Blogia

La mansión de donAlonso

Cosas que me dan rabia y no comprendo

Que cuando te encuentras mal pides hora al médico y te da visita a largo plazo. El día de la visita encima hay retraso. Para colmo el médico te pega bulla por no haber ido antes a verle o bien no se cree los síntomas. Por supuesto lo que te aconseja no es la cura definitiva, sino que tienes que volver a la semana.

La espiral de la Vida y la Muerte

¿Puede uno insensibilizarse ante la muerte?

Parece que la vida transcurre en forma de espiral. Naces en la parte exterior y vas a parar al centro ineludible que es el fin de tus días. Tus primeros años de vida parecen eternos. Cuando niño un año es un periodo tan largo que llegas a no tener consciencia de su existencia. Conforme van pasando los años, unos va llenando esos vacíos de tiempo que llamamos aburriemiento con miles de ocupaciones y responsabilidades. Algunas de ellas necias y absurdas, por cierto. Llenamos tanto y tanto nuestro tiempo que al final se nos hace corto el día. Se nos escapa el tiempo esperando tener ese ratito tranquilo que dura muy muy poco. Y así es como nos damos cuenta de que vemos pasar el tiempo según una escala exponencial.

Y en el devenir de esos años vamos dejando atrás gentes conocidas que han concluido su camino. Algunos han conseguido dibujar una elipse muy muy cerrada. Otros han tenido que dejarla a medias. Ves morir familiares muy cercanos, otros que lo son menos, amigos más o menos próximos y finalmente conocidos, vecinos o incluso personajes populares que aparentemente nada han influido en nuestras vidas. Aparentemente.

La muerte súbita de un ser querido supone un trauma, un golpe para la psiquis y para el alma. La muerte venida por degeneración, por lentas enfermedades o dolencias supone una agonía existencial no sólo para el afectado, sino también para los que le rodean; un estado de alerta continuo que en caso de prolongarse resulta tan cansino como doloroso. El resultado de ambas categorías es sin duda un shock difícil de digerir. Pero cuando se trata de un ser querido puede dar la sensación de que recogemos el testigo de esa persona que no pudo acabar su espiral, y le ayudamos a cerrarla cogiendo la hebra que dejaron colgando y haciéndola avanzar en paralelo a la nuestra propia, la de nuestra vida. De tal manera que conforme pasa el tiempo -y este tiempo nos va angustiando más cada vez- nos encontramos que muy cerca de nosotros, cada vez más cerca, tenemos la sombra de ese ser que tanto añoramos. Avanzamos juntos en el camino hacia nuestro fin. El centro de nuestra espiral.