Blogia

el informador informal

¿Qué globo inflamos hoy?

 

El aire se llena de aquellos globos que alguien construye y la opinión pública magnifica. Se llenan de aire, se grandan, vuelan y, cuando se deshacen, se olvidan o alguien los destruye, desaparecen de la vista. Pero no del todo. En cualquier momento baja la presión atmosférica, hay un cambio de viento o cualquier circunstancia no identificada y, de nuevo, aquí están.

Por el aire y por las redes circulan sin parar flujos que alguien engancha en un palo y se los da a cada persona para que ese incipiente globo lo sople, lo agrande y, todos juntos, hagan una gran masa de aire capturado. 

No hace tanto tiempo la guerra de Irak fue un referente universal que aún colea. Le siguieron muchas noticias relacionadas con el estado del planeta y con el cambio climático (por mucho que le pese a un conspicuo expesidente del gobierno español).  El hundimiento del Prestige desencadenó oleadas de análisis, informes y más informes confirmaron el desastre del clima y auguraron un pésimo futuro. En medio, de vez en cuando surge el Sida o África o incluso hoy una conmemoración relacionada con la ocupación del Sahara. Pero los globos siguen hinchándose.

Cuando tocó hablar de la boyante economía, hasta el menos útil negociaba al alza con cualquier trozo de terrero o ruinas deshabitadas para hacerse de oro. Y lo contaba como si de un héroe se tratara, mientras el banquero sin escrúpulos le ofrecía lo que quisiera a plazos. Coches con aros o con estrellas,  cayennes y demás ostentaciones aparecieron por doquier. A menudo eran un símbolo del ladrón que iba dentro, adornado con mucha gomina, gafas negras, traje oscuro y patillas en forma de tiras ,mientras el móvil de última generación vomitaba incautos interesados en pisos que le  regalarían más dinero fácil. APIs más que bares, carteles de se vende, se construye, se promociona, se roba de forma legal. Este globo era tan grande que explotó y, como muy bien explica Leopoldo Abadía, demostró la desfachatez de la supuesta ingeniería financiera global. 

Ahora se hincha el globo Barack Obama, el futuro presidente de EEUU. Se llena del aire de las promesas y de las esperanzas de un cambio general. Se duda si es un producto de la nueva comunicación digital global, si está hecho a medida de las demandas de un mercado que quiere más justicia, más igualdad y más solidaridad en el país que más contamina, más derrocha y más guerras paga. Sus pobres, chicanos, razas de todos los solores, gentes sin seguridad social ni trabajo ni papeles ni derecho a nada también se han unido a tantas personas que sus sueños los proyectan en Obama. El globo está muy hinchado, aunque dentro de él hay muchas más aspiraciones de las que este rey mago podrá tocar con una varita mágica llena de dificultades: con su tendencia al centro y a la derecha en casi todas sus aspiraciones. La izquierda, no obstante, ya se conforma con esto después del legado del anterior mandatario. De todas formas, no deshinchemos el globo. 

Hay que estar atentos. En el cielo aún hay mucho espacio libre. 

Mientras todos los sectores económicos se quejan y piden ayudas, no recuerdan la época de las vacas tan gordas que sus ganancias eran vergonzosas. Acostumbrados a la buena vida, a la cuenta de resultados abultada, olvidan que los negocios no son garantía de que siempre hay que ganar tanto. Y que la reducción de beneficios debería ser incompatible con la reducción de quienes tanto dinero les dieron: los trabajadores.

Atentos al próximo globo que inflaremos entre todos. 

 

 

Shackleton: todos al Endurance

Cuenta un sociólogo, escritor, periodista y ensayista, una persona de gran influencia (en la opinión pública de las personas que le leen y lo veneran) que tuvo la ocasión de participar en un acto con gente muy culta. Allí se hablaba de Ernest Shackleton pero él dejó escrito que ignoraba quién era este explorador. O sea, participaba pero no sabía. Aprendió las ideas básicas sobre este insigne irlandés, famoso por sus expediciones y por el anuncio que puso en un diario local para buscar atrevidas personas que le acompañaran en su intento de cruzar la Antártida. 

Pocos se apuntarían hoy a un viaje peligroso, con sueldos bajos, frío intenso, largos meses de oscuridad total, peligro constante, dudosa vuelta a casa y honor y reconocimiento en caso de éxito. Tal era el texto del anuncio que impactó al sociólogo que acudió a participar en un acto del que no sabía nada del  personaje objeto de la charla. Pero muchos se apuntan hoy a hablar de cualquier cosa en público, cobrando buenos emolumentos o promocionándose para futuras intervenciones pagadas. 

Otro insigne filósofo, participante en varias tertulias, autor prolífico con interesantes reflexiones, contaba que una vez acudió a dar una charla y no sabía ni el tema de que hablar. Pero llevaba ya uno añejo que se adaptaba a cualquier cosa. Anécdotas contadas por él mismo que le aumentan su sincero prestigio a costa de destapar otras realidades, muy abundantes, por cierto. 

A aquel sociólogo se le quedó la copla del barco del explorador, el Endurance, y del espíritu de su capitán. Todo para extrapolarlo a los luchadores por las libertades de trozos de terreno que buscan supuestas identidades, independencias varias y diferencias no del todo unánimes. Otros de su especie  también aparecen en cualquier lado hablando de economía o de lo que toque. Alarmando sin saber, pronosticando sin conocer, siendo ubicuos para estar en cualquier tarima aunque sea para descubrir que no sabían quién era hasta ese momento el personaje objeto de su intervención, Ernest Shakelton.

Quizá todos estos nuevos exploradores y constructores del pensamiento ajeno  necesitarían participar en empresas más laboriosas, sin supuestos escritores en la sombra a sueldo, con más sentido común como para decir que de ese tema tampoco sé nada. Un buen lugar para el descubrimiento de los límites podría ser un nuevo Endurance. O cualquier vuelo barato hacia el lugar donde la ignorancia es la máxima expresión de la sabiduría. 

Mirarse todo el rato el ombligo

Hay gente que tiene un grave problema en las cervicales. Las vértebras superiores se desgastan a mdida que el ombligo es objeto de culto. Un 11 de septiembre o cualquier otro día de culto a las patrias es ese momento de éxtasis y catarsis a la búsqueda de añejas esencias. Existir siendo diferente, desplegar trapos pintados de colores llamados banderas, incluso analizarse la sangre por si hubiera un gen diferente por nacer en un territorio, he ahí el deorte que unos cultivanmientras la gran mayoría "pasa olímicamente" de tales actos y se entregan a disfrutar del puente en el campo, playa, montaña o sofá.

A estos no se le deforman las cervicales por motivos patrios. Quizá ya las tienen en cuarentena por otras causas. No obstante, tanta reivindicación de más financiación podría servir también para pensar en cuánto de este dinero no será para engrasar una maquinaria burocrática bien pertrecahada de asesores, gabinetes, secretarios, subsecretarios y coches oficiales, comidas de trabajo, visitas turísticas con el apelativo de "oficiales", prebendas por defender los colores oficiales, o no cambiar de lengua aunque no te entiendan, o a ver quien tiene el mástil más largo.

Un 11 de septiembre es un buen día para pensar si vale tanto una frontera en un mundo global, si proclamar ese gen de la diferencia representa un escalón más alto en la desigualdad humana. Tanta gente inteligente como hay en todas partes seguro que miran más alto que su ombligo. Aunque sigan teniendo desgstadas las cervicales.

Con el mapa en la mano

¿Hay que imaginarse a quien está fuera de su domicilio habitual, desorientado, con ganas de conocerlo todo y sin saber dónde está? La expresión de su cara, las discusiones del grupo sobre el consenso en el sentido de la orientación, los ocasionales enfados, los intentos de preguntar sin conocer la lengua del país, el cansancio, el buen humor ante las circunstancias imprevistas. Son señales de que ellos son turistas y tú eres un nativo. Pero en muchas otras ocasiones también tú eres ellos. 

Un día en pleno mes de agosto, en la zona más publicitada de Barcelona por las guías. Mucha gente de no se sabe dónde, aunque el juego podría consistir en adivinar de dónde supuestamente son. El tono muscular de la mañana es enérgico, más si la noche se ha pasado en un buen hotel y la mañana te recibe con un opíparo buffet libre a modo de desayuno. Ropa informal o casual bien planchada, fragancias frescas, la ciudad es tuya. Pero también es de quien ha ocupado la casa de alguien para pasar la noche, de quien ha socializado una vivienda, o ha dormido en un parque o en un cámping a algunos kilómetros. Esa bicicleta llena de bultos o la mochila bien cargada de quien su aventura es el interraíl o el vuelo muy barato, ellos también salen a conocer. Y, junto al monumento de turno, mientras uno se embelesa con sus formas, al lado hay alguien deformado que pide para comer, para beber o para fumar. O intenta coger prestado del bolso del turista aquello que le da permiso para drisfutar. Los autocares dejan a otras columnas humanas en sitios estratégicos, mientras otros descubiertos muestran rutas urbanas con guía automático multilingüe. 

Unos sólo ven lo que aparece en el papel satinado, el recuerdo es la digitalización con su grupo delante por testigo de que estuvo allí. Otros fotografían los signos más insospechados de un edificio, quizá por el efecto sorpresa o porque saben más y descifran mejor. La música callejera ameniza el paseo o traslado de un lugar a otro. Artistas del sonido que se vonforman con vender algún CD y demostrar que suenan mejor que muchas melodías de famosos producidas en renombrados estudios. En el recorrido para demostrar que el mapa tiene razón, el marketing sensorial de algunos establecimientos convence. Bocanadas de aire acondicionado en medio del calor, el olor de ambientadores de tiendas de ropa, la sorpresa y el reclamo del aroma recargado de la pastelería industrial, el efecto visual de las copas de helado en las terrazas, o el hielo que enfría las bebidas. Signos que entran por los sentidos y que su satisfacción tabién forma parte de la personal guía del viaje.

