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LOS MOTORRATONES DE PALMIRA

LOS MOTORRATONES DE PALMIRA

LOS MOTORRATONES DE PALMIRA

Al regresar a Palmira después de vivir bastante tiempo fuera me sorprendieron algunas cosas. La ciudad había cambiado, no tanto en lo estructural, donde también ocurrieron algunos cambios, sino en su apariencia. Sus calles, en especial las del centro, se ven ahora mucho más atiborradas de lo que yo recordaba. Hay mucha más gente, el espacio público no existe y los vendedores ambulantes que antes ocupaban sólo cierto sector del centro están por todas partes y son dueños de las estrechas aceras, de las que no sobra nada para los peatones, que son lanzados a las calles a pelearse con victorias (vehículos de tracción animal), buses, carros particulares, bicicletas y motos por un espacio para caminar. Y es precisamente la utilización de las motos una de las cosas que cambió en Palmira. No es que ya no sirvan para transportar personas, al contrario han extremado esta función dando lugar a un nuevo oficio: Los motorratones. No acabé de comprender qué eran exactamente, hasta que volví a vivir allí y pude ver su verdadera magnitud y como se han colado en la rutina de la ciudad y de sus habitantes.
Los motorratones criollos tomaron prestado el nombre de una serie de dibujos animados de los noventa, Los Motorratones de Marte, en la que tres musculosos ratones provenientes de ese planeta, con aspecto y cualidades humanas, recorrían las calles en sus supermotos peleando contra los malos y salvando la ciudad. Talvez no tan musculosos y sin supermotos, los motorratones de Palmira también recorren la ciudad y no se puede negar que a muchas de sus clientas las han “salvado” en alguna ocasión, por lo menos de llegar tarde al trabajo.

La historia del inicio en Palmira del oficio de motorratón comienza con una agencia de mensajería llamada Pronto. Hasta allí en una ocasión se acercó una mujer y le propuso a uno de los mensajeros que la llevara a cambio de un pago.
Con precedentes en ciudades cercanas como Tulúa y Santander de Quilichao, además de otras por todo el país, a los dueños de la agencia no les pareció para nada mala la idea y así comenzaron a trabajar transportando personas, a la par con sus funciones originales de mensajería.
La idea se hizo tan popular, que en muy poco tiempo la ciudad se vio invadida de agencias de mensajería que además prestaban el servicio de transporte. Pero el negocio de motorratones dio para más, las agencias de mensajería perdieron la exclusividad y conjuntamente surgieron los llamados motorratones piratas.

Los de la calle, o motorratones piratas como se les conoce, no tienen jefe, trabajan por su cuenta, no hacen parte de ninguna oficina. Son tantos que es difícil establecer un número. En realidad cualquiera que tenga una moto puede ejercer de motorratón. Prefieren las horas pico en las que la gente sale en masa, buscan los sitios de mayor concurrencia. Desde una cafetería frente a uno de los dos supermercados que funcionan en las casi 30 cuadras del centro de Palmira, los observo. Dependiendo del horario llegan a haber al menos quince motos parqueadas fuera de este supermercado. Este día en particular, mientras en la frescura y comodidad de la cafetería disfruto de un granizado de café, alcanzo a contar diez. Los veo derritiéndose con el sol abrasante del medio día, sudando bajo el casco. Se lo dejan puesto para no perder tiempo si llega una clienta o si están con mala suerte, un guarda. Nunca se bajan de la moto, esperan sentados hasta que suena la sirena del cuerpo de bomberos, a una cuadra de allí, anunciando a todos que son las 12. El supermercado pertenece a una caja de compensación familiar y ocupa el primer piso de un edificio de cuatro. En los otros tres funcionan otras dependencias de la caja. Es un buen sitio porque durante todo el día entran y salen clientes. A las 12 todas las oficinistas salen a almorzar y aumenta la clientela, en un dos por tres desaparecen los motorratones.
En una esquina a unas tres cuadras de allí, hay otro grupo de motociclistas. Son motorratones. Ya aprendí a reconocerlos. Encima de las motos, con el casco puesto y otro sostenido en una mano. Esta es una esquina bastante transitada, las tres empresas de transporte formal (Palmirana, Cootransgaviota y Montebello) tienen por lo menos una ruta que pasa por ahí, y en este horario, el de medio día, con el calor, el humo y los pitos de los carros la congestión se vuelve insoportable. Los motorratones sacan a sus clientas de todo ese embrollo en pocos minutos.
Caminando por el centro no es raro escuchar un “mi amor” o “mami” ¿la llevo?, en otro tiempo esto pudo haberse confundido con un piropo, de los que no faltan en nuestra cultura tropical, pero ahora es claro que es el inicio de una transacción meramente comercial. Otros tan sólo apuntan con el dedo como si tuvieran algo para decir y las mujeres simplemente aceptan o hacen un gesto negativo con la cabeza.

