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Una Decisión Inminente

Una vez se ha ido Sardinio, Wilfred empieza a subirse por las cortinas de los nervios. No sabe qué hacer. Su buen corazón le ha llevado una vez más a meterse donde no le llaman. Samuel se ha ido del piso en busca de alguna trampa para ratones. Wilfred está solo en el piso...Piccolini no está a la vista. Wilfred comienza a buscar a la causa de su discordia sin ningún éxito. La zapatilla de Samuel se mueve poco a poco hacia un armario. Wilfred la levanta y se encuentra a Piccolini con cara susto. Piccolini le implora que no le mate, que no quería meterle en líos. Wilfred, entristecido al ver al ratoncito tan indefenso, le dice que no sabe qué hacer; que está con la espada contra la pared.
Piccolini, que sigue tapándose la cabecita con sus patitas, le dice que igual debería buscar a otros gatos para revolucinarse contra los Atunelli. Wilfred le dice que necesitaría a muchos gatos para derrocarles. Piccolini se vuelve a animar y le dice que le ayudará. Sale corriendo hacia la ventana, que sigue abierta, y le dice a Wilfred que le siga. Ambos bajan por las escaleras de metal que están enganchadas al edificio, aunque Wilfred baja muy lentamente. Piccolini se gira y le dice que acelere el paso, pero Wilfred le dice que tiene vértigo. Piccolini, de repente, pone cara de aterrorizado y grita: "Un perro viene detrás! ¡Corre!" Los pelos de Wilfred se ponen de punta y ambos bajan embalados por las escaleras. Una vez abajo Piccolini se empieza a reir. Wilfred que sigue corriendo para esconderse debajo de un coche se da cuenta de que le había tomado el pelo. "¿Has visto que rápido se te ha quitado el vértigo?" Wilfred asiente dejando entrever una pequeña sonrisa felina.
Piccolini le explica a Wilfred que en la floristería de la Señora Pérez se suelen reunir los gatos a estas horas para charlar y para merendar. La dueña de la tienda es una gran amante de los gatos y suele darles comida. La expresión perpleja de Wilfred no se desvanece de su rostro. Piccolini le da una palmada en la cola y le dice que puede tratar de convencer a estos gatos para empezar esa revolución contra los Atunelli

La amenaza de Atunelli

Wilfred entra de nuevo en casa bastante animado. En el fondo siempre había querido que Samuel le regalase a Diego , pero obviamente era mucho pedir. Al ver a Samuel comiendo unos cheetos y viendo un partido de futbol se da cuenta de que Piccolini no está a la vista. Wilfred, enfadado, empieza a buscar alrededor del apartamento sin encontrarlo. De repente ve la bolsa de cheetos de Samuel moverse hacia el borde del sofá. Wilfred trata de acercarse a la bolsa sin que se entere su dueño. Justo cuando tiene la oportunidad de meter la zarpa en la bolsa y sacar a Piccolini oye unos ruidos en la ventana del apartamento.
Samuel, que está histérico gritando al equipo contrario, no se da cuenta, pero en la ventana se encuentra Sardinio. Éste es el mensajero de los Atunelli. A Wilfred se le había pasado el tiempo y se había olvidado de que tenía que entregar la caza de la semana. La bolsa de Cheetos empieza a mover de nuevo y Wilfred le da un empujón para apartarla del campo de visión de Samuel. Éste mete la mano en la bolsa sin darse cuenta de quién está en su interior. Wilfred corre hacia la ventana y la empuja hacia arriba con su cabeza. Sardinio , un gato persa de color blanco impecable, se está afilando las uñas. Le mira y le dice medio riéndose, "¿Me das tu caza de la semana...o esta semana se te han escapado las moscas?" Wilfred saca de debajo de una planta una bolsita de plástico que contiene 4 moscas. Sardinio se ríe a carcajadas y le dice que es un triste gato...
De repente Samuel grita histérico. Se levanta del sofá y sale corriendo hacia la cocina: "¡Un ratón! ¡Qué asco!" A Sardinio se le abren los ojos verdes y mira a Wilfred interrogantemente. Sardinio le pregunta que cómo es posible que haya un ratón viviendo en el apartamento de su dueño y que no se haya dado cuenta. Wilfred titubea y le dice que no sabe. Mientras Samuel corre por la habitación con una escoba buscando a Piccolini. Sardinio de forma amenazadora le dice que la semana siguiente quiere un ratón en la bolsa de plástico, sino habría consecuencias...

