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Lady Zandela Xierweiya Lin Lyn

Ànsar.

Ànsar.

(tcc "José María Aznar López") Ser despreciable; de risa y rostro similares al de los animales llamados burro y asno, para desgracia de los mismos; mentiroso compulsivo: ignorante por completo de, entre otras cosas, la historia de su esPPaña querida y que, habiendo perdido las elecciones generales de 2004 -porque ETA (llámalo Al Qaeda, llámalo terrorismo a secas; con contactos o sin ellos) cometió un atentado con ese propósito (¡qué malos son estos terroristas!)-, ha huido a Yanqueeland para jugar con su amiguito Jorgito y su amiguito... Joselito. (Cierta cortesía por: www.bushcador.com)

Dieciséis.

Dieciséis.

El último día que lo vio, él resplandecía, encantado, de Amor. Su escasa sonrisa, de normal, fue tan frecuente en aquellos últimos días; sus movimientos hacia ella habían sido tan suaves, tan llenos de un delicado cariño que se vertía desde lo más profundo de su alma; sus palabras, susurradas en medio de la noche, abrazados, junto a su oído, en susurros... El último día que lo vio, él resplandecía tanto, encantado, de Amor, que a su marcha ella no pudo más que seguir en trance, aún arropada por la magia que él había desprendido a su alrededor... Hasta que, días después, la magia ya había desaparecido, y su existencia entera se vio sumergida en un negro mar de lodo. Pero llegó el dieciséis -tcc diaZisáih!-, y recayendo en la locura que embriaga a los humanos en algún momento de su vida: el Amor, sonrió, caminó en el aire y durmió feliz, soñando con una caricia, en una oscura noche de niebla, con la extrema lentitud con que florece una rosa. Sin nada más que decir, que lo Amó, Ama, y Amará, por siempre, hasta que el tiempo se rompa en pedazos, inmerso en la eternidad de los segundos.

Memoria.

Memoria.

Es triste no recordar... No sabes qué es, quién eres, dónde van... Dónde tienes las contraseñas, o cuáles son. Además de frustrante... Y ciertamente descojonante. KILL BUSH!

Hipocresía.

Por segunda veZ, George W. Bush, esa rata sarnosa sin cerebro movida por los hilos de su padre y compañía, ha ganado las elecciones que le han dado de nuevo la presidencia a su atrasado y religioso partido. Por cuatro años más, el presidente del mundo -como gustan de denominarse- será aquel que llevó a la poca estabilidad económica -al parecer, la única que eXiste en el mundo, pues es solamente el amor al dinero lo que lo mueve, por desgracia- que había a tomar por culo, solamente porque le apetecía mostrar su grandeza al mundo, después de aquella ofensa que fueron los ataques contra las famosas torres gemelas. ¿Y por qué? Porque los Estados Unidos de América (del Norte) son el país más poderoso y rico del mundo, y como tal, tienen el derecho y la obligación de dominar este mismo mundo... eso es lo que ellos creen, por supuesto. Con unas deudas internas bastante preocupantes, crean malestar general y social en el mundo para salir beneficiados en sus malditas guerras -la industria armamentística es lo que tiene-. Así que, esa poderosa nación, que no tiene más que... 300 años de historia, contrastando con los miles y miles que tiene la sociedad Europea, Asiática y Africana, pretende ser el juez del mundo; como niños que son, en un mundo de mayores; como niños se comportan con el poder en el mundo de adultos. O más bien... jóvenes. Con la ventaja de no haber sufrido guerras en su cuerpo, aunque participe vilmente en ellas según sus intereses, con la ventaja de la riqueza natural -y menguante, todo sea dicho- que ofrece la tierra, con la ventaja de poder influir impunemente en la política internacional, implantando gobiernos dictatoriales en su mayoría para favorecerles, dejándolos luego perecer de angustia y miseria cuando ya no le son necesarios, con la ventaja de ser respetado aún cuando el respeto no es más que miedo ante su potencial... Ellos dominan el mundo, y los demás, les dejan; se asombran del modo de vida americano, y lo adulan; pese a que sus habitantes son obsesos por el estrés, la comida basura, los excesos de todo tipo; pese a las contradicciones, el machismo, el racismo, la xenofobia; pese a las continuas contiendas interiores, la violencia, la represión, la censura, la falta de libertad... todo aquello que pregonan sí tener. Triste es el día en que un elemento que no hará más que seguir desestabilizando el mundo a propósito, es nombrado pro los propios habitantes a los que perjudica, como sus jefe y su representante ante el resto de la humanidad.

