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Nadir

Tiempo y cohetes

Aunque no pueda parecerlo, las naves espaciales y los niños pequeños son muy parecidos. Para poner en órbita un cohete hay que gastar mucha energía, tanta como para conseguir que un bebé se convierta en persona. Los riesgos del despegue son muchos, si alguna cosa sale mal el aparato puede perderse en el espacio exterior y no regresar jamás o lo que es peor, puede estallar en mil pedazos y dejarnos la sensación de pérdida irreparable. Nadie quiere perder un cohete, porque aparte del esfuerzo, en ellos hay metidas muchas ilusiones y sueños, muchas esperanzas de futuro y muchas apuestas personales. Para poner en órbita un cohete, hay que aprovechar ciertas ventanas de tiempo. Da igual si se manda a la luna o a dar vueltas a la tierra, el momento del despegue no puede ser cualquiera sino que debe estar situado en un espacio de tiempo muy delimitado. Pasa lo mismo con los bebés. Si uno quiere que duerman o que coman no puedes hacerlo cuando tú quieras sino que tienes que esperar a que los planetas estén en la situación adecuada para aprovechar el momento. Si dejas escapar la oportunidad, la pierdes para siempre o por lo menos para un buen rato. Por eso son tan importantes las rutinas y los ciclos planetarios, porque permiten que todo funcione bien, dentro del esfuerzo ingente que supone mandar un trasto a la luna o darle de comer un potaje a un bebé. La exploración espacial y la natalidad son cosas mal vistas en estos tiempos. Es lógico porque cuestan mucho dinero, mucho esfuerzo y el resultado no es inmediato ni predecible. Por eso las familias numerosas de antes y los cohetes que llegaban a la luna ya casi no existen salvo en las fotos en blanco y negro de nuestros padres. Ahora se llevan las familias pequeñas y las misiones espaciales diminutas. Pero aún así el espacio exterior y los niños son siempre una apuesta de futuro, un paso adelante en un camino desconocido, una locura bonita que sólo se valora cincuenta años después. Porque las locuras no se pueden medir en una economía de mercado y gracias a ellas el mundo avanza. Aunque avanzar es una palabra confusa, en realidad el mundo no avanza sino que sigue dando vueltas a su propia rutina, igual que nuestros hijos siguen girando alrededor de sus sueños y quimeras. Pero eso es bonito, incluso necesario. Los niños y las naves espaciales se suelen llevar bien, porque forman parte de la misma especie. Forman parte de las cosas que se hacen pensando en el futuro y no en la cuenta de resultados del próximo mes. Cada despegue y cada nacimiento es un salto al vacío que nos conduce hacia nuevos futuros impredecibles. Y el mejor futuro es aquél que no esperamos, aquel que es fruto del esfuerzo y la locura. Es difícil mezclar estas dos cosas, pero a veces se consigue, y entonces, aunque no nos demos cuenta, estamos cambiando el mundo. Por eso, todos somos hijos de astronautas.

Catetocracia

Hay que ser muy fuerte rebenque, muy fanático, y con mucha mala idea, para establecer un paralelismo entre Franco y Rodríguez Zapatero, considerando que ambos han aplicado el mismo concepto de Dictadura; Bueno, lo de Franco era Dicta blanda, según los adulones de la época, y la del actual Presidente del Gobierno si que es una Dictadura. ¿Pero de donde puede haber salido un personaje tan siniestro que es capaz de confundir los principios fundamentales de una Democracia avalada por toda la Comunidad Europea, con una Dictadura que esa sí que recibió, y no hace demasiado tiempo, la condena de TODO el Parlamento Europeo, excepción hecha del PP español?
No sabemos si es por el nerviosismo que produce en ciertas esferas de la ciudadanía la proximidad a las elecciones generales, o por un fallo del subconsciente que cree que aun esta en la etapa de los principios generales del Movimiento, pero lo cierto es que el paralelismo que ha establecido un escribidor local, es lo mas desafortunado que hemos leído en estos últimos años y mira que tenemos motivos para comentar agravios, desde la basura que día a día larga la COPE por boca de sus iluminados, hasta las pretensiones de la curia de "impedir que se rompa Españai, lo cierto es que cada día se aprecia un deseo feroz de dañar la imagen de cualquier persona que no comparta el conservadurismo mas rancio, que es el que esta organizando una crispación permanente en este país.
Hay un grupo social bastante numeroso, aunque no tanto como a ellos les gustaría que fuese, que no hay forma que acepten que la social democracia es, en estos momentos, un componente político de primera magnitud dentro de nuestra democracia, pero como a ellos no les puede entrar que los viejos hábitos políticos están desapareciendo por momentos, chillan, insultan, protestan, se manifiestan, e intentan por todos los medios desacreditar a quienes no comparten sus trasnochadas manías políticas, teniendo al país en un estado de permanente crispación, con la esperanza de que la mayoría les de la razón, y pensamos que el ciudadanos ha tenido suficiente experiencia para saber que lo que se pretende por parte de este sector conservador, es precisamente mantener el país en sus etapas anteriores, de las que nadie desea volver a oír, y usan todos los medios a su alcance, con un curioso sentido de la vulneración de la Ley, pues cuando se trata de apoyar sus posiciones, cualquier disparate, por muy contrario que sea a las normas vigentes es valido para ellos. Yo lo único que recomendaría a estos ciudadanos es que tomen tila en abundancia, y que de vez en cuando se den un paseo por las Bibliotecas y revisen nuestro pasado, que no tiene nada de glorioso y sí de muchas miserias y abusos.

Debate y datos

José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy chocaron en varias ocasiones durante el debate de este lunes. Especialmente llamativo fue cuando ambos mostraron datos a las cámaras que contenían datos aparentemente contrarios. ¿Mentían esos datos?


El choque respecto al empleo
Lo que dijo Zapatero: "España ha creado tres millones de empleos en esta legislatura (...) Hemos alcanzado un récord histórico de empleo en estos cuatro años, con más de 20 millones de ocupados, con 3 millones de nuevos empleos. El paro está en la cifra más baja de toda la historia de la democracia. Yo lo encontré en el 11,5 y está en estos momentos en el 8,5".


Lo que dijo Rajoy: "En los últimos siete meses de su gobierno el paro ha aumentado en 300.000 personas, por tanto, a pesar del crecimiento economía y del empleo en los últimos años y del estado de las cuentas públicas, fruto de la herencia que impulsaba la economía cuando usted llegó, los españoles viven hoy con muchas más dificultades".

Los datos:

Durante el primer trimestre de 2004, el número de personas con trabajo era de 17.600.400 sobre una población activa de 19.887.500 habitantes. La tasa de paro ascendía al 11,5%. Según los últimos datos del INE, en la actualidad hay 20.476.900 de personas ocupadas sobre una población activa de 22.404.500, por lo que la tasa de paro se sitúa en el 8,60%. En resumen: porcentualmente, sí hay más personas con trabajo y se han creado casi tres millones de empleos. Los porcentajes de paro facilitados por Zapatero son correctos..

