TANTO DEVANEO PARA NADA
TANTO DEVANEO PARA NADA,
ME TRAGA EL SISTEMA Y ME ENGULLE
COMO UNO MÁS DEL MONTÓN...
SE ME OLVIDA RESPIRAR Y VIAJO
POR SU VIENTRE MAL OLIENTE ,,,
ESCUCHO A LO LEJOS TU VOZ
Y RECUERDO QUE NO ES A ESTO
A LO QUE VINE,
NO VINE A VIVIR PRESA DEL JUICIO,
NI DEL ESPEJISMO DEL DINERO,
VINE A SER LIBRE
COMO UN PÁJARO....
Y A DEJARME LLEVAR
POR LA BRISA DEL SUR....
LOS LLOLLES
Amanece y todavía está oscuro, el gallo con su grito urgente nos recuerda que es hora de levantarnos. Me escondo debajo de las sábanas, tratando de retener esos últimos instantes de calor, pero el tiempo transcurre sin piedad, y al cabo de un rato mi padre se acerca con paso cansino a despertarnos, para asistir a la escuela. La mañana es hostil en invierno e inunda el camino de escarcha y nieve en ocasiones. Cuando no llueve a cántaros y quedamos empapados de agua que corre por nuestros rostros de niño. Así es el sur dice mi padre, extremo en sus condiciones atmosféricas, pero generoso en su belleza y exuberancia. Vivimos a orillas del lago Maihue, un lugar maravilloso donde se respira el aroma del bosque, y en el cual aún la mano del hombre no interviene en exceso. Es el mes de marzo del año 60. Que lejanos son estos recuerdos de mi infancia, que lejanos y hermosos. Quien me iba a decir en esa época, que el hombre alteraría de tal forma el equilibrio de la naturaleza, que esas aguas color turquesa arrastrarían desechos regados por los mismos que la tierra parió con tanto dolor.
Recuerdo a mi madre calentándonos la leche para el desayuno con un trozo de tortilla que ella hacía al calor del fogón, aún siento ese aroma exquisito, aunque ella ya no esté conmigo. Engullíamos ese trozo de tortilla , silenciosos, masticando el trozo de sueño que nos faltaba. Nos poníamos las mantas, mitones y gorros que ella misma nos hacía con tanta ternura y partíamos lejos de casa, camino a la escuela. Nuestro camino no era en solitario, nos acompañaba a menudo un concierto de patos silvestres que nadaba en el lago, y uno que otro huairavo a lo lejos.
El TERREMOTO
Un domingo 22 de mayo de 1960 fuimos con mis padres y mis hermanos a la iglesia del lugar. Nos pusimos nuestros mejores atuendos, como correspondía la ocasión. Mi mamá me hizo la trenza maría, y me coloco esas cintas blancas que me compró cuando fue a Futrono. Me veía hermosa como la princesita de papá. Ese día jamás se borraría de mi mente. Nos subimos a la carreta con bueyes, y partimos con destino hacia la iglesia. Recuerdo con la dedicación que mi padre y los lugareños la construyeron, palo por palo cepillando, clavando. Esa reunión en que todos ayudaban, la llamaban minga. Las señoras cocinaban en sus peroles cazuela, hacían papas cocidas con picante y a los niños nos quedaba la mejor parte. Jugar todo el día, hasta quedar exhaustos de tanto disfrutar. Me acuerdo que nos teñíamos con maqui la cara y las manos, y comíamos hasta reventar. Mi papá lo hacía chicha, y la bebían para calmar la sed. De vuelta de la iglesia íbamos con nuestros padres subiendo por un cerro empinado, cuando todo a nuestro alrededor comenzó a moverse de manera sorprendente. Mis padres nos abrazaron con fuerza, y lloramos como nunca lo habíamos hecho, estupefactos ante la escena dantesca que estaba delante de nuestros ojos. La tierra se tragaba con furia todo lo que encontraba a su paso. Era el fin del mundo, y lo único que yo quería era seguir agarrada a las piernas de mi padre. Una ola gigante se llevó de un zarpazo la iglesia y las carretas con bueyes parecían hojas de papel tragados por un gran gigante. De pronto rodamos por el cerro, y ya no vi más nada, sólo hubo un largo silencio. No sé cuanto tiempo ocurrió desde el momento que permanecí tirada en el suelo. Cuando desperté, recuerdo a mi madre besándome la frente. Fue el beso más dulce que me trajo a la trágica realidad. El pequeño villorrio en el cual vivíamos había desaparecido. Lo que no se había llevado el lago, la tierra voraz se lo había tragado. No había nada de pie, los árboles habían sido arrancados de cuajo y flotaban a lo lejos. Cuando pregunté por mi padre y mis hermanos, vi en mi madre una expresión aterradora. Mi mamá mintió diciéndome que estaban todos bien, pero yo sabía que algo grave había ocurrido. La gente deambulaba de un lado a otro esperando encontrar algún indicio de sus seres queridos, pero no había más que muerte y desolación.