Se estima que sólo un 20% de los motorratones que trabajan para las agencias son mujeres. Sin embargo este es un servicio para mujeres y en Palmira muchas de ellas lo utilizan de manera frecuente o por lo menos lo han usado alguna vez, aunque fuera sólo por urgencia. Es la necesidad económica, causada por el desempleo, la principal razón que argumentan los propietarios de las agencias de mototaxis. Para ellos, este era un negocio relativamente sencillo de montar. Las oficinas son pequeños espacios, en el garaje de cualquier casa, en cualquier barrio, todas muy parecidas. Las puertas siempre abiertas, un escritorio, un teléfono, dos o tres sillas rimax, un cartel de venta de minutos de celular. Los motorratones, algunos sentados en las sillas, otros haciéndole alguna reparación de última hora a sus motos, a la espera de una llamada que no demora mucho. Y afuera, las motos. Desde la más grande hasta la más sencilla, estilo Harley Davison, de bastante cilindraje o pequeñas, todas las marcas y colores. El aspecto de la moto tiene mucha importancia. Con tanta oferta las clientas se pueden dar el lujo de escoger y lo hacen. La moto más nueva y más bonita tiene ventaja sobre las otras. Este es uno de los factores que influyen en la elección del servicio, pero hay otros, entre los que figura la apariencia física del motorratón o su aseo personal. Como me comentó Sandra Gómez usuaria del servicio, que utiliza siempre los servicios de una misma agencia y nunca a los motorratones de la calle o “piratas”. “Con la agencia siento más seguridad, porque ellos tienen un respaldo mientras que los de la calle no. Además ahí hay un muchacho que siempre huele tan rico...” Por diferentes motivos las clientas empiezan a tener sus preferencias, la mayoría tiene su motorratón personal, el de confianza, por el que preguntan siempre al llamar a la agencia, las transporta y además le encomiendan desde el pago de las cuentas, hasta el transporte de sus hijos.

Llamé a la oficina de mi barrio para solicitar el servicio:- “Serviconfiable muy buenas tardes, cual es su nombre...para donde va...cual es su dirección”- Conté tres minutos y sonó el pito de la moto. El conductor me pidió que le pagara por adelantado (después me explicó que, como yo iba para el centro, debía pagarle donde no había guardas. En el centro los tienen vigilados). En realidad yo no necesitaba ir a ninguna parte, lo que quería era hablar con él. De todas maneras le pagué y me fui para el centro, no sin antes conversar por un rato.
José Luís Andrade trabaja hace un año y cuatro meses en la oficina del barrio El Recreo. Más que escoger este oficio, fue la única salida que encontró al quedar desempleado después de que la empresa de vigilancia privada para la que trabajaba recortara personal. Sin empleo y con responsabilidades que cumplir, un anuncio en una revista lo conectó con la empresa de mototaxis. Lo único que le exigía era la moto y tener los documentos al día: pase, impuestos y seguro obligatorio. No le garantizaba un sueldo fijo ni seguridad social, pero en ese momento necesitaba trabajar. “Al comienzo fue muy duro, trabajar en la calle todo el día, el sol. Yo antes era mas blanquito”. Además, por lo que me dijo, ser motorratón le causaba un poco de vergüenza. Pero ahora, José Luís se ve contento. En un buen día de trabajo logra ganar más o menos 30000 pesos de los cuales 5000 son para la empresa, 500 un aporte para la naciente cooperativa de la que hace parte y lo restante es para él. Descansando dos domingos al mes, José logra un sueldo de al menos 650000 pesos con los que, aparte de mantener a su familia, corre con los gastos que la moto origine. Luce optimista respecto a su futuro. La cooperativa se está organizando y pretenden lograr que los motorratones miembros tengan seguridad social y prestaciones. Por ahora, si sufren algún tipo de accidente la cooperativa les colabora con un 20 o 30% de los gastos de la moto y si hay heridos hacen uso del seguro obligatorio.
Sin embargo, lo más duro para José Luís aparte del sol, son los taxistas que en muchas ocasiones, según él, le han “tirado el carro encima” y los guardas, que los persiguen así no estén transportando gente y les inmovilizan la moto.

Desde que comenzaron a funcionar hace ya más de tres años han generado mucha polémica principalmente entre el gremio del transporte formal que ha sido el más afectado con esta nueva modalidad. Múltiples han sido las quejas por parte de los representantes de las tres empresas legales. Según estas empresas, debido a la proliferación de los mototaxis, su mercado ha disminuido en un 40%. Explican además, que de 345 vehículos que hacen parte del parque automotor de buses y busetas, los palmiranos están utilizando menos de la mitad. De 108 conductores que llegó a tener la Palmirana de Transportes Ltda., en el 2001, la cifra se redujo a 35. Si bien, al pasar por los parqueaderos de estas empresas, a cualquier hora del día, se observan filas de vehículos estacionados y se hace evidente esta situación, las razones podrían ser otras según Pablo Rodríguez un tipo de unos 30 años, desempleado, a quien encontré, por pura suerte, conversando en un almacén de un pequeño centro comercial del centro, al que entré a preguntar por una oficina de mensajería. Me contó que había trabajado como chofer para Cootransgaviota y que se había retirado para convertirse en un motorratón pirata. Pablo dice que se retiró de esta empresa porque las condiciones de trabajo no eran buenas y que así los motorratones hayan acaparado buena parte del mercado, para él, la responsabilidad de esta crisis y del retiro de muchos de los conductores, se debe a las altas cuotas que la empresa les exige (60000 pesos diarios). Aparte, los chóferes deben entregar siempre el carro abastecido de combustible. Después de una jornada que empezaba a las 4 de la mañana y terminaba a las 10 de la noche, había días en los que Pablo no conseguía para cumplir con la cuota y menos para la gasolina. Para esto la empresa tenía previsto la extensión de vales para combustible validos en la gasolinera de la empresa. Pablo advierte que además, las rutas no son eficientes, ni suficientes y esto hace aun más difícil conseguir el dinero. Cansado, decidió retirarse y vio en el oficio de motorratón una posibilidad. Se convirtió en el motorratón de confianza del centro comercial en el que lo encontré. Hacía los mandados y transportaba las trabajadoras, hasta que un guarda lo identificó y comenzó a perseguirlo donde lo veía “es que ahora uno no puede andar ni con la novia, tenés que probar que la que va con vos es familia, si no, se te llevan la moto” “me tocó salirme”.

