SER MARÍA BAEZA
Desagradecida, esa es la palabra que mejor puede definirla. Así es ella. Exprime y luego sacude, una mercenaria del amor. Llegué a pensar que tenía sentimientos, me equivoqué. Sus catorce años reflejan la insolencia e ingratitud elevados a la máxima potencia. Insolencia infinita, ingratitud que repugna. Insolencia e ingratitud hacia quienes se lo han dado todo: la vida, el lenguaje, el hogar, el cariño, la ropa... En fin, ya se sabe, todo aquello que dos padres y, más que nada, una madre desvivida por su hija se encargan de proporcionarle.
Niña, que no mujer, porque no demuestra ni un grado de madurez. Chabacana en sus formas y gestos, en sus hablas y actos. Prepotencia chulesca, ignorancia máxima al creerse en posesión de la verdad absoluta y no haber seguido aún los pasos del conejo que, ingenioso como el sólo, fue capaz de salir de la chistera del gran mago. En términos coloquiales, es una niñata. Niñata que se cree la revolucionaria del siglo XXI y lo único que revoluciona es el bienestar de una madre más que harta de sus jugadas absurdas, no comer carne fue una de las últimas de la larga lista. Niñata que habla de política a su corta edad, que intenta llevar una vida acorde con sus supuestos valores políticos y, que en cambio, no tiene ni la menor idea de lo que significa la palabra política. No hablemos ya de otras tales como valores o derechos fundamentales.
Su única vía de escape es la guitarra. En ella se encierra de todos, claro está menos de sus amigos. Con ellos, sólo con ellos, abre su coraza. La familia, ¿qué es para esa insolente la familia? Se cree rebelde, es cierto, lo es. Pero es una rebelde no ya sin causa, es una rebelde sin sentido, idiota y, todo hay que decirlo, bastante grotesca. Lo peor de todo, es que es una rebelde falta de personalidad: Me corto el pelo yo sola, porque mi profesora se lo cortó de joven, bebo cerveza, porque mi hermano también bebe, soy conflictiva porque mi hermano también lo fue. Eso significa no tener iniciativa propia, todos sus actos están reflejados en iconos que ella mismo se ha ido forjando con el roce de sus seres más allegados. Pero, ¿cuándo coño hará esta insensata algo por si sólo sin mirar a los demás? Lo peor de todo es que, aún así, se cree alguien diferente.
Querida María Baeza, ser diferente, marcar las diferencias, eso es algo que no se consigue imitando a los demás. Lo genuino es algo innato, algo que se lleva dentro. Lo genuino es contrario a lo destructivo. Se entiende por única, aquella persona que realmente es única, no aquella otra que actúa en función de otros, o lo que es lo mismo, para provocar determinadas reacciones. Pero su falta de autenticidad, su falso pedigrí, podría verse suavizado si su actitud hacía los suyos no fuera la que es. Maltrata a su madre, le habla mal. La tortura psicológicamente con su comportamiento. Una madre enferma, sola en una ciudad que, a pesar del paso del tiempo, sigue siendo extraña para ella. Una madre que lo ha dado todo, que lo da todo y que se pliega constantemente ante sus caprichos de niña consentida e ingrata. La madre se llama Ana, hoy, 26 de julio, era su santo. María Baeza ni siquiera ha tenido el detalle de felicitarla. ¿Ser María Baeza? No, gracias.