El día transcurre en medio del bochorno mediterráneo. El cansancio se hace sentir. Pero aún hay tiempo para visitar barrios emergentes de la Barcelona famosa. Es esa gran zona de la ciudad que parece que se va fabricando para consumo turístico. Los viejos colmados se reciclan en pequeñas tiendas de objetos inverosímiles. A los ancianos a veces se les engaña para que dejen un alquiler tan barato. Ese edificio modernista se transforma en un estrellado hotel. La cotización del barrio ahuyenta a los vecinos pero atrae a los extraños. Y después se vende como más imagen de marca de una ciudad cara pero hermosa. No obstante, siempre queda el consuelo de saber qué piensan de Barcelona personajes que la han vivido a su manera, gentes que ahora mientras preparan el pregón de las fiestas de la Mercè 2008, adelantan que aportarán "una visión galáctica, autobiográfica, soñada, espectacular, sufrida, histórica, emotiva, alegre, anarquista, culta, comercial..." Palabras del compositor y cantante Jaume Sisa /Ricardo Solfa. 

¿Verán los turistas estas facetas de la ciudad? ¿Seremos capaces nosotros de hacer lo mismo de los sitios que visitamos? 

Mañana ellos seremos nosotros. 

 

Trastiendas olímpicas

Todos los aviones ya los han trasladado a sus casas. Aunque no a todos. Los hay que han emprendido más rumbos deportivos aún. Sus vacaciones son seguir dentro de una maquinaria muy bien engrasada. ¿Qué deportista actual, con medalla de oro, gana 421 euros al minuto?

Hoy las alegrías también se compartían en los aeropuertos de destino. Atrás quedó el amor al deporte; los resultados del esfuerzo, de la preparación más exigente, de la mala suerte o de ciertos "empujones" externos. Parece que aquellas críticas sobre los derechos humanos, sobre el Tíbet, sobre la censura en Internet o sobre la emisión de las imágenes con 20 segundos de retraso, se han ocultado bajo las brillantes ceremonias de apertura y cierre del telón. El país refugio de empresas fabricantes de todo el mundo lució la tecnología ajena y el trabajo propio. Excelente todo. Fantástico. Difícil de superar. Inenarrable. Lo último en tecnología y en diseño.

Exceptuando honrosas excepciones en algunos medios (como a José Reinoso, "detrás de la muralla" en EL PAÍS) el cuento olímpico parecía fruto de una globalización bien conseguida. Muy bien contado y narrado el deporte. Con gritos muy nacionales. Barriendo para casa. Aplaudiendo a los de las medallas, como si  el mero hecho de llegar hasta aquí ya no tuviera mérito. Babeando con las múltiples chapas de los dos mejores ("dicen", salvo supuestos dopajes de última hora). Y embelesándose con los méritos de la hornada de triunfadores de la cosecha nacional. Bien. Muy bien. Excelente.

Desmontado todo, el pueblo chino ya puede volver a la normalidad: preguntar sin parar sobre la vida privada de los forasteros, escupiendo como antes, los vehículos pares e impares con acceso libre, Internet restringido en algunos términos, ni hablar de Tíbet, la contaminación a ras de suelo, de nuevo visibles los ruinosos edificios disimulados con grandes pancartas, drástica restricción de aquellos monstruosos precios, y con la autoridad vigilante.

Pero también con las multinacionales muy cerca. Las deportivas, más aún. Basta sólo con leer la prensa económica de estos días. Las empresas que fabricaban aquí para vestir esfuerzos de allá ahora han "lavado" más una imagen algo deteriorada por sus míseros sueldos en estos países. Y los expertos ya tienen diseñadas las estrategias de caza y captura de este suculento mercado. Sobre todo de las zonas industriales, la gran masa rural ya vendrá luego. Por no hablar del colonialismo chino en todo el mundo. África, en sus manos tanto con productos como con carreteras. Tiendas chinas, en las esquinas de aquí donde antes había una inmobiliaria o cualquier negocio fracasado. Bazares, restaurantes, mayoristas de ropa. Tranquilidad. Vuestra imagen ha debido salir reforzada.

Mientras, algunos también han consolidado su economía. Medallistas de mucho renombre, a alguno de los cuales hoy algún diario le calculaba sus emolumentos por minuto. Es de aquí, muy amable, muy sencillo, muy humano, se lo merece, una gran persona, sabe estar, respeta a sus contrincantes,es guapo, la imagen deportiva más cotizada hoy en publicidad,  domina la puesta en público, cae muy bien, juega mejor...(si quieres, añade algo más positivo aún  de tu cosecha sobre Rafael Nadal).

Contentos y felices, quizá no sepamos más de este país aunque vayamos vestidos de arriba abajo con sus productos, que generan astronómicas ganancias que no van para sus fabricantes. Pero hemos consumido una nueva edición de unos juegos, con o sin espíritu. 

 

95 contra 5

Hoy ha sido fiesta aquí, al noreste de la península. 11 de septiembre: Salvador Allende, World Trade Center, Cataluña. Y puente, fiesta, relajación, tranquilidad.

Hoy, alguien que se mueve por el mundo de la comunicación, dijo que el 95% de los habitantes de este territorio estaban celebrando el puente o la fiesta: playa, ocio, montaña, viajes, casa. Y un 5% se han dedicado a llevar a la calle y a los medios informativos sus creencias y reivindicaciones. ¿De quién se habla más hoy? La razón de la sinrazón debe estar al lado de una selecta minoría: se la ve más, ponen cara de creérselo mejor, van serios con flores a monumentos, siguen la tradición, declaran con energía, se visten con banderas, huelen a altos valores.

¿Mañana? Será otro día, la curva de notoriedad quizá les vaya a la baja. Los temas de hoy, hasta el año que viene.

Y, por favor, mañana que funcionen los trenes, no se vaya la luz y el colapso en las entradas y salidas a Barcelona sea menos que monumental.

Dharavi versus Watts

Dharavi es un mísero barrio que s eencuentra en el centro de Mumbai (la antigua Bombay), en La India. Watts es un barrio de Los Ángeles, en EEUU, considerado como uno de los lugares más peligrosos de América. Ambos barrios salen estos días en los diarios por dos caras distintas de una realidad ambivalente. Dharavi se ha convertido en un engorro y en una vergüenza para el desarrollo de una ciudad con tanto futuro como Mumbai. Chabolas sin luz ni agua corriente, gente que ama ese sitio y que no se imagina otra vida fuera de aquí, un tejido urbano compenetrado con un funcionamiento muy sui generis, oficios olvidados, reciclaje de lo irreciclable, ausencia de higiene. Pero gente que trabaja y malvive con lo que tiene. Incluso se rebelan contra supuestos proyectos para tirarlo todo y adaptarse a los tiempos actuales.Watts es un infierno al sur de Los Ángeles. Al norte, Hollywood y compañía. En ese barrio la vida no vale nada. Bandas rivales  sortean a cualquiera y le conceden una posibilidad entre 250 de ser asesinado. Dos barrios extremos, dos países, dos mundos que muestran dos realidades demasiado humanas. Entre los dos extremos de la horquilla podríamos colocar al resto del personal. Sí, son exageraciones, pero con antecedentes, consecuencias y todo en un mundo que tiene su parte para que todo funcione así.

Su mercado es el público

El presidente de una poderosa multinacional japonesa de la tecnología decía que el público tiene razón, que sabe lo que quiere, que ellos hacen lo que les piden. Piropos y más frases perfectas para regalarle los oídos a ese copnsumidor atrapado por los fabricantes. El público siempre tiene la razón que le permite la garantía del producto (dos años si se cumple la letra pequeña). Decía el ejecutivo que estaban al servicio de quienes eran devorados por sus inventos, convencidos por su machacona publicidad, deslumbrados por sus fotos en papel satinado, inducidos por dependientes vendidos a la mejor comisión del fabricante, eclipsados por el valor de la imitación de quien se creía superior.

Disculpas, señor presidente. Usted eso no lo decía. Me convencía de lo bueno que es que usted piense por mí y me descubra lo que necesito. Y yo, ingrato, se lo pago con esto. Si, al fin y al cabo, soy uno más del público de su mercado

Los Reyes de las basuras

Paseábamos por una calle que desembocaba en otra por la que pasaba una de tantas cabalgatas de eso que se llaman Los Reyes Magos. Mucha expectación, la infancia engañada una vez más era protagonista de este circo anual en el que entre todos mentimos. Y llegaron.

El desfile estaba patrocinado. Por muchos sitios colgaban los logotipos de patrocinadores variopintos: inmobiliarias, empresa de juegos, distribuidoras. La máscara de los Reyes estaba sostenida por secuaces de la especualación del momento, con posibles conexiones con los patrocinadores. Tiraban caramelos como si fueran dádivas con las que endulzaban la saliva del público hipotecado por ellos mismos, o les habían sacado sus dineros con esos juguetes made in china que días antes les compraron, o les facilitaban el líquido elemento de cada día con un histórico mal gusto.

Ellos allá arriba, tan caritativos e ilusionantes. Después, las ilusiones cumplidas y, más tarde, los cubos de la basura lleno de restos. Tranquilos, pronto los volveremos a llenar con las rebajas. Mañana.