El 30 de Marzo de 2004, la Superintendencia Delegada de Tránsito y Transporte dio a conocer un documento en el que exigía a los alcaldes “adelantar inmediatamente las acciones que le corresponden como autoridad de inspección, vigilancia y control en su jurisdicción tendientes a erradicar a través de diversas medidas de carácter objetivo y/o subjetivo ese servicio ilegal”. Lo anterior no estaba sólo dirigido a los alcaldes del Valle del Cauca sino también a los de la Costa Atlántica, el Eje Cafetero, los Santanderes y todas las demás regiones del país donde hay por lo menos 450.000 motocicletas que prestan este servicio.
El alcalde de Palmira, Adolfo Castro González, esperó algunos meses antes de tomar medidas y en agosto de 2004 expidió un decreto prohibiendo la circulación de acompañante mujer en moto, en las horas pico a partir del 23 de ese mes. La medida produjo una enorme manifestación en la que por lo menos 2000 motociclistas bloquearon las principales vías de la ciudad, un tramo de la carretera Panamericana y la recta Cali-Palmira. Los manifestantes voltearon una buseta de la empresa Cootransgaviota, destrozaron varias vitrinas y al final de la tarde fueron dispersados por la policía con gases lacrimógenos.
Los guardas de tránsito y la policía son los encargados de hacer cumplir estas disposiciones, pero los motorratones se dan sus mañas y cuando ven que un guarda se acerca con una actitud no muy buena, se escurren entre el tráfico. Hay unos días en los que los guardas salen en masa hacia los puntos de reunión para dispersarlos, y otros, en los que se pasean con actitud indiferente a sólo unos metros de ellos.

“El servicio de mototaxis puede y debe organizarse con placas públicas, uniformes y todas las demás normas. Así la Policía controlaría su calidad y la gente de los pueblos podría contar con un transporte más eficiente. Es mejor que se reglamente ahora, antes de que lleguen a las grandes ciudades”. Sostiene Pedro Pardo, ponente del proyecto de ley que reglamenta los motorratones.
Tres años y medio después de que empezaron en Palmira, se estima que los motorratones llegan a 3000. 30 de las agencias existentes en la ciudad están agremiadas en la Asociación de Mototransportadores Villa de las Palmas, organización con personería jurídica que pretende organizar a las oficinas de mensajería y motorratones de la ciudad con el objetivo de mejorar su servicio. Mientras los transportadores de las empresas legales aseguran que los motorratones están acabando con el negocio, estos por su parte, dicen que el gran obstáculo para que la administración local le de un marco legal a su trabajo, han sido estas empresas. Si bien, el único ente autorizado para reglamentarlos o no, es el Ministerio de transporte, los alcaldes son autónomos en sus municipios para decretar medidas. La Asociación afirma que en algunas oportunidades las autoridades municipales han mostrado voluntad de llegar a un acuerdo, pero el gremio transportador ejerce presión para que esto no se de.

Por la razón que sea, el éxito de los motorratones no se puede negar, vinieron para quedarse con una buena porción del mercado. Causaron disgusto entre quienes vieron afectadas sus ganancias, complicaciones a la administración local que se ve en la encrucijada de terminar con un negocio que es ilegal, pero a su vez el sustento de muchas familias de la ciudad y acabaron por convertirse en una alternativa conveniente para los usuarios.

Hoy amaneció lloviendo. Las calles están vacías, limpias de vendedores y de gente. No es un buen día para los motorratones. Si llueve todo el día, probablemente no tendrán clientes. La lluvia es uno de los peores enemigos del oficio. A estas alturas, parece que es ella la única que consigue mantenerlos alejados. Las clientas los buscan por la rapidez, pero en días de lluvia prefieren llegar tarde y secas. En la oficina de mi barrio, se ven pocas motos. No están afuera como de costumbre, sino en el interior, resguardadas del agua. Sus conductores, se distraen conversando o jugando con su celular. Por lo menos hoy, no habrá movimiento.

CARTA DESDE MÉXICO (LA CARPA)

CARTA DESDE MÉXICO (LA CARPA)

El gobierno de Ciudad de México ha comenzado a distribuir dos millones de copias de un cómic titulado “Las Fuerzas Oscuras contra Andrés Manuel López Obrador”, en cuya portada se muestra a un tiburón salivando y amenazando a una dulce familia de clase media. En el interior, se explican los golpes contra el alcalde. “Si lo dejamos, este tabasqueño ganará la presidencia”, le dice a su títere de mano una Fuerza Oscura de traje y corbata. Títere: ¿No lo podemos comprar, como al otro? Fuerza Oscura: No le interesa el dinero, y tiene principios. Títere: ¡Maldito! Hay que detenerlo a cualquier precio.

