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El enviador de gruas

De regalos de navidad y demás cosas

A día de hoy tan sólo queda el día de Reyes para que acaben las navidades. Como me ha tocado trabajar todos los días como que no me han hecho nada de ilusión pero bueno, los conductores de autobús y la gente de los hospitales también trabajan asi que en parte no sabe mal (aunque nosotros cobramos menos).
Lo bueno de la Navidad es ver como los proveedores con los que a diario hablamos (es decir, servicios de gruas, taxistas, etc) como hemos sido muy simpáticos con ellos nos mandan cajas de polvorones, botellas y hasta algún que otro jamón.
Lo malo es que esas cajas con cosas tan sólo las vemos en Recepción porque, a pesar de ser para nosotros, se las quedan los jefes asi que si algún proveedor de los que envian (no todos son así de generosos) lo hace pensando en nosotros (pobres teleoperadores)no nos envie más cosas pues al final todo va a la boca de aquellos jefes que deciden pagaros tan poco (como en nuestro caso) por vuestros servicios.
Por último, mi más enérgica repulsa por la cesta de navidad que dan en mi trabajo. Es entregada por obligación ya que viene reflejado en nuestro convenio pero tan sólo hay botellas que, para una persona que no bebe como yo, significa un engorro por el que luego, además, me toca pagar el IRPF.

Eso es cómo todo

Para los que aún no entiendan a que me dedico, el inicio de mi jornada laboral no tiene nada que ver con el inicio de la película Tiempos Modernos de Chaplin, es decir, mi entrada a la empresa no tiene nada que ver con un numeroso grupo de obreros (u ovejas) entrando por la puerta ya que trabajo por turnos.
Mi jornada comienza en el momento en el que me siento en un cajón delante de un orenador y un teléfono. Ficho en el ordenador, meto una clave y en el teléfono y durante 8 maravillosas horas hago lo mismo.
No aprieto tornillos pero me siento igual ya que formo parte de una cadena. Hay personas que cogen llamadas;responden a los clientes y les preguntan que clase de coche tienen y donde se encuentran. Otras personas lo único que hacen es coger esos datos y llamar a las gruas y otras, finalmente, llaman a aquellos clientes que "dan problemas" y no se van al taller cerca de casa sino que están de viaje.
Eso es lo que hago. Durante 8 horas repito 3 frases: "hola, buenos días", "¡qué matrícula tiene?""¿qué le ha pasado?" y "¿dónde está?"
A menudo sufro cefaleas pues mi cerebro se atrofia.

365 días, 24 horas

Hace tiempo veía un anuncio por TV donde un matrimonio de personas mayores llamaban por teléfono a un servicio de 24 horas para comprobar que allí le atendían y le salía una señorita con voz simpática que le daba las buenas noches y le preguntaba la razón de su llamada.Pues sí, esa señorita y muchos más estamos las 24 horas y los 365 días al año pero nuestra voz a eso de las 02:00 AM no es tan simpática.
Cuando entramos a trabajar en estas empresas firmamos una clausula en nuestros contratos por la que nos comprometemos, debido a la actividad de la empresa, a trabajar siempre pero no cobramos como los conductores del metro o el personal de los hospitales. ¡No!
Pese a tener un convenido aprobado por los "sindicatos más representativos" por un módico precio de 1 euro bruto por hora trabajamos por las noches dejándonos nuestros nervios y nuestra salud a fin de poder cobrar un poco más y llegar a fin de mes de forma segura.

Intento de salir del mundo de las gruas

Intento de salir del mundo de las gruas

De repente un día recibo un correo contestando a uno de los casi doscientos curriculum que he enviado. ¡Me citan para una entrevista de trabajo!
Se trata de una revista inglesa que publica en Madrid y mi mente divaga como en el cuento de la lechera. Me veo viajando a Londrés o a Toledo investigando, aprendiendo y disfrutando de lo que hago.
El jarro se rompe a los dos días que es cuando me presento a la entrevista. No se trata de viajar a Londrés ni de viajar a Toledo sino sentarme en una oficina de 09:00-19:00 junto a un ordenador y (¡Oh, cielos!) un teléfono. No se trata de escribir artículos o reportajes sino de contratar publicidad; es decir, ser comercial.
POr un instante pieno que puede ser interesante hasta que además del horario me dan las condiciones económicas: 450 euros al mes.
Mamma mia! y en la entrevista concidí con gente de Asturias y de Bilbao. ¿Cómo se puede aceptar una cosa así?
Sigo mandando gruas

Inicio

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Tras cuatro años de experiencia en este sector como “enviador de gruas” llega un momento en el que es necesario hacer un recuento de casos y sacar unas conclusiones generales acerca de este oficio en el que cinco millones de personas han pasado por mis manos. Si, cinco millones ni más ni menos, cinco millones en manos de unas cuarenta personas entre los diferentes turnos y horarios.

