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No puedo con la vida...

Hablar de uno mismo

Está mal que yo lo diga pero resulta extraordinariamente mortificante que una prometedora conversación se vaya al traste por la irrupción deliberada de la egolatría. Nuestra lección protocolaria de hoy versa sobre qué no debe hacer nunca un gran conversador.

En honor a la verdad, tengo amigos escandalosamente egocéntricos que son unos parlanchines de lo más entrentenido. Y quien me conozca sabe que ni tengo el verbo fácil ni la modestia se cuenta entre mis virtudes. No pretendo postular, por tanto, que los egomaníacos sean necesariamente un soberano pelmazo ni lo contrario.

Pero existe una clase especial de pedantuelo que me irrita. El que abruma a la concurrencia con una pormenorizada descripción de su propio carácter. Sirva como ejemplo:

-Y allí estábamos Pepita y yo una hora antes de la boda. La miré a los ojos y la dije: ¿Te das cuenta Pepita, de que es la última vez que te vas a pintar las uñas de soltera? Y nos echamos a llorar como dos tontas. Es que yo soy superemotiva.

Por el contrario, el buen conversador, cuando se enfrenta con su propia naturaleza, no puede describirse honestamente sin recurrir a la caricatura. Siempre sonrío cuando recuerdo estas palabras del genial arquitecto:

-Menudo plantón que me has dado. Menos mal que tengo un corazón de oro fino. No olvides mencionar este asunto en mi proceso de beatificación.

Holden Caulfield.

Una encuesta

Hay en España dos tipos de españoles no necesariamente cervantinos. Nada produce más arrobo, ni infunde más respeto a cierta clase de españolito medio que una encuesta. A su antagonista, el mero hecho de que publiquen su opinión le ensoberbece. El caso es que a los dos les entusiasma. Y como está página nació para disfrute del público y no tiene otra mira ni intención, se ha realizado una encuesta a instancias de sus redactores.

La pregunta: ¿Cuál es el último libro que ha leído?
1. El Código da Vinci (88%)
2. Ángeles y Demonios (9%)
3. Cuálo? (2%)
4. La insoportable levedad del ser (1%)

Todos las entrevistas se realizaron a la salida del supermercado Díaz entre las 12 y 12.30 del mediodía y sólo a personas que llevasen el diario Cuálo! debajo del brazo. Los enemigos de Nopuedoconlavida nos acusan de sesgo en el muestreo a lo que la redacción responde que, antes al contrario, se demostró gran imparcialidad. Les parecerá poca paciencia y poco celo demoscópico esperar media hora bajo el sol a que aparezca alguien con el susodicho diario y un ejemplar de la obra de Milan Kundera.

Holden Caulfield.

Monsters SA

A quien le preocupe de verdad llegar a fin de mes que monte una empresa. Que no tienes para la compra del super, da igual, en vez de sonrojarte al abrir tu monedero pídele a la cajera una factura con el IVA desglosado.

Y lo pasas por la empresa.

Todo. La vuelta al cole de los niños, la letra del coche, las medias del Vis y las horas de la chacha. Hasta el mismísimo Stephen King transfigurado en uno de sus bodrios puede estamparse en un recibo. Por pedir que no quede.

Claro que, como todo en esta vida, esta política de contabilidad creativa tiene un límite. Junto con los escándalos de Parmalat y Enron el mayor hito del I+D financiero lo alcanzó mi jefa el otro día. Entre la avalancha de facturas con la que me sepulta cada lunes y cada martes encontré el otro día un curioso especimen. Un recibo de 600 euros a favor de Kikí, su perro salchicha, en concepto de: "Impartición de curso de formación sobre Gestión Integral de la Calidad según ISO 9000". Y además con fecha de agosto, cuando la empresa está cerrada.

En casa de los señores, ver, oir y callar.

Holden Caulfield y Penélope Glamour.

El porreta que quiso ser poeta

De alguna manera había que abrir esta sección después de sus "enecientos" meses de existencia. El problema estriba en que, a pesar de que cada día dedico ocho horas a encontrar la manera de acabar con la cultura, no vislumbro manera de llevar mi intención a buen puerto. Puesto que, día sí día no, desde Cádiz a Pontevedra, cada minuto nace un poeta. En un pueblo de Valencia, por ejemplo, se revela un Ovidio redivivo con el verbo fácil de Lope y la perseverancia de Goethe. Poco después nace en La Coruña un segundo Bradomín, prematuramente barbado y hasta canoso, que devora a Baudelaire y bebe absenta. Y remedando las tertulias de aquella Bohemia, se reúnen para conspirar y recitar sus versos. En lugar del Gijón, frecuentan un ubicuo y mundano café, dicen que se llama los Cuarenta Principales:

Y recordarás
las tardes de invierno por Madrid
las noches enteras sin dormir
la vida pasaba y yo sentía
que me iba a morir de amor

(Serventesio del adefesio)

Esa Juaná sin arco
ese Bill sin Gates
Aquella foto de aquel narco que viste de beige
Y esa cabaña en el lago
sé lo que hicistéis el último verano

(Cantar de jeta)

Me muero por conocerte
saber qué es lo que piensas.
Abrir todas tus puertas
y vencer esas tormentas
que nos quieran abatir
sembrar en tus ojos mi mirada
cantar contigo al alba ...
Besarnos hasta desgastarnos
nuestros labios

(Elegía mal los versos)

Vale... que a lo mejor me lo merezco
bueno... pero mi voz no te la vendo
puerta... y lo que opinen de nosotros...
léeme lo labios, yo no estoy en venta

(Cuarteto de alejandrinos)

Cuando estás
Ya no están los demás.
Cuando te vas
tengo ganas de llorar.
Perdida en el sillón de mi cuarto pienso en ti con mis manos.

