Blogia

jabitxu

Vacaciones y trabajo

Los días empiezan a despuntar fresquitos, ya mismo habrá que rescatar el jersey del fondo del armario o, mejor dicho, de alguna de las maletas apiladas en la habitación en la que hemos colocado los trastos.

El madrugón de hoy ha sido considerable; tenía que llevar a María a hacer el examen. Por fin está en la recta final y se acabarán (para bien o para mal) los nervios y tensiones tan frecuentes antes de estos acontecimientos.

Por mi parte, las vacaciones también se acercan. Me voy a Gran Canaria 9 días antes de volver al trabajo. María se quedará allí hasta final de mes, con sus padres. El viaje me da cierta pereza, por el gasto de dinero y porque tengo muchas cosas pendientes por hacer aquí, pero por otro lado tengo muchas ganas de volver a ver la isla, la ciudad y, con un poco de suerte, cruzarme con alguna cara conocida del colegio o del barrio.

Me apetece volver a pasear por Canalejas un domingo por la tarde, escuchar el ruido de los escasos coches que pasan provocando un sordo eco por entre las calles.

Hoy he visitado la página de mi antiguo colegio. He sentido el deseo de volver allí, no solo de visita, sino para quedarme, para volver a hacer vida en la isla. Quizás, con suerte, pueda hacerlo, aunque de momento se me antoja tan solo como un sueño. He recibido malas noticias de la Tesorería de la Seguridad Social. Al parecer, aunque ya tengo trabajo fijo y estoy cotizando, para poder facturar necesito estar dado de alta en autónomos, así que se complica mi pequeño proyecto empresarial, pues de momento no estoy dispuesto a pagar por el Régimen de Autónomos cuando los ingresos iniciales que preveo con mi página, apenas alcanzarán los 150 € al mes. Realmente no entiendo por qué resulta tan dificil ganar un dinero extra después de salir del trabajo y además hacerlo legalmente. Definitivamente tendré que optar por engañar a la Seguridad Social y no pagarles ni un duro, al fin y al cabo ya les paga mi empresa por tenerme contratado. No estoy dispuesto a pagarles 200 € al mes si estoy ganando 150.

Si todo va bien, dentro de dos semanas empezaré la actividad y me daré de alta en el IAE, aunque no tenga la página web totalmente terminada.

Estrés

Parece que todo vuelve a su normalidad y digo solo 'parece', porque una vez terminada la mudanza y los papeleos pertinentes, aún no sé exactamente lo que se me viene encima. Por lo menos ya acabaron los continuos viajes de una casa a otra, llevando cajas y más cajas llenas de objetos que ni siquiera recordaba que conservaba; el telefono, el agua y la luz ya están dados de baja en la antigua casa y de alta en la nueva. Mañana arreglaré los papeles con el antiguo casero e iré al banco para preparar el aval y entonces, por fin, acabaré con todas la gestiones que acaban con cruelmente con el tiempo libre. A partir de ahora solo queda pendiente limpiar la casa, acondicionarla, pintarla, hacer un esfuerzo sobrehumano para ahorrar dinero con el fin de amueblarla... Aún sigo durmiendo en un colchón en el suelo del salón, pero hoy mismo montaremos la cama, amén de todas las tareas que están pendientes y que tenemos que hacer en un corto espacio de tiempo: instalar la lavadora, hacer la colada y planchar (no me queda nada, absolutamente nada de ropa limpia), hacer la compra del mes (no tenemos nada de comida y ya estamos un poco candasos de los montados del bar de abajo)

Toda la situación me estresa, no sé de donde sacar tiempo material para todo, a lo que hay que sumarle que María tiene los examenes a principios de septiembre, lo que conlleva que no esté de muy buen humor y no pueda hacer todo lo que quisiera en la casa. Lo único que me reconforta es dormir junto a ella todas las noches, aunque sea en el suelo.

Hoy es el penúltimo día que vengo en coche al trabajo. Mañana por la noche se lo devolveré a N., que nos lo había prestado para hacer la mudanza y tengo miedo de haberme acostumbrado a tardar media hora en llegar al trabajo (ahora tardaré aproximadamente una hora y cuarto con sus correspondientes caminatas y transbordos). Deberíamos comprar ya el coche nuevo, pero con todos los gastos que se avecinan, no sé como vamos a llegar a fin de mes. En fin, como dice María: poco a poco.

