Blogia

Master Logopedia 2004

Algo para recordar

Los que escribimos lo sabemos. Sabemos qué se siente cuando en la cabeza se hacinan ideas y pensamientos, palabras que pueden no conducir a ninguna parte, imágenes, voces, silbidos, apenas pequeñas punzadas en la yema de los dedos, posibles títulos, finales, principios y personajes, sentimientos que recitamos en voz alta...

Sabemos lo que es querer plasmar en la pantalla en blanco tántas cosas, tan grandes, tan pequeñas... Tantísimos detalles, sílabas encadenadas, con y sin sentido.

Sabemos lo que conlleva cerrar la puerta de la habitación, abrir la ventana, respirar hondo... Pensar, esconder la cabeza entre las manos y cerrar los ojos mientras en el equipo de música insertamos un álbum de Esteban Morgado.

Sí, retener en la boca un sorbo de té rojo, mirar a lo lejos, observar cómo la tarde cae y tras nosotros se recoge el mundo entero, con su orden y su caos, entre tanto ruido que no deja de ser silencio.

Y sí... sabemos lo que significa querer decir tantísimas cosas... Conocemos la sensación de no saber plasmar fuera, en la pantalla, en el papel, lo que realmente hubiésemos querido decir.

Pero a veces son tan bellas las ideas, los pensamientos sin más, los recuerdos, el eco de una sonrisa... que más vale dejar que la tarde pase, que la música suene, y no decir ni escribir una sola linea al respecto.

A veces, es tan incomprensible el silencio...