El plan se complica

En el momento en que Diego y sus amigos están a punto de descubrir que el hijo de la frutera es el ladrón de meriendas, en la tienda entra la señora Pérez,abuela de Diego, gran amiga de la frutera. Ésta da un beso a su nieto y le dice que tiene que subir rápidamente a casa ya que su madre le espera. Diego no está dispuesto a irse. Tiene que deacubrir al ladrón. La frutera así se despista y comienza a hablar con la señora Pérez. Se olvida por completo de darles a los niños la hoja con las cuentas. ¿Qué harán Diego y sus amigos? ¿Será hoy el día en que descubran al ladrón de meriendas?

Bronca con la Cobramás

Diego decide definitivamente comprobar si el cuaderno corresponde con el de la frutera. No le gustaría precipitarse en su juicio aunque está casi convencido de que el ladrón de meriendas es su hijo.
Después de un día duro de colegio, Diego, Tomás y Jaime deciden ir a la frutería a investigar...

- Buenos tardes enanos- la frutera les saluda con toda la amabilidad que le caracteriza.
- Buenos tardes... Oye, queríamos dos manzanas verdes y una roja( Diego sabe que no tienen el mismo precio y que por lo tanto, tendrá que hacer cuentas para cobrarles)
- Dos verdes y una roja, de acuerdo... Son 0,30 euros más 0,13... Cuarenta y trés céntimos chicos.
- Tome, va justo. Pero, ¿le importaría darme el papel en el que ha hecho la cuenta?

La Canción y el Hijo del Vecino

La Canción y el Hijo del Vecino

Piccolini canta:
"When you´re alone, even when you´re at home you´ll always have me!
Im the mouse of the house, the one you can talk to when you´re feeling akward, kitty that´s me!
So keep your fangs in your mouth, your nails glued up, and your appetite satisfied so you dont decide to eat me. Though Im tender like loin, and worth several coins, Ill always be better company than a late, late ,late evening meeeeeeal!
So Kitty the mouse in the house, with whom you´ll share the couch will give you lots of companyyy!"
Wilfred se queda atónito sin saber qué decir. Ese ratón gordinflón se acababa de marcar un glorioso baile ante sus ojos con una alegría que no había visto en mucho tiempo. Piccolini, que seguía esperando una reacción por parte del gato, se rasca por debajo del cuello con el palillo. Wilfred le dice que no sabe...que tiene que pensarselo y que si decidiese que se puede quedar tendría que imponer unas normas. El ratón le dice que dispare. Wilfred le dice a Piccolini que le acompañe al salón donde está Samuel todavía durmiendo. La primera condición, le dice, es que el verdadero dueño de la casa no le podía ver. Piccolini asiente sin ganas. Wilfred le dice que siempre deberá obedecer sus ordenes ya que el orden de cadena era Samuel él y luego el ratón. Piccolini ya no estaba tan contento y su expresión se estaba distorsionando. Cuando Wilfred acaba con una lista larguísima de cosas que no debe tocar ni hacer Piccolino le dice que más que un piso compartido parecía un getto de la II Guerra Mundial con un gato llamado hitler. De repente unos pasos en el pasillo alertan a Wilfred que va corriendo a la puerta. Alguien le da unos golpes y Wilfred se pone a maullar. Piccolini se esconde detrás de un sofá ya que Samuel se despierta lentamente. Se acerca a la puerta y dice, "Sal un rato jodido gato". Justo afuera está Diego el hijo de la vecina, es un chaval bastante simpático y suele darle cariño a Wilfred. Antes de salir Wilfred mira atrás y le dice a Piccolini que acepta las normas o se va ya que compañía ya tenía siempre que quería (mintiendo). Una vez en el pasillo Diego, emocionado, coge a Wilfred y lo empieza a sobar. "Ey gatito, tú sí que me entiendes, en casa como siempre he sido un poco travieso se piensan que lo del ladrón de meriendas no es cierto; que es algo que digo para llamar la atención" Wilfred ronronea animadamente alegrándose de tener un vecino que le quiere y confía en él.Tras escuchar unos gritos que provienen de su casa Diego se levanta y le dice que igual luego se pasa por su casa y le pide a Samuel jugar con él un rato. Wilfred maulla emocionado mientras Piccolini mira por la puerta asqueado.