Roma: una tentación sin pecado

 Desde el primer piso de la estación ferroviaria romana de Termini se puede observar una multitud de personas que  se mueven sin cesar hacia su destino (o, por lo menos, hacia alguna dirección). Desde la plaza del Vaticano, un voluminoso gentío observa el centro religioso cristiano, entra o sale del Vaticano o, simplemente, contempla el lugar testigo de tantos acontecimientos tan importantes para la historia de la humanidad. Un país en otro país, un enorme gentío que se traslada de un lugar a otro, donde las creencias religiosas parecen convivir, como un símbolo más de lo que debería ocurrir en todos los lugares. Desde los restos arqueológicos de los diferentes foros romanos, en pleno centro histórico de Roma, también una gran multitud revive pasados acontecimientos, tantos cambios provocados por esos pueblos que por aquí han pasado. Al pie de las ruinas dejadas por Trajano, Augusto, César y tantos más, el turismo de masas pasea sus conocimientos históricos como si de un viaje en el tiempo se tratara en una ciudad que es la suma de tantas glorias, derrotas, asesinatos, barbaridades humanas y glorificaciones espirituales. Desde las salas de los dos aeropuertos también se deduce que, después del aterrizaje, la gente se lanzará a descubrir los tópicos anunciados en la propaganda turística y vivirá esas aventuras o anécdotas que suscita cualquier viaje y que son la base para poner una nota diferencial a la hora de contarlo.

Son cuatro lugares entre otros muchos en los que el  cruce de públicos diversos en la actual Roma simbolizan  historias pasadas en una ciudad plagada de pueblos y culturas, de piedras sueltas, de monumentos que se asientan sobre otros anteriores y de esos lenguajes y símbolos explícitos u ocultos que ayudan a interpretar y entender a esta urbe. Una ciudad muy distinta a aquella original asentada en la zona delimitada por el Capitolio, Quirinal, Viminal, Esquilino, Celio, Aventino y Palatino. Las siete legendarias colinas que acogieron a tantos Rómulos y Remos amamantados por una realidad que debían construir.

La Roma eterna se presenta a cada turista como una ciudad mediterránea que ofrece lo que tiene, llena de personas acostumbradas a convivir con visitantes de todas las partes del mundo. Visitas continuas que confieren muchas mentalidades al centro de la ciudad, volcado al turismo como fuente continua de ingresos y de pensamientos, o de formas de entender la vida, abierto a guiar a paseantes desorientados, sea cual sea su origen o lengua de uso.

Roma se te ofrece en los tres estados de la materia y es una ciudad capaz de complacer cualquier objetivo que te propongas, aunque sólo sea mental. Hace tantos siglos que se fundó, ha acumulado tantos estados de ánimo que te puede mostrar siempre ese rincón  que tu imaginación se había formado previamente, hacer realidad la más almibarada versión del mejor folleto turístico. Incluso hasta te puede hacer creer que aquellos dos niños y la loba  simbolizan a tantos visitantes que alimentan sus ansias viajeras en este lugar.

La tentación de la Roma sólida está formada por esos edificios que aparecen en cualquier esquina. Iglesias conocidas y muy visitadas como, por supuesto,  el entorno del Vaticano;  Santa Maria Maggiore, con esa leyenda de la nieve en agosto; San Pietro in Vincoli y su Moisés de Miguel Ángel; la de Santa Maria in  Trastevere; las diferentes capas de la magnífica iglesia de San Clemente, excelente iglesia descubierta al turismo en las excavaciones del subsuelo; la cripta Balbi. También la solidez romana, cómo no, se ve en tantos restos de aquellos romanos que construyeron, destruyeron, hicieron de nuevo y, ahora, reconstruyen o limpian tantos edificios, en muchas ocasiones aprovechados por pueblos posteriores. Piedras recicladas para muchas construcciones, columnas paganas que acabaron en iglesias o casas particulares, obeliscos traídos de lejanas tierras coronados por santos en vez de por sus titulares, estatuas, anfiteatros, esculturas en  posturas diversas, plazas y más plazas en las que a un antiguo mercado se le asoma, altivo, cualquier ostentoso edificio oficial. Tanta y tan sólida arquitectura, aunque haya alguna en tierra, en lista de espera para su restauración o a punto de caer. La admiración para los responsables de conservación de edificios en una ciudad donde, si encima del suelo es visible tal cantidad, en el subsuelo las capas aún no descubiertas deben reservarse para asombros posteriores. Pero la solidez romana es visible también en otras manifestaciones más mundanas que cualquier persona viajera puede necesitar. Tantas piedras colocadas allí permiten también sólidos placeres con otras bases muy gustosas. Por ejemplo, las diversas formas que le dan a la harina hasta convertirla en pastas de diversas formas, bases de pizzas que luego se llenarán de variados ingredientes, y otras comidas que atienden también las necesidades de tantas nacionalidades que son las que confirman la eternidad de esta ciudad. Roma también es líquida. Una tentación muy placentera que se acrecienta en esos veranos mediterráneos en que el calor obliga a buscar alivio en bebidas diversas. La frescura de las esculturas que degluten agua invita a mojarse por dentro. Y Roma cuida los detalles acuáticos con el regalo de mucha agua fresca en multitud de fuentes que esperan en cualquier esquina, sencillos ingenios curvados en forma de nariz con un agujero para que el agua se convierta en una muy funcional forma de beber. O esas compañeras de los viajes ciudadanos, las botellas de agua envasada. Agua y vino. Además de usarse para las ceremonias religiosas, Italia brinda con buenos vinos blancos y tintos, refrescos y aperitivos originales que sirven para homenajear al dios Baco mientras sus efluvios te conceden el bienestar buscado. Agua, vino y café. La merecida fama de este brebaje adquiere en Italia los límites de la perfección. Más concentrado al estilo italiano, espresso, más largo al gusto americano, capuccinos, caffelatte,  en forma de granizado, todos confirman el poder estimulante de una fama ganada a cada sorbo. Agua, café y  los helados. Cómo no probar tantos gustos y tan bien elaborados. Ese placer que se derrite mientras te pone en contacto con originales y creativos sabores. En cualquier lado los conos y tarrinas te acercan a nuevas sensaciones y agradables combinaciones sugeridas por dicharacheros dependientes, que simbolizan esa forma de saber hacer y saber estar propia de la gente romana.  Claro que, hablando de vacaciones estivales y del calor, el asfalto adquiere casi también un estado líquido en algunas horas del día. Pasos de cebra desdibujados o no repintados, el tráfico que parece obedecer a unas normas muy particulares,  el movimiento continuo en un flujo rápido de peatones y vehículos. Es una forma de funcionar distinta, mediterránea, cercana a tantos países que conforman la llamada por los antiguos “La bañera de Ulises”. Roma en estado gaseoso, la tentación de introducirse en una atmósfera caliente, en los olores que ofrece una gran ciudad, mezcla de los habituales fluidos corporales en época de calor, de los más selectos perfumes, de la humedad de los subterráneos de algunos edificios, de ambientadores universales en recintos cerrados, del incienso de algunas iglesias y de aromas de las más variadas comidas de locales típicos romanos y  de otras nacionalidades. Roma es un híbrido de culturas pasadas y actuales en la que predomina la influencia de la religión, el poder de tantos Papas como si fueran sucesores de imperios pasados. Infinidad de iglesias, imágenes religiosas por doquier junto a otras paganas. El turismo admira y retrata las huellas del poder civil y eclesiástico aunque, bien mirado, la sociedad civil romana parece haberse adaptado  a todas las tendencias y, siempre, abierta a acoger a sus visitantes. Y, como gran consuelo aéreo estival, el aire acondicionado.Las tentaciones conviven con las proclamas religiosas, aquella dolce vita debe ser tan real como las sofisticadas marcas de Via de Condotti y otros aledaños de la Plaza de España, o tantos uniformes religiosos que se ven, o toda clase de policías de una capital de Estado (con otro incluido dentro), y personas sin techo que piden por las calles. Los contrastes existen, como en cualquier lado.Los diferentes planos de Roma parecen diferentes estratos de una imaginaria pirámide que se pierde en tiempos remotos. El subsuelo, no hace falta decirlo, debe estar tan escondido que será difícil llegar al primero que dejó aquí sus huellas. Debajo de la actual ciudad deben entreverse capas y más capas de otras formas de entender la vida. Fosos, cementerios, catacumbas que, si se nos dejan mostrar, es por su resistencia a las barbaridades posteriores o por quedar cubiertos por la tierra protectora. De eso saben mucho tantos emperadores, Papas, monjes, mártires e invasores que por aquí pasaron. Difícil tarea la de una ciudad que no es capaz de mostrar todas sus entrañas por exceso de materia prima. El suelo romano concentra aquellos tres estados de la materia y rutas, paseos, propuestas de todo tipo y a gusto de cada bolsillo. Un paseo por el corazón de Roma. Un paseo entre romanos, judíos y cristianos. Un paseo entre Papas y príncipes. Un paseo por los misterios medievales y los tesoros del Renacimiento. Un paseo por el Trastevere y por la isola Tiberina. Un paseo por cafés, por parques, por las calles de moda y de la moda, por la noche romana. ¿Más paseos, más ideas? ¡Adelante!Qué decir de las gentes que cualquier viajero puede contemplar en Roma. Tú te sientes en medio de un público diverso, en continuo movimiento. Se mueve la población nativa en una ciudad rápida, llena de esa prisa que a veces  da la sensación de rozar un caos controlado por hábitos parecidos y por ese sexto sentido de la rutina costumbrista. Las motos son uno de los símbolos de esta urbe. Abundan y conviven con automovilistas y peatones. La telefonía móvil sorprende por su enorme penetración. ¿Qué se dirán todo el tiempo? Cualquier momento es bueno para mostrar el último diseño (italiano o no) y para comunicarse con esa cadencia sonora, tan pegadiza y atractiva. El tono de las conversaciones parece desconocer cualquier exceso sonoro señal de enfado.   Tampoco para el turismo, ávido de verlo todo en el tiempo asignado, con mapas y otros artilugios digitales. Es uno de los grandes motores de la ciudad. Gentes muy diversas caben aquí, también mucha población flotante que no está aquí sólo por sus encantos sino para sobrevivir. Todos forman una mezcla de vestidos, comidas, olores y aspectos que simbolizan el mestizaje que se impone. Hábitos, uniformes, ropa de marca, culto al cuerpo, amor por el diseño y cuidado del detalle, el encanto de las formas y de la estética conviven con personas sin techo, con etnias diversas y con la forma de ser de cada uno. Son algunos atractivos de un entorno del que uno se marcha con la intención de volver. Y no es un eufemismo al uso ni hace falta ninguna genialidad publicitaria para convencernos. Otros han pasado por aquí desde hace tantos años que algo habrán dejado. Pero no nos llevaremos nada en nuestro camino de vuelta a casa. Porque...volveremos. Tal como proclamaba el eslogan de una valla publicitaria de una calle romana: “Una tentación sin pecado”. No, no era un mensaje religioso ni turístico. Era comercial o,  quizá, transmitía esa emoción subliminal que provoca la vuelta a esta ciudad. Ciao, Roma.