Desapareció mucha gente querida, y jamás se encontró rastro alguno. Los LLolles pasó de ser de un lugar maravilloso , a ser un lugar melancólico y casi maldito. Entre los desaparecidos estaba mi padre. Nos temíamos lo peor. Yo lloraba en silencio para que mis hermanos más pequeños no sufrieran, y para no mortificar más a mi madre todavía. Con el rosario en la mano y los ojos perdidos, mi madre repetía una y mil veces el avemaría. Era demasiado para mi, en un momento creí que me iba a volver loca, mi vida sin mi padre me parecía vacía. Lo amaba demasiado. Pensé que hubiese sido mejor haber partido con él. Recordé esa tarde de verano cuando salimos de paseo en un bote hacia un lugar llamado Hueinahue. Mi papá iba remando cantando unas tonadas que tanto le gustaban, y mi mamá iba sentada con mis dos hermanos detrás de él. Yo iba delante de él, dirigiendo la nave para llegar a buen puerto. Como en los cuentos de pirata que él me contaba, yo me sentía la heroína, atravesando los mares para dar con los piratas que nos habían robado el tesoro. Porque no le dije nunca que el era mi tesoro, lo más grande que yo nunca había tenido. Ese día me sentí la niña más feliz del mundo, no me faltaba nada, tenía amor de sobra.
LA BÚSQUEDA
Perdí mi norte en forma absoluta. Allegados donde unos conocidos que no quedaron tan afectados como nosotros, estábamos con mi madre y mis hermanos. La abracé con fuerza y desahogué mi corazón colapsado con tanta angustia. Mis hermanos se unieron al unísono y caímos desesperados en una lacerante angustia que nos rompía los huesos. Estábamos ahogados de dolor, porque ya habían pasado muchas horas y no se encontraban ni rastros de mi papá. Fue en ese momento que entró un hombre de barba blanca y bigote que nunca había visto a la habitación y dijo que había encontrado a un hombre en la quebrada, que estaba muy mal herido, pero que estaba vivo. Buscaba ayuda para traerlo. Se me iluminaron los ojos y sentí que ese hombre era un ángel, y que ese hombre mal herido era mi papá. Partieron los hombres en la carreta con bueyes, abrigados con sus mantas tras la huella del ermitaño. También fue la señora Emita que sabía mucho de sanación con sus yerbas milagrosas.
Fueron las horas más largas de mi vida. Ya no nos quedaba voz para rezar el rosario. Fue entonces cuando se sintieron unos gritos que venían del cerro. Eran los hombres que venían con noticias. Me escapé de las faldas de mi madre, y no hubo poder humano que me detuviera. Corrí con todas las fuerza s que tenía en mis piernas y como pude repté por el cerro. Mi corazón latía tan fuerte, que era capaz de sentirlo en la boca. Pasaron mil imágenes por mi mente en ese momento de nuestro encuentro; sin embargo nada fue comparado con lo que me esperaba. Cuando llegué a la carreta venía un hombre envuelto entre las mantas, cuando me acerqué, era el rostro de mi padre amoratado con esa expresión de calma que tenía en sus ojos, como diciéndome, todo está bien pequeña yo estoy a tu lado. He tenido momentos de felicidad plena, pero ese abrazo fue como estar en el cielo, hasta hoy se me pone la piel de gallina y se agolpan las lágrimas a mis ojos. De pronto me desvanecí en sus brazos con la sensación que había vuelto a la vida y sólo quería sentir su piel.