En el trabajo no estoy especialmente motivado últimamente. No me desagradan las tareas que tengo pendientes, pero me falta un poco de empuje para ponerme decididamente con ellas. Solo tengo ganas de que llegue la tarde para salir y volver a casa a prepararlo todo, físicamente más cansado, pero mucho más gratificante, sobre todo teniendo en cuenta que la tarea está acompañada de los besos y abrazos de María. Tengo ganas de que llegue esta noche, meterme en la cama y hacer el amor con ella para terminar dormido en sus brazos.

Inauguración

Por fin me decidí. Después de tantos años rondando por esta red inmensa e impersonal que es Internet, he decidido plasmar mis ideas para que cualquier anónimo lector juzgue o critique mis más íntimos pensamientos que, debido quizás a una falta de práctica en psicoanalizar mis actos, me son aún bastante desconocidos. Puede que escribir un diario me ayude a aprender algo más sobre mi persona y, aunque a mis 27 años de edad va siendo un poco tarde para empezar a conocerme, nunca es tarde si la dicha es buena.

Prostitución

María está ahora en casa, nuestra nueva casa. A veces me desespera pensar que ella no me entiende, o quizás soy yo el que no la entiende. Nuestra relación está llena de discusiones, de puntos de vista que diferentes, o no tan diferentes, quizás son iguales, pero no sabemos expresarlos de la forma correcta. Ayer por la noche tuvimos una discusión en la que ella afirmaba que no me paro a pensar en mis actos, que actúo sin pensar en las consecuencias.

Hace un par de años estuve con una prostituta una noche de juerga con mis amigos. La noche empezó en el bar de un amigo mío, tomamos unas cuantas cervezas, bastantes, como venía siendo habitual, y después continuamos de garito en garito, copa tras copa. A pesar de algunos infructuosos intentos, la compañía femenina que todos esperabamos no aparecía por ningún lado y quizás el resquemor hacia el genero femenino que no quiso acompañar a tres jóvenes con 'buenas' intenciones en su búsuqeda de cariño y amistad nos hizo tomar la decisión de buscar sexo sin compromisos, de pagar por una simulación de lo que buscábamos, de pronunciar un 'te quiero', aunque ausente de compromiso. Por el módico precio de 60 €, ibamos a creer que alguien nos amaba, que nos veía atractivos, que deseaban amarnos incondicionalmente. Una caricia en la mejilla, seguida de un beso nos transportaba a un mundo de ilusión que en aquel momento queríamos creer como real. Tan triste era mi situación (y me reitero en que se trara de mi situación, pues no pretendo juzgar el contexto por el que se regían mis compañeros) que necesitaba compartir mi amor con alguien, aunque supiera que era de forma unilateral, que el único que amaba en aquel momento era yo, pues para poder dar un abrazo, para poder dar un beso, para poder mostras mis ansias de amar, habría de pagar 60 €.

María no entiende como soy capaz de acostarme con alguien que no quiere hacerlo conmigo. Con alguien que ha viajado miles de kilómetros en busca de una vida mejor y se ha encontrado con que la única forma de sobrevivir en un país extraño es prostituirse. Puede que sea un insolidario, un irreflexivo que ha consumido prostitución, colaborando de una forma indirecta con las mafias de trata de blancas, con la explotación humana, con la degradación de las personas, despreciando unos principios éticos que todos deberíamos llevar grabados en nuestro cerebro. Pero yo no me siento así. En mi desesperación por encontrar alguien que me acompañara aquella noche, acabé entre sábanas tintadas de amarillo lejía, compartiendo almohada con una persona hastiada de noches vacías, tan vacías como la que me tocó vivir a mí aquel día. Quizás proteja mi conciencia pensando que el mundo siempre ha sido así, que el trabajo más viejo del mundo nunca desaparecerá de la sociedad, que las putas verán como los informáticos, los taxistas y los astrounautas se van todos al paro. Y reconozco el trabajo de prostituta tal y como es, como un oficio.

Y el día que me pregunten si no me parece mal irme de putas, diré que sí, y aunque me tachen de insolidario y egoista, afirmaré que puede ser denigrante para ellas, pero más denigrante es para mí, que no tuve otra opción que pagar por media hora de cariño.