Menuda jugarreta!!!

Diego sigue pensando que la hoja de cuaderno es la misma que utiliza la frutera para hacer sus cuentas, lo que le lleva apensar que es su hijo quien ha robado la merienda a Adelita. Está reflexionando sobre cómo ponerle en evidencia y para eso cuenta con todos los amigos de clase. Todos se movilizarán por esta vez pues nadie quiere quedarse sin merienda...
Que se prepare el ladrón de meriendas porque menuda jugarreta le espera...

Tramando un buen plan

Diego se ha quedado fascinado por la nueva niña que ha empezado al colegio. Pero no debe distraerse, ya que debe preparar muy detalladamente un buen plan para poder atrapar al ladrón de meriendas. Es la hora del recreo y Diego se reúne con Adelita, que se encuentra un poquito enfadada por la llegada de Irene. Pero ambos están dispuestos a pillar al ladrón y darle una buena lección que jamás olvidará. ¿Qué tramarán Adelita y Diego? ¿Conseguirán dar un buen escarmiento al ladrón de meriendas?

La llegada de Irene

El jueves cuando ya todos los niños estaban sentados en sus pupitres, llego la profesora con una niña de la mano. Era rubia con largos tirabuzones dorados, tenía la tez muy pálida y los ojos azules. La señorita Pili mandó callar a los niños y dijo que esa niña se llamaba Irene y que era nueva. La niña tímidamente se puso en frente de la clase y dijo: Soy Irene y vengo de la capital. He venido aquí con mi familia porque a mi padre le han dado aquí un trabajo . Diego la miraba con los ojos muy abiertos y no perdía detalle de lo que Irene decía. Esto no le gustó nada a Adelita que miraba a Diego con cara de enfado. A Adelita la niña nueva no le gustó porque llevaba vestidos muy repipis y lazos en el pelo, además de porque creía que podría separarla de Diego. Cuando Irene se fue a sentar en su sitio se le cayó el estuche al suelo y Diego lo recogió. Cuando se lo dio, sus miradas se cruzaron y ella le sonrió. ¿Conseguirá Irene entrometerse entre Diego y Adelita?