La mejor cifra del Gobierno Zapatero corresponde al segundo trimestre de 2007, con 1.760.000 parados. Esa cifra es inédita en España desde 1980 y, como se apunta, la más baja de la democracia.
En el último trimestre de 2007 el número de parados aumentó en 117.000 (datos del INE ). En el trimestre anterior, lo hizo en 31.900, por lo que en los últimos seis meses del año pasado los parados crecieron en 148.900 personas. El dato facilitado por Rajoy solo se cumpliría si en el mes de enero esta cifra se hubiera incrementado en más del doble.

El choque respecto a la seguridad
Lo que dijo Zapatero: "Ustedes redujeron 7.500 policías, usted es el ministro que tiene el récord de menor número de policías de la democracia. Nosotros hemos aumentado en 17.000. Con usted, los delitos más graves llegaban al nivel más alto de la democracia, 1.200 homicidios. Ahora los hemos reducido a 800. En vez de reducir los delitos, que es lo que tenía que haber hecho, redujo el número de policías y guardias civiles. Ahora hemos recuperado hasta 116.000".

Lo que dijo Rajoy: "Cuando fui ministro del Interior, el número de infracciones en España era de 2.044.000. En el año 2006, son 2.260.000. Si hablamos de homicidios, podemos hablar de violencia de género: 52 personas cuando yo era ministro, y éste ha sido el peor año de la democracia. Sobre policías y guardias civiles: en el 96, cuando llegamos al Gobierno, había 1.400 plazas de empleo público de policía. Cuando yo llegué al Ministerio, la tripliqué hasta 4.200".

Los datos:

El número de policías y guardias civiles en España se ha incrementado durante la actual legislatura en unos 17.000 efectivos, por lo que la cifra actual de efectivos estables rondaría los 120.000, según declaraciones de este mismo año del ministro del Interior que corroboran las de Zapatero.
La tasa de homicidios entre 2001 y 2002, época en la que Rajoy estaba al frente de Interior, los homicidios superaron los 1.200 (1.268 en 2001 y 1.351 en 2002), según datos del Ministerio. Es cierto que, en los últimos años, esta tasa ha disminuido, aunque el último dato que ofrece Interior, del año 2006, lo sitúa todavía en 1.121.

A pesar de que el número de homicidios ha descendido, los relacionados con la violencia doméstica sehan duplicado, como señaló Rajoy: de las 52 mujeres muertas por esta causa en el año en el que él fue ministro de Interior, se ha pasado a 118.
Rajoy triplicó las plazas de empleo público de policía hasta las 4.200. Para 2008 se convocarán 5.000 plazas para la escala básica de la Policía, mientras que en 2007 se convocaron 5.580 nuevas plazas para la Guardia Civil.

El choque respecto a la vivienda
Lo que dijo Zapatero: "Ésta es la evolución del precio de la vivienda con el Gobierno del Partido Popular (muestra un gráfico), que llegó al máximo histórico, y la evolución con el PSOE, que ha ido decreciendo hasta situarse en una subida del 4,8%".


Lo que dijo Rajoy: "Durante su Gobierno, el precio de la vivienda ha aumentado en un 43%, porque los intereses que tienen que pagar por las hipotecas se han duplicado durante su Gobierno, y porque los que quienes quieren alquilar no encuentran viviendas en alquiler. [Muestra un gráfico comparando el precio de las viviendas protegidas en Madrid, gobernado por el PP, Cataluña y Andalucía, gobernadas por el PSOE].


Los datos:

Curiosamente, los informes del INE y del Banco de España apuntan a que el precio medio de la vivienda en España registró su mayor incremento interanual en 2003, cuando experimentó una subida del 17% respecto al ejercicio anterior (4,4 veces más que lo que subieron los salarios). Desde entonces, las subidas interanuales han ido disminuyendo hasta llegar al 4,8%. Pero esto no significa que la vivienda no se haya encarecido en los últimos años, sino que lo ha hecho en menor medida.

A pesar de que la subida de precios interanual crece a un ritmo menor, estos han crecido durante la actual legislatura en más de un 40%.
El incremento de los precios de 2003 se vio beneficiado por un descenso de los tipos hipotecarios, así como la mayor duración de los créditos concedidos por las entidades financieras. Durante los últimos años, la subida de los tipos de interés, así como la subida acumulada de precios, ha dificultado el acceso a la vivienda de importantes sectores de la población.

El choque respecto al cambio climático
Lo que dijo Zapatero: "Porque ustedes aumentaron un 40% las emisiones de gases con efecto invernadero. Ahora las hemos reducido nosotros: a partir de 2006 un 4%, a pesar del gran crecimiento económico, y hemos establecido todas la medidas necesarias para que la lucha contra el cambio climático sea un elemento central del futuro de nuestro país".

Lo que dijo Rajoy: "España, en estos últimos cuatro años, es uno de los países que más incumple sus compromisos frente al cambio climático con un exceso de emisiones del 38%".

Los datos:

Como apunta Zapatero, España aumentó sus emisiones de gases de efecto invernadero, entre 1990 y 2004, cerca del 40% -45% según el informe Sostenibilidad 2005-, frente al compromiso del 15% asumido al ratificar el Protocolo de Kioto.

En 2006, durante la legislatura socialista, se produjo por primera vez en España una reducción de las emisiones de gases contaminantes (un 4,1%).
Sin embargo, las cifras no son alentadoras: España había aumentado en 2005 hasta un 52,88% sus emisiones -su tasa más alta registrada hasta la fecha- y los niveles de 2006, a pesar de la reducción de cuatro puntos, se mantenían en un preocupante 48,05%.

 

Oscar (Ojcar, de muvi)

La peli esa sobre Óscar Domínguez es un truño mayúsculo. Que sí, que la peli sobre Óscar Domínguez es un tranque. Todavía no la vi. ¿Entonces? Es que uno que es primo de otro que sí la vio me comentó que es una tremenda cagada, luego me dijeron que en un pase que dieron en Segovia para varios expertos en el impacto del color naranja en el surrealismo tacorontero entre los años 1920 y 1935, la gente le pegó fuego a la sala y pedía la cabeza del director.

Atrabancada conversación ficticia pero desgraciadamente cercana a la realidad. Corre el rollo por ahí de que la película Óscar. Una pasión surrealista, obra de Lucas Fernández y que se inspira en la movidita vida del pintor tinerfeño Óscar Domínguez, es desastre hecho celuloide. Prácticamente nadie ha visto en Canarias un montaje completo de la obra, pero lo que se dice es eso: que es infumable.

Viva Canarias independiente pendiente de machacarle la cabeza al primero que se mueva. Las críticas a la película son el síntoma habitual de esta tierra. ¿Óscar. Una pasión surrealista es buena, regulín, mala, un truño, un ladrillo, una pieza emblemática, una película resultona? Hasta el mismísimo día del estreno no se sabrá nada. Pero una importante cantidad de agoreros lleva varios meses destrozando el filme sin siquiera ver medio segundo del metraje. Solo por lo que uno contó que le dijo otro.

Cuántas ganas hay de cargarse la cinta sobre Óscar. En el fondo, los criticones habituales lo que desean es que sus vaticinios sean ciertos. Deseamos que otro canario se estrelle, que otra obra facturada en las Islas y sobre las Islas salga mal, que se demuestre una vez más la mediocridad donde vivimos para justificar así de paso nuestra insoportable hediondez. Si estoy rodeado de mierda, no se notará tanto la aerofagia de mis posaderas. Seguimos instalados en el provincianismo por defecto: si es de aquí seguro que será una porquería.