LA RECUPERACIÓN
Encontrar a mi padre fue un rayo de luz que iluminó mi corazón y el de todos los sobrevivientes del terremoto. La historia de su aparición se hizo leyenda en Los LLolles, y a muchos cientos de kilómetros. La gente le atribuía poderes especiales de sanación, porque no cualquiera vuelve de las mismas fauces del infierno. Lo visitaban personas con problemas de salud, y hasta gente que quería contactarse con sus seres queridos del más allá. Al principio era un poco extraño ver tanta gente queriendo verlo, pero después de un tiempo nos acostumbramos, y como no hay mal que por bien no venga. Fue así como pudimos sobrevivir ante la imposibilidad de mi padre de trabajar. Las personas traían gallinas, huevos, charqui, unos hongos muy ricos llamados changles, quesos, etc.
Yo me transformé en su sombra, y estuve a su lado durante todo el tiempo que estuvo en cama. Le colocaba los emplastos de romasa, le daba su té de melisa para que se relaje en la tarde, y mucho caldo de gallina para que recupere la fuerza. Lo más curioso de todo es que la fama de sanador de mi padre dio frutos; y comenzaron a pasar cosas sobrenaturales. Tal vez fue el auto convencimiento de la gente, la fe o como quieran llamarle. Pero a mi nadie me sacó de la mente nunca que mi padre generaba esa sanación, porque había estado cerca de Dios. Los ancianos llegaban adoloridos con dolor de hueso y se iban como nuevos. Las guaguas llegaban llorando, y al cabo de un rato dormían plácidamente. En fin nuestra vida se transformó en un verdadero milagro
Recuerdos de mi Infancia AUTOR: FELUZ
LOS LLOLLES
Amanece y todavía está oscuro, el gallo con su grito urgente nos recuerda que es hora de levantarnos. Me escondo debajo de las sábanas, tratando de retener esos últimos instantes de calor, pero el tiempo transcurre sin piedad, y al cabo de un rato mi padre se acerca con paso calsino a despertarnos, para asistir a la escuela. La mañana es hostíl en invierno e inunda el camino de escarcha y nieve en ocasiones. Cuando no llueve a cántaros y quedamos empapados de agua que corre por nuestros rostros de niño. Así es el sur dice mi padre, extremo en sus condiciones atmósfericas, pero generoso en su belleza y exuberancia. Vivimos a orillas del lago Maihue, un lugar maravilloso donde se respira el aroma del bosque, y en el cual aún la mano del hombre no interviene en exceso. Es el mes de julio del año 60. Que lejanos son estos recuerdos de mi infancia, que lejanos y hermosos. Quien me iba a decir en esa época, que el hombre alteraría de tal forma el equilibrio de la naturaleza, que esas aguas color turqueza arrastrarían desechos regados por los mismos que la tierra parió con tanto dolor.
Recuerdo a mi madre calentándonos la leche para el desayuno con un trozo de tortilla que ella hacía al calor del fogón, aún siento ese aroma exquisito, aunque ella ya no esté conmigo. Engullíamos ese trozo de tortilla , silenciosos, masticando el trozo de sueño que nos faltaba. Nos poníamos las mantas, mitones y gorros que ella misma nos hacía con tanta ternura y partíamos lejos de casa, camino a la escuela. Nuestro camino no era en solitario, nos acompañaba a menudo un concierto de patos silvestres que nadaba en el lago, y uno que otro huairavo a lo lejos.