Pon un ratón etu vida

Wilfred salta desde la ventana al suelo y se dirige con rapidez hacia la cocina. Su pelaje está todo erizado por la curiosidad que siente. La caja moviente no deja de moverse. Ésto es lo más excitante que ha ocurrido en la vida de Wilfred desde hace por lo menos un mes. ¡Pocas veces se encontraba una caja de "Cheerios"con vida propia! Una vez que se encuentra en la cocina Wilfred no puede evitar maullar por curiosidad. De repente la caja se deja de mover y un silencio absoluto invade la cocina...excepto por los ronquidos que provienen del salón, donde Samuel sigue durmiendo. De repente cuando Wilfred ya está debajo de la mesa, la caja de cereales cae derramando su contenido sobre Wilfred. Éste al ver los cheerios que caen sobre él como una lluvia de piedrecitas se tapa la cabeza con sus zarpas. Cuando parece que ha dejado de llover cheerios Wilfred vuelve a mostrar su cara asustada; pero algo continúa sobre su cabeza. De repente un ratón regordete, gris oscuro y de ojos marrones se asoma sobre la cara de Wilfred mirándole fíjamente a los ojos. Wilfred, sobresaltado, reacciona violentamente saltando al aire y lanzando al ratón lejos. Éste cae en medio del lavabo (caja de arena) de Wilfred. La sorpresa de Wilfred se transforma en rabia y se acerca con las uñas sobresalidas hacia su caja. Piccollino, el nombre de este ratón de cara bonachona, se encuentra en medio de la arena sucia. Se levanta, ve a Wilfred, y dice que es un poco guarro..que podría limpiar su caja un poco. Wilfred, siguiendo su instinto felino, levanta su zarpa preparando su ataque. Piccolino se agarra a una de las uñas del gato y la utiliza para salir de la caja. Luego le dice: "¡Bueno por lo menos tienes modales y me ayudas a salir de ese meadero!" WIlfred furioso pero sin saber como reaccionar sigue al ratón. Éste empieza a recoger "cheerios" del suelo comiéndoles golosamente. Mientras tanto va hablando solo. Le dice a Wilfred que se alegra de ver que compartirá el piso con alguien ya que se había mudado hace poco y se sentía un poco solo. Ante esto WIlfred salta delante de Piccolino y enseñando sus largos colmillos blancos le dice: "Yo no voy a compartir mi casa con nadie! Éste es mi piso y tu vas a ser mi ofrenda para los Atunelli." Piccolino, ignorándole, recoge otro cheerio le aparta empujándole por el colmillo y le dice que ya se acostumbrará a compartir. Wilfred cada vez más histérico le dice que no. Piccolino se gira se pone en pie y le pregunta a Wilfed si acaso no conocía las ventajas de tener un ratón en su vida. Wilfred no sabe que decir. En ese momento Piccolino recoge un palillo y dice: "Te lo demostraré".

Diego tiene pistas

El ladrón de meriendas ha cometido un grave error. El día del robo de la merienda de Adelita, tuvo la brillante idea de envolver el bocadillo con una de las hojas de su cuaderno. Pero no se percató que dejaba una pista muy notable. El cuaderno que lleva al colegio es uno de los que su madre tiene en la frutería para haver sus cuentas. Y Diego es un gran observador

¿Quién ha sido?

Esta vez se ha pasado de la raya. Sea quien sea quien anda robando las meriendas en el colegio, hoy ha ido demasiado lejos.
Diego está furioso. Hoy la que se queda sin merienda es ...Adelita.
Pero Diego es todo un caballero y piensa compartir la suya con ella. Ha decidido poner fin a este asunto. Hoy por la noche pensará en un plan secreto para pillar al ladrón in fraganti

Anacleto, un hombre con encanto

El señor Anacleto, es un hombre maduro, soltero al que le gustan mucho las mujeres. Por eso cada semana acude a la floristería de Juan a comprar un ramo de flores. Siempre tiene una nueva cita para regalar hermosos ramos de flores que Juan compone con mucho esmero y delicadeza. Es un hombre de unos cincuenta años, dueño del taller mecánico que se encuentra dos manzanas más arriba de la floristería. Pero eso sí, el señor Anacleto siempre va de punta en blanco. Es muy presumido y como no, esta semana acude de nuevo a la ayuda de Juan para encargarle un bonito ramo de tulipanes

La señora Pérez, una abuela encantadora

La tienda de flores que se encuentra enfrente de la casa de Diego y al lado de la frutería del barrio, como cada día, ya ha abierto y Juan espera a que entre el primer cliente del día. Son muchos ya los clientes habituales que acuden a su floristería. La puerta se abre y se asoma como de costumbre, la cabecita de la señora Pérez, abuela de Diego. Es una mujer de unos setenta años, que por lo menos dos veces por semana visita la floristería. A la señora Pérez le encantan las flores y su casa está repleta de hermosos y bonitos tiestos con preciosas flores, aunque Diego y su gato a veces los destrocen mientras juguetean.