Las ganas de machacar pueden incluso con la cautela. Ni siquiera se espera a tener delante la obra terminada. Que va! Trancazo en el cogote y a mandar a pique. Cierto que no ayudan las conexiones políticas de Lucas Fernández ni las extrañas prebendas que consiguió para su Plató del Atlántico, tampoco que aquello que hizo para televisión, Madre no hay más que dos, fuera una de las peores series de la historia, pero chicos, hasta el condenado a muerte tiene derecho a la revisión de su caso y hasta The Beatles hicieron canciones flojitas.

Mientras algunos intentan agitar de nuevo el árbol reseco del nacionalismo, en el fondo consuela ver que apenas nos alejamos del catetismo por exceso, o sea, de apoyar lo de aquí porque es de aquí y punto. Justo al contrario, lo de aquí mejor machacarlo, no vaya a ser que los hacendosos con voluntad (y puede que talento) pongan en evidencia a la colección de vagos, de tertulianos de cortados, de resentidos sin currículum y de cantamañanas sin obra que hacen del torpedo a la línea de flotación su manejo diario y habitual.

Desmaterializarse

Según el Consejo General del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (ños, qué largo), la vivienda de segunda mano no registrará nuevas bajadas en 2008, ya que "se ha agotado todo su margen de ajuste". Parece una frase absurda que tiene la virtud de ser lo que parece. ¿Qué significa eso de que "se ha agotado todo su margen de ajuste"? ¿De qué cantidades hablamos? ¿En qué se nota el agotamiento? Más que una información, parece una orden. Pero pedirle a la vivienda que se comporte de acuerdo con los intereses del Consejo General del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (¡uff!) es como pedirle a la lluvia que llueva o que no llueva. La lluvia llueve cuando quiere. Por otro lado, ninguna institución oficial ha reconocido hasta el momento que los pisos de segunda mano hayan bajado. Si no han bajado, ¿cómo es posible que hayan agotado su margen de ajuste?
Todo es muy confuso. Monseñor Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española (qué largo y qué pereza), asegura que el Evangelio no se identifica con ningún proyecto político. En consecuencia, los obispos no apoyan al PP, no recomiendan votar al PP, no son el brazo armado del PP. Hemos leído mal la nota de apoyo al PP que hicieron pública hace poco. La nota de apoyo al PP no era una nota de apoyo al PP. Tampoco las manifestaciones de apoyo al PP que han llevado a cabo a lo largo de la legislatura eran manifestaciones de apoyo al PP. Se ha agotado todo el margen de ajuste. No hablaban de política, sino de las Bienaventuranzas. Bienaventurados los pobres, porque poseerán la tierra. Los pobres de ahora quieren poseer una vivienda digna, pero la Conferencia Episcopal no ha sacado nunca una nota que condenara los precios de las casas, como si la llamada burbuja inmobiliaria no fuera en el fondo una burbuja moral.
Dimas Cuevas, candidato del PP al Senado por Albacete, no denigró a los homosexuales al denigrar a los homosexuales con esos chistes soeces sobre las tortillas y los perritos calientes. A muchos nos parece imposible hacer una cosas sin hacerla, pero no. Pueden bajar los pisos sin que bajen los pisos. Se puede pedir el voto para el PP sin pedir el voto para el PP. Quizá pueda llover sin llover. Todo depende del margen de ajuste. Pizarro, el gran fichaje de Rajoy para sacarnos de la miseria, pronunció el otro día una frase muy ofensiva para la esposa del presidente del Gobierno. Dijo que a Zapatero le compraría la voz de su mujer en el convencimiento sin duda de que las mujeres son propiedades privadas de los hombres. El ex-presdiente de Endesa, al contrario que Blázquez o que Dimas, ni siquiera se ha tenido que explicar. Pero si le preguntas, te dirá que él no es machista. Lo hemos leído mal. Hemos interpretado mal el margen de ajuste. En ese sentido, conviene señalar que tampoco Arias Cañete, al que tanto molestan las mamografías de las trabajadoras ecuatorianas, es xenófobo. O lo es sin serlo, que es a lo que íbamos.
Jérôme Kerviel, el genio que ha hecho perder 5.000 millones de euros al segundo banco de Francia, ha manifestado en una entrevista que "se pierde la noción de las cantidades cuando se entra en este tipo de oficio. Se desmaterializa. Uno se deja llevar un poco". Me ha interesado mucho ese "se desmaterializa". Quizá quiera decir que el dinero, cuando lo manoseas mucho y en importes desmesurados, adquiere una dimensión espiritual. No es fácil pensar en 5.000 millones como en un montoncito de materia. Sabemos para qué sirve un euro, seis euros, mil euros, siete mil euros, un millón de euros? ¿Pero para qué rayos pueden servir 5.000 millones de euros? En tales cantidades se agota todo nuestro margen de ajuste a la realidad. Quiere decirse que estamos hablando ya de pura mística. "Se desmaterializa".
Algo así ocurre con las mentiras. Podemos detectar la primera, la segunda, la tercera, la cuarta, pero a partir de ciertas cantidades la mentira se desmaterializa obligándonos a penetrar en una atmósfera moral donde no hay derecha ni izquierda ni arriba ni abajo. Conducirse por la mentira, cuando alcanza un tamaño industrial, es como llevar el coche por la niebla. No ves nada. No ves, por ejemplo, que en cada edificio hay siete u ocho carteles de "Se vende", que llevan ahí diez o doce meses. No adviertes que la Conferencia Episcopal se ha convertido en un negociado del PP. No comprendes que los chistes de Dimas Cuevas sobre mariquitas esconden una visión profundamente homófoba. No te das cuenta de que Pizarro es un machista ni de que Arias Cañete es un señorito andaluz al que los criados no le ponen la tostada a su gusto. O sea, que se agota nuestro margen de ajuste con la vida.

