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La Tasca y el Café
Quiero hacer un análisis profundo de la contraposición que existe entre estos dos conceptos y el espíritu, que dimana
en el devenir de nuestros tiempos actuales. Recientemente he leído por segunda vez el libro de Iñaki Ezkerra,
titulado "Estado de Excepción". En el en la página 82 recoge unos versos de Don Antonio Machado, que son muy
aplicables a la TASCA (lease, Herriko Taberna). Los reproduzco porque a mí me han hecho pensar mucho, después
de esta relectura de la citada obra:
...desde un pueblo que ayuna y se divierte
ora y eructa, desde un pueblo impío
que juega al mus de espaldas a la muerte.
El solo leerlos me ha hecho temblar, ya que el excelso poeta andaluz, se ha convertido en profeta, y está retratando
con una claridad meridiana el ambiente de estos antros, donde se cuece el odio y se planifican a veces las muertes
que están ensangrentando nuestra tierra.
Pero no sólo pienso en la Herriko Taberna, se puede aplicar también a los Batzokis, donde un sector muy importante
de este pueblo, la comunidad nacionalista, se empapa de los conceptos etnicistas del santón del nacionalismo, cuyo
retrato los preside.
El Batzoki y la Herriko taberna, son el paraíso de la una masa vociferante, de los que animados por las desmedidas
libaciones y sin sentarse a una mesa, de pié delante de una barra y rodeados de toda la parafernalia patriótica,
reafirman su identidad, sin cuestionarse siquiera la bondad o maldad de los principios de su idea. Una vez concluidas
sus rondas, toda la "parroquia" (es curioso constatar que muchos Batzokis están a dos pasos de la sacristía de una
Iglesia) abandona el local y con gesto altivo se dirigen en grupo unos a casa y otros a seguir su ronda en otras
tascas, en las que entran pisando firme y mirando de soslayo y con arrogancia al resto de los mortales, sobre todo a
los que les costa que no piensan como ellos.
En este país donde la muerte del "enemigo" a veces se celebra, otras se comprende y muchas veces se mira con
indiferencia, se ha borrado por completo el concepto de diálogo sosegado.
Frente a la tasca está el Café, que invoca todo lo contrario. Antes de nuestra última contienda civil, y sobre todo en
el período que va desde la primera guerra mundial a la proclamación de la República se desarrolló en nuestra tierra
una sana costumbre y que debería recuperarse. Me estoy refiriendo a las "tertulias de café". En ellas un grupo, a
veces de ideología muy dispar, se sentaban en torno a un velador y discutían sosegadamente de todo lo humano y a
veces de lo divino, sin mas límite que el respeto a la opinión de los demás.
Fueron tiempos muy hermosos. En nuestro Bilbao, y ello lo cuento, porque recibí de mi padre una información
completísima, había dos tertulias muy famosas. La primera que me viene a la memoria es la del "Lion d'or", fundada
por el ilustre médico D Enrique de Areilza, pero en la que brillaba como estrella de primera magnitud D. Pedro de
Eguleor, personaje brillante y controvertido, que era capaz de sostener las tesis mas dispares. Allí estuvieron otros
muchos como fueron D Gregorio de Balparda, D Joaquín Adán, D Pedro Mourlane Michelena y un largo etcétera,
entre los que puedo contar a mi padre y un tío mío y tocayo de nombre.
En esta tertulia a veces había elementos que venían de la otra también famosa del Café Bernabé, cuyo inspirador y
tertuliano mas eximio, fué D Indalecio Prieto.
El café hacía que los contertulios estuvieran mas relajados y a la vez mas despejados, por que salvo una copa, que
algunos tomaban el ambiente permitía el sosiego . El diálogo fluía limpio y respetuoso, todos se trataban de Vd., y
tenía que haber mucha confianza para que se apeara dicho tratamiento.
Si en nuestros tiempos se resucitara ese espíritu de entonces estoy seguro que las aguas volvería a su cauce
natural, que es el respeto el diálogo y la tolerancia de aquellas viejas tertulias de café.
Recibido de JBM, 9/7/2003
Este artículo viene de la Fundación para la Libertad
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