boli, o un feo teclado
con el que plasmar mi mundo,
mi mundo real, tan siniestro como bello
tan vacío como profundo.

Sin mochila hoy, pero con mil puertas
cargándolas en el hombro...y en la cabeza,
os doy de nuevo la bienvenida.
Elijan la correcta y siéntense,
que el show va a comenzar...


LAS LETRAS NO TIENEN VACACIONES.

Broadway no falla. Disfruten del cabaret

Broadway no falla. Disfruten del cabaret

Uh, ah, ah, ah ah...

No, no me he vuelto loco. Al menos no más que antes. Canto, virtualmente, con letras si hace falta, con estúpidas onomatopeyas que expresan la rabia que llevo dentro.

Por una vez no es rabia de enfado, de cabreo, de impotencia o de desperación. Es como una especie de suspiro de alivio disfrazado tras gritos. Quizás la música ayude. Vaya si ayuda.

El fabuloso "Down with the sickness" de Disturbed no viene mal para comenzar a escribir. Si acaso me despierta, que estaba un poco dormido entre tanto sol de agosto y esas canciones de medio pelo que salen por los altavoces de esos horrendos y pseudo-tuneados (me da igual como se escriba, no se me ofenda nadie) coches que pasan con música operaciontriunfalera o chayanista a toda hostia.

Vaya putada. Sí, llámemos a cada cosa por su nombre. Tanto hablar de esta página como mi refugio personal, como el cobijo a mis ideas y mis palabras, como mi desahogo pos-virtual a las lágrimas o sonrisas del mundo "exterior", y ahora desaparezco un mes sin pasar por "casa" ni siquiera a saludar. Putada, si señor. Al menos para mi cabeza, que tantas vacaciones no son buenas.

Ya me veo dentro de un tiempo (lejano...o no) leyéndome mis comentarios a lo largo del año, mi resumen de la "temporada" en forma de palabras más o menos coherentes, y cuándo llegue a agosto, me quedaré con las ganas de ver qué cojones pasó ese mes.

Así queda. Vacío, como un verano en la cabeza de Esperanza Aguirre, como el plato en casa del pobre, como un aula universitaria un domingo a las cinco de la tarde (Sebastian, no me falles).

Al menos con septiembre esto no pasará. Si estas ridículas palabras que escribo y ese mensaje raro que me está saliendo acaba siendo publicado, ya habrá algo "pá" leer.

A ver si no me quedo aquí. Que no sea el resumen de este mes como esos minúsculos yogures que abres ilusionado y solo te encuentras un puñado de caldo, cuatro trozos bien grande de fresa (verídico) y...por mucho que explores con la cuchara, ahí se acaba todo.

No. Este septiembre es un mes raro, difícil, un poco oscuro tal vez. Pero prometo volver a escribir.

Mientras siga habiendo una sola canción que comentar, un viaje, un corazón latiendo, y unos ojos lectores seguiré escribiendo. Pero especialmente mientras sigan existiendo palabras, para expresar esos sentimientos, experiencias o emociones, yo seguiré aquí.

Claro que no es fácil. Es muy difícil definir el color amarillo con palabras. Es complicado definir el amor, decir que se siente al pasear por Olimpia entre restos de valor histórico inmenso, comentar con palabras cómo es un amanecer con un monstruoso sol levantandose de la cama por aguas italianas, o plasmar en letras el valor de una mirada cómplice.

Me he puesto tonto. Sí, sensible, cursi, cómo lo querais llamar. Ya era hora. Me decía una chica de cuyo nombre no quiero acordarme (o sí) que "voy de duro" y que me guardo todo lo que siento para mí. Peut-être.

Quizás esta mutación en tan pocos párrafos se debe al grandísimo "Llorona" de Chavela Vargas que me atrapa en un baño de lágrimas (suyas, que no mías) y una orgía de sentimientos inmensa.