Ella.

Ella.

Desde la más oscura noche, entre la espesa bruma que cubría toda la negra ciudad, emergió la luz más brillante que se había visto, con su débil parpadeo de estrella lejana se acercaba tan lentamente que parecía estar simplemente suspendida en el aire y en el tiempo. Con lentitud extrema, como alargando el tiempo hasta rasgarlo, la luz inundó la oscuridad, y de la tiniebla emergió una figura.
De cálido rostro, tan pálido por el miedo que parecía flotar como la luz, una joven observaba extasiada la belleza del color del día, pues ese haz de luz era como un rayo de sol que la iluminaba desde lo alto. De su larga cabellera descansaban los bucles sobre la cremosa piel de sus hombros, acariciando su espalda con la suave brisa que, de pronto, con aquella llegada, había comenzado a soplar.
El aire jugueteaba con los grandes rizos, enroscándose entre ellos, mientras su frialdad envolvía sus delicados miembros. De pie en medio de la calle, hipnotizada por el día, sus enormes ojos grises miraban, más allá de la luz, la oscuridad más absoluta en la ciudad, la figura que sujetaba, con una delicada mano de largos dedos, aquella luz que con tanta parsimonia había llegado hasta ella.
La otra mano se separó lentamente, como si el tiempo se parase entre las gotas húmedas de sus cabellos, pero siempre manteniendo la inercia del movimiento y se acercó al rostro de ella. Largos y delgados eran sus blancos dedos, así como no excesivamente largas eran sus uñas. Fluidamente, posó las yemas de sus dedos en la frente de ella, y adelantando todo su cuerpo, dejando por tanto su hermoso rostro a la vista, acarició la pálida y suave piel de ella; cerrando sus grandes ojos suavemente sin abandonar la fluidez, pero manteniendo la larga extensión en el tiempo.
Se detuvo en el paseo de sus dedos en los labios de ella, apreciando sus contornos con tanta suavidad como una brisa de verano susurrando al oído. La frialdad de sus miembros contrastaba con la calidez del suave rostro de ella. Con una sola mano, la otra sujetando sin temblar la luz, admiró las redondeadas formas de sus pómulos; la curva de sus cejas; la delicadeza de sus párpados, cerrando unos ojos inquietos; la suavidad de sus labios, entreabiertos; la punta de su respingona nariz… Y bajando por la barbilla, se detuvo largo tiempo, más largo del que se había tomado en grabar en su mente toda aquella belleza, pasando suavemente las yemas de sus dedos por el cuello de ella.
Y mientras se inclinaba sobre ella y posaba sus rojos labios en su frente, su mano acariciaba con ternura y demora su pecho, al son que los bucles de su cabello volaban y bailaban con el viento.

Contradicción.

Contradicción.

La estupidez humana no se ve nunca superada por su maldad, aunque sí por su ignorancia, pues a todos el tiempo y la historia pone en su lugar, del mismo modo que el tiempo todo lo cura. Sin embargo, tu sonrisa y tus palabras me hacen olvidar la sensación de vacío que siento cuando pienso en toda esa estupidez y maldad humanas, que lleva por tanto a la destrucción. Adivinar tu dulce mirada me llena el corazón de alegría y el cuerpo de color, me dispone a enfrentarme a un nuevo día, los días que hagan falta, porque ni todos los días de mi vida son suficientes para ofrecértelos. Mi Amor supera con creces mi repugna ante esos seres que patéticamente se autodestruyen sin saber qué es lo que hacen, pero de acuerdo con ello de forma inconsciente, cual plaga de insectos destructores que se reproduce interminablemente hasta destruir todo lo que los rodea y, finalmente, a ellos mismos. Del mismo modo que el día no logrará alcanzar el irresistible atractivo de la noche, el odio no logrará alcanzar al Amor desde su inexistencia, y así, en constante equilibrio, yo seré tuya, y tú serás mío. Porque todo lo que yo soy, te pertenece a ti; y todo lo que tú eres, me pertenece a mí.