Comprender los problemas de la gente

Tu admirada Madonna, a la que consideras una de las mujeres más inteligentes del mercado mediático, dijo no hace mucho que los problemas del mundo vienen de la cultura. Estamos de acuerdo los tres. De la cultura, de las culturas y, lo peor, de la falta de la mínima cultura e interés por adquirirla. En tu facultad universitaria tratáis cada día con información, con mucha información. El exceso debe colapsaros la capacidad de producir algo que se pueda digerir, o que quien menos entienda sea capaz de quedarse con la esencia del titular. También os preparáis para ofrecer al gran público esa cultura de la que habla la cantante, actriz y persona (por encima de su personaje). Las ciencias de la información deben estar saturadas. Pues imagínate los mortales que usan sus facultades para enterarse de lo que pasa. Al final, esa meta que consiste en saber para comprender los problemas de la gente es difícil de sobrepasar. O, si me apuras, aún se puede rizar más el rizo si especificas la anterior declaración de intenciones con un matiz: cómo comprender los problemas de la gente. Puede que con cultura, con ganas, con humanidad…vete tú a saber con qué. En el fondo, las incógnitas se acumulan a medida que castigamos las neuronas con una vuelta de tuerca más. Cultura, problemas, información, público. En sentido real o figurado, no nos queda más remedio que suscribir esa gran pregunta que se hace el actual premio Nobel de literatura, el turco Orhan Pamuk: “¿Para quién escribo?”

 

Ladrillos que echan chispas

El panorama que ves  aparece ante tus sentidos como una jauría de hienas disfrazada de mansos corderos. Fíjate la importancia que tiene el gasto eléctrico tuyo ahora mismo. Tantas sumas muy bien especuladas dan lugar a estos simulacros de luchas por tener a buen recaudo a los millones de clientes de esta energía.El otro día te quejabas de las censuras que aquí y en Berlín hay por motivos teatreros. Ya lo estudiarás en tu facultad de Comunicación: a veces la libertad le provoca a algunos ganas de censurar. Parecen de otros tiempos.Me imagino que en esto de las chispas no te creerás la transparencia y el juego limpio del mundo del dinero. Los pizarros, florentinos pérez, sánchez galán, fernando martín o, en su defecto, accionas, acs, endesas, gas natural y eons nos filtran sus manipulaciones, nos tranquilizan y encima hablamos de ellos, con lo que aún son más notorios. Encima de su corbata poseen un poderoso centro maquinador. Tan fuerte que los Estados o gobiernos no pueden con ellos. Apelan a la globalización de sus bolsillos que nos estrujan los nuestros. Tanto da que sean de aquí como de allá. El poder económico manda. Por debajo de tanta letra y saliva se sumergen  feroces aves que se dentellean sin que la sangre emerja. Tono cordial que provoca sobrevaloraciones de las acciones. Ladran mientras nos revalorizamos. Es la globalización también del ladrillo. Te has fijado muy bien. Detrás de la guerrilla de las opas del chispazo, quienes encienden la mecha son los auspiciadores de esas hipotecas que encarcelan casi de por vida a la juventud. Ellos, sí. Con tanto dinero líquido o en papeles de 500 euros, acaparados y guardados no debajo de ningún ladrillo, necesitan darle alegría y jugar a dominar ese gran sector estratégico que es el de la electricidad. Deben chisporrotear entre ellos por los títulos de acciones. Pero tus cuatro paredes seguirán teniendo luz. No te dejarán a oscuras para que veas la hipoteca que te aprisiona, mientras te alumbran con el fruto de unas ganancias que sigues alimentándoselas.No nos queda más remedio si queremos ver el futuro. Alumbrarnos con esas acciones que tanta luz dan.  

Lindo (s) Rubianes

Como nueva y recién estrenada estudiante de Ciencias de la Comunicación, tus biorritmos ya se empiezan a alterar. No veas el futuro que te espera. No obstante, te haré caso. Esta vez transcribiré tus palabras en favor de la libertad de expresión. Y, en honor a esa libertad que cada vez más te circula por las venas y te corroe tus adentros, tus palabras en catalán quedarán reflejadas en esta lengua, tan válida como las demás, ni más ni menos:“No hi ha dret que la llibertat d’expressió s’interpreti segons els interessos personals del polítics i dels mitjans de comunicació, els quals manipulen l’opinió pública que es deixa manipular. L’actor Pepe Rubianes va ser censurat a Madrid en un teatre públic. Des d’aquí, Catalunya, tothom semblava que era Rubianes quan aquí, fa temps el criticaven per fer espectacles en castellà. Ara, aquí a Barcelona, l’escriptora Elvira Lindo, l’han volgut censurar per parlar en castellà en el seu discurs d’obertura de les festes de la Mercè. I mira que ha hagut persones anteriors que l’han fet en castellà. I no parlem de polèmiques suscitades aquí i allà per temes no tan importants com ens fan pensar. És una vergonya la manipulació, els atacas a la llibertat i a les llengües, siguin les que siguin. Darrera, després, vindrà el racisme, la discriminació, la sang blava dels que creuen que són d’una raça superior pel seu carnet d’identitat. I tota la colecció de “gansadas” que escoltarem en campanyes electorals, dites pels que creuen saber més que la realitat de la gent del carrer. Aquesta predica amb l’exemple que aquells no donen. “(Disculpas a quienes no entiendan el catalán. Intentadlo, es fácil, es una lengua derivada del latín, se parece al castellano. Seguro que la entendéis bien. Será una prueba más de respeto y convivencia).

 

Matagalls - Montserrat: tú y tus circunstancias

  La clásica de las clásicas de las travesías largas en Cataluña tiene nombre de dos montañas, dos atalayas que ofrecen perspectivas de varias comarcas y también de muchos esfuerzos. Has oído hablar de la hazaña de un cura que, al parecer, recorrió esta distancia hace ya unos años. También conoces que la tradición senderista, montañera y de aire libre aquí fue un buen refugio para cultivar semillas nacionalistas, independistas o de valores patrios. Actualmente, aún hay público que sigue con esta llama y con aquellos objetivos que, aunque con las trabas propias de cada situación política, esperan verlos factibles algún día. No se dan por rendidos aunque a veces sólo les quede el consuelo de las fronteras mentales, las banderas y demás parafernalia al uso. Sin embargo, hoy una de las banderas para muchas personas es el deporte, el tiempo libre, el contacto con la naturaleza y la superación de esas barreras que tú te impones para dejar constancia de que eres capaz de remontar un objetivo más. Si no te lo crees, observa atentamente, escucha y extrae conclusiones. Ya sé que lo haces y que sigues programas de aventura, que Internet te incita a apuntarte a ese penúltimo recorrido que acaban de inventar y que significa un reto más, que tantas revistas bautizadas como de “outdoor” o tiempo libre le hacen un guiño a tu moral: ¿podré yo hacerlo también?.Inviertes tu tiempo libre en objetivos aparentemente inútiles. Buscas la complicidad de tus amistades que sospechas son fáciles de convencer, diseñas uno o varios planes de entrenamiento, sales corriendo del trabajo para preparar tu cuerpo. Ya entras al  gimnasio con estrés, series, estiramientos, deportes varios, rutas por el bosque, natación. La ilusión de saber que lograrlo depende de ti y de tus circunstancias. Y haces lo que puedes para que éstas no te jueguen una mala pasada. Aunque de sobra sabes que, al final, los planes son unos y la realidad, otra. Pero tu mente está en ello y segrega esas hormonas básicas para que no decaiga la planificación prevista. Eres consciente de que, para estas travesías y para cualquier otra actividad de resistencia, tu cerebro te puede conducir hacia el objetivo final o bien traicionar o, incluso,  ser la pieza básica para una retirada a tiempo. Que, a menudo, puede convertirse en una victoria.  Y ahí viene la duda en momentos de crisis que, sin ser negativos, también hay que tener previstos. Igual pasa con la vestimenta adecuada y el manual de consejos al uso. Fíjate en el gran negocio que ahora se mueve en torno a este mundo cuya público objetivo es el urbanita con ganas de salir de su realidad y volver a ella con resultados positivos fruto de su participación en tantas convocatorias de senderismo, kilómetros verticales, travesías, carreras de montaña o salidas más populares durante los fines de semana. Si te dejas llevar por lo último del mercado, necesitas varios armarios para guardar tanto como hay. El marketing y la investigación no paran aunque todos estos productos deberían tener más en cuenta las opiniones que se oyen en las esperas de las salidas. Las personas practicantes son quienes más han contrastado la validez o no de esos productos en la práctica diaria. Aprendes más con los consejos de quien está al lado que con los test de productos que se publican,  sospechosos de esconder promociones encubiertas. Introdúcete en un gran grupo, escucha y pregunta. Aprenderás. Después, colabora con tu experiencia a que los demás se beneficien de tus enseñanzas. Bien, pues dejemos ya las situaciones generales y vayamos a las particularidades de la clásica de las clásicas, la XXVII edición de la Matagalls – Montserrat. 