Vidal y el Siglo XXI

Ser de derechas es la gran protesta del siglo XXI. No hay nada más insurgente y revolucionario hoy en día que ser de derechas... Eso dicen algunos de derechas que salen del armario ideológico para justificar ciertas posiciones indefendibles. ¿Qué es ser de derechas? Ni idea. La visión que tengo es que normalmente los que se califican como "de derechas" ocultan, bajo un barniz entre neoliberal y nacionalista (ejpañó), a un reaccionario. Por más que lo intentan, de vez en cuando les sale algún eructo fachosillo porque, simplemente, no lo pueden contener.
Hay un penúltimo escándalo que revela esta dualidad del derechoso moderno: el caso de César Vidal, escritor incontenible (e inconcebible), opinador de prácticamente todo (de tanto que mete mucho la pata) y adalid de esa derecha de doble filo y cuádruple moral . Lanzó unas declaraciones miopes sobre el cartel de un festival de cine lésbico y gay que se va a celebrar en Cataluña. Como en el cartel sale un niño, Vidal enlazó con la pedofilia, acusó a los homosexuales de "perseguir a los niños" y así estuvo un rato hasta que se le pasó la perrera. La noticia corrió por diversos medios digitales, donde los lectores dejaban comentarios según su ideología. Mientras los aparentemente más progresistas pedían respeto y medidas legales contra Vidal, los cesarófilos incluso estaban dispuestos a inmolarse por él. Florecían además varios comentarios del tipo de que la homosexualidad es una deformación genética, del asco que le da a ciertas personas que un "maricón de mierda" se le insinúe (qué ingenuos, como si los homosexuales estuvieran todo el rato metiéndole mano a todo lo que se mueve) y demás información de primerísima mano obtenida a buen seguro de mamá internet.
La homofobia histérica es un recurso habitual de estos derechosos revolucionarios. ¿Qué les preocupa? Ni idea. Pero frases como: "Intentar cazar a los niños, que es uno de los objetivos del movimiento gay", dichas por César Vidal, ocultan una intransigencia y una pasión por la mentira difícil de catalogar. Materia para un psicólogo, porque la homofobia es tema de estudio. Porque, interpretando a Vidal con el mismo sesgo con el que él modula la realidad, los niños no son gays, los niños son puros y castos, no se hacen pajas, no se excitan con un desnudo. Que canten los niños que tienen la voz.
Cuando buscamos una normalidad tranquila llegan algunos a buscar un mundo anormal donde nadie es gay ni se pueden organizar festivales de cine gay, donde nadie sufre represión por gay, pero donde es un asco que haya tanto gay.
Hay varias denuncias contra Vidal. Da un poco de grima meterse en estos berenjenales, pero donde no llega el buen tino ni la elegancia ni la simple inteligencia, tampoco creo que actúe la justicia.
Y no, no son ni tan modernos ni tan revolucionarios ni tan valientes como ellos se creen. Son simples gritones que como todos los que viven escondidos dentro de la cobardía hasta se creen sus propios y falsos montajes.

Xie-nei du aye

Xie-nei du aye

 

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DNI y firmas

Cuando tuve que hacerme mi primer carné de identidad encontré un problema serio, debía escoger una firma. Puede parecer una tontería pero a mí me agobiaba porque al parecer la firma dice muchas cosas de la persona y además se supone que es para toda la vida. El caso es que tenía que definir mi rúbrica para los siguientes sesenta años y yo no tenía nada claro lo que hacer, así que me puse a estudiar las de otras personas. Durante un tiempo me fijé en muchas firmas y me dediqué a imaginarme a mí mismo con una parecida. Las había muy claras y muy confusas, muy simples y muy complejas, pero sólo algunas parecían tener personalidad propia. Tuve que decidir si ponía mi nombre completo o mis iniciales, si incluía uno o dos apellidos o si me decantaba por una firma modelo logotipo. Pinté cientos de hojas con intentos que nunca me terminaron de convencer. Pasaba tardes completas firmando papeles como si fuera un ministro y mientras tanto el día en el que tenía que hacerme el carné de identidad se acercaba aumentando mi ansiedad por mi futuro autógrafo. Aunque investigué mucho, nunca le pregunté a nadie por su proceso de elección, supuse que cada persona se enfrentaba en soledad a ese momento definitivo de la vida. Al final, oscilaba entre dos posibles firmas, una basada en mis iniciales, imposible de leer y complicada de realizar y otra que era una copia casi perfecta de la de mi padre. La de mis iniciales me gustaba, pero no estaba seguro de querer ser ilegible. Pensaba que, en cierto modo, uno firma porque quiere ser reconocido y que era importante que cualquier persona pudiera determinar a su autor sólo con verla. La de mi padre también me gustaba, era clara, firme y con dos líneas oblicuas que la enmarcaban y que le conferían personalidad. Me gustaba pero me parecía un poco de cara dura copiar su firma, puesto que ya había copiado su apellido. Pensaba que era plagio puro y duro. Así que conforme pasaban los días, llenaba folios de garabatos y oscilaba entre una opción y la otra sin terminar de decidirme por ninguna, hasta que al final me decanté por una solución intermedia. Copié a mi padre, incluí mis iniciales, enmarqué todo con una línea y dejé un rabo suelto para poder darle un poco de aire artístico. Mi firma se hizo oficial y yo nunca quedé contento con ella. Me parecía infantil, poco original y poco personal, pero por desgracia ya aparecía en mi carné así que empecé a utilizarla y cada vez que la veía pensaba que me había equivocado. Me hice mayor y seguí pensando lo mismo. Hubo momentos en que por mi trabajo tenía que rubricar muchos papeles y cada firma era un recuerdo ingrato sobre esa decisión pretérita. Pasaron más años y me encontré con un amigo de la infancia que al ver mi firma me dijo que se notaba que había evolucionado con los años, que ya no era la misma que él recordaba. Sentí un alivio tremendo, como el que he vuelto a sentir hace poco gracias a los supermercados y sus firmas con lápiz electrónico. En ellas el lápiz se desplaza de otra manera, no roza tanto como sobre el papel y permite dejar más libertad a la mano, así que he vuelto a sentir que mi firma evoluciona. Ahora treinta años después de mis primeros intentos empiezo a reconocerme en mi propio autógrafo y me pregunto si eso será bueno o sólo una consecuencia triste de la edad.

Espejo

Mal desayuno debió de tener ayer Mariano Rajoy: se miró temprano al espejo de una encuesta del Instituto Opina y pudo ver cómo los desagradecidos ciudadanos no sólo le rebajan la nota, hasta darle un suspenso cruel, sino que prefieren en su lugar a Gallardón y a Rato. No gana para disgustos el pobre hombre. Pero ya sabemos cómo se consuela: no le importa que las encuestas lo valoren menos que a Rodríguez Zapatero, porque si a éste lo valoran más, aunque la encuesta de ayer también le rebajara la nota al presidente, es tan sólo porque Zapatero tiene "la suerte, la desgracia o la fortuna", dijo Rajoy en el pasado agosto, de que lo valoran más que a él "los votantes de Eusko Alkartasuna, ERC, etcétera..." En ese etcétera se incluye a un gran número de indeseables que al parecer le estropeamos el retrato a Rajoy. Es obvio, pues, que los disgustos afectan a la cabeza. La absurda manera del líder del PP de verse en el espejo es de antología de los hermanos Grimm en lo que tiene que ver con su conclusión sobre las razones por las cuales su contrincante cuenta con más simpatías que él. Pero es de esperar que no todas las conclusiones que se derivan de las ignotas encuestas que lo dan por ganador de las elecciones próximas, por lo que él asegura con complacencia, estén tan simplonamente documentadas como las que lo llevan a esas conclusiones. En todo caso, peor lo tendría si no hiciera un esfuerzo de ilusión, aunque conviene que la ilusión no ponga en peligro el escaso talento que lleva a cuestas. La ilusión lo ha llevado a asegurar en días pasados que si pierde las elecciones no se irá a su casa, decisión que no comparte ni siquiera Fraga. Por ahora, le quedan unos meses que pasar en la cola de los churros, donde, como también ha dicho este verano, le piden que dé caña ( a Zapatero, se entiende) y donde por lo que se ve no corre el riesgo de encontrarse con nadie de ERC o Eusko Alkartasuna, por ejemplo. En el aceitoso ámbito de la cola de los churros, tan castiza, encuentra Rajoy su más favorable encuesta: un público que, al contrario que Gallardón, no lo invita a centrarse. Y a la vez halla entre los degustadores de las porras y las rosquillas la síntesis de lo que le dictan desde FAES: mucha caña. Como se ve, una fundación para las ideas se revela inútil y costosa cuando las ideas están tan claras, y a precio más razonable, en la cola de los churros. Además, no le valdrá la pena centrarse ahora, precisamente cuando Zapatero camina obediente hacia el centro en busca del voto de los pusilánimes y, al tiempo que los encuestados le rebajan la nota, deja de oír la voz de sus hijas, unas niñas que antaño le pedían que diera caña a Rajoy; la misma petición que, como niños, le hacen ahora los de la cola de los churros al líder del PP ante el peligro de que se atragante con ellas.

