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En las tardes azules de verano...

Reencuentros

Reencuentros

Descartes o descarte.

Pienso, luego molesto.

Vuelta a casa.

Me encontré una vez mas en la ciudad sepulcral, sin poder tolerar la contemplación de la gente que se apresuraba por las calles para extraer unas de otras un poco de dinero, para devorar su infame comida, para soñar sus sueños insignificantes y torpes. Eran intrusos cuyo conocimiento de la vida constituía para mí una pretensión irritante, porque estaba seguro de que no era posible que supieran las cosa que yo sabia.

Josep Conrad, El corazon de las tinieblas.

Para ver el mundo en un grano de arena

" Para ver el mundo en un grano de arena,
Y el Cielo en una flor silvestre,
Abarca el infinito en la palma de tu mano
Y la eternidad en una hora.

Aquel que se liga a una alegría
Hace esfumar el fluir de la vida;
Aquél quien besa la joya cuando esta cruza su camino
Vive en el amanecer de la eternidad. "

William Blake

Ella.

Me siento bien. No tengo la necesidad de escribir, ese desasosiego que se había convertido en mi compañero inseparable cada noche se ha marchado, quizás por que ella lo ha echado y ha ocupado su lugar. No tengo tiempo de leer los diarios que me han acompañado estos meses, tras mucho tiempo tengo la sensación de estar vivo y no quiero dejar escapar ni un momento de lo que me esta pasando. Se que un día tornará la tristeza y la soledad pero me cojera lleno de esperanza y la volveré a vencer.

Medio llena.

OPTIMISMO- Doctrina o creencia que sostiene que todo es hermoso, incluyendo lo que es feo, que todo es bueno, especialmente lo malo, y que es correcto lo que no lo es. Es defendida con gran tenacidad por aquellos más que acostumbrados a vivir en la adversidad, y que encuentran muy aceptable exponerla con una mueca que simula una sonrisa. Al ser una fe ciega, es inmune a la luz de la refutación. Dada su naturaleza intelectual, no existe otra cura que la muerte. Es hereditaria, pero afortunadamente no contagiosa.

Diccionario del diablo , de Ambrose Bierce.

Me quiero.

Hoy un poco de egocentrismo, por que yo lo valgo.Algunos escritos mios sobre cine, son los firmados por el inefable David:
http://hamunterterror.iespana.es/hamunterterror/varios.htm

La muerte II.

La muerte II.

Nada cambia desde que estoy aquí. Pero no me atrevo a deducir de ello que nada cambiará aquí.
Aquí donde el hacha cae sin mas sobre cuantos llegan de allí. No soy el primero, no seré el primero, ella me tendrá..
Tuvo a otros.
Ella me dirá cómo hacer para moverme, para proceder como un cuerpo lleno de desesperación.
Así es como razono, como me oigo razonar.
No es a mi a quien se llama, no es a mi del que se habla.
Mi turno no ha llegado todavía, es el turno de otro.
Por eso no puedo moverme, ni me noto el cuerpo.

La ciudad.

No husmean manadas de lobos en la entrada de la ciudad, ni aguarda Caronte en una barcaza sobre el lago Estigia. Sólo indigentes envueltos dentro de abrigos raídos o guardapolvos, arropados en cartones o en periódicos amarillentos como la bilis, solo el asfalto turbulento, charcos de gasolina insinuando el arco iris, luces frías e interminables, los contenedores abiertos como escaparates, sólo largas paredes de metal opaco constituyendo una muralla de diapasones, inscripciones xenófobas y desperados mensajes de amor, todas las calles tienen una lapida donde enseñar su nombre y las persianas se cierran con ruido de cargar escopetas. Hace frió esta noche. A lo lejos centellean las pirámides y crecen los puentes de edificio en edificio, y las pantallas donde se anuncia o se divierte o se advierte o se vigila y los neones iluminando con tiento el cielo instalado en la ceniza, resplandores plateados y susurros y mentiras y todo el miedo del mundo en el zumbido de las líneas telefónicas y la muerte palpita, galopa sobre las aceras, omnipotente como la oscuridad, y toda la tristeza del mundo brillando sobre la ciudad enferma. Bienvenido, viajero, bienvenido al infierno.

La ciudad del pecado.

La ciudad del pecado.