El TERREMOTO
Un domingo 22 de mayo de 1960 fuimos con mis padres y mis hermanos a la iglesia del lugar. Ese día jamás se borraría de mi mente. De vuelta de la iglesia ibamos con nuestros padres subiendo por un cerro empinado, cuando todo a nuestro alrededor comenzó a moverse de manera sorprendente. Mis padres nos abrazaron con fuerza, y lloramos como nunca lo habíamos hecho, estupefactos ante la escena dantesca que estaba delante de nuestros ojos. La tierra se tragaba con furia todo lo que encontraba a su paso. Era el fin del mundo, y lo único que yo quería era seguir agarrada a las piernas de mi padre. Una ola gigante se llevó de un zarpazo la iglesia y las carretas con bueyes parecían hojas de papel tragados por un gran gigante. De pronto rodamos por el cerro, y ya no ví más nada, sólo un largo silencio.
Hoy sólo quiero silencio
y mandar a las palabras
hacia otro tiempo.
Quiero viajar hacia
mi interior,
y no cuestionar el
mundo que me rodea,
hoy sólo quiero descansar.
¿ Qué puedo decir ?
Que no estoy sola.
Llevo un ejèrcito
de angeles blancos
que me acompañan.
Hay un halo de luz
que me rodea,
y que envuelve a quien
se acerca,
....yo sólo me dejo llevar...
y es que desde que
me he puesto en tus manos
ya nada temo.
estàs conmigo por siempre.
Te extraño
Tengo una lágrima
atragantada en el pecho,..
anhelo tu abrazo
más que nada en el mundo,
y sueño con ser parte
de tu historia.
Haremos un viaje
hacia un planeta vecino
en donde podamos
correr por un un cerro
sintiendonos héroes
como en tus sueños.
Haremos un viaje
hacia un lugar
donde no existan
las fronteras...
y en donde podamos amarte
siempre.
La vida se va llenando de recuerdos
de momentos felices que iluminan
mi pupila de luz,
y de otros amargos que preferiría olvidar
para no ensombrecer el camino recorrido.
No es fácil mantenerme en el camino,
se pierde a veces el equilibrio
y parece que voy a rodar
por el despeñadero,
y es que cuando una cree que lo tiene todo
para llegar a la cima
un viento huracanado
azota sin piedad...
Despertar
Voy buscando un camino
entre la yerba
y a veces se me pierde
entre la maleza,
busco tu voz
entre la gente,
y siento un murmullo
que no entiendo,
tal vez indecifrable,
...
Doy vueltas los libros
que hablan de ti,
para encontrar pistas
donde Tú pernoctas...
y de pronto me inunda
un gozo que yo no conocía
al contemplar el sol
detrás de la montaña,
es como si me hablaras
y me dijeras
que no busque más,
que Tú siempre has estado ahí
más cerca que nadie,
en el fondo de mi pecho.
Viajando al Tricentenario
Soy una voz que surge
desde el fondo de la tierra,
desde el pasado,
que trae a este nuevo mundo
el recuerdo
de lo que fue el bicentenario
de nuestro país...
Las banderas flamean al viento
danzando su mejor tonada,
y desde lejos nos llegan voces
que cantan nuestro himno nacional
en el fondo de una mina...
y es que hay milagros todos los días
pero no todos los ven ...
hay estrellas con luz propia
que nos arrojan su resplandor.
hay aves que surcan el cielo,
que se alejan detrás del arcoiris
que acaba de salir...
Hay peces que huyen en el mar
y animales que desaparecen.
Vivimos en el reino de los cielos
pero nadie lo sabe...
Aquí donde yo vivo
el lago acaricia con sus manos
los pies de las montañas
¡y los copihues adornan los cerros
como si fueran ramadas!
y mientras nos creamos dioses
éste será sólo un hermoso recuerdo
que no verán aquellos
de este mundo al que yo he viajado.
Los mineros reptan
bajo la tierra
llevando luz propia,
portando sueños
de niños que quieren
un trozo de pan.
La tierra se traga
sus siluetas,
como un gigante hambriento,
sin saber si en en la tarde
los rejurgitará.
Esa tarde no volvieron.
Quedaron atrapados
en lo más profundo
de las entrañas del gigante.
