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Sobre las adopciones

Sobre las adopciones

Hace unos días aprobaron la ley sobre el matrimonio de homosexuales, que permitirá entre otras cosas que una pareja gay o lesbiana pueda adoptar niños. Este hecho ha sido motivo de polémicos debates en los que se discutía si es conveniente que un niño sea adoptado por una pareja homosexual. Para apoyar estos debates se pueden encontrar tanto estudios que apoyan la adopción por homosexuales, como que la condenan, aunque también es cierto que se encuentra un mayor número de los que la rechazan. ¿Qué es lo que dicen unos y otros?


A favor de la adopción:


María del Mar González, profesora de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, respaldada por el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, realizó un estudio sobre 25 niños, hijos de padres gays o lesbianas, con el que concluyó que:
1. Los niños poseen buen conocimiento de los roles de género, es decir, lo que la sociedad considera más adecuado para hombres y mujeres.
2. Presentan buen ajuste emocional y comportamental.
3. Están integrados en sus grupos de clases, en el que disfrutan de la aceptación social.
4. Tienen ideas favorables a la integración social de la diversidad cultural familiar o de orientación sexual.
5. Los chicos y chicas de familias homoparentales mostraron mayor flexibilidad en los roles de género. También mostraron mayor aceptación de la homosexualidad.
6.Son madres y padres con una alta autoestima y buena salud mental.
7. Un estilo de vida "democrático", caracterizado por altos niveles de comunicación y afecto, exigencias de responsabilidades y disciplina razonada.
8. Son padres y madres que mayoritariamente consideran la paternidad o la maternidad "lo más importante de sus vidas".


Aunque por otra parte González declaró que la muestra de su estudio era escasa.


En contra de la adopción:


Un estudio realizado por los sociólogos e investigadores Judith Stacey y Timothy Biblarz titulado "(How) does the sexual orientation of parents matter?", en el que cotejaron 21 estudios psicológicos entre 1981 y 1998 en niños criados en familias monoparentales: 18 lesbianas y 3 gays. Sus conclusiones fueron que:


1. Los niños criados en parejas lesbianas eran más proclives a tener experiencias homosexuales que los niños criados en familias heterosexuales.
2. Que los niños en "familias" gay eran menos proclives a adherir a los papeles culturalmente aceptados del género, los varones eran más femeninos y las muchachas eran más masculinas en "familias" de lesbianas o gays.
3. Que los niños tenían temor de que sus "padres" se enojaran si sabían que eran heterosexuales.
4. Que las niñas criadas en "familias" homosexuales eran más proclives a iniciarse sexualmente más temprano y tener más contactos sexuales comparadas con niñas de hogares hetero y en los varones sucedía al revés: se producía una tendencia a la castidad.
5. Que los niños en esas condicions tienen más amigos gays o lesbianas que los provenientes de hogares heterosexuales.


Las psicólogas Susan Golombok y Fiona Tasker publicaron en 1996 un estudio sobre 46 hijos de madres lesbianas que habían observado durante 16 años. Concluyeron que cuando los niños eran pequeños no había diferencia alguna entre hijos de lesbianas o de mujeres heterosexuales divorciadas que vivían solas. Al llegar a la edad adulta el 24 por ciento de los hijos de madres lesbianas habían tenido relaciones homosexuales, por el 0 por ciento de los hijos de madres heterosexules.


Habría que resaltar que ambos "bandos" tachan a los otros estudios de poco serios o mal realizados. Además de estas investigaciones se podrían destacar declaraciones de algunos expertos.


A favor:


La Academia Americana de Pediatría afirma en su revista Pediatrics que "un numero suficiente de estudios sugiere que los hijos de padres homosexuales tienen la mismas ventajas y expectativas de salud, adaptación y desarrollo que los hijos de heterosexuales".


José Luis Pedreira, presidente de la sección de psiquiatría infantil de la Asociación Española de Pediatría afirma que el desarrollo psicosocial de los niños adoptados en familias homoparentales es totalmente equiparable con los de los niños que se educan y desarrollan en familias de corte heterosexual convencional.


