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Presientes Una Felicidad

Presientes Una Felicidad

Si pudiéramos darnos cuenta que una vida feliz es posible, incluso en nuestros días más negros.

Lo que hace que una vida sea feliz es caminar hacia la humildad; la sencillez del corazón, y la de nuestra vida.

Pero ¿qué es la humildad? ¿dónde la encuentro? ¿es la humildad sinónimo de pobreza? Tantas preguntas que surgen de este término que posee un peso incalculable.

Partamos diciendo que un corazón humilde es un corazón que se dona a los demás, que no queda indiferente ante el dolor humano.

Para que una vida sea hermosa, no es indispensable tener capacidades extraordinarias o grandes facilidades. Hay una felicidad en la donación de cada uno de nosotros como persona.

Dentro de nuestra vida cotidiana debemos ser creadores de esperanza, espacios de luz, donde Dios mismo se hace presente. Qué difícil y que ideal, pero recuerden, los ideales no serían tales si no nos animáramos a recorrer el camino de la idealidad.

¡Dios nos quiere felices! Pero nos llama, nos grita desde arriba, que nunca permanezcamos tranquilos mientras haya un dolor que curar, una pena que escuchar, un amigo a quien ayudar.

Nuestra vida toma sentido cuando es, ante todo, una respuesta viva a la llamada de Dios. ¿Pero cómo reconocer esta llamada y descubrir lo que El espera de cada uno de nosotros?

Dios espera que seamos portadores de esperanza, de alegría, de pasión por lo que hacemos, de humildad, de compromiso.

Cuando hacemos oído a esta llamada, no debemos ignorar nuestras debilidades, pero en el fondo de nuestro corazón siempre deben resonar las palabras de Jesús ¡No temas, cree simplemente!

A esto le llamamos vocación de servicio, a la capacidad de darnos a los demás, de decir sí a la vida, a los hermanos, a Dios.

¿Presientes una felicidad?.. ¡Sí, Dios nos quiere felices! Y hay felicidad en la humilde donación de uno mismo.

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