"Aunque la vida me cueste, llorona, no dejaré de quererte...". Pues eso.

Ahora, para varíar un poco esta tónica que acabaría llevándome a otros web-blogs de toque demasiado sentimentaloide, al tipico relato super-popiense de quinceañera existencialista, tengo dos opciones:

a) Poner excusas de por qué no he escrito en todo este tiempo.

b) Contar un poco cosas de estos más de treinta días.

Me quedo con la opción "b", más que nada porque soy muy malo mintiendo.

Joder. No, no puede ser. Me gustaría que alguien (a poder ser especialista en el tema) me diga que clase de droga dura o sustancia psicotrópica/cannábica me metía yo en el cuerpo allá por navidades.

Hago lo de siempre. Me voy a una especie de estantería que hay aquí, en el cuarto de mi hermano (descanse en paz...en Madrid), y cojo un CD. Mmm, el nombre no apasionada demasiado:

"Navidad 2003. CD2".

Vale. ¿Cómo se puede poner en un mismo CD el jodido Down with the sickness, el triste "llorona" y el pastillero/bicicletero "Me estoy volviendo loco"?

Mi cabeza va a estallar. No sé si meterme un tripy, si decirle a mi madre (cada vez que entra en el cuarto es romperme la inspiración y vuelta a empezar) que en vez de pescado ponga hoy un pastel de pastillas, si pillarme la bici, ponerme la horrenda (pero histórica) gorra del Reynolds y subirme Gibralfaro, si saltar como un loco encima de la silla, o comenzar a ver por enésima vez el vídeo del tercer Tour de Induraín (grande Chiapucchi).

Comprendereis que cambie de CD. Me pondré uno de Mp3´s o algo porque para morirme de una intoxicación de pokemones a 10€ soy muy joven aún.

Saco, así, sin mirar otro CD. No veo ni el título. Lo pongo en el ordenador. Me dispongo a empezar a escucharlo y escribir (os prometí la opción B) un poco sobre estos últimos tiempos.

¡¡¡¡NOOOOOO!!!!! NO PUEDE SERRRRRRR. El CD, macabro, me mira y me desafía. Su título:

"Navidad 2003. CD3".

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FIN DEL CAPITULO

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(Hoy, uno de septiembre, si ninguna droga, circunstancia, concierto, viaje, tripy o cd lo impide, seguiré con el relato. Las promesas no valen nada, que rezaban Los Planetas, pero las mías, si ya de por sí poco fíables, valen aún menos. Por eso mismo, podeis estar seguros, que cumpliré mi palabra)

El cielo se nublaba, se nubla y se nubló;
y no hablo de cielos, ni de nubes
ni siquiera de estúpidas lluvias, molestas
e incómodas como reír sin fuerzas.

Un grito en el mar, perdido
anuncia el final del Sol.
Este, asustado sin remedio
de repente se mudó.

Razones no le faltaban


BIENVENIDOS A BROADWAY. DISFRUTEN DEL CABARET, DEL ETERNO CABARET...

Empezamos...

Empezamos...

Por la grande, por la puerta grande reaparezco.

He encontrado dos Cd´s de Mp3´s (cuántas siglas en tan poco espacio) que llevaba buscando desde hace mucho tiempo y es la perfecta ocasión para escribir.

Antes de nada me gustaría agradecerle a Albert (Nastrut en este hetéreo mundo virtual) por todo lo que ha reformado mi página. Le pedí ayuda para poner el reloj, aumentar la sección de links a otras blogs y cambiar un poco el aspecto de la página y mi amigo catalán me ha hecho todo el trabajo.

Gracias, gracias, mil gracias amigo. Invitado está usted a Málaga... a tintitos, a boquerones o a una ascensión corta y muy bella a Gibralfaro. Palabra.

Toma, un post sólo para tí... no se quejará el señor...

Sounds of Underground para tod@s...

Sounds of Underground para tod@s...