En primer lugar decir que este no es el trabajo de mis sueños, ni de los míos ni de mis compañeros licenciados en derecho, psicología, biología o físicas. Todos formamos parte de la llamada “generación mejor preparada de la historia de España” y bajo esta condición no encontramos un trabajo mejor (porque no existe o no tenemos los contactos necesarios) y nos dedicamos a sentarnos durante 8 horas ante un teléfono y un monitor de ordenador a recibir llamadas.

En nuestros convenios se nos llama gestores pero no dejamos por eso de ser teleoperadores pues lo importante no es la gente sino el volumen de llamadas. Nuestra jornada comienza cuando nos sentamos ante el ordenador y conectamos el teléfono, acto seguido empieza a sonar el teléfono teniendo cinco segundos para contestar.

Toda España está ante nosotros a cambio de un salario anual de 10000 euros y una jornada de lunes a domingo incluyendo fiestas de “guardar”. Por nuestras manos puede pasar cualquiera, desde el directivo y jefe de empresa con su BMW hasta el currito de Móstoles con su SEAT Ibiza pasando por el marroquí con su RENAULT 19, pero lo importante es que en esto de la asistencia en carretera no existen diferencias socioeconómicas pues las coberturas son iguales para tod@s independientemente del coche o el tipo de seguro que se tenga.

Aunque bueno, las diferencias siguen existiendo y sino que se lo pregunten al arzobispo de Toledo de hace unos años que se quedó averiado en Ávila con junta de culata quemada y que teniendo un seguro que le cubría 100 km hizo uso de su teléfono para obligar a que le cubrieran 500.

En esto de la existencia se pueden encontrar experiencias graciosas como la del señor que se creé que estás en su pueblo y que para darte la dirección te dice que está “en la curva donde el puticlub de la Tomasa” pero lo realmente bueno es que se aprende geografía de los pueblos de España. Tras un tiempo en esto aún te sorprende ver alguna vez la tele y observar como Nuria Roca se enorgullece de no saber donde está Bollullos del Condado; moraleja: que se venga a mandar unas grúas.

Los clientes (ya les digo, cinco millones) se dividen en varias clases: aquellos nerviosos y asustados que no saben de que va esto y ante los que tienes que mostrar tu mayor grado de paciencia; aquellos arrogantes y chulescos que han pasado por esta experiencia antes y se creen que se las saben todas; y aquellos pasivos que no saben o no contestan y que lo único que saben es que cogieron su coche en Madrid con dirección Barcelona y que se han averiado pero no saben en donde.

Los puestos intermedios

Los puestos intermedios

Los supervisores son nuestros jefes inmediatos. Los hay y los habrá de varias clases pero la tendencia generalizada es que sean auténticos perros falderos con respecto a los jefes y auténticos “limones” con respecto a los operadores.
Durante una buena temporada sufrí en mis carnes a JM, del que luego me enteraría de que era hijo de un Grande de España de esos que salen en el HOLA cuando se casan (en todas las familias tiene que haber alguna oveja descarriada). JM era bastante joven, venía de trabajar por la noche, llevaba el pelo largo y al parecer tocaba la batería en un grupo de rock. El caso es que era una persona que no valía para este tipo de trabajo y la razón no era la terrible alitosis que sufría sino sus nervios.

Siendo operador en sus últimos tiempos, era temido por sus compañeros debido a la facilidad con que perdía la paciencia hasta el punto de que estaban “acojonados” pues en una ocasión se levantó y de una patada tumbo todo un fichero. Pero bueno, el caso es que ante estos antecedentes lo que e hace con él es ascenderle a supervisor y situarle en un departamento de máxima responsabilidad con el resultado de que el tipo se vuelve un “demente” en el trabajo presionando a la gente y contagiando el estrés. Gracias a quien sea me consta de que ya ha abandonado ese puesto y ahora trabaja en un puesto “normal”.