Don Francisco, un cura muy peculiar

Don Francisco es el cura del pueblo y es muy peculiar. Lleva pantalones vaqueros debajo de la sotana, hace footing todos los días, le gusta jugar al fútbol con los niños de la parroquia los domingos y tiene un gran sentido del humor. En el pueblo es adorado por muchos y criticado por otros por su particular forma de entender su cargo y la religión. No es severo ni le gusta impartir castigos, algo que le ha costado más de una discusión con algún vecino extremadamente conservador. Don Francisco siente un especial aprecio hacia el ladrón de meriendas y tratará de llevarle por el buen camino tratándole con cariño y comprensión. Don Francisco sabe que será una tarea difícil, pero ¿qué puede hacer?

Wilfred a la caza!

En un día cualquiera de la vida de Wilfred sucedió algo inesperado. Samuel se encontraba como era usual dormido y roncando sobre el sofá. Wilfred andaba en la ventana de su casa mirando a sus vecinos del edificio de enfrente. Los gatos poseen una vista 4 veces mayor a la de los humanos, osea que Wilfred lo veía todo ampliado como si utilizase unos prismáticos. Una gatita blanca del tercero estaba subiendo las escaleras de incendio con una paloma muerta en la boca. Obviamente había hecho su caza de la semana para "pagar" a los Atunelli por su supuesta protección sobre los gatos. Wilfred se dio cuenta de que estaba a Sábado y que todavía no había cazado nada; ni una pequeña lagartija. Como Wilfred salía poco de casa se le perdonaba que muchas veces sólo pagase con unas simples moscas o una .cucaracha. Todo cambió en ese momento cuando de repente vio la bolsa de galletas en la cocina moverse como si de repente hubiese cobrado vida propia... David martín

¿La vida es sueño?

La vida es una caja de sorpresas. Cada uno de nosotros tenemos distintos sentimientos o percepciones de la vida. Todos tenemos nuestras metas, nuestros sueños, nuestros más anhelados deseos. Hay personas y vidas totalmente opuestas, nada tienen que ver entre ellas. Pero, ¿y si de repente se cruzan las vidas de dos personas totalmente opuestas? ¿Qué ocurriría?

¡ Falta mi merienda!

Diego está realmente enfadado. Se ha pasado todo el día en el cole y está cansado. Pero siempre hay ganas para una rica merienda y el posterior partido de fútbol con sus amigos. Pero esta tarde no es como las otras, alguien ha robado la merienda de Diego y él no está dispuesto a quedarse con los brazos cruzados...

Pepe y su mal humor

Pepe lee su periódico todas las mañanas. Y aunque sabe que tiene que mantener el negocio, siempre cierra el quiosco para tomarse el cortadito y leer sus páginas preferidas. ¡Y que se le ocurra a alguien molestarle! Sólo la genete del pueblo sabe lo mal que se las gasta Pepe...

Adelita

Es una niña de ocho años que va al colegio con Diego , además de ser su vecina y amarle en secreto. Es dulce y muy tímida. Tiene el pelo largo, liso y pelirojo, los ojos almendrados color miel y el rostro completamente cubierto de pecas. Le gusta vestir con petos vaqueros y casi siempre lleva el pelo recogido en dos largas trenzas. Adelita es una niña muy inteligente y su curiosidad le lleva a plantear a sus padres preguntas que ellos en muchos casos no saben contestar. Le entusiasman los animales y le encanta ir a casa de Diego a jugar con su gato Federico. ¿Consegurá Adelita que Diego corresponda su amor secreto?

¿ Será el amor?

A Juan le encanta su trabajo. Tiene una bonita floristería en el centro de la ciudad y para él su mayor pasión son las flores. Tiene unos 28 años. Es divertido, entusiasta, amable, cariñoso pero sobre todo es soñador. Siempre se imagina historias imposibles, casi inimaginables pero él es muy feliz. El día de hoy es un día especial, no es como los demás, hoy se encuentra especialmente contento, está radiante.