Amor.

Amor.

Todo era oscuridad. Y en medio de ese inmenso vacío sin luz, nos encontramos. Tú me encontraste a mí, y yo te encontré a ti; y con una suave lentitud la luz fue apareciendo e iluminó tu rostro. Te vi, y lloré. La brillante belleza que desprendías a la tenue luz de un pequeño sentimiento que asustado asomaba coaccionó mi mente, y al creerte tan inalcanzable, la oscuridad volvió a caer y me alejé... Aquel pequeño sentimiento que ahora se escondía entre las sobras, asustado, empezó a alimentarse de aquello de que el humano es característico: la esperanza. E inevitablemente creció... En mi inconsciente, seguía amándote, pues tu belleza había abierto una brecha en mi pobre corazón; que cabalgando en mi pecho no deseaba más que diluírse con tu sangre y fluir ardiente hasta el fin de mis días... nuestros días; cuando la muerte nos alcanzase y acabara, de tal modo, con una bella vida mortal, y deshiciese nuestros cuerpos de carne y huesos. Tú, que en la complicidad de los sueños correspondías mis sentimientos, permanecías inmutable ante mi sufrimiento... Pero tiempo después, volvía a ver la luZ, volví a confiar en mi derrota, y temerosa de un cataclismo a nivel mundial -a nivel de mi mundo-, volvía a ti, volvía a verte... La atracción que me llevaba a ti era tan fuerte, tan terrible, tan fuera de lo común que no pude sino dejarme llevar. Y tú, te mostraste ante mí, sin esconderte de la luz, sin parpadear... expusiste tu completa belleza, la belleza de tu Amor ante mí, y me enamoré de ti como jamás podría volver a hacer; pues aunque es un estado permanente de maravilla sobre la Tierra, es tan único que pensar que así no sea me hace daño. El miedo desapareción, las lágrimas de dolor desaparecieron... Únicamente volverán a aparecer en tu ausencia.
Amor... la locura que trae de cabeza a la humandiad, toda razón que tiene ésta para existir se resume en una hermosa palabra. Calor, frío, miedo, embriaguez... Siendo imposible de describirlo, es algo tan hermnoso y tan terrible, que tan pronto como nos ofrece probar de su fruto, nos lo arrebata de un manotazo airado. Y con el pánico de su presencia, y el horror de su ausencia, el ser humano, el ser más frágil de la creación, se siente capaz de matar, acabar con el don otorgado, en su nombre, sin saber prácticamente lo que hace. Cegándonos, el Amor nos engaña, nos hace ver ilusiones y maravillas, para luego mostrarnos el horror de la Verdad. Porque una separaciòn prolongada es terrible; más incluso que perder, pues, parafraseando, "prefiero haber amado y haber perdido que nunca haber amado". La Felicidad en sí, es en aquello que desemboca el Amor, no una felicidad materialista; sino la felicidad absoluta de quien se siente completo como persona, quien estando con la persona a la que ama, no necesita absolutamente nada más que su presencia y su Amor correspondido.
La persona que nos completa... que nos hace sentir como si realmente fuéramos una sola persona, cuyo sentimiento es tan poderoso que brilla en sí, en la oscuridad... Amor, al fin y al cabo. Y sin embargo, cualquier palabra queda vacía ante ello; y no hay explicación ninguna que pueda acercarse mínimamente a la concepción real y completa de aquello que mueve el mundo y a las personas en la inmensidad del Tiempo y el Espacio.

Mar Adentro.

Mar adentro, mar adentro
y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños,
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.
Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno,
y en una metamorfosis
mi cuerpo ya no es mi cuerpo;
es como penetrar
al centro del universo:
el abrazo más pueril,
y el más puro de los besos,
hasta vernos reducidos
en un único deseo:
tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo,
sin palabras:
más adentro,
más adentro,
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.
Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos.