Su sucesora viene del mismo sitio de la periferia madrileña de donde vengo yo. Si el anterior se movía por estrés, esta se mueve por los mismos patrones añadiendo además que su visión el mundo se divide en lo que es blanco y lo que es negro. Siendo en el fondo una buena persona se siente en deuda con la empresa hasta el punto de olvidar todas sus “penurias”.

Frente a estos modelos nos encontramos con Alberto quien pertenece a uno de los perfiles típicos de las personas que se dedican a la asistencia y que se resume en odio a la empresa. En sus inicios como operador “craqueó” el programa informático para lograr ver lo que sus jefes cobraban (“un millón al mes de los de entonces”) pero le pillaron, razón por la que debió permanecer siendo teleoperador durante doce años hasta que, a falta de encontrar a alguien mejor preparado y en situación de necesidad, le ascienden. Alberto es para la gente un supervisor “guay” en el sentido de que pasa de todo y es flexible. Si alguien te tenía que escuchar en caso de duda ese era él aunque a veces lo vieras tal vez perdido soñando, quizás, con el apartamento de sus padres en una de las playas de Almería y la vida que podría llevar allí. Actualmente sufre baja laboral por depresión debida al trabajo.

Al lado de Alberto se sentaba Ingrid, molde exacto de la que fuera compañera mía y recientemente ascendida Susana. Ingrid entró a trabajar en esto a sus 19 años y tras 13 años ha ascendido. Posiblemente es una de esas personas que consideras que tiene “encefalograma plano” y si un día la conoces te preguntarás como esa persona se atreve a dirigir o mandar a alguien pero la respuesta es sencilla pues es que es un valor útil para la empresa ya que ni siente ni padece y ni sabe ni contesta. Todo está bien y en su vida no hay un objeto superior al de trabajar y encontrar un buen marido al que planchar la ropa y lavarle los calzoncillos; es decir, es el prototipo de mujer franquista con la salvedad de que su trabajo es remunerado. No hay que ser un genio en geografía para saber donde está Varsovia o Camboya pero ella no lo sabe tal vez porque el pasado sistema político de ambos países no les hacían aparecer como destinos de las pasarelas de moda.

¿Servicios públicos?

Tal y como reflejaba Pahlaniuk en El club de la lucha, yo y mis compañeros somos unas de esas personas que controlan vuestros datos, conducen vuestras ambulancias y os preparan vuestra comida en los restaurantes. Estamos abajo pero no nos hemos olvidado de pensar y de tener conciencia de los hechos que nos rodean.
Es gracioso ver el Metro empapelado con carteles en los que se ofrecen servicios de Teleasistencia para nuestros mayores.
La Teleasistencia, por si alguien no lo sabe, es un servicio creado para aquellas personas mayores que viven sólas. Por una módica cantidad (En Madrid ahora gratis) se les pone un aparato en la muñeca o un pequeño colgante con un botón de tal manera que si necesitan ayuda sólo tienen que pulsarlo y saltará una alarma en un centro donde se pondrán en contacto con ellos.
Este servicio antes era mayoritariamente llevado por la Cruz Roja que "utilizaba" objetores para ir a visitar a los ancianos, hacerles compañía y preocuparse por ellos. Pero esto se acabó y ahora, en lugar de crear algo publico y eficaz, se gestiona a través de entidades privadas. Este es el modelo de los servicios sociales de nuestro país y lo que nos intenta vender el partido neoliberal que gobierna nuestro país.
¿En qué consiste verdaderamente? esos ancianos ya no son personas sino números de poliza y por tanto se hallan regidos por las leyes de la oferta y la demanda en el sentido de que habrá más o menos personas atendiéndoles o se les prestará mayor atención dependiendo del número de polizas que se hayan contratado.
El servicio va a ser gratuito para los afectados pues de nuestros impuestos se van a pagar a empresas privadas para que se les atienda. ¿cómo se atiende? se vende que las personas son pedagogos, psicólogos e incluso médicos pero lo cierto es que detras de esos teléfonos hy personas como yo que no entienden de medicina ni de psicología. Pero lo más gracioso es si ocurre algo, ya que para la empresa el contrato no es rentable,no enviamos una ambulancia privada sino que nos hacemos pasar por familiares y vecinos ante el 112 a fin de que sea el Estado el que pague.
¿Gastos de la empresa? ninguno.
¿Gastos del Estado? todo