Colgate

Lo bueno del dentrífico asesino es que todavía no sabemos si se trata de una copia de la marca Colgate o es un Colgate genuino ha llegado a España por error. La marca, lejos de aclararlo, se ha limitado a decir que la pasta que fabrica para España es absolutamente segura. ¿Y la que fabrica para el Tercer Mundo?. De acuerdo con sus recomendaciones, sólo deberíamos comprobar que el etiquetado está en castellano.

-¿Y si viene en suahili?

-Si viene en suahili, mejor que no lo use.

-¿Pero entonces se trataría de un Colgate falso?

-No podemos decir más de que hemos dicho.

Señora mia, si usted venía cepillándose los dientes en suahili, euskera, gallego o catalán, corra al médico de urgencias por si las moscas, y hagáselo saber. A partir de mañana, en cualquier caso, le los limpia en español, que de ese modo hace patria. Seguro que ni Aznar ni Acebes ni Zapapla usan dentríficos cuya leyeda no venga en español. A la larga la fidelidad a los principios y a la pasta (de dientes) tiene sus recompensas.

La sustancia que mata se llama dietilenglicol, un término que no viene en el diccionario de la Real Academia. Si viniera, como es lógico, no mataría. Quiere decirse que deberíamos consultar más el diccionario. He de añadir sin embargo que la edición de que dispongo procede de una tienda de todo a cien, como el Colgate asesino. Ignoro, por tanto, si se trata del diccionario auténtico de la RAE o de una copia pirata de la que, por economizar, se han eliminado algunos términos. El problema de comprar en estos establecimientos monopolizados por los chinos es que no sabes si las pizzas son pizzas, el dentífrico es dentífrico o la comida para gatos es comida para gatos. Por no saber, no sabes si el de la caja es un chino auténtico o un impostor.

Estando así las cosas, ¿cómo averiguar si el etiquetado en castellano es verdadero o falso? De momento, y hasta que la policía aclare todos estos extremos, lo sensato es que compre usted en el Corte Inglés, donde si un dentífrico te sienta mal te devuelven el dinero, y quizá la vida. Ánimo.

Cumpleaños

Cuando era pequeño, mi cumpleaños era un día especial. No tanto por los regalos sino porque me diferenciaba de los demás. No ocurría lo mismo con el santo que era más bien una celebración colectiva. Llamarse José en mi tierra, era saber que el diecinueve de marzo compartías fiesta con por lo menos quince familiares cercanos, cinco compañeros de clase, dos profesores y miles de otras personas en la ciudad. Sin embargo, cada uno de esos individuos tenía su propio cumpleaños, siempre diferentes del mío y por lo tanto mi onomástica era especial, única y maravillosa. Además coincidía casi siempre con la semana en la que se acababan las clases, por lo que cumplía años y cursos a la misma vez. Durante mucho tiempo no supe de nadie que hubiese tenido la idea de nacer el mismo día que yo, así que, por lógica, era especial. Estaba claro que el mundo había reservado una fecha para mí y sólo para mí. Cuando estaba en la universidad conocí personas que habían nacido en la misma semana que un servidor. Esa pequeña coincidencia nos convertía automáticamente en algo parecido a hermanos o por lo menos en miembros de un club selecto. Las cosas siguieron sin cambios hasta que cumplí los treinta años. Al llegar a esa edad descubrí que un compañero de trabajo compartía conmigo el privilegio de nacer en ese día en concreto. Nos hicimos amigos claro está y desde ese momento nos llamamos todos los años para felicitarnos por el incremento de velas en nuestras respectivas tartas. El descubrimiento de que existían otras personas que también habían nacido el mismo día que yo me llenó de alegría y tristeza a la misma vez. De repente ya no era un ser especial, sino uno entre dos seres especiales. Por otro lado por primera vez podía compartir con otra persona la alegría genuina de nacer y, notar que comprendía mis sentimientos. Por lo tanto, abandoné el club de los nacidos en la misma semana y fundé el de los nacidos el mismo día. Era un club de sólo dos socios, al que meses más tarde se incorporó otra persona con la que compartía la afición de andar por los montes. Dos son compañía y tres son multitud. Mi club empezaba a poblarse demasiado para mi gusto y la alegría empezaba a dejar paso a la añoranza de tiempos pasados. Un lustro después, mi prima tuvo un hijo a la misma vez que yo desenvolvía los regalos de mi treinta y siete cumpleaños. Tuve que admitir en mi club a un socio tan pequeño que no sabía ni hablar. Mi mundo se saturaba, demasiada gente decidía nacer sin consultarme y estaba empezando a agobiarme. Por esas fechas leí un libro sobre matemáticas y vida cotidiana. Hablaba sobre los cumpleaños. Según se desprende de la estadística, uno de cada trescientos sesenta y cinco ciudadanos del mundo comparte conmigo su día de cumpleaños. Eso quiere decir que aproximadamente diecisiete millones de personas nacieron el mismo día que yo. En concreto, sólo en España serían alrededor de cien mil los que soplamos las velas en la misma jornada. El libro terminó de hundirme. Mi club selecto se había convertido en el camarote de los hermanos Marx y por culpa de esa lectura entré directamente en la crisis de los cuarenta. Desde ese momento ya no me atrevo a celebrar nada, porque me imagino a varios millones de personas a mi lado y, me cuesta trabajo creer que soy yo el destinatario de esas palabras de felicidad que se cantan mientras soplas la tarta y apagas las velas. 

Vuelve el hombre

Vuelve el hombre. El hombre en cuyos mítines se gritaba Pujol, enano, habla castellano. El hombre que enseguida comenzó a hablar catalán en la intimidad. El hombre que casó a su hija en El Escorial. El hombre que se fotografiaba con puro, copa y pies encima de la mesa al lado del emperador del universo. El hombre cuya mirada competía en penetración, agudeza e ingenio con la de Bush. El hombre que al dar una rueda de prensa en tejano inspiró la mejor campaña antidrogas de la historia (así te ves tú, así te ven los demás). El hombre que al alba, con viento favorable, conquistó heroicamente la isla de Perejil. El hombre que se apuntó a una ocupación ilegal. El hombre que mirando a los españoles a los ojos aseguró: créanme, hay armas de destrucción masiva. El hombre que profetizó que aquella invasión criminal pacificaría la zona. El hombre que el 11-M, tras deducir lógicamente que el atentado era una respuesta a su apoyo a la guerra de Irak, mintió y mintió a los españoles, intoxicó a los directores de los periódicos y engañó a las cancillerías. El hombre que frente al mayor atentado de la historia de España no convocó el pacto antiterrorista. El hombre que montó una manifestación sin negociar el lema ni el lugar ni la hora. El hombre que tras la derrota del 14-M corrió a la tele para decir que él no había perdido las elecciones, porque el candidato era Rajoy. El hombre que se apuntó a la teoría de la conspiración. El hombre que en sede parlamentaria habló de desiertos y montañas (nevadas). El hombre del Movimiento de Liberación Nacional Vasco. El hombre del sabremos ser generosos. El hombre del terrorismo no se usa en la lucha partidista. El hombre del responsable de un atentado es el autor del atentado. El hombre del responsable de un atentado es Zapatero. El hombre que tras dejar el Gobierno se paseó por el mundo hablando mal de su país, como un embajador inverso. El hombre que de joven no se atrevió a llevar melena. El hombre que estuvo en contra de la Constitución y del divorcio y del aborto. El hombre de fuertes principios religiosos. El hombre al que nadie dice a qué velocidad se conduce ni cuántas copas se toman. El hombre que asegura que no votar al PP equivale a votar a ETA. El bodeguero mayor de Castilla.
El marido de Ana Botella. El inspector de Hacienda. El hombre. Vuelve el hombre. Blindemos nuestras bragas.