  Planteamientos veraniegos 

La continua propaganda veraniega y el espíritu de vacaciones obligatorias (y a ser posible a lugares exóticos y lejanos), a veces traslada a segundo plano ese compromiso casi anual con la Matagalls. Suerte que hay veces en que en junio ya recibes el aviso de que la tengas en cuenta. Bueno, la  dejas para la vuelta. O, en el mejor de los casos, la dejas en cartera por si en los ratos libres estivales buscas momentos para hacer algo más que estirar las piernas.¿Enemigos de la Matagalls? Los habituales en épocas veraniegas: las bebidas, el buen yantar, el musculoso abdomen cervecero y la placidez del mínimo esfuerzo, bien ganado después de tantos nervios acumulados. ¿Eres capaz de renunciar a tales placeres? Quizá no valga la pena. ¿Qué sería de la vida sin ellos? No, no mencionaremos los otros. Hasta te atreves a dar cortos paseos, a nadar, a progresar en la velocidad. Calor, viajes, sudor. Ya está la solución: salir a primera hora de la  mañana a entrenar.  Buena idea si no te la echara abajo la salida nocturna de horas antes. Porque, por la mañana y de vacaciones cuesta levantarse pronto. Pasan los días y te encuentras de nuevo con aquella lista de temas pendientes. Si has sido capaz de apuntar esta salida y de ponerla como prioritaria a la vuelta, ya estás perdido. 

 Vuelves y continúa siendo verano 

El nuevo año cada vez empieza más en septiembre que no en el primer día de enero. Por tanto ahí, a la vuelta de la esquina, ya se asoma ella. Pero, ¿y este nuevo año? Dudas, o no. Al final, si has probado este tipo de marchas, es fácil de cambiar esa pregunta por otra: ¿y este año por qué no? Decidido. Aquí está la disculpa para recuperar la forma perdida y la vuelta a llenar las pilas de la ilusión por lo efímero. Sí, aún sigue siendo verano y ya estás en ello. Diseñas planes de mantenimiento, de ir un poco más allá cada día, te juntas con alguien más y para vosotros aquel concepto del verano ya ha derivado en este nuevo de preparación de la Matagalls –Montserrat. Por si fuera poco, vives en una ciudad con barrios desde donde se ve Montserrat. Tú, en Terrassa, ves esta mágica montaña cada día. Hasta cuando friegas los platos tu ventana está encarada hacia allá. Has hecho acopio en tu mente de tantas imágenes inolvidables. Esos matices de las puestas o salidas de sol, de esa niebla que asciende desde Vacarisses y dibuja o difumina los perfiles tan conocidos, de días apagados de luz en los que resaltan en lontananza los escasos rayos de sol que la tiñen de tantos matices de colores. Vas porque está ahí, porque cualquier salida con final en Montserrat es diferente. Y lo dices tú, que pretendes no mezclar lo religioso ni los significados de identidad con el poder mágico de un perfil único.  

Como para defraudarlos 

También te aportan energía esas personas que te metieron en este mundillo del deporte rápido por la montaña o por el llano. A veces piensas en voz alta y recuerdas tantas personas anónimas, tantos grupos excursionistas, tantos policías, protección civil, ambulancias, clubs de todo tipo que, por un módico precio de inscripción, se esfuerzan en organizarlo todo para que tú disfrutes. A esas personas las defraudarías si no te apuntas. Sí, reciben críticas en ocasiones, nadie es perfecto, tú también les has criticado pero, al final, en frío, siempre les agradeces su anónima labor para que  esto funcione. Y es mucha la gente que colabora en estas “empresas” sin ánimo de lucro. Bueno, más que empresas parecen ONGs.  Cataluña es un gran ejemplo: tantas marchas de la copa catalana, rallys, salidas populares y gente o grupos que nunca aparecerán en ningún programa de salidas. La mayoría de domingos y muchos sábados son testigos del movimiento matinal de mochilas, ropa técnica, bocadillos, bebidas e ilusión en acabar la semana no refugiado en un sofá junto al mando a distancia, sino en contacto tú con tus fuerzas en medio de la naturaleza.  Un ejemplo, para que veas, ese grupo que tú conoces y en el que estás, www.grmania.com  Hay tantos grupos que te los resumo en éste. Pero no olvides que el Club Excursionista de Gràcia es el impulsor de la clásica de las clásicas. Este año tampoco les vas a defraudar. Sólo agradecer su ilusión y esfuerzos para que llenes tu mente con las sensaciones del recorrido y recibas a cambio, además de su continua ayuda, una camiseta antes de salir y un obsequio al terminar. ¿Qué más les puedes pedir?  

Ahora va en serio 

Ya sí, gimnasio, marchas largas, carreras, renuncias gastronómicas. Pasta cada día. Nada de alcohol. Tentaciones nuevas: hablas con quienes han probado suplementos dietéticos, hierbas, preparados que responden a cierta ayuda mental que aseguran revertirá en tu físico. ¿Será ético tomar estas sustancias? No son raras, las venden en cualquier sitio, no hay investigaciones tipo Operación Puerto detrás que te puedan perseguir. Suplementos vitamínicos, reforzantes de cartílagos, glucosas y similares, apósitos diversos, masajes, estiramientos varios. Y, sobre todo, vaselina. No te rías ni pienses en otras cosas, es indispensable. Todo para que tú puedas mejorar tus circunstancias. A ver quién no tiene una bolsita en casa con esa poción mágica personal que te fortalece en momentos de duda. Tan en serio va que te preparas también en las distancias largas. Empiezas con tu simulación del esfuerzo cada vez un poco más allá. Programas salidas algunos sábados de madrugada para volver a la hora de comer con más de cincuenta kilómetros en tu hoja de servicios. Recibes el amanecer con los ladridos de perros de las urbanizaciones, coches aparcados bajo la luz de la luna con mucho placer dentro mientras tú no vienes de fiesta sino que vas de trabajo. En vez de alcohol, agua; la resaca son las ojeras por no haber dormido lo suficiente, el desayuno en la cama es el bocadillo y las sábanas son poco más que la camiseta, el pantalón corto y el chubasquero por si llueve. Tiras millas, sigues y no te cruzas con casi nadie. Y te vuelves a hacer de nuevo tu vieja pregunta: para qué reivindicar tanto marcar senderos, turismo ecológico y vida sana si casi nunca te cruzas con nadie caminando. Menos mal el éxito de las bicicletas de montaña. Saludos, compañeros. No, con quienes tienes malas experiencias es con algunos conductores de quads o de motos todo terreno. Hay de todo pero algunos  te obligan a salirte del camino debido a su prepotencia. A pesar de todo, sigues y crees que ahora te toca esto. En otros momentos también disfrutas con lo que ahora renuncias. Tenlo en cuenta. No todo va a ser sacrificio y sufrimiento. Siguiente paso: papeles.  

La inscripción, un paso más 

Un formulismo necesario. A dónde vas hoy día sin papeles. Supones que, visto lo visto, a muchos sitios pero no a la Matagalls- Montserrat. Bueno, también hay quien usa otras estrategias. Para ser más auténtico todo, quieres inscribirte en el lugar de autos. Aprovechas llenar la tarde con otros asuntos y, uno de ellos, es ir a la sede del Club Excursionista de Gràcia. Todo un viaje. Sales del tren y parece como si fueran los primeros kilómetros desde Collformic. Apretujones, sudores, prisas. Colas como para reservar hora de salida el día de la partida o para los avituallamientos masificados. Llegas con tus ocho encargos de inscripción al Passatge Mulet, una corta calle en donde se encuentran las mentes pensantes que organizan la clásica. Una hora antes de la apertura de las inscripciones ya hay gente. ¿Tema de conversación? Fácil suposición, monotemático. Todos participan contando sus experiencias, la sonrisa de quienes cantan llegadas y ese conocimiento que le facilitas a quien está a tu lado por si les sirve para algo. Tus circunstancias se enriquecen con las de los demás. O, lo que en términos modernos de Management, hoy se llamaría Gestión del Conocimiento de la Matagalls-Montserrat. En estos momentos disfrutas desde la quietud de un viejo sofá: se te agolpan recuerdos, los comparas con lo que escuchas, animas a indecisos y casi nunca sacas a relucir algún abandono o esos momentos nocturnos en que, en medio del bosque y al amparo de las estrellas,  te haces las estereotipadas preguntas al uso: ¿qué hago yo aquí a estas horas con lo bien que estaría en otro sitio? ¿Quién me habría mandado repetir un año más? No, de eso no se habla mientras pides inscripciones, observas esa camiseta roja con los nombres por donde pasarás y tu gran preocupación del momento es acertar con las tallas de los ausentes. Con toda la carga burocrática y de vestimenta vuelves al punto de partida. La suerte está echada.  

