COSMOLOGÍA DE UN LOCO
La quimera de la búsqueda inocua del vacío me lleva a la vía sin fondo, del atardecer pasajero, la construcción del ser impotente es en si un arduo trabajo que contribuye a la ensimismación del universo gratuito, a la imagen del ombligo crepuscular de la muerte, lenta e intranscendente.
De la espera de los entornos agronómicos, quasi-fuliontibundos del estar.
La entropía molecular del entorno se funde con el universo vacuo de formas y fondo, donde el vacío llena el vacío y se convierte en el todo.
Universo perdido en estrógenos creadores, el fluir de la materia se convierte en energía cuantizada de lo más inocuo de lo mas vago de lo más destartalado.
La canción del silencio estructura el sonido de todo lo que se puede escuchar, aquello que el conocimiento intuye en los laberintos exacuos de la vida, el constante fluir que se congela en lo infinito, la constante quietud formada por un movimiento imperceptible, el transfondo del gran silencio agazapado detrás de la canción de la vida.
Los latidos del universo se repiten inexorablemente creando el vacío entre latido y latido, formando paréntesis de nada en medio de la inmensidad, agudizando sentidos inexistentes que forman parte del propio devenir del todo que forman en si mismos la nada.
No hay punto de referencia solo el continuo movimiento en círculos concéntricos, triángulos equiláteros adoquinan los caminos llenos de árboles y hierba de veranos e inviernos.
Laberinto que se enrosca en sí mismo hasta la imposibilidad de camino, hasta la imposibilidad de enroscamiento, entonces aparece la línea recta, el espacio y el tiempo se contraen, las dimensiones menguan y la conciencia se convierte en historia.
Historia circular al servicio de los inexistentes al servicio de si misma.
El cielo se agrupa en cúmulos azules y cuando serena aparecen los agujeros del verdadero cielo, esos nubarrones verdes y naranjas que definen el horizonte.
Horizonte infinito que nunca se alcanza, horizonte de historia, inagotable en si misma e intransigente con todo.
Las estructuras vuelan como copos en la tormenta y caen sobre la tierra regando las acciones futuras, el final se acerca como una cortina puede ser el final de todo o el principio de todo.
Aya voy.