Andrés Manuel López Obrador, el alcalde de Ciudad de México, está actualmente involucrado en un escándalo que salió a la luz en marzo: fue entonces cuando se dio a conocer un video filmado clandestinamente en el que aparece el principal operador político del alcalde, René Bejarano. Bejarano ha sido sucesivamente jefe de campaña y ministro de Gobierno de la ciudad, y era en ese momento el líder de la Asamblea Legislativa de la capital, pero en el video se le muestra recibiendo enormes cantidades de dinero de manos de un empresario que aparece en la cinta con el rostro borroso. Bejarano, de traje oscuro, abre un maletín, lo coloca sobre una mesa y procede a llenarlo con fajos de dólares americanos y pesos mexicanos. Semanas más tarde, las escenas que aún se repetían eran las de la secuencia en la cual, habiendo intentado sin éxito cerrar la maleta, Bejarano se llena afanosamente los bolsillos de efectivo.
Andrés Manuel López Obrador nació hace cuarenta y nueve años en el estado sureño de Tabasco, hijo de una familia de comerciantes. En los años setenta se graduó de la facultad de ciencias políticas de la Universidad Nacional. De regreso a Tabasco ingresó a las filas del PRI -el Partido Revolucionario Institucional, que duró una eternidad en el poder- e hizo carrera en el gobierno. En 1987 un grupo de disidentes se separó del PRI para apoyar la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas en las elecciones del año siguiente, y López Obrador se unió a ellos. Aquellas elecciones las ganó -o las robó, según muchos- el candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari. Los disidentes formaron el Partido de la Revolución Democrática (PRD), en alianza con los principales y más antiguos partidos de izquierda y con un grupo de estudiantes activistas, y muchos sobrevivientes del movimiento estudiantil de 1968.
Dentro del recién creado PRD, López Obrador escaló rápidamente, convirtiéndose, en uno de los primeros políticos del partido en ser elegido gobernador de un estado (sin embargo, no se convirtió en gobernador: el cargo le fue, literalmente, arrebatado con la ayuda de bandoleros armados, por el candidato del PRI, que permaneció en su despacho durante todo el periodo de seis años).
López Obrador lideró a miles de campesinos indígenas chontal, que en 1996 se tomaron cientos de pozos petroleros a lo largo de la costa del Golfo. Dos años más tarde marchó a la cabeza de miles de habitantes del estado de Tabasco que llegaron hasta el Zócalo (plaza central de la ciudad) para dejar camionadas de documentos que supuestamente contenían pruebas de corrupción oficial.

Como alcalde López Obrador ha sido muy controvertido, y muy poco popular con las clases altas de la ciudad, pero en las delegaciones remotas, o municipios, donde vive la mayoría de los habitantes y donde casi todo el mundo es pobre, tiene amplio apoyo. Cuando convoca a una manifestación en el Zócalo, la gente de esas delegaciones lo llena. Desde el comienzo su administración ha trabajado para mejorar los servicios públicos en las grandes delegaciones de la periferia, y ha consignado enormes cantidades de dinero a los llamados subsidios populares. Más de la mitad de los fondos disponibles para subsidio, casi 300 millones de dólares, se destinan a pagos mensuales de unos 60 dólares a cualquier ciudadano de más de setenta años que esté dispuesto a llenar el formulario apropiado. Buena parte del resto se distribuye entre los desempleados y los minusválidos.
Con 7.300 millones de dólares, el presupuesto anual de López Obrador es mucho más grande que el de cualquier ministerio del gobierno, exceptuando el de Educación, pero es posible que la ciudad se encuentre en bancarrota. El gobierno de la ciudad está en problemas para pagar su nómina; casi ha doblado la deuda acumulada por sus dos predecesores inmediatos como alcaldes; el icono del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, y la enérgica Rosario Robles -encarnizada enemiga de López Obrador dentro del PRD-. Esta última dejó la alcaldía con una imagen sorprendentemente favorable en toda la población y fue considerada como una fuerte candidata para la presidencia.

No es como si los mexicanos no conocieran la corrupción, que gracias a una larga herencia política se da prácticamente por descontada. Pero no todos los días se ve en la pantalla el acto en si. Y luego está lo que el mismo Bejarano explica acerca de sus acciones en este y otro video que fue emitido ese mismo día en el noticiero más importante de la noche. En esta segunda cinta, Bejarano no aparece dinero en mano, pero habla más. Su interlocutor, molesto y amenazante posiblemente un poco borracho, está sentado fuera de cámara en una oficina que reconocieron de inmediato quienes han hecho negocios con el hombre. Él quiere, dice, que se le pague por el trabajo de construcción que ha hecho bajo contrato con la ciudad -contratos obtenidos a cambio del dinero del soborno que le había entregado anteriormente a Bejarano-pero el funcionario le explica que no hay dinero en las arcas de la ciudad.
“Me estás jodiendo, pero yo te voy a joder a ti”, dice el empresario. Bejarano, en un tono conciliatorio, trata de poner en claro sus propios riesgos: “He hecho muchas cosas por Andrés (el Alcalde) que no todos harían, muchas, no te puedes imaginar. Y si alguna vez me agarran...prefiero no contarle sobre muchas cosas, aunque él supone que yo hago esas cosas, pero él no lo sabe, él no pregunta, cómo me las arreglé para financiar...” deja la frase sin terminar. “Pero por supuesto, él sabe perfectamente, porque está implícito, porque yo era su operador, que si nos agarraban un día, era yo, no él. Él recibirá el golpe, claro, pero a mí me darán más duro”.