XXIV

XXIV

·Dos rojas lenguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama.
·Dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan.
·Dos olas que vienen juntas
a morir sobre la playa
y que al romper se coronana
con un penacho de plata.
·Dos jirones de vapor
que del lago se levantan,
y al juntarse allá en el cielo
forman una nube blanca.
·Dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden,
eso son nuestras dos almas.
_
(G.A.B.)

Música.

Música.

Sonidos que se entrelazan entre mis cabellos, como un beso lanzado al aire. Sonidos que rompen brutalmente el silencio, con violencia, con pasión... Sonidos que, como delicadas flores, mueren rápidamente, y renacen eternamente. Voces que se pierden en la inmensidad, que cautivan y encantan, hechizando al oyente. Instrumentos que, modificados a lo largo del tiempo, son más electrónicos que reales. Combinaciones incombinables, la posibilidad de imaginar algo que no se haya creado aún; rescates, melodías perdidas, palabras... Todo tipo de palabras, cualquier idioma, expresando amor, odio, rebeldía, una causa por la que luchar... sentimientos. O no expresando nada. Música basura... que prolifera como la mala hierba en verano, sin nadie que la detenga, porque a la masa le agrada, mientras unos pocos que no se contentan con el borreguismo de esa maldita masa, buscan por otros caminos un modo de satisfacer a sus oídos. Miles de tipos de músicas combinados, multiculturalismo, pluralismo... para lo que conviene. Todo se mezcla para dar a la luz nuevas creaciones, intentando sorprender al oyente, enganchar al oyente... complacer al oyente. Cantantes de ópera, cantantes de rock, poperos venidos a menos, punkies consumidos, hitos desconocidos para la cultura actual... Todos forman parte de una sociedad corrupta y desinteresada. Sin embargo, en pequeño número, aún resiste un poco de decencia en algunos seres a los que sí puede llamarse humanos. Mensajes de extraordinaria profundidad se mezclan con banalidades que interfieren, producto de la estupidez humana, esa de la cual el ser... el hombre es tan característico. Se les impone, y como borregos lo aceptan, sin pensar «¿Por qué?». ¿Para qué pensar? Bailar, cantar... seguir la melodía de la cantante de ópera que en un espectáculo hace estremecer al público; cantar junto al rockero del escenario mientras se desgañita e incluso se tira por el suelo mientras el público lo vitorea salvajemente; escuchar discretamente al trompetista del metro; o emocionarse con las grandes letras del cantautor que dirige sus palabras hacia las causas aclamadas. La música, el distintivo de un pueblo, cojea, pero no muere.

Pesadilla.

Porque cada noche sueño contigo, y la tortura de poder soñarte y no poder tenerte en la vida real es tal, que en los momentos de alegría me place poder verte al menos, aunque sea en sueños; y en los momentos de la más absoluta tristeza, quisiera poder hacerlos realidad de cualquier forma posible, y si eso no es posible, morir consumida.

Anorexia.

Anorexia.

La descarada provocación de los medios de comunicación resulta indignante. La venta de imágenes causantes de una obsesión que lanza a la juventud hacia la puerta de la muerte produce que los que nos es indiferente esta venta tengamos náuseas y deseemos vomitar, irónicamente, a modo de desahogo y réplica contra la aberración. Sin saber a qué se enfrentan, los seguidores de aquello que llaman *moda*, centran sus vidas en conseguir un propósito absurdo, sin querer aceptar que ni en la realidad los sueños y las estrellas son así, del mismo modo que un infante no acepta que el corazón humano sea un gurruño de músculo palpitante sin la forma del corazón clásico que todos los adolescentes se afanan en colorear, son las flechas clavándose a través de la figura, y aquellos nombres escritos en su interior, que se perderán entre los recuerdos, en la inmensidad del tiempo que es un segundo. En su afán y obsesión pro alcanzar lo que creen que es la perfección pierden todo signo humano y toda cordura por el camino: el amor, la paciencia, el cariño, la alegría... y tantas otras cosas, fijando una meta como su destino. Y en el mejor de los casos, sus mentes se protegen de tal forma que su visión de la verdad se distorsiona notoriamente, y emulando un nulo amor por sí mismos, creen un mundo especial, donde la violencia se mezcla, donde los instintos son prácticamente lo único que les mueve. Encadenados y torturados por una idea, lloran y sufren en soledad, creyéndose tan desgraciados que sienten impotencia e incapacidad para pedir ayuda o perdón; y sus hambrientas mentes les hacen creerse superiores, con un fin, con un sentido. Encontrar la verdad, resulta imposible, y se consumen...