La Asoción Americana de Psicología sostiene que los numerosos estudios realizados durante las últimas tres décadas han demostrado consistentemente que los hijos de padres homosexuales y lesbianas exhiben el mismo nivel emocional, cognitivo, social y de papel sexual que los niños que crecen con padres heterosexuales.


En contra:


La Asociación Española de Pediatría declaró que un núcleo familiar con dos padres o dos madres es, desde el punto de vista pedagógico y pediátrico, claramente perjudicial para el armónico desarrollo de la personalidad y la adaptación social del niño. La Asociación se apoyó en estudios realizados a partir del año 2000, en los que se concluyó que al llegar a la adolescencia el 60 por ciento de los niños adoptados por familias de gays o lesbianas tienen tendencias homosexuales.


Mercedes Valcarce, profesora titular de Psicología Evolutiva de la Universidad Complutense manifestó que "el homosexual tiene una identidad lábil. Quiere una relación en espejo, busca una continuidad de sí mismo. Y eso es lo peor para el desarrollo de un niño, para que pueda crecer como persona armónica e independiente". Por otro lado la psicóloga señala que "todo niño adoptable ya tiene problemas porque ha sido rechazado por los padres biológicos, es un punto de partida muy malo. Por eso, necesita padres en unas condiciones excelentes".


Aquilino Polaino, catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid consideró que "la adopción de padres homosexuales trae consecuencias psicopatológicas en el adoptado".


Que cada uno saque sus conclusiones.

¿Drogas legales?

¿Drogas legales?

¿Se pueden reducir las miles de muertes al año por el consumo de drogas?, ¿es posible frenar el narcotráfico? Hasta ahora el consumo y el tráfico de drogas sólo han originado problemas. Históricamente, el consumo de estupefacientes siempre ha tenido una gran demanda clandestina. Las medidas adoptadas contra el consumo y el comercio de estupefacientes no han producido grandes resultados y la ilegalización parece haber aportado más problemas que soluciones. Pese a esta ilegalidad, el consumo de narcóticos, lejos de decrecer, ha ido aumentando paulatinamente en los últimos tiempos en todos los países. Aunque es triste reconocerlo, la droga, es uno de los mercados más importantes a nivel mundial y mueve miles de millones de euros al año. Llegados a este punto nos podemos preguntar ¿sería una buena solución legalizar las drogas?

La legalización suprimiría radicalmente el lucrativo negocio del tráfico de drogas y el mercado negro en el que está sumergido. Como primera consecuencia, el Estado sería más seguro, se beneficiarían la policía y la justicia que emplean gran parte de sus recursos humanos y técnicos en la lucha contra el narcotráfico y que podrían reutilizar estos medios en otras actividades. Se crearía empleo, ya que derivada del tráfico de drogas surgiría una gran industria, no muy distinta a la del tabaco o a la del alcohol, que crearía numerosos puestos de trabajo. Se evitarían cientos de muertes al año por sobredosis debido a la creación de un mercado regularizado que exigiría controles de calidad, dosis normalizadas y prospectos que indicasen las contraindicaciones y los efectos secundarios del narcótico. Por otro lado, la aparición de esta industria rebajaría enormemente el excesivo precio de las drogas, resultado de su prohibición, sobre todo fruto de los altos costes por el transporte clandestino y los intermediarios. Gracias a esta importante reducción, los toxicómanos no tendrían que delinquir o prostituirse para conseguir su dosis. El Gobierno, por su parte, también saldría beneficiado de una despenalización de las drogas ya que dejaría de gastar dinero en la lucha contra el narcotráfico y además probablemente cobraría un impuesto, al igual que lo hace con las otras drogas “blandas”, el alcohol y el tabaco.

El Estado tiene el deber de cuidar de sus ciudadanos, pero no puede vigilarlos a todos e impedir que tomen drogas, porque éstas estarán en la calle siempre, y al alcance de cualquiera. La legalización no disminuirá ni evitará el consumo de narcóticos pero si mejorará la situación de sus consumidores que es lo que debería pretender el Estado. Como dice el refrán “si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”.