0:00 h

A la vista de la nueva comunicación de ETA anunciando el final de la tregua que ella misma anunció hace más de 400 días, con solo leer algunas lineas se da uno cuenta que la circular es típica de un jefe de departamento con gastritis: A partir de las 00.00 horas del día 6 de junio, todo el mundo en su puesto de trabajo. He ahí un caso extravagante de precisión ferroviaria. Los pistoleros no fichan ni en el cine, pero ETA ha hecho suyo un modelo de productividad que choca con la actividad laboral a la que se dedica. Cree que la burocratización del crimen le producirá mayores plusvalías, por eso ha confirmado también a Otegi en su puesto de chico de los recados, que lleva a cabo como nadie. A no tardar, quizá convoque oposiciones para cobradores del frac, pues tampoco sería raro que en esta nueva etapa denominara de ese modo a los recaudadores del impuesto revolucionario.
Por lo demás, la circular pone a parir al PSOE y PNV, que se la jugaron por lograr un acuerdo, pero ni siquiera menciona al PP, que no ha hecho otra cosa que torpedear cualquier posibilidad de que el proceso llegara a buen fin. Mariano Rajoy ha correspondido a ese generoso silencio atacando una vez más al presidente del Gobierno, en vez de a la banda asesina. En cuanto al tronante Acebes, que ponía el grito en el cielo cada día que pasaba sin que ETA matara, ha mantenido la boca cerrada desde que los criminales han vuelto a la oficina. Lo lógico es que se desgarrara las vestiduras ahora, que viene lo duro, pero quizá está ocupado calculando los beneficios electorales que el comunicado de ETA, bien gestionado, puede proporcionar. Lo mismo cabe decir de José María Aznar, de Vicente Martínez Pujalte y otros tantos que no han soltado un ay desde las 00.00 horas del 6 de junio. Gente disciplinada.
El panorama es desalentador, pero real como la vida misma. Tal vez todos descansaríamos si el PSOE adelantara las elecciones, las perdiera y, ya con Rajoy en La Moncloa, la banda volviera a decretar una tregua y propusiera abrir conversaciones que el PP aceptaría corriendo, pues contaría con la ayuda del PSOE, como en los tiempos de Aznar, cuando las excarcelaciones, las reducciones de pena, los traslados a las cárceles del País Vasco y el movimiento de liberación nacional, ¿recuerdan esa folia? Quizá no haya otro modo de acabar con ETA. O sea, que los burócratas no son tan tontos.

Mira que hay eh?

El temita del pleito insular es un muerto que sacan de paseo de vez en cuando algunos como para buscarle un acicate a la vida, un empuje, un meneíto a su psique morosa. No hay problemas en Canarias por los que protestar. No pasa nada con la caída al vacío de un modelo económico basado en el turismo barato y la construcción. No pasa nada con los problemas de una generación de jóvenes que por primera vez en la historia reciente vive peor que sus padres y a costa de sus padres. No pasa nada con la incultura que nos rodea ni con la mentecatez permanente del canario medio. No pasa nada con los muertos que llegan en cayuco. Ni siquiera pasa nada con los sesenta pibes que están en la cárcel en esos extranjeros del señor por culpa de los juegos con la droga.
Nada de nada. Mira que hay temas por los que preocuparse y por los que montar la bulla. A la lista podemos sumarle la desactivación democrática de la zona capitalina de Tenerife, el espanto que supone el reciente pleno del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, las puñaladas traperas que se dan nuestros despreocupados políticos a cuenta del pacto (¿a quién coño, repito y perdonen, a quién coño le interesa la aprobación o no del Estatuto?), que la Unipol le dé una presunta paliza a otro presunto pibe, que tú también eres sospechoso, que se insulten en otro vergonzoso pleno del Ayuntamiento de Santa Cruz y mil cosas más.
¿Cómo vamos a comparar todo eso con otra vueltita de tuerca al pleito insular? Esos canariones que, amarillos de envidia, contemplan cómo nuestro regio y poderoso tranvía conduce por fin, y cobrando, ciudadanos que de verdad le dan utilidad al trasto y no jubilados y ñoras ociosas que solo hacían bulto para la primera campaña de éxito del chisme. Los canariones que, obviamente, no tolerarán un pacto por la espalda ente Rivero y Soria. Los canariones que tienen una mierda de Roque Nublo y una basura de Dedo de Dios que ya se cayó al suelo, ja, ja, ja.
En fin, y a ver si de paso corrigen del dichoso estatuto y meten que Canarias es una república atroz, tinerfeñista y soberana de raíz atlántica con la isla de Canaria (no confundir con el nombre de la nación) como invitada gracias a la benevolencia nivariense, que le tolera confederarse con el resto de las ínsulas que eligen a la gran Tinerfe como su faro hacia el futuro. Hace falta estar aburrido.

Maguitos

La diferencia entre novelería y provincianismo merece un estudio profundo. ¿Es novelera la persona a la que le regalan una planta reseca y prefiere llevarse una caja con seis, o es simplemente miserable? ¿Es energía novelera la que lleva a decenas de miles de seres a estar todo el día encerrados como anchoas en un tranvía para subir y bajar, del Intercambiador a La Laguna y vuelta, y ya está, o simple aburrimiento? ¿Somos noveleros o disimulamos mal nuestra mala educación?
Lo que sí dejó claro la inauguración del tranvía es que mejor no poner a prueba el grado de novelería que, tras la primera modernización de Canarias, aún subyace en el tinerfeño medio. Es bueno extraer conclusiones para el futuro, del tipo de que a partir de ahora gratis, lo que se dice gratis, no se debería dar a la masa chicharrerista ni un simple vaso de agua del grifo. Lo digo por los codazos que se propinaban los jubilados para hacerse con un trozo de algo que comer, o el simple absurdo de subir y bajar por un tranvía que no deja de ser un tranvía, con todo lo que ello conlleva.
Puede sonar borde esta columna, pero es una manera de evitar horrores futuros. Es sobre todo una forma de canalizar esa disculpa genérica que empleamos con el tema de la "novelería".
Lo que reconforta es comprobar que no hay manera de terminar con el espíritu provinciano de Tenerife, por mucho transporte del siglo XXI que nos quieran colar. En el tranvía nadie se levantaba para ceder su asiento a una madre que cargaba a un hijo pequeño. Nadie daba disculpas por los pisotones. Nadie pedía paso con un por favor, sino con un codazo en las costillas. En fin, lo de siempre pero en versión tranvía.
Luego está lo otro de siempre, el eterno revire del tinerfeño. Esas huestes de desocupados aburridos que calculaban el tiempo justo entre paradas como si aquello fuera la final de los 110 metros vallas, esas ñoras quejándose por los frenazos y arrancadas del tranvía, esos pibes sacando veinte bonos del expendedor de la parada simplemente porque sí, porque como es gratis, pues a sacar bonos.
Qué delicia. Nada cambia, mostros, mucho tranvía para demostrar que la cosa sigue igual. Somos una tierra paupérrima de gentes aún dominadas por el hambre, la penuria y la mediocridad. Antropología de vía, tranvía alborotado y muerto de la risa.