Preparados, listos... 

El día de la fecha acuérdate que vino precedido por tormentas continuas y un tiempo inestable. Cada día pendiente del tiempo en la televisión, con Internet a tope para descubrir si en algún sitio había alguna predicción que coincidiera con tus intereses. Nubes y claros y chubascos dispersos. El tópico. Pero esta vez se cumplió. Por la mañana, a la hora de salir desde Terrassa, el cielo te despidió con una ligera lluvia. Buenos principios, pensaste. No pasa nada. Adelante. Será una nube pasajera. Así animaste a quienes también creían que se hace camino al andar. Dirección Vic, salida Seva, carretera de Collformic. 1143 metros de altura. Mossos d’esquadra. Carretera con cinta indicadora de que si aparcabas empezabas la Matagalls ganando un disgusto y perdiendo puntos y dinero. Y atisbo de la primera cola. A eso ibas. O sea, a hacer poca cola para librarte de lo que estaba por venir. Ya a las 11,15 horas había lista de espera. Y también esa invitación en rojo: “Gaudeix” (Disfruta). Te lo sugería la Coca Cola, ¿quién sino? Además, te invitaba a beber. Tú y tu compañía respetaste el orden mientras, un poco más allá, te sorprendió una persona a la que saludaste. Un hombre de tierras gironinas con el que coincidiste en una salida anterior en la Selva del Camp. Más de 65 años a sus espaldas y una hoja de servicios intachable: cinco Maratón de los Sables (lo de maratón es un corto eufemismo), aventuras en marchas por Jordania, multitud de salidas de todo tipo y su siguiente proyecto, después del de hoy: una gran escapada por Mali, andando, por supuesto. Lo mirabas con sana envidia y admiración. El rastro de tanto esfuerzo se dejaba notar en su musculatura, en nada de ropas de colorines chillones, sólo unas zapatillas desgastadas más por el abuso que por el uso. Por lo demás, el paisaje humano era variopinto con tendencia a la paulatina aglomeración, sólo despejada cuando la asignación de horas colocó a cada uno bajo las órdenes del reloj oficial. Gente, mucha gente. 2695 personas parece ser que pasaron por el punto de salida. Y salieron, claro. La hora de la comida campestre, ya sabes, pasta de todo tipo, hidratos de carbono para dar y tomar, bebidas energéticas, zumos, frutas y reposo mientras el cielo plomizo te refrigeraba con gotas intermitentes de agua. Malos augurios para empezar. En estos  momentos, si hay que descubrir la parte del cuerpo más mimada, sin duda la incógnita es fácil de resolver. Los pies aquí viste que eran tratados a cuerpo de rey: manoseados, masajeados, aseados, untados con pociones diversas, protegidos y casi momificados con protecciones varias. Capas de tiritas, vaselina, parches de última generación, calcetines anti no se sabe cuántas cosas, polvos mágicos, ungüentos que te transmitían cierta seguridad en el andar. Después, ajustes de mochilas, pruebas anatómicas, comprobación del más mínimo atisbo de rozadura, milimétrica colocación de cada recurso y, con todo esto, ya puedes decir que ahora sí,  la suerte está echada.  

…¡Ya! 

Aquel reloj en el punto de salida con la hora oficial te daba el testigo de que, a partir de este momento, tú eras tú y tus circunstancias. Saliste de los primeros pero, antes que nadie, los veteranos. Un detalle amable hacia quienes no parecía que pertenecieran a ese eufemismo de la tercera edad.  Había que verlos. Aquí sí que eran todos los que estaban. Acumulaban muchas vueltas en el cuentakilómetros imaginario de sus pies. Estaban orgullosos de acudir a la cita, debían pasar mentalmente lista para saber las ausencias, quiénes ya o no podían o el destino les había conducido  por otros caminos  eternos. Parecían formar parte de cierta selección natural, orgullosos ellos y ellas y el resto deseando llegar así  allí cuando pase el tiempo.Los 25 que salían cada minuto transformaron el camino en esa serpiente multicolor que se prolonga sin fin. Mientras, te adelantaban las máquinas humanas, una nueva especie de seres que no llevan casi nada encima, que pasan como un halo a tu lado y que, la mejor forma de verlos es adivinarlos. Veloces, musculosos, fruto de gimnasios y técnicas variadas, se abren paso sólo por su impulso, el cual a veces es más agresivo y chulesco de lo que exige el guión de estas marchas. Tú a lo tuyo. Rapidez, sorteo de charcas, resbalones en el barro, te dejas caer sin caerte, claro. La testosterona te provoca una fuerza explosiva que te impulsa a acabar pronto la bajada hacia Aiguafreda.Una vez allí, ya lo sabes, todo lo que baja te gusta que suba y aquí los toboganes son continuos. Menos mal que los oasis de cada avituallamiento te reconfortan. No haces colas porque vas en el pelotón primero. Controles, avituallamientos, luces a lo lejos, algunas casas de pagès en medio de un cielo en el que quieren despuntar las estrellas siempre que las nubes las dejen. El estiramiento de los grupos dispersa a los participantes y también aísla a quienes ya venían solos o se han quedado así por imperativos de fuerza o de ritmo. Pero no pasa nada. Te pegas a alguien y varias luces iluminan mejor que una. Solidaridad en el camino, búsqueda de las señales verdes y rojas, alguna conversación aunque sea de la especie fática y también algún teléfono móvil que recuerda las modernas señales de la civilización. A medida que la noche se estira, los efectos se dejan sentir. Ves suaves cojeras que evolucionarán a algo más, mentes en blanco que se balancean mientras caminan, andares más desacompasados que horas antes e, incluso, te cruzas con aquellos jóvenes explosivos que debieron gastar todas las reservas de glucógeno en sorprenderte con su aire en los primeros kilómetros. Así es la vida en la Matagalls. Les dices si necesitan algo, les ofreces lo que tienes y les prestas unas palabras de ánimo. Vamos, muchacho que Sant Llorenç Savall está cerca.Después de la enésima bajada, ahí lo tienes. Debes estar contento. Antes el control estaba situado a la puerta del cementerio. No, no era una figura literaria. Los de dentro no debían notar el paisaje humano de los de fuera. Ahora ya lo tienen un poco más lejos. Allí están instaladas carpas, personas que esperan en el punto crítico. Ese espacio en que confirmas o no qué haces tú aquí a estas horas, y más si te han venido a reconfortar con detalles gastronómicos, mantas, agua y sal. La duda ofende pero aquí se da más de lo que debería. Lo lógico, seguir. El té, el caldo, fruta, bocadillos y tu voluntad de acabar te conducen a enfocar el frontal al fondo y de frente. Queda más o menos la mitad pero los kilómetros ya descuentan. Sigues hasta encontrarte con pronunciadas subidas que te conducirán a los donuts de Matadepera (ya sabes, el avituallamiento que este año se encumbró en las alturas, abandonó la parte baja de esta zona de viviendas no obreras y te recibió aquí arriba). No haces ruido para que no se molesten ni los perros ni loss amos de esas torres que ya te gustaría saber cómo se consiguen tener, y no con un sueldo. Bajas para, una vez arriba otra vez, ver ya al fondo el destino final. Las luces de Montserrat te dan fuerzas para llegar, si bien ya conoces la forma: subir, bajar y subir. Otro cementerio, en esta ocasión el de Vacarisses, a cuya entrada te avituallan por última vez hasta que  acabes. Pocas personas se ven por esta zona. A tu lado va aquel joven que llevaba una linterna que funcionaba con una dinamo que tenía que girar a menudo con una manivela. Qué mérito ir así. Otro iba escorado por una ampolla, tú sorprendiste a una gran piedra con tal patada que perderás por segunda vez en un año la uña del dedo gordo del pie izquierdo, tu compañero vomitó varias veces, había gente sentada al lado del camino y otros que se juraron llegar aunque fuera a rastras. Claro que hubo quien, para ser reconfortada y animarla a acabar en Montserrat, le trajeron churros para desayunar y una caravana para hacer cómodamente sus necesidades.  

Y, por último… 

Además del primero que llegó en poco más de ocho horas, esto es parte del rito de la clásica de las clásicas y de otras salidas de este tipo. Ánimo que los perfiles de la montaña están al lado. Una vez situado en su falda, en Monistrol, te sorprendiste a ti mismo con un derroche de fuerzas y gastaste las penúltimas energías que te quedaban (en algún depósito en reserva) en subir hasta el control final en 29 minutos. Para ti y para tus compañeros fue una proeza con la que acabaste, una más, esta institución andante. Una vez ya con el detalle y el agradecimiento al Club Excursionista de Gràcia por los servicios prestados, miraste hacia abajo y deseaste suerte a quienes con ilusión se imaginaban llegar a donde tú estabas. Hubo quienes honraron sus creencias con una visita al recinto sagrado y a la Moreneta.No, lo importante no es el tiempo. El camino, el viaje hacia esa Ítaca es lo que importa. Un año más estás aquí, quién sabe qué pasará el próximo. Viste compensados tus esfuerzos, casi todo salió bien pero también llevabas un plan B por si algo se torcía. Al final, lo que más valoras son los planes, la preparación, las ilusiones.

En caso de que las circunstancias no te hubieran sido favorables o, si lo tuyo es descubrirle  nuevos sabores o matices,  recuerda: el año que viene siempre te quedará de nuevo la Matagalls – Montserrat.      