“ Ni sé por qué ni sé como. No te había conocido hasta esta noche, pero fuiste mi amiga cuando más necesitaba una. Y cuando descubra quién lo hizo no morirá ni rápida ni tranquilamente como tú. No. Morirá lenta y sangrientamente, como me gusta a mi. Mirare al hijo de puta a la cara y me reiré mientras suplica a Dios. Y me reiré mas fuerte todavía cuando gimotee como un niño. Y cuando sus ojos se cierren, el infierno le parecerá el cielo comparado con lo que le habré hecho. Te quiero Goldie.”


Sin city, de Frank Miller.

http://www.iespana.es/miller/

La muerte.

La muerte, espesa como una leche negra, se esparce por todas las avenidas y rincones, los tejados y las tapias, las ranuras del alcantarillado, los túneles embarrados, los muros pintados donde se vigila y se acecha, la muerte, esa compañera compartiendo el vino y las horas, el asueto, el espejo y el trabajo, comiendo de nuestro plato y escuchando idénticos ruidos y la misma música, esa sombra familiar y roja, más familiar y desconocida que nuestra propia sombra.
Los muertos familiares que cuelgan nuestro propio apellido en sus lápidas, anunciándonos. Las amistades muertas que nos rodean con zonas agujereadas de ausencia, con manchas vacías que no saben decrecer ni detenerse. Los muertos amados que arrancan y hurtan las promesas, los proyectos establecidos y los abstractos, los que mienten el futuro o lo retuercen y lo reforman. Nuestra propia muerte labrándose en silencio, escarbando laboriosa, el pulmón que se hunde, el estómago que estalla en un charco de sangre, el tiempo que nos arruga y nos desfigura y arruina con pereza funcional, con la precisión elegante y severa del taxidermista, el tiempo, ese enemigo invencible.
La muerte silenciosa que nos asalta a través del sueño, el cerebro que se derrama, el corazón que se detiene, al asfixia torpe enredando el cuello con la sabana seca y una torsión tristemente excesiva, la hemorragia del golpe al que no supimos dar importancia, al manta ardiendo víctima de una ceniza aún incandescente y no advertida o por la lámpara que se desprende. La muerte accidental del tornillo que se suelta y el arquitrabe de la construcción que se desmorona, la navaja distraída y nerviosa que al afeitarse ( el susto bromista del hijo, las cosquillas de una mujer ) abre el paso, los pasos que nos llevan contra las ruedas del automóvil, la bala que silba contra la esquina que doblamos y nos agujerea el cráneo o las sienes, los escalones húmedos, el pie que resbala, la nuca partiéndose. Respira a lo largo de toda la ciudad la muerte enfundada en el rostro bien conocido del amigo que traiciona. El amigo que envenena disolviendo alcohol metílico en las páginas que tragamos al humedecer con saliva los dedos para poder pasarlas con mayor facilidad, quién vierte, picados e imperceptibles trocitos de cristal en los hielos de la bebida que nos revientan el hígado o los intestinos, el amante cuya daga rasga la piel o la agujerea o la recorta, las tenazas marmóreas que nos ahogan en la piscina o en la bañara, nuestro cuerpo pálido sumergido en la claridad del agua que quizás se enrojezca.
Y la muerte viviendo con nosotros, acompañándonos en cada minuto, dilación, renuncia, decisión o espera, pegada a la espalda como el sudor, o a las suelas de los pies como una sombra roja sin matices que la oscuridad no devora, ni sabe descansar, palpitando, la muerte que nos acompaña el gesto de los dedos humedecidos hacia la maraña de insensible de cables, la que guía los pasos hacia el asfalto que amanecerá con nuestra sangre seca ya como una costra pues una vez muertos nos deshacemos muy rápidos, convivimos con la muerte hasta el instante innegociable y repentino donde el cerebro se vacía de pensamientos, memoria y deseo, cuando se inundan los ojos y los brazos y el pecho de tragos de tierra y la oscuridad que sepulta, y el olvido que nos borra o desvanece de una palmada como si jamás hubiéramos nacido. No os veré mas, ni me veréis vosotros. Y adiós ardor, adiós recuerdos.

Poker.