A cuatro años del inicio de la democracia electoral mexicana, las cosas no andan del todo bien en el campo político. Un indicador de ello es que el presentador del programa de noticias más influyente de la capital es un payaso, y que el vídeoescándalo fuera transmitido por primera vez en marzo en el programa de televisión del payaso.
Brozo el payaso, malhablado y libidinoso, preside el noticiero de la mañana llamado El Mañanero -nombre popular de las actividades sexuales matutinas que se cumplen a toda prisa-. Se trasmite de 6 a 10 a.m. de lunes a viernes, el programa ignora la sutileza. Luciendo una peluca verde y nariz roja de pelota, vestido con un raído sacoleva sobre pantalones a punto de caérsele, con mirada amenazadora y voz de whisky, Brozo -La creación de un comediante llamado Víctor Trujillo- es desde hace varios años un personaje famoso de la televisión.
Sin disfraz, Trujillo es pensativo, retraído, de modales suaves; cuando lo entrevisté por primera vez hace diez años, pensé que podría pasar por académico de carrera. Durante su inquieta juventud, Brozo pasó algún tiempo en el teatro y gradualmente fue acercándose más a la sátira cómica porque la carpa -una alegre combinación de vaudeville y circo que en México siempre ha tenido fuertes visos políticos- le parecía “la única forma teatral autóctona de México”.
Trujillo trata de no prestarle atención al hecho de que él bien puede ser el árbitro político más importante de México; su propia credibilidad corre un riesgo mayor a medida que su éxito aumenta. Quizás ni siquiera lo había entendido bien antes del episodio del video López Obrador-Bejarano, cuyo recuerdo está irremediablemente asociado al show de Brozo. Fue también el momento en el que Trujillo se salió de su personaje. El payaso siempre se las había arreglado para aparecer entrañablemente más cretino que cualquiera de sus invitados, pero esa mañana quedó, de alguna forma, tan atrapado como Bejarano: si era lo suficientemente importante como para recibir y emitir al aire un video que podía alterar los resultados de la siguiente elección presidencial, ¿cómo podía ser un payaso? Y si es un payaso, ¿en qué quedamos convertidos sus espectadores?
Al aceptar una cinta de un congresista del partido gobernante, Brozo, quien además es enemigo político declarado del alcalde, se salió de foco y se convirtió en un inquisidor. El segundo video, aunque más incriminador, no se ha guardado en la memoria tanto como el primero, principalmente gracias a la forma en que Brozo presentó la primera cinta en su programa. Por una extrañísima coincidencia, René Bejarano estaba siendo entrevistado esa mañana, en su papel de líder de la Asamblea Legislativa, en el estudio de Televisa al lado del de Brozo. En la pantalla, Bejarano, convidado a darse una vuelta por el set de Brozo, llega algo perplejo y se sienta a ver lo que el payaso le advierte será “un misil”. La cinta incriminadora vuelve a rodar.
Una pequeña imagen dentro de la pantalla dejaba ver en tiempo real a Bejarano, mientras se iba dando cuenta de que le habían tendido una trampa, no sólo el hombre que se veía entregándole el dinero, sino Brozo. Lo vimos observándose mientras se llenaba los bolsillos de dinero, viendo como su carrera, su vida, su reputación se iban por la borda. “¿Qué es esto, René, qué es esto?”, le rugió Brozo a Bejarano, la peluca temblorosa, un dedo en alto. En vivo, Bejarano identificó al hombre con la cara encubierta como el empresario Carlos Ahumada Kurtz, un trigueño y atractivo negociante argentino. Bejarano declaró que el dinero no era un soborno personal sino una contribución a la campaña, ofrecida por Ahumada. “¡No me pendejees, por favor, René!”, interrumpió un Brozo enfurecido. Bejarano tartamudeó otras débiles explicaciones, ofreció varias veces renunciar a su inmunidad parlamentaria y luego fuimos a un corte de comerciales.
Para cuando estalló el videoescándalo, Ahumada se hallaba escondido en Cuba y parece que pretendía permanecer oculto durante algún tiempo en Cuba, pero el 5 de abril las autoridades cubanas lo detuvieron para interrogarlo. Dos semanas más tarde lo deportaron a México, sin siquiera esperar a que México completar los procedimientos de extradición.
Las consecuencias de esa decisión aún repercuten a lo largo de la escena política mexicana, México mandó llamar a su embajador, y el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba citó a una rueda de prensa en la que denunció el tratamiento que México le dio al escándalo y a Cuba en general (particularmente la decisión del presidente Fox de votar contra el régimen de Fidel Castro en la resolución de derechos humanos del Consejo de Seguridad anual de la ONU).

El videoescándalo no habría sido en realidad un escándalo si no hubiera implicado directamente a Andrés Manuel López Obrador, e interpuesto un considerable obstáculo para lo que hasta hace poco se veía como la imparable ambición del alcalde de llegar a la presidencia en las elecciones de 2006.
¡Complot! fue le grito de sus partidarios desde el momento en que el video salió al aire. En México, donde la teoría de la conspiración es forma de artesanía popular, la explicación del complot que se les dio a las cintas ganó foro al instante.
En cuestión de horas, López Obrador mismo la revalidó. Dentro de los que conspiraban en su contra estaba, dijo el alcalde en numerosas entrevistas y conferencias de prensa, la agencia de inteligencia del gobierno, un importante senador de derecha, la esposa del presidente y también Carlos Salinas de Gortari, el ex presidente que luego del desplome de su altísimo índice de popularidad se ha convertido en el fantasma -el chupacabras- detrás de todos los males que le ocurren al país. En lugar de reclamar de inmediato una investigación de las finanzas de la ciudad y de los métodos que usan sus más cercanos asociados para levantar fondos, López Obrador invitó a sus partidarios a reunirse con él en el Zócalo. En el día fijado, la plaza estaba repleta.