Noche.

La oscuridad se hace lacerante en mi alma.

Despair.

Despair.

La desesperación se adueña de mi presencia y ya no soy yo. Mis actos los comete la reserva de energías que me queda después del agotamiento psíquico de controlar las lágrimas que amenazan constantemente con brotar caudalosamente de mis ojos, como cascadas. La soledad se hace tan palpable que se filtra entre las ranuras de mi corazón y lo hiela como en una fría noche de Enero, a merced de un viento que me fragmente en finas estelas del hielo que quedará de mi presencia. Mis sueños entrelazarán los deseos de mi ser con la posibilidad de un momento mejor, cuando mi cuerpo experimente el gozo del amor en su plena existencia: la presencia. La esperanza se retracta y huye por entre mis dedos entrelazados ante mis ojos, que me impiden ver la realidad, y sin embargo la veo, y la espera se hace eterna. Pero el mundo sigue en calma esperando ese pequeño momento de éxtasis que es el verte, después de tanto tiempo, aunque sea fugazmente en la lejanía, en la bruma de mis sueños; y oír tu voy, notar tu piel contra la mía, tocar tu pelo y notar tu sonrisa.

Odio.

Odio.

Hay ocasiones en las que, como muchas otras personas, preferiría estar muerta y descansar por la eternidad -si es eso posible- antes que tener que soportar un sentimiento que, por más que me esfuerzo en eliminar, florece como la mala hierba en cualquier parte de mi ser. El odio, en todas sus posibles manifestaciones, sería la explosión de toda la negatividad a la que me veo día a día expuesta; por el simple hecho de ser lo que soy, y de ser quien soy. Pues maldita sociedad y maldito ser humano, que no sabiéndose salvar a sí mismo, condena al resto al mal. Sin embargo, la muerte no es el fin, no es la forma de escapar; aunque de nuevo mis lágrimas alivien mínimamente mi amargura, mi deseo de huir, marchar de donde estoy, es tan grande que a penas puedo pensar. Pero el tiempo, sabiamente, hará su papel. El tiempo suavizará mi persona; y una vez llegado el día de la libertad, disfrutaré de ello tan plenamente que estos patéticos recuerdos se borrarán en las huellas de un pasado nefasto. A nadie importa ya el dolor cuando el amor recorre la plenitud de sus venas, hasta la punta más ínfima de los capilares.

Placer.

El placer, representado en la sociedad como tal mediante referencias sexuales, no deriva más que de la extracción de un sentir mediante la satisfacción de un instinto animal brutal que en ocasiones nos lleva a romper y dañar. El mayor placer es la consumación de un amor puro, y no necesariamente o precisamente en un acto sexual incluso absurdo, si no a nivel espiritual; como fantasmas perdidos en la oscuridad. La belleza, la alegría, una sonrisa, o la propia risa de un bebé, todas las cosas hermosas que aún perduran en este mundo de decadencia y horror, no son más que muestras del potencial benefactor del cual el humano es capaz, y sin embargo, siempre se elige el dolor, el camino difícil. De ahí estriba la estupidez profunda y congénita humana, y ésta es la que lo llevará a su muerte final. Pese a todo ello, no siento preocupación alguna. El placer, mi placer, mi amor, mi alegría, mi risa, y mi sonrisa no son más que pequeñas muestras de todo aquello de lo que seré capaz; y de lo que en un tiempo futuro toque quedará en el pasado, recuerdos que, y parafraseando, como lágrimas en la lluvia se perderán en la inmensidad.

Vacío.

La distancia se hace eterna.