Pasamos a la acción. A disparar se ha dicho.

No llevo balas, no llevo cañones, simplemente porto en mis dedos palabras en forma de parrafadas incoherentes y desconcertantes que llevaba casi un mes esperando soltar.

Siguiendo, me gustaría darle las sinceras gracias a aquellas personas que han seguido entrando en mi página, para ver si este imbécil paranoico venido a menos había vuelto a dar señales de vida tras esa explosión de rabia y de impotencia que tuve en mi último mensaje un día después del estúpido San Juan. Seiscientas visitas son muchas y mensajes como los que me habeis dejado me hacen mucha ilusión.

Suena 12,51 de The Strokes. Recuerdo que en mi traumático paso de los dieciocho a los diecinueve (joder, me hago mayor) no dejaba de escuchar esta canción. "Bésame ahora que me estoy haciendo viejo" que se oye.

Pues sí. Puto tiempo, putos minutos y horas que no cesan de pasar. Infeliz destino el que vive preso del tiempo en lugar de robarle oro en forma de segundos cuando se descuide.

Creo que por eso me parecía tan buena la idea de ponerle un reloj a la página. Quiero ver un reloj cada vez que entre aquí para darme cuenta de que este raro mundo no deja de girar y que haga algo o no las macabras manijas del reloj no paran. A aprovechar cada segundo pues...

Relojes, relojes... cruel a la par que maravilloso invento. Sirven para ser conscientes de la importancia de cada minuto, pero a la vez marcan límites, muros en el aire totalmente infranqueables.

Odio estar con Diana, con mi niña Diana y estar con un reloj al lado. Sabiendo que nos queda...¿una semana? ¿un día? ¿un par de horas tal vez?... Y después a seguir contando minutos para volver a verla.

Me apetece estar en el sofá junto a ella. Aunque sea viendo la tele o escuchando cualquier bazofia musical. Pero a su lado, sabiendo que ese momento no se tiene por qué acabar, que los únicos límites nos lo ponemos nosotros y no el estúpido (joder, me propuse no insultar en este mensaje, que con lo de IMBÉCIL ya cubrí el cupo) tiempo y la... dichosa distancia. No quiero seguir mirando hacia mi muñeca y soltar un repentino "Diana, que son las 6 ya y mañana me voy a Málaga...". En fín...

Cambio de canción, que ya toca.

Dios, no puede ser. Suena el himno de mis navidades pasadas. "So cold" de Wagner Pa viene como nunca. Con una inoportuna ola de calor sobre España (bendito Mediterráneo) y con un sol de justicia mires dónde mires este convencerme de que hace frío me puede venir bien.

Mítico. Sí, sé que es una palabra que uso mucho, pero no hay otra definición posible para este tema.

Grandísima la voz apagada de Wagner Pa fundiendose con los susurros de Manu Chao.

Viajo con la mente a Madrid. Qué días más bellos he pasado allí. Entre lamentos de frío cierro los ojos y veo la mirada siempre complice de mi amigo Gonzalo escuchándome.

Es curioso, es difícil encontrarse tan a gusto con alguien. Una persona que escucha, que habla, con voz serena y firme, que pausadamente te dice todo lo que pasa por su cabeza. Te puede hablar de una final de la NBA, de injusticias sociales o de una anécdota suya de su infancia pero no puedes dejar de prestarle atención. Me quito el sombrero ante de una de las personas más interesantes que he conocido en mucho tiempo.

Soñador, bohemio y utópico. Como yo, salvando las distancias claro y sin ániamo de compararme a un ser tan genial que cuenta con unos años más y, obviamente, más experiencias, libros y partidos a su "espalda". Chapeau, G, espero volverte a ver en Madrid y, como he comentado antes, no tener que mirar constantemente el reloj para ver cuánto tiempo nos queda de conversación. Nos lo merecemos.

La canción no cesa. Acaba y vuelve a empezar...¿y qué más da? Estoy envuelto en un misticismo especial que hace ver las cosas de un prisma diferente.