Fondos benéficos

“¿Que si les llegan muchos fondos benéficos a aquella buena gente? Muchos, a veces excesivos y a veces nada. Pero hay sitios en que nadie los controla. No en todos”.Recuerdo este inicio de la conversación que mantuvimos el otro día. Hablaban en la televisión de que un brillante equipo de fútbol había renunciado a una millonaria oferta por poner determinada publicidad en su camiseta. A cambio, tuvo la genial idea de lucir las letras de una insigne institución internacional de ayuda a la infancia.Se me ocurrió alabar tan gran idea, igual que tantos desprendidos empresarios o gentes importantes que hacen grandes donaciones para beneficiar a muchos o a todos. Investigaciones para curar enfermedades, para conocer procesos, para resolver problemas, para facilitar tecnología o para dar ánimos a tantas personas necesitadas de consuelos físicos y emocionales. No te gustó del todo mi discurso.No te conformas con convencer a ricos, especuladores o multinacionales para que den parte de sus ganancias. Siempre sugieres posibles rentabilidades. No lo niegues. Sin ir más lejos, no  hace mucho sospechabas de ese gran club. Es un golpe de imagen para hacer realidad que es más que un club. Rentabilizará la renuncia económica a tamaña publicidad con un reconocimiento general que atraiga a empresas a su Fundación. Ser el bueno esconde algo. Todos los magnánimos siempre esconden algo, a Hacienda o a quien sea. Dices esto porque has visto otra realidad. En ese país de tus vacaciones africanas te hablaron de jefes enriquecidos con tantas dádivas internacionales. De barcos en que se pudre la ropa que regalamos. De trigo que se lanza al mar o alimenta a los dictadores de turno. De todo lo dado con caridad que se revende al mejor postor.No, no tanta ONG, no tantos fondos privados que no aportan las instituciones internacionales (esa de la camiseta, también), no tantos estímulos navideños a ayudas varias. Más estar con la gente, más repetición de las acciones de muchos misioneros, voluntarios y cooperantes. No puede ser que nos reconfortemos y justifiquemos  nuestras conciencias con estas hazañas tan bondadosas.Tranquila, imagínate que esto no ocurriera. Piensa en cómo estarían sólo con esas cifras de las instituciones burocráticas creadas al uso (ésa, también). Dices que no la viste por ninguna parte. Ahora la conocerás por una camiseta. Aquí quizá se hable más del club que de esa organización. Pero algo es algo.Gestos para opinar, buenas ideas para arreglos varios. La beneficencia no tiene límites.Mientras, las cifras que nos regalan cada vez son menos esperanzadoras. Desconocemos si están maquilladas. Suavemente negativas. Y nos las transmiten así, tal cual. Son los mismos de las siglas de la camiseta. Ánimo que pronto empiezas tus nuevos estudios. Ya hablaremos de ellos. Y  nunca mejor dicho. Ciencias de la Comunicación. Seguiremos comunicándonos. Buena eres tú para no hacerlo. Aunque sea para criticar al equipo de tus amores. Eres contagiosa.     

Café para todos

¿Tomas café?Te lo pregunto porque antes no te gustaba demasiado. Pide uno. Ahora no paras de recordar que este producto era uno de los más importantes cultivos de la zona africana donde estuviste. Casi era un monocultivo. Los agricultores te explicaron todo el proceso de la planta, qué hacían con las bayas verdes hasta que llegaban unas personas compradoras. ¿Sabes qué hay detrás de una taza de café?, me preguntaste con ese espíritu inquisidor de quien sabe más que el escuchante. Yo sabía poco del tema pero tú, más y de forma directa. El campesino vende los frutos a personas que cada año se lo valoran peor. Deben ser intermediarios como aquel prepotente con aire de vaquero del Oeste americano que salía en un anuncio de televisión. De café, por supuesto. Quien compra sigue sometiendo a la miseria al productor, hasta tal punto que optan por abandonar el cultivo si alguien les facilita otras plantas más valoradas.El café dices que es el símbolo de la explotación del sector primario. Una vergüenza que debíamos conocer en el momento de tomar una taza de té. Tuviste una idea: igual que las cajetillas de tabaco tienen grandes letreros que anuncian terribles peligros a quien no les va a hacer caso, en cada taza debía figurar lo que gana el cultivador. Dices que no llega ni a un céntimo de euro. De acuerdo, el resto del precio final va a donde va el valor de la mayoría de productos. Y, encima, el café que se bebe en los bares y similares de este país es malo. Muy malo. Un pésimo producto a precio de timo. Nadie se queja, el único el que lo cultivó. El resto, quien no gana se conforma porque es lo que le ofrecen. Pero no, este brebaje sólo se disimula con azúcar o leche. Así estamos. Tú y yo hablando de café delante de dos tazas de café. Explicas que ya hay ONGs y otras organizaciones que luchan contra el sistema establecido con este producto. Pero en tu poblado africano todo sigue igual. Se quejan pero su consuelo es conformarse. Si les ponen nerviosos los efectos no de esta infusión, tranquilos. Las multinacionales y el mercado de Londres aguantan todo con tal de que el negocio siga- El resto nos imaginamos que nos despertaremos cada día con granos seleccionados de entre los mejores cafés del mundo. Un miserable anuncio.

Botarlos o que voten

Tu viaje estival a África, como ves, da mucho de sí. Ese gran continente no sólo ha sido una excelente coartada para hablar de muchos temas. También lo hemos usado para imaginarnos tantas cosas, la mayoría de las cuales deben ser verdad. Ahora te das más cuenta de lo que te dije en muchas ocasiones. Los medios de comunicación nos dejan desconocer ese continente si no hay cayucos, hambrunas o conflictos de por medio. Recuerdo cómo alucinaste cuando un día te leí informaciones publicadas por una revista de misioneros en África. La revista “Mundo Negro” era. Dejando a un lado el tema religioso y tantas variantes como tiene la combinación religión-ayuda-evangelización, estas personas representan a tantas que efectúan una labor digna de tener en cuenta. Otro día te expliqué temas de esa gran revista en francés, “Jeune Afrique”. Y sacaste la conclusión de que hay mucha gente necesitada también de que se sepa de sus proyectos, de tantas personas con ideas que luchan por cambiar. Recuerda la actual experiencia de mujeres que toman las riendas del poder en varios países. O cómo ellas han sido capaces de pacificar países que han salido de muchas horribles matanzas tribales. Ahora estábamos con el tema de si deberían tener derecho a voto las personas emigrantes de esos países. La que se ha armado y más que vendrá. Ya sabes, los nacionalismos son así. Y si hay elecciones, qué te voy a explicar. Como escribe el periodista José Martí Gómez, aún nos quedan por escuchar muchas gansadas hasta las elecciones. No, esos emigrantes negros y pobres no necesitan votar. Pueden corromper o licuar la sangre cuatribarrada de la presunta raza autóctona. Han de reciclarse, normalizarse, pasar por las normas del país, comulgar con las ruedas de molino del político de turno. Deben tener miedo a que, si votan, no les votan a ellos. Ya sé que estás indignada y que el problema es más complejo de lo que reflejamos aquí. Tu visión de la globalidad luego recuerda a esos otros emigrantes, los que llegan por vía legal, aérea de primera clase o como sea. Los turistas que invierten aquí, que gozan de los lujos de una jubilación bien dorada al sol, que viven en sus urbanizaciones como si fueran islas o embajadas de su país en éste. O esos otros que representan a multinacionales, a cuadros cualificados. Ya sabes, a aquéllos de color, si no fuera que se necesitan para trabajar en lo que no quieren los de aquí, lo mejor sería  botarlos (con B).   

Allí tus anfitriones, aquí huéspedes

 Bueno, es una exageración. Una de esas figuras literarias que estudias. Me refiero a la buena acogida que te dieron los africanos en tu estancia estival. Ni todos te acogieron ni tampoco todos vienen a nuestro país. Ya me entiendes, es una forma de hablar.Puestos a exagerar, me gustaría saber cómo reaccionarías si un día te dicen que un grupo de jóvenes del poblado en que estuviste se monta en un cayuco, llega a una isla canaria y, al cabo de unos días, te enteras de que los han trasladado al barrio antiguo de Barcelona y malviven allí sin nada, y menos sin atisbos de un futuro esperanzador. Como sé que te dejas llevar por tus excelentes sentimientos, me imagino que movilizarías a tu gente para atenderlos lo mejor posible. Pues algo parecido no sólo pasó sino que tendrá que repetirse para buscar soluciones a tantas personas que son acogidas en Canarias. Ellos ahora son nuestros huéspedes. Cómo nos mirarán, qué pensarán ante tanta opulencia y derroche. Tanto para los demás. Una primera ilusión que dicen que tienen. Disponer de un teléfono móvil. Así dan a entender que son alguien. Están disponibles porque tienen un número de referencia. No tanto para gastar en llamadas. Más bien para distribuir el número y esperar a ese tono que les pueda colmar sus esperanzas. De momento tienen hambre y otras necesidades básicas no cubiertas.Tú explicabas la fe africana en llegar a Barcelona. Fíjate lo que hace la distancia. El Barça era sinónimo de ciudad, de cambio, de Europa, de mejora, de trabajo, de dinero, de enviarlo o de esperar que ellos vengan para acá. Barça: una palabra con más significados en su lengua. Aquí, una referencia indiscutible. ¡Visca el Barça i Visca C...! El grito patriótico que cierra discursos públicos hasta de los más extranjeros blaugranas. Representa mucho esta ciudad. Admirable, envidiable, moderna, turística, abierta, etc, etc, etc. Dejémoslo así porque la retahíla de adjetivos que se le aplican sería muy larga. Un ejemplo, dicen. Sin embargo, te asustaste cuando el otro día te leí la opinión del editor Jordi Nadal en el diario EL PAÍS (lunes 21 de agosto). Te la leo de nuevo en voz alta, con la pregunta: “¿Cómo ve Cataluña? Dormida. Y Barcelona es una de las ciudades más apalancadas que conozco. Se debate si será la Helsinki del Mediterráneo, como decía Manuel Castells, y me parece que, si seguimos así, acabará siendo la Santander del Mediterráneo” Supongo que te parecerá duro. Los africanos me imagino que tienen otros temas más básicos en que pensar. La duda está en cómo despertarla. He saquí su respuesta: “Cataluña será emergente si existe permeabilidad social, si ahorra, si no viaja para confirmar sus prejuicios, si aprende del futuro, si toma lo mejor de Asia, si valora el mérito del estudio y piensa más a largo plazo. Menos tertulias, más investigación, más escala social, más exportación, menos turismo y más viaje de prospección. Si no cambiamos los parámetros, esto no va. El futuro me asusta”.Pues si a Jordi Nadal le asusta el futuro, qué dirán nuestros huéspedes africanos. Ellos, símbolos de muchas cosas, quizá sean nuestro mejor futuro. De hecho, tantos de tantos pueblos y lugares ya son un presente indispensable para nuestra calidad de vida. ¿Estamos apalancados?

