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Más tecnología? Sí, y que le guste.

La tecnología se empieza a considerar un commodity.

¿Una materia prima? Sí, una materia prima. Y la pregunta que surge es: puede un conjunto de sistemas de la complejidad que se presenta hoy en día ser tratado del mismo modo que las materias primas tradicionales?

Por un lado, la respuesta podría ser sí, en el sentido que la tecnología no es un fin en si mismo. No es menester conocer como funciona un teléfono celular para usarlo. Ojalá nunca supéramos como funciona Windows o que involucra ver televisión. Así como tampoco es de interés masivo saber la madera o metal que compone el escritorio o silla en que nos sentamos para usarlos.

De hecho, ojalá no tuviéramos nunca que reparar en los detalles que componen la los aparatos o dispositivos que usamos. Y si lo hacemos, seguramente será porque algo no funciona bien.

Ahora, dada la complejidad técnica involucrada en las soluciones tecnológicas, el impacto social de su falibilidad, podemos bajarla al nivel de un simple insumo para un producto o servicio final como cualquier otro?

Me gusta más pensar en lo primero. Me gusta pensar que ojalá nunca viviéramos las fallas tecnológicas. Que fuera intrascendente para nosotros como lo es la madera de la silla en que me siento. Pero no es así.

La tecnología permite ordenar el mundo, pero a su ves problemas muy complejos que estamos recién descubriendo. Y esa es la idea de esta página.

Nos vemos.