La democracia, o, por lo menos, las elecciones libres y equitativas, llegaron a México casi un siglo después de que se peleó una devastadora revolución para obtener esta meta. El ganador de las elecciones de 2001 fue Vicente Fox, el ex ejecutivo grandote e impetuoso de Coca-Cola, siempre de botas vaquera que prometió un acuerdo migratorio con Estados Unidos, que se necesitaba con urgencia, pero en su lugar no obtuvo más que una propuesta a medio cocinar de Bush, en la que ofrece residencia temporal. Respecto al tema de los derechos humanos, se esperaba que le presidente elegido realmente de forma democrática haría públicas su preocupación, como mínimo, sobre el escandaloso y continuo caso de los asesinatos de mujeres en el fronterizo pueblo de Juárez, para que, por lo menos, se pueda proceder conforme a la ley en la investigación de los crímenes. Se esperaba que convirtiera a su partido, el Partido de Acción Nacional (PAN) -un partido pequeño y profundamente conservador- en un a fuerza efectiva en la rama legislativa. Se suponía que debía saber cómo hacer que un congreso fraccionado aceptara cambios radicales en la política económica. En pocas palabras, se suponía que iba a gobernar. Pero su incapacidad de establecer una fuerte presencia política se evidencia en el hecho de que entre quienes el alcalde acusó de conspirar en su contra se encuentre su esposa, Martha Sahagún de Fox, pero no él. El presidente no se ve tan cansado como derrotado, su voz profunda suena vacía, al igual que sus discursos, que parecen no poseer convicción alguna.
En julio pasado, Fox regañó en público a su ministro de Energía por haber ido a una manifestación política del PAN para apoyar las ambiciones presidenciales del ministro. Pero nunca regañó a su esposa, Marta Sahagún, por hablar en público sobre su posible candidatura futura. El ministro de Energía, que militaba activamente en el PAN años antes de que Fox ingresara siquiera al partido, renunció a su puesto enfurecido, y dejó a Fox ignorando una ola de rebelión dentro de su propio partido. “No recibimos instrucciones de nadie”, dijo un líder parlamentario del PAN. Un mes más tarde, el vocero del presidente también renunció, luego de haber distribuido copias de una carta de veinte páginas en la que condenó, particularmente, “la inclusión de la primera dama en la lista de posibles candidatos presidenciales”.
En Ciudad de México se presenta con frecuencia a la primera dama como una mezcla de mujer modosita y, al mismo tiempo, voraz -aterradora combinación-. Pero puede ser que en el interior, que ella recorre sin descanso, Sahagún resulte el actor político más efectivo del panorama mexicano actual.
Sin embargo, como su ambición provocó el descontento dentro del PAN, y la amenaza de nepotismos en la sucesión generó un escándalo nacional, el esposo de Martha Sahagún la llamó al alto. El futuro de la pareja presidencial no está en la política, declaró el 6 de julio. A ella le tomó una semana manifestar públicamente su acuerdo con él. En una rueda de prensa el 12 de julio en Los Pinos, la residencia presidencial, profesó lealtad al presidente y renunció a todas las ambiciones presidenciales para las elecciones de 2006. La primera dama podrá, por lo menos, y más sensatamente, decidir más tarde si aspirar a la alcaldía de Ciudad de México o lanzarse en el estado de Guanajuato, la residencia oficial de los Fox.

En cuanto al PRI, a lo largo de sus más de setenta años en el poder organizó y dominó el sistema político moderno de México. El PRI tiene una maquinaria, experimentados militantes, saber político y el apoyo de muchos antiguos y actuales burócratas. También, al perder la omnipotencia, comienza a aparecer la tradición de arbitrariedad de PRI, entre los que se cuentan el de José Murat, gobernador del estado de Oaxaca, que fue acusado en junio por la oficina del Procurador General de montar un autoatentado en marzo -bien sea para glorificarse a sí mismo o para cubrir un altercado entre sus guardaespaldas que dejó un policía muerto-. O el de dos miembros de la temida Policía Judicial que secuestraron a tres personas en Chihuahua. Las victimas se encontraban en una camioneta que los judiciales habían dejado parqueada en los cuarteles de la policía en la capital del estado. Los judiciales, que fueron puestos en libertad después de haber sido acusados simplemente de extorsión, formaban parte del equipo de seguridad del gobernador del PRI Patricio Martínez. Comparados con los del PRI, los escándalos de corrupción del PRD parecen casi benignos, lo que ayuda a explicar por qué, a pesar de sus problemas actuales, Andrés Manuel López Obrador sigue siendo el político más popular del país. Sin embargo la amplia desilusión con el reciente desempeño de la democracia electoral puede llevar a un regreso del PRI en 2006.