La información estatal, ¿en manos privadas?

Aprendo muchas cosas de  tu estancia veraniega en África. Ya trataremos aquí largo y tendido de nuestras conversaciones. O de tus monólogos. Tomas la palabra y no paras. No es incontinencia verbal. Son ganas de compartir, de provocar pensamientos en tus escuchantes y, entre todos juntos, alimentar la interpretación de ese gran continente. Decías que este verano hubo explosiones en un oleoducto de un país africano. Este gran tubo parece ser que es la vía de salida del petróleo del interior hacia el puerto desde donde será conducido hacia los países de siempre. Te enteraste de que la gente  agujereaba alguna zona o hacía pequeñas incisiones para “robar” algo de ese líquido. Buena palabra ésta, cuando los usurpadores y expoliadores son los de siempre. Las explosiones que provocaba este sabotaje causaron bastantes muertos. Te preguntabas cómo estas multinacionales consiguen acceder a cualquier rincón donde haya algo de que aprovecharse. La respuesta te la dabas tú misma al poco rato. Eres  muy inteligente y estás mejor informada.  Una joven que promete desde el presente. Corruptelas, comisiones, dinero blanco en negro y a manos de muchas personas de raza negra. Ellas son así. El gran poder son sus tentáculos. Nos dan vida a cambio de nuestros pecunios que alimentan sus cuentas de resultados, parte de las cuales servirán para eliminar posibles barreras en su inacabable camino.En África pasa esto mientras aquí los cerebros de los despachos preparan estrategias muy bien diseñadas. Fíjate en la cantidad de altos cargos de la administración que acaban en empresas privadas. Imagina la cantidad de información reservada, contactos, amistades y favores con que cuentan, todos adquiridos en su época de directivos estatales. No es de su propiedad pero a ver quién se la quita o le borra tantas bases de datos copiadas para posteriores dedicaciones.Ayer, en nuestro país, que no es africano aunque sea muy visitado por las personas que huyen de la falta de futuro de ese continente, un alto diplomático, ex jefe del Centro Nacional de Inteligencia, ex embajador ante la Santa Sede, ex director general de Política Exterior para África y Oriente Medio, se pasó a asesorar a nuestra gran multinacional petrolífera. Dicen que va para allanar el camino de cara a las futuras inversiones de esta gran empresa. ¿Allanar? Cuando te plantees cómo se consiguen cosas difíciles piensa en estos personajes. Piensa en los gabinetes de comunicación. Piensa en las comisiones. Piensa más allá de lo que te dicen. No queda más remedio que hacerlo. No paran de darnos motivos.   

Huellas veraniegas

 ¿Huellas? ¿De qué? ¿Dónde?Gracias por avisarme de tu llegada procedente de África. Fuiste encantada a ese país que representaba uno de tantos sueños juveniles como tienes. Proyectos de ayuda a un continente víctima de nuestros países tan desarrollados. Consumimos África desde hace años. Así la tenemos. Esquilmada. Llena de gente. Extraemos sus riquezas y ellos nos devuelven también a su gente.Seguro que tu viaje te ha dejado muchas huellas. Somos turistas de lujo. Diferentes a las 1.200 personas que han venido a Canarias sólo durante este pasado fin de semana. Ya sabes, su medio de transporte era de muy bajo coste. Menudas huellas que traen cuando son rescatados. Viajes, traslados y descubrimientos de otras realidades desde la nuestra. Éste quizá debe ser uno de los  sentidos de las vacaciones. Aunque cada uno se imagina su tiempo de descanso y lo construye según lo que espera de él. Tú, solidaria. Huellas. De eso se trata al final, de dejarlas, de poseerlas o de modificarlas. Viajar es eso y más. Una memoria inicial que se puede modificar mientras dura el camino y sufre modificaciones al final. Te pasará igual a ti. Lecturas de libros, Internet a tope, clicando muchas veces en esa lista de favoritos, consultas con amistades (y, entre más nativas, mejor), y las continuas miradas a esa atiborrada bolsa con los folletos turísticos que te venden ya casi cualquier rincón en papel couché. Y de presupuestos no hablemos. Son las huellas que llevas, los conocimientos iniciales, mediatizadas por tantas manos, tantas tendencias o tantas visiones como mentalidades de sus autores. Al final, llegaste allí. Ibas muy bien acompañada, con guías que sabes que te atenderían muy bien. Es lo que te mereces. Tus ideas preconcebidas las sometiste al choque con la realidad. Como siempre, tus mejores ojos para ver son el resto de los sentidos. Estuviste pendiente de cualquier manifestación cultural. Después la procesabas, la sometías a una comparación con las huellas que exportabas y llegabas a la conslusión de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Bueno, no siempre era así. Al fin y al cabo, cada viaje es una vivencia que desemboca en interpretaciones y textos tan válidos como los de los demás. Ya sé que entre todos trajisteis varias tarjetas llenas de fotos y vídeos digitales. Antes de aportar vuestro toque de originalidad a la red, pensad que los flikr y youtube que circulan están muy saturados de más de lo mismo o de cada vez más de lo raro, casi creado para la ocasión. Todos somos informantes y ya es muy difícil distinguir la realidad real de la realidad artificial, los golpes de efecto para esos cinco segundos de gloria cuando la lista de lecturas o de visionados no para de crecer. Acuérdate cuando, hace unos meses, me filosofabas sobre el turismo. Eras un torrente de ideas muy bien pensadas. Analizabas esta industria en la que todos caemos. Decías que a veces sólo vamos a pagar más caro por lo más habitual, o a fotografiarnos delante de las mismas fotos que existen en las enciclopedias, o a concedernos un toque de distinción que nos de cierto relieve exótico cuando nuestro grupo de amigos nos contemos nuestras vacaciones, o a salvar el año académico con nuestro toque de originalidad yendo a la otra parte del mundo. Pero no todo quedaba aquí. Tu discurso seguía con la moda de los viajes abanderados por una ONG, por un proyecto solidario, por un campo de trabajo o por cualquier nimiedad que sirva para lavar nuestra conciencia de explotadores de recursos y de personas. Tu cólera se dirigía a tantas personas que viajan gratis a un país  de ese eufemismo llamado Tercer Mundo para hacerse la foto. Unos lápices, unas medicinas, ropa, maquinaria, son la coartada. Después añadías que más vale eso que nada. Sólo que los viajes de tantos desplazados allí valían más que lo que llevaban. Insistías en la poca validez de esta moda solidaria, muy practicada por tantos políticos encargados de concejalías de solidaridad. Sin embargo, tú sucumbiste a la idea y acabas de venir de África y de proyectos parecidos. Dices que pagaste una pequeña parte del viaje. Menos mal. Pasado el tiempo, el tupido velo que todo lo almibara establecerá la línea del recuerdo más acorde con tus creencias, limará o justificará aquello que estuvo fuera del guión previsto y todo tendrá un final. Las fotos, los correos electrónicos de intercambio, la nueva web creada al efecto o el socorrido blog. Las huellas del paso, del paseo, del vuelo, imágenes, sonidos, colores, sabores, emociones y sentimientos. Eso deben ser los restos de cualquier viaje.  Noto que desconectaste amedida que intentabas adentrate en las preocupaciones de esos nativos que tenías enfrente. Les dejarás muchas huellas también, tus sentidos a flor de piel seguro que captan el ambiente. Ellos valorarán tu atrevimiento, quizá se planteen muchas incógnitas sobre estos turistas y su forma de vida. Harán sus comparaciones y, a lo mejor, vosotros que ibais en señal de ayuda puede que les hayáis estimulado a la huida. A dejar muchas huellas en su camino hacia el norte, en cayuco, como polizones, a pie o en la parte trasera de un camión. Se quemó mucho queroseno, gasolina y gasoil para que todos cambiáramos de ambiente en estos días de asueto. La vuelta ya es una realidad. Un buen momento como para valorar esas huellas que llevamos, que dejamos y que trajimos.  Marcas emocionales que asentará el tiempo, aunque estarán sometidas a muchas fluctuaciones, producidas por tantas informaciones y olvidos como nos rodean.