Sigo soñando con Madrid. Aparece esa estación de autobuses dónde estoy ya harto de llegar (Andén 54 y bajar escaleras para pillar el metro o subirlas si alguien me recibe) y dónde timé a una pobre taquillera con una tarjeta joven (-26) más que caducada.

Por mi mente no dejan de navegar recuerdos o imágenes de esa ciudad. Paseando por el bello Retiro, llegando a la Plaza Conde de Casal cada día a las dos menos cinco u observando con extrañeza el pijerío digno de Visual Disco que ví en el cutre-mercadillo de Goya...

Cambio de canción pero los recuerdos no cesan. Con este "Hipyer Ballad" de Bjork de testigo recuerdo mis largas caminatas por la mañana solito por el centro de Madrid (Diana, no trabajes tanto por las mañanas... :D), descubriendo lugares, tiendas de camisetas de música, la mítica Plaza del Cascorro, el cuarto oscuro de seguridad del FNAC, y, sobre todo, algo que me enamoró.

Sounds of Underground. Nombre propio de disco o de grupo de pop alternativo de la escena inglesa. No, tan pedante no soy... de momento. Simplemente declárome enamorado del metro de Madrid.

Me encanta ver a personas tan diferentes sentadas en asientos contiguos. Disfruto viendo al hippy de turno o al punky de la cresta de pie junto a la mujer mayor con pinta de ilustradísima esposa de cualquier Fraga madrileño.

Y, especialmente, es apasionante para mí cerrar los ojos y volar a través de los sonidos de metro. Grabadora en mano, captar las canciones de personas que vagón a vagón se ganan la vida o de músicos para los que el metro es tan refugio como para mí las palabras, me parece algo muy emocionante.

Cambio de canción. Hoy estamos en plan retro. Suena "La Vida" de Los Fabulosos Cadillacs.

Hostias, me voy a poner un poco frívolo que ya es hora. ¿Habís probado el brownie? Joder, he estado un buen rato aguantandome sin decirlo pero si os confieso la verdad entre recuerdo y recuerdo, un brownie se apoderaba de mi cabecita. Lo juro.

Soy muy poco pastelero. No me gustan las tartas ni suelo tomar postres, pero el mencionado "Brownie" del VIPS es caso aparte. Yo que sé, entre chocolate caliente, helado frío (bueno, si fuese helado ardiente ya sería la hostia), y yo que sé cuantas delicias más la explosión de sabor en la boca era de aúpa. Un poco caro sí que era, pero al compartir gastos (y Brownie, jaj) la cosa compensaba...

Me iba a poner a hablar de muchos más temas que tengo en la mente, pero tampoco quiero martirizaros mucho más con tantas ideas, paranoias y anécdotas de este último mes.

Eso sí, prometo que esta misma noche (o mañana más bien) escribiré otro mensaje hablando de:

I- Conciertos del Xacobeo 2004.
II- Mis planes para este verano.

Y paro, que le quito emoción a la cosa.

Lo que seguro que habrá es mucha más música y muchas más palabras encadenadas que reflejen mi estado de ánimo y mis sentimientos.

Con el War de Bob Marley me despido. Salud, paz, amor, palabras, sonrisas y canciones para todos, muchas gracias por seguir leyéndome en mi regreso.

Regreso sin mirar el reloj
cierro los ojos y escribo
palabras olvidadas y abandonadas
que el viento intentó llevarse.

No pudo, no podrá...
ni hoy, ni ayer, ni mañana...

Porque mientras exista un boli
o unas simples teclas usadas,
mis manos estarán ahí...
reflejando en letras
las lágrimas y carcajadas
de mi perdida alma.

Sin poesía no hay prosa,
sin prosa no hay poesía.
Pero aún sin rimas hay palabras...
e incluso poesías sin rimas


Un placer... como siempre :)