López Obrador es el tipo de hombre que adquiere enemigos: parece temerle a Salinas y a Martha Sahagún, dentro de su propio partido lo odian varias fracciones, incluyendo a Rosario Robles (quien perdió) y la que encabeza Cuahutémoc Cárdenas, el líder moral del PRD, que renunció el pasado marzo al consejo de gobierno del partido en protesta por la incapacidad de López Obrador de manejar el escándalo del video.
¿Hay, de hecho, después de ver estos odios, un videocomplot contra el alcalde? En el fragmento de las declaraciones hechas en Cuba por Ahumada y que presentó el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba el de mayo a los corresponsales extranjeros, Ahumada -tranquilo y, según parece, en sus cinco sentidos- le dice a un interlocutor desconocido que le dio los videos “a ellos” era su forma de “probar lo que me estaban preguntando”. Al comienzo no pretendía que las cintas se mostraran en televisión, dijo, pero, “luego ellos me dijeron que era importante publicarlas en televisión”. Pero ¿quiénes son “ellos”? Detrás de esta respuesta se encuentra el misterio del complot. Ahumada es claramente tan poco confiable como imaginativo: “ellos” pueden ser quienquiera que él sienta que le resulte útil nombrar en un momento dado, incluyendo a López Obrador y Bejarano, o los múltiples enemigos de López Obrador dentro y fuera del PRD. Sobrepasa los límites de la credibilidad imaginar que la Pandilla de los Cuatro nombrada por el alcalde como los autores del complot estuviera colaborando en algo, pero es igualmente difícil de creer que René Bejarano simplemente estaba sentado haciendo una entrevista para Televisa en el estudio contiguo al de Brozo el día en que la cinta se transmitió al aire.

Ahora, López Obrador se arriesga a quedar en una trampa. Si renuncia seis meses antes de que termine su período en diciembre de 2006, pierde su inmunidad como alcalde y puede ser juzgado por estos crímenes, lo que lo descalificaría como candidato. Si, por otro lado, López Obrador termina su periodo, no puede lanzarse a la presidencia. Ahí parece haber un ánimo claro por sacar al más opcionado de la carrera a la presidencia.
A pesar de todos estos esfuerzos para librarse de él, Andrés Manuel López Obrador no saldrá de escena durante muchos años.

ENTRE TABATINGA Y ARICA

ENTRE TABATINGA Y ARICA

“La seguridad democrática que protege carreteras con mucho acierto, no puede hacer lo propio por quienes habitamos los ríos, selvas y llanos de Colombia”

En el amazonas un taxi puede llevarlo de Colombia a Brasil en unos minutos. Estando en Leticia basta sólo con cruzar una calle para llegar a Tabatinga. Esta ciudad brasilera está situada en medio de la selva amazónica y es un puerto fluvial que comparte frontera con Perú y Colombia. La ciudad no es muy grande, en Tupi guaraní su nombre significa “casa pequeña”. Una calle amplia con árboles frondosos, la “avenida da amizade”, la comunica con Colombia. Hace unos meses para llegar a su casa en Arica, Saúl Márquez tenía que pasar primero por Brasil y luego por Perú, tres países en un mismo día. Según denunció el mismo Márquez ante autoridades colombianas y brasileras en octubre de 2002, probablemente por esa “avenida de la amistad”, el taxi en que viajaba fue interceptado por tres policías brasileros que lo llevaron a un lugar apartado y le robaron 36,5 millones de los 43 que llevaba, devolviendo 6 millones que según ellos era lo que tenía al ser detenido. Después de este incidente Márquez decidió evitar el paso por Tabatinga. Siendo frontera, este es un lugar de comercio, turismo, por el que pasa gran cantidad de gente y por donde llevar gran cantidad de dinero en efectivo puede ser peligroso. Así lo entendió Márquez. Desde muy joven se distinguió por su serenidad y porque siempre buscaba soluciones a los problemas. El problema ahora era que por Tabatinga, aunque más corto, el camino ya no era seguro y el dinero aun tenía que ser entregado, así que buscó una ruta alternativa que garantizara que los aportes llegaran sin problemas a su comunidad.

Entre 1982 y 1990, el gobierno reconoció cerca de 20 millones de hectáreas de tierras indígenas en el Amazonas colombiano, garantizando a estos pueblos la propiedad colectiva de esos territorios. La constitución de 1991 abrió nuevos espacios relacionados con la gestión de los pueblos indígenas dentro de la legislación nacional como es el caso de del decreto No. 1088 de 1993 que regula la creación de las Asociaciones de Autoridades Indígenas. La creación de esa figura jurídica permitió que las autoridades indígenas del amazonas trabajasen en la consolidación de la administración autónoma de sus territorios. Parte de esta autonomía tiene que ver con el manejo de los aportes que hace el gobierno a las comunidades y con la forma como estos llegan a su destino. Sin embargo, los aportes que el gobierno colombiano hace a las comunidades indígenas se les entregan directamente a los nativos y son éstos los encargados de llevarlos hasta sus comunidades. A pesar de que se sabe que entre 2001 y 2004 se registraron 10 casos en el Amazonas de perdida de la plata correspondiente a esta región, hasta comienzos de este año Saúl Márquez continuaba llevando hasta Arica dichos aportes él solo. Márquez llegó a ser el vocero de 10 Asociaciones de Autoridades Tradicionales Indígenas del Amazonas. Su trayectoria comenzó en 1994 cuando se vinculó al Consejo Indígena del Alto Amazonas (Coidam), del resguardo Predio Putumayo, el más grande de Colombia y un año después a sus 22 años fue presidente de la misma y formó parte del Consejo de Planeación. Con el robo, los 927 indígenas que habían depositado su confianza en él, empezaran a desconfiar, pero al final su condición de líder hizo que la gente lo respaldara.