La partida avanza casi sin darnos cuenta. Sobre la mesa hay mucho dinero. Me pregunto como he llegado hasta aquí. Veo sus labios. Y a él. Hace un par de horas no era así...venia conmigo.. Ella venia conmigo. Me enredaron suavemente. Imagino que así actúan las boas, se deslizan con suavidad y se hacen con tu calor. Te encorsetan sin apenas sentirlo, logran que alma y cuerpo se confundan. Pierdes. Tus cartas valen tanto como nada. Pierdes, y ahora de repente, crees en Dios. Has aceptado jugar, chico. Y has perdido. Ella me trajo hasta aquí. Me ciño con las caderas y luego me devoro.

Escuchando: Poetas de Mariza.

Mal reparto.

Los domingos tienen un cadencia distinta, el tiempo se arrastra lento y perezoso. Donde vivo la gente no parece tener nunca prisa, quizás por eso es el día que mas se ajusta a el ritmo de sus vidas. Los veo pasar como a cámara lenta metido en mi burbuja de hiperactividad y tengo la sensación de ser un personaje de la ultima película de Tarantino que por equivocación a caído en un film de James Ivory.

Escuchando:Bang Bang ( My Baby Shot Me Down ) de Nancy Sinatra.

La novela negra ha nacido para ser de bolsillo.

Cuando estoy atravesando una época de confusión siempre recurro a leer montones de novelas negras. Dentro del aparente galimatías que caracteriza a la buena novela negra: asesinatos, secuestros, chantajes, mujeres fatales y hombres letales, hay una especie de orden interno, ninguna palabra sobra, nada es prescindible, hasta la mas pueril conversación puede tener importancia para el desenlace. Sabes que cuando vuelvas a dejar la novela en el estante todo se abra resuelto y eso reconforta. Los protagonistas a menudo son perdedores, tipos anodinos que cuando termina la historia solo han conseguido una victoria inútil, risible, pero para la mayoría de ellos eso es suficiente.
Lo malo es que luego en medio de una conversación con algún amigo recuerdo alguna frase memorable de las que suelen poblar estas novelas y la suelto sin mas, encajándola a duras penas. ¿Un ejemplo? Estando con mi pareja me suelta insinuante:
-Vamos a la cama.-
Mi brillante respuesta con el expresión totalmente seria:
-Es difícil conseguirme. Todo lo que tienes que hacer es pedírmelo.
Esa noche dormí solo, por supuesto. Nunca se lo perdonare a Elmore Leonard.

Venganza.

Venganza.

Kill Bill es la película que Vincent Vega iría a ver al cine.

Yojimbo.

Yojimbo.

En ocasiones el cine si es arte. De una belleza plástica inagotable, dramática, elegante y desgarrada es la historia de un hombre solo, condenado a seguir su destino, por muy terrible que sea.
“ Y cada día sin excepción uno debe considerarse muerto. Esta es la esencia del Camino del Samurai.”

Todo va bien.

Es curioso, cuando mejor me va todo y más cosas me ocurren menos ganas tengo de escribir.

Letania contra el miedo.

"No conoceréis al miedo. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Afrontare mi miedo. Permitiré que pase sobre mi y a través de mi. Y cuando haya pasado , girare mi ojo interior para escrutar su camino. Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Solo estaré yo."

Dune, de Frank Herbert.

Pesadillas.

Siempre duermo con los ojos abiertos.
Tengo sueños que son como cuchillos.
Sueños que vuelven como un cadáver que se hunde en el agua hasta llegar al fondo y que vuelve constantemente a la superficie, atrapado en un continuo subir y bajar.

Recuerda.

En algún momento, entre risas y humo, logre atisbar restos de aquella niña que conocí y ame, solo fueron fugaces destellos pero bastaron para despertar en mi una inmensa ternura y un deseo no menos acuciante. La vida ya es bastante complicada, sobre todo la tuya, para tener que bregar con otro fantasma del pasado, así que aguardare otra ocasión, cuando los espectros hayan partido en busca de nuevas almas en las que habitar, para dejar que los deseos y los sentimientos tomen el timón de esta maltrecha nave varada en el pasado. De todos modos fue una tarde maravillosa, por unas horas fundimos nuestra soledad transformándola en algo inofensivo, manejable a nuestro antojo. Tu destierro te trajo a mi desierto.
Y recuerda que solo cuando el cielo llora nos esta permitido vernos.