Videojuego

La crueldad, si no fuera tan real, parecería una videoconsola, y la realidad, si no fuera tan cruel, parecería un videojuego: a cada paso que das encuentras cuerpos destrozados, trampas, payasos que cortan la respiración. Pero uno no es distinto de lo que ve, somos lo que vemos: recorriendo la realidad nos recorremos a nosotros. Ese parque al que todavía vas de vez en cuando, es tu reserva vegetal; esa calle a la que vuelves obsesivamente sólo conduce a ti; ese escaparate frente al que te detienes evoca el orden moral de tu niñez. Esa anciana que ha asfixiado a sus dos nietos, en Granada, porque no querían comer, eso dice, eres tú, soy yo; sus nietos somos todos. En Bélgica acaba de pedir asilo político un sueco condenado a un año de cárcel en su país por tirar de las orejas a sus hijos. Ya no sabemos si es más atroz el crimen de este sueco o el de la anciana granadina; el videojuego de la realidad va tan deprisa que no puedes detenerte a pensar.
Al fin y al cabo, todas esas zonas de ti mismo son amables en comparación con tus suburbios. A tus suburbios te puedes asomar a través del agujero del televisor: ahí está lo peor de ti, tus deseos más inconfesados, tus territorios más mezquinos, tus zonas más oscuras las ilumina el televisor: aprieta al azar un botón, levanta una piedra y saldrán mil alimañas de debajo; ese conde italiano de suaves maneras que llama puta a su mujer y cerdito a su hijo, eres tú, recuerda que eres lo que ves, y esa mujer herida de ojos afilados que pone a tender sus vísceras a la vista de todos, también soy yo, o sea, tú. No eres mejor que ella, lo que pasa es que ahora estás a este lado del videojuego y tu papel en este lado consiste en escandalizarte.
Todo eso que crees que está fuera de ti lo llevas dentro, te constituye. Sobre esos escombros te incorporas cada día y dejas reposar tu cuerpo por la noche. Y tienes suerte, te ha tocado vivir en el interior de un videojuego privilegiado: hay otros en los que la gente mata, se mata, por un trozo de pan, por un trozo de patria. Por un pedazo de cualquier cosa. Enhorabuena.

Agitar antes de servir

De entre todos los rincones que conforman una ciudad, si has visitado alguna vez un vertedero, conocerás ese jugo sin nombre que destilan las basuras y forma sobre la tierra oscuros hilos en los que se concentra toda la sustancia de la mierda. Tan perturbadoras son esas melenas caldosas que todavía no han sido bautizadas por miedo a que adquieran un grado de existencia tal que parezcamos ahogados entre sus mechones.
En las noches de insomnio, cuando imagino negocios imposibles en los que dar trabajo a todos los parados del universo mundo, se me ocurre que tal vez no fuera completamente estúpido levantar en Valdemingómez una planta embotelladora que recogiera esos zumos y los comercializara como un licor digestivo. Probablemente, al principio tendríamos algunos problemas con el Ministerio de Sanidad, pero una vez superadas las dificultades burocráticas y, tras una campaña de imagen que convirtiera el consumo de esos líquidos casi intestinales en una perversión gastronómica, nos quitarían las botellas de las manos.
Hay que tener en cuenta que la producción, por mucho que la estiráramos, siempre sería limitada, de manera que a medio plazo convendría obtener para la marca un certificado de origen con el que combatir la competencia desleal de los oportunistas, que en seguida invadirían el mercado con jugos de basureros sin homologar o destilados artificialmente en Taiwan. Por eso, en los restaurantes de lujo, el sumiller debería de estar en condiciones cuanto antes de asegurar a los clientes que el chupito al que les invita la casa después del café es de auténtico licor de mierda de Valdemingómez. Propongo que una dosis de este jugo precioso reciba el nombre de coprina.
-¿Desean los señores una coprina de Valdemingómez?
-¿De qué año?
-Para ustedes, nos quedan dos botellas de mayo del 96, cuando Jesús Gil y su caballo vinieron desde Marbella para defecar juntos su euforia sobre las calles de Madrid, en compañía de las autoridades municipales y autonómicas. Hubo desbordamientos en el vertedero, pero no se recuerda una producción tan espesa desde entonces.
-Pues vengan unas coprinas, que hay que bajar el centollo.
No es por nada, pero creo que tengo bastante instinto comercial, y la idea, aunque no exenta de dificultades, podría ser un éxito. Naturalmente, convendría hacer un estudio de mercado antes de efectuar las primeras inversiones, pero de entrada, y a la visita de los espectáculos de que hemos sido víctimas en la última semana de elecciones, no sería ningún disparate afirmar que existe entre nosotros una demanda latente de licor de mierda que el primero que sea capaz de satisfacer se forra.
De hecho, Gil y Gil, sin planta embotelladora ni certificado de origen ni registro de Sanidad ni composición cualitativa ni nada, se forró como le dió la real gana: no había más que ver cómo vistía, las cadenas que llevaba al cuello y las palabras de boutique que utilizaba para expresar sus pensamientos más profundos. Un día, por ejemplo, mandó a un montón de gente a tomar por culo. "Que se vayan a tomar por culo", dijo. ¿De dónde sacó esas rarezas expresivas, esos aciertos verbales, esos chándales que luego heredó compulsivamente Julián Muñoz? Desde luego, no de unos grandes almacenes. Este hombre bebió en los albañales más refinados del sur de Europa, de ahí que su aliento no se pareciera a ningún perfume conocido.
O sea, que basta asomarse a este fenómeno económico y social para hacerse una idea del éxito que podría tener la planta embotelladora de Valdemingómez. Además, los madrileños, por una cosa o por otra, no hay día en que no se tomen tres o cuatro coprinas. De hecho, cada vez que vemos rodar por las escaleras de la Audiencia, en dirección a los desagües de la cárcel, los detritus del interminable banquete marbellí, es como si nos tomáramos un chupito de licor de mierda; así que no hay que crear la necesidad, que es lo más duro a la hora de comercializar un producto completamente nuevo, porque ya tenemos el paladar habituado.
Perdón por la insistencia, pero se trata de un negocio limpio, de alta rentabilidad y poco riesgo. Sólo nos falta averiguar si el Ayuntamiento subvencionaría la iniciativa. Sírvase bien frío.