El mundo entero supo
que en un páis lejano
llamado Chile,
33 mineros sucumbiernon
ante la voracidad de la tierra.
Los días volaron, uno trás otro,
y cuando las luces se apagaban
para muchos,
desde las entrañas brotó un mensaje
que devolvió la sonrisa
a nuestro país,
nuestros mineros
desafiaron al gigante
con una voz más potente,
que venía del cielo.
!Que linda mi niña, flota al viento!
no se sienten tus pasos al pasar
envuelta en tus diesiceis primaveras
el mundo se abre a tus pies,
el tiempo no muere,...
todo nace, todo aflora...
nada es fácil, ...
¿eres niña o mujer?
...eres distante,
como el sol en invierno,
cerrada,
como un capullo de rosa,
eres mi niña amada.
si no te das el tiempo
de perdonar
Hoy me quedo en silencio
y Dios me muestra
lo que nunca quise ver,
y me envía señales azules
como luces que iluminan
todo mi ser,
y el corazón se me agita
y se abre de par en par
ante una realidad hermosa.
y sus ojos me miran
y me dicen tanto
que creo que voy a llorar.
Y yo que creía
que lo sabía todo
hoy me pongo a rodar
por el campo,
feliz de descubrirte
tan cerca de mi.
Todo a mi alrededor
comienza a tomar forma,
los nombres grabados en mi muro
comienzan a tener silueta,
Andamos en bicicleta
como dos hermanas
e inventamos juegos...
y de pronto despierto
y ...te has ido.
Hoy siento que te haces parte
de lo que soy.
Voces
Hoy me quede callada
escuchando el vaivén
del tiempo,
oí voces que forman
parte de mis recuerdos.
Se abrió mi corazón
como un libro
en el que hay hojas
en blanco,
que aún la vida
puede escribir
devolviéndome parte
de mis raíces.
los poros de mi piel
No se habla de otra cosa,
el pánico es colectivo...
Mi Chile no para de temblar...
Hoy somos todos iguales
se nos olvidó el color político,
el equipo de fútbol,
se nos cayó a pedazos
el traje de ocasión...
Hoy vamos por el mundo desnudos
con el corazón abierto,
y vemos lo que nunca
quisimos ver...
que somos hermanos
Arriba mi Chile querido!!!.
Atrás quedan las máscaras
rotas en el camino,
hoy demonos la mano
y saquemos lo mejor
de cada uno,
que la unión hace la fuerza.
Hoy lloramos
a los que partieron
abrazados por el mar,
hoy lloramos
a los que sucumbieron
aplastados por los escombros,
Hoy somos un pueblo desgarrado
por la naturaleza...
con las heridas abiertas
a flor de piel,
Que Dios se apiade
y nos abra una ventana de luz.
Terremoto
Noche de luna llena,
clara y despejada,
no instuía que traias detrás
un abrazo aterrador
que nos hizo
a todos vulnerables
y pequeños,
Nuestro Chile se sacudió
tan fuerte,
... y el mar como un gigante egoísta
se llevó lo que encontró...
se oyen gritos desgarrados
de los que parten,
y de los que quedan,
no sé que es peor.
Silencio
¿Cómo sanar las heridas del alma?
¿ Cómo se funden los sueños, y se hacen uno solo?
¿ Cómo dejamos de mirarnos, como dejamos que una muralla invisibe nos separara?
¿Cuándo te olvidaste de escucharme ?
Mis palabras se las llevó el viento,
y hoy vuelan por todas partes,
Hoy ya no quiero hablar...
Muralllas....
Se va el año, llevándose entre sus brazos
rasguños que no quieren sanar,
sueños marchitos,
que no encontraron ni una gota de rocío
para florecer...
y me estrello ante una muralla
de fría roca ...
que pensé siempre que podría escalar,
y llegar hasta tocar el sol...
Y aquí estoy herida,
porque el tiempo en que lo intenté
fue demasiado,
... Y hoy no sé, si quiero
volver a intentarlo,
hoy no sé nada...