A finales de noviembre Saúl Márquez llegó a Leticia- a sólo un paso de Tabatinga- para participar en la mesa de trabajo que periódicamente realiza la Gobernación con los indígenas. Pasó por la oficina de la cónsul de Colombia en Tabatinga, Amparo Tamayo y le preguntó qué había pasado con la denuncia del robo. “Le conté que las autoridades de Brasil nos notificaron que los policías fueron exonerados de cualquier responsabilidad”. Terminadas las reuniones que lo habían llevado hasta allí, empezó a gestionar el cobro de los 68 millones que cobró a comienzos del 2005 y atendiendo las precauciones, giró la mayor parte del dinero a Puerto Asís, guardó 3 millones para gastos y se dispuso a seguir la estrategia que desde el robo había implementado para no pasar por Tabatinga: tomaría un vuelo hasta Bogotá, de allí otro a Puerto Asís y llegaría en bote hasta su casa en Arica donde estaban su esposa, María Eugenia y sus dos hijos uno de 3 y otro de 5 años. El 6 de enero de 2005 Saúl Márquez salió de residencias Divino Niño, donde se hospedaba. Márquez procuró no volver a Tabatinga, sin embargo, fue alli donde se encontraron sus restos. No estaba dentro de lo planeado. Ese lugar estaba vetado en el itinerario desde el 2002. Sin embargo, el 7 de enero de 2005, en un camino de tierra a 2 kilómetros del centro de Tabatinga, en el barrio de Santa Rosa, un niño de 10 años, que pescaba cerca de un matorral, encontró el cuerpo de un hombre, que según la policía estaba amarrado de pies y manos, tenía contusiones en rostro, tórax y brazos, señales de asfixia, carecía de uñas y piezas dentales y en la cabeza tenía alojados cinco proyectiles de arma de fuego. Saúl Márquez no llegó a Arica con el dinero de su comunidad. Según una de las hipótesis de la policía los ladrones al no encontrar el dinero de las transferencias, lo torturaron y asesinaron. Sin embargo el caso no se ha cerrado.

Este crimen aumentó la cifra de indígenas asesinados en Colombia que para comienzos de febrero de 2005 llegaba a 13 y 235 durante el actual gobierno. “La seguridad democrática que protege carreteras con mucho acierto, no puede hacer lo propio por quienes habitamos los ríos, selvas y llanos de Colombia” cuestiona el comité ejecutivo de la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia) , que asegura además, que la responsabilidad por estos asesinatos recae en un 40% al Estado y Paramilitares, el 28% a los insurgentes y un 32% a desconocidos. Sumado al riesgo probado que el conflicto interno supone, los líderes indígenas han tenido que desplazarse hasta sus resguardos, que generalmente están a varios días en lancha, llevando consigo grandes sumas de dinero. Algunos se han gastado la plata, también muchas veces sus lanchas se han volteado o los han atracado por el camino. La muerte de Saúl Márquez llamó la atención acerca de si es esta la mejor manera para hacer llegar los recursos a las comunidades y también si esta autonomía en los territorios indígenas se está convirtiendo en desamparo. Cuando el asunto de la pérdida de los dineros pasó de lanchitas naufragadas y robo, a tortura y asesinato y la viuda directamente expuso lo sucedido, el presidente Álvaro Uribe le dijo al ejército que a partir de ahora serán ellos quienes tendrán que llevarles la plata a las comunidades indígenas. Mientras eso pasa, María Eugenia Buinaje Kudiramena está pendiente de viajar a Puerto Asís para reclamar el dinero que su esposo consignó. Tabatinga es el camino más corto hacia Arica, pero María Eugenia prefiere no pasar por ahí nunca más.

CRUCES SIN MEMORIA

CRUCES SIN MEMORIA

Bajo el cielo gris de las mañanas bogotanas, la plaza de Bolívar amaneció convertida en cementerio. Decenas de cruces la cubren y le dan el lúgubre aspecto de un panteón pobre. Cruces de madera, lápidas sin muerto, cada una de ellas con un nombre, cada nombre con una historia de miedo y desesperanza. Algunas se sostienen en pie otras, por acción del viento tal vez, han caído. Quizás un mal presagio. Una de las peores cosas de la muerte puede ser la certeza de la ausencia permanente, pero aun peor es esa ausencia permanente sin la certeza absoluta de la muerte.
Sentado en el piso, Sebastián Jaramillo mira todas esas cruces. Piensa. Se pregunta si tal vez esas personas cuyos nombres pintados con tinta blanca sobre la madera rustica junto al nombre de su padre, son padres o madres también. Tal vez sus hijos los recuerdan. Baja la cabeza. Llora. Está triste. No es para él una situación extraña: la gente gritando, las pancartas, el llanto, no es la primera vez que participa en una manifestación. Su madre lo vistió de negro, le pintó el rostro.
Ahora, sentado en medio de la plaza frente a todas esas cruces, Sebastián Jaramillo a sus diez años no llora por su padre, llora porque él por más esfuerzo que hace no consigue recordarlo. Para él, el recuerdo de su padre siempre ha sido un nombre en una pancarta o, como ahora, en una cruz sin memoria en medio de la plaza.