él debería estar entre los mejores
[Sonando... No rain - Blind Melon]
Gracias a una confusión supongamos que propiciada por las últimas nostalgias infantiles, ayer me acordé de mi afición y/o devoción a los playmobils tambien llamados clics, por otra parte. Denominación que nunca he comprendido, a no ser que se en realidad haga referencia al onomatopeico ruido que producen si les injertas algun objeto en sus distintivas manos. Clic!
Estuve buscándolos y encontré casi todos los personajes que mimé durante años. El mismo tipo, el que había estado casado con la misma mujer de rojo, los mismos hijos (rubios, preciosos). En épocas de máximo esplendor, incluso vieron augmentar su mobiliario (sobretodo allá por los seis de enero) cuando mis familiares se volvían comprensivos y afables al verme suspirar ante la maravillosa casa de Playmobil (que nunca llegué a tener). Pues bien, a falta de pan...
El entrañable clan solo hablaba en catalán de tevetrés, porque el de Lleida no les pegaba mucho con los muebles, y sobretodo con el coche (que posteriormente adquirireron). Tan grande nos quedaba el mismo (a todos) que no duró más de dos dias; así que tuve que emplear remedios caseros y hacer un montaje con piezas sueltas que iba encontrando de otros juegos.
Sobrevivieron: y duró lo inconfesable. Tanto, que todas las piezas del complejo familiar terminaron deteriorándose al igual que todos los miembros: hay los que sufrieron de alopecia, y los otros, que resistieron hasta el final con alguna de sus extremidades amputadas.
Ayer los miraba, desde mi nueva y obligada condición adulta (aunque no sé si eso es del todo cierto), revueltos en un cubo. Abandonados. Desmemoriados.
Estuve buscándolos y encontré casi todos los personajes que mimé durante años. El mismo tipo, el que había estado casado con la misma mujer de rojo, los mismos hijos (rubios, preciosos). En épocas de máximo esplendor, incluso vieron augmentar su mobiliario (sobretodo allá por los seis de enero) cuando mis familiares se volvían comprensivos y afables al verme suspirar ante la maravillosa casa de Playmobil (que nunca llegué a tener). Pues bien, a falta de pan...
El entrañable clan solo hablaba en catalán de tevetrés, porque el de Lleida no les pegaba mucho con los muebles, y sobretodo con el coche (que posteriormente adquirireron). Tan grande nos quedaba el mismo (a todos) que no duró más de dos dias; así que tuve que emplear remedios caseros y hacer un montaje con piezas sueltas que iba encontrando de otros juegos.
Sobrevivieron: y duró lo inconfesable. Tanto, que todas las piezas del complejo familiar terminaron deteriorándose al igual que todos los miembros: hay los que sufrieron de alopecia, y los otros, que resistieron hasta el final con alguna de sus extremidades amputadas.
Ayer los miraba, desde mi nueva y obligada condición adulta (aunque no sé si eso es del todo cierto), revueltos en un cubo. Abandonados. Desmemoriados.