Genes

En el angustioso ejercicio humano de existir día a día y de reinventar lo ya descubierto, continuamos buscando galaxias fuera y genes dentro. Como los extremos se tocan, llegará un momento en que al asomarnos a un gen veamos una galaxia y viceversa. La realidad -no lo digo yo, lo dicen los científicos- tiene forma de gusano enroscado: si consigues llegar a la boca y salir de ella, te metes sin darte cuenta en el culo y vuelves a empezar. La frontera entre el mapa genético y el cósmico es más delgada que una cuchilla de afeitar, aunque tan cortante como ella. Si limamos sus bordes, veremos finalmente que entre un elefante y una hormiga no hay diferencias sustanciales, ni siquiera de tamaño. Al fondo del pasillo, o de la realidad, no hay otra cosa que un espejo que nos multiplica.
Lo que pasa es que es preciso aparentar que todo esto tiene sentido porque, en caso contrario, caeremos en las drogas, que atacan el azogue neuronal y craquelan la imagen espectral de la cornucopia. Dicen los expertos que está aumentando peligrosamente el consumo de "éxtasis", "crack" y alcohol. Por algo será, pensamos nosotros. Y resulta que sí, que es por la falta de horizontes. O sea, que la gente mira a derecha e izquierda y no ve más que espejos que le cierran el paso. Así que se da a las drogas con la esperanza de encontrar una grieta por la que asomarse al otro lado. Al otro lado hay más espejos, seguro, lo mismo que detrás de un gen se esconde una galaxia, pero entre tanto se va matando el tiempo.
El consumo de drogas, pues, no lo van a arreglar las actuaciones policiales, ni farmacéuticas, sino la imaginación política. Cambien ustedes alcohol por horizontes. No hay mejor alucinógeno que un buen confín a oriente o a poniente, a norte o sur. Pero es que ahora ves lo mismo por todas partes. Hasta el presidente de China, del que esperábamos alguna novedad por venir de un país tan lejos, dice sobre el mercado las mismas cosas que los nuestros. En cuanto a los derechos humanos, calla también lo que se silencia aquí. Con este panorama tan estrecho no es raro que a uno le den ganas de atravesar la luna del armario, aunque sepa de antemano que el panorama, en el lado de allá, es idéntico. Por lo menos estará invertido, lo que ya es una novedad para ir tirando.

Lápices

Nunca escribo con un método. Tomo notas, indistintamente, con un bolígrafo o con un lápiz colocados junto al ordenador, sobre un cuaderno escolar, de rayas. Al lápiz hay que sacarle punta de vez en cuando, lo que constituye una actividad artesanal que sirve también para la reflexión. Pero la diferencia más notable entre él y el bolígrafo es su modo de perecer. El bolígrafo no cambia de apariencia ni siquiera cuando se encuentra en las últimas. Y deja un cadáver tan curioso que nadie diría que está muerto si no fuera porque no pinta nada ya, aunque resucite a veces de improviso y trace un par de líneas, incluso un párrafo, antes de volver a expirar. La gente se resiste a desprenderse de los bolígrafos vacíos porque continúan como nuevos. Sólo se consumen por dentro, y siempre se acaban a traición, como el butano. El lápiz, en cambio, agoniza por dentro y por fuera a la vez, y deja un cadáver mínimo, un detrito del que uno se deshace sin ningún sentimiento de culpa. Punto y aparte.
La naturaleza presenta casos semejantes al del bolígrafo. Ahí está el caracol, que envejece sin una sola arruga exterior, sin un fruncido. Y no hay que sacarle punta cada poco: él mismo, mientras vive, asoma los cuernos al sol, caracol quiscol, y una vez muerto, si te encuentras la concha en un tiesto o en el agujero de un árbol, la guardas en el bolsillo y al llegar a casa la colocas junto a los bolígrafos difuntos. Tenemos una pasión curiosa por la cáscara, de ahí la afición a las cajas, sobre todo a las cajas fuertes. Hay personas que coleccionan pastilleros vacíos, que viene a ser lo mismo que guardar bolígrafos sin tinta, con los que sólo se pueden escribir poemas inexistentes, que muchas veces son los mejores.
Pese a todo, tal vez sea más digna la actitud existencial del lápiz que la del bolígrafo, la de la babosa que la del caracol, aunque no dejen cáscara para los arqueólogos. Conviene sacarse punta cada mañana, pese al espanto de ver cómo se agota uno. Lo complicado de sacarse punta es saber cuánto te tienes que afilar para escribir lo suficientemente claro sin romperte antes de que hayas acabado la novela o la vida.

Post-datos

Visto lo visto, digerido lo masticado y con la cautivadora sucesión de reuniones que no existen para cerrar pactos que no son y de llamadas telefónicas de acuerdos que no han existido, casi nos olvidamos de varios datos esenciales de las pasadas elecciones. Sí, chicos, ya tocaba hacer algo de eso que se llama "análisis electoral", que luego siempre llega alguno a decirte: "Oye, que no escribiste nada sobre los resultados electorales en tu blog".
Pues vamos a escribir de los no resultados electorales. Por un lado, la majadería de la abstención, ese mal endémico de la actual democracia del que solo nos acordamos en la noche de los resultados y al día siguiente. Pero conviene no perder de vista asuntos tales como que abstenciones crecientes restan legitimidad a según qué resultados. Así, la victoria de Coalición en Santa Cruz de Tenerife es casi ridícula, pues en realidad solo recibió poco más que el 17 por ciento de los votos de todo el electorado. Incluso la mayoría absoluta que le quitó todas las arrugas a Ana Oramas  -el mejor Photoshop del mundo y en version full - es tan relativa como que a la rimbombante alcaldesa en realidad solo le votó algo más de uno de cada cuatro de los laguneros llamados a las urnas.
También esa llamada al cambio con la que se le llena la boca a Juan Fernando López Aguilar está limitada a que las opciones de renovación (socialistas, Nueva Canarias y demás murgas oportunistas) apenas suman un tercio del electorado canario total.
¿Se hace algo con esa abstención, se trabaja sobre el vacío ideológico de una generación de votantes que ni siquiera es capaz de optar por el candidato que al menos esté más cerca de sus convicciones políticas, si es que las tiene? . Pues fíjate que no. Nada de nada. Vacío durante cuatro años. Los mismos cuatro años en los que el votante se siente alejado del poder que transfiere. La falta de participación no dura un domingo, dura legislaturas enteras. Pero no toda la culpa es del sistema. Un elector para votar debe estar informado y al tanto de lo que se oferta y maneja. Ser un demócrata en activo es algo más que ir al colegio electoral: es entrar en el debate, formarse e informarse. ¿Quién está dispuesto a ese esfuerzo? El pasotismo del electorado muestra desmovilización, pero también vagancia.
Tampoco se le puede pedir compromiso a un votante que sabe que su voto puede no servir para nada. La disparatada ley electoral que padecemos en Canarias motiva absurdos como formaciones que no entran en el Parlamento con 51.000 votos o que existan exactamente hasta ocho formaciones políticas con más votos que AHI y sin ningún diputado, mientras que Tomás Padrón y los suyos se llevan dos. El sistema se resquebraja y desactiva a los votantes, y seguiremos otros cuatro años sin que nadie se preocupe. Ellos están contentos porque salieron, a los demás, que nos den.