(Verso libre)

Holden Caulfield.

Economía familiar

Cierto día encontré a un buen amigo mío visiblemente abatido. Le pregunté y me dijo:
-En casa las cosas no van bien.
-¿De qué se trata?
-Andamos achuchaos. Vamos a tener que vender los caballos.

Holden Caulfield

Glamour

Según la Real Academia:
1. m, Encanto sensual que fascina.

Será que, a los que nos falta tanto de este donaire afrancesado, o bien no tenemos encantos o, teniéndolos, no fascinan.

Se equivocan. El verdadero personaje de mundo (y no la petarda o el buscavidas) se distingue por su mesura.

Holden Caulfield.

The chándal way of life

Porque no es sólo una prenda, es un estilo de vida. Ideal para recoger a los niños del colegio, ir al super, a misa, recibir a tus suegros, comprar los churros y el periódico y si te va el rap y otras manifestaciones de oligofrenia musical, te lo puedes poner incluso para salir de jarana.

Sed etiam, existe un uso no heterodoxo del atuendo llamado chándal. Esta revelación me la confío mi profesor de matemáticas de segundo de BUP, don Raimundo, hombre docto y polifacético, que en realidad era biólogo y de logaritmos sabía... lo justo. A lo que voy, el chándal se usa como prenda de abrigo en los momentos previos o inmediatamente posteriores a la realización de ejercicio físico intenso.

Con el chándal no se corre. Para recorrerse el parque entero bajo la atenta mirada de vecinos y viandantes uno se viste de corto, como si fuera otro El Guerrouj. ¿Alguien se imagina a un velocista corriendo con el chándal? ¡Qué escandalera de frus-frus en el pelotón perseguidor! No, el chándal se lo ponen cuando les van a dar las medallas.

Holden Caulfield

Un plan de fresas y champagne.

Hace un par de semanas me invitaron a una fiesta en un elegante ático de la capital. Era un edificio de principios de siglo pero el interior estaba decorado con gusto minimalista. La luz era ideal, lo inundaba todo. Odio esos tugurios infectos donde la masa se aglutina putrefacta. La música, impredecible, jugaba con las conversaciones de la heterogénea concurrencia: diseñadores, creadores, directoras de cine, filólogos, humanistas, aristócratas varios y meretrices. Fue en este parnaso irrepetible donde mantuve una agradable conversación con un joven doctorando muy prometedor que alabó la velada por sus aires foráneos, nada propios del entorno cañí. Le recordaba, decía, a Oxford, donde según contaba no hay nada como un plan de fresas y champagne.

Y ahí es cuando yo, tornero-fresador, y mi parienta, auxiliar administrativo, nos descubrimos, ajenos a nuestras "idiosincrasias", dando palique a un pedante de tomo y lomo y, sobre todo, desdichados porque no teníamos a quien decirle que lo mejor, lo que nunca falla, es un carburador Weber de doble cuerpo pa que no se te vaya la junta la trócola. Y yo, por tener la fiesta en paz, le puse careto de idiota y le dije: "Yo, lo que es a las fresas, no soy muy aficionado pero el champán sí que lo he probado alguna vez en casa de mis suegros, que el del Champion no sale tan malo".

Holden Caulfield y Penélope Glamour.

Si no has "tomao" Danao no has "desayunao".

Fomentar los vicios del lenguaje mediante su difusión repetida en los medios debería estar castigado con cárcel o multas de hasta dos pesetas. Pero añadir a tamaño despropósito el de endosarnos un batido de zumo con leche, bifidus, oligoelementos, "elquesabeinmunitas", isoflavonas y todo el sabor del mediterráneo toca la moral. Esta campaña es lo peor que me ha pasado desde que el perrito del "bugui-bugui" dejo de sacudir su piojosa cabeza. Cuando vi por primera vez este anuncio no pude dejar de llorar de rabia durante una hora y mi mujer (ese galápago con el que me han visto cogido de la mano por el Paseo de Gracia) devolvió el delicioso desayuno que le había preparado: un vaso de leche (sabor Leche), dos tostadas de manteca de cerdo desgrasada, un vaso de zumo directamente exprimido de la naranja sin grumos, un yogur griego suave con tropezones y una fruta ecológica, desarrollada con genes seleccionados y abonada con compost autogenerado. Yo creo que fue la sobredosis de incoherencia lo que la hizo vomitar pero ella lo achaca a esa lata de berberechos enriquecidos con estroncio que, por cierto, no encuentro en la despensa.

Holden Caulfield.

El móvil

Que el móvil suene en público es siempre de mala educación. La razón es que inevitablemente se incurre en uno de los siguientes supuestos:
1) Te interrumpe una conversación.
2) Te interrumpe una conversación interesante.
3) Te interrumpe una conversación interesante y te hace partícipe de otra que no te interesa en absoluto.
4) Te interrumpe (no necesariamente una conversación).
5) La sintonía está compuesta por siete variaciones del Ave María de Bisbal. El teléfono está en el fondo del bolso. El bolso está colgado en el perchero del despacho. Media oficina se vuelve loca durante tres interminables minutos. Cuando su legítima dueña baja de la parra y se hace con él, deja de sonar. Era su Flor, que quería encargarle a su pichurri unos slips del carrefur.

Penélope Glamour y Holden Caulfield.

Sobafrés

(De sobaco y del inglés fresh, fresco)

Término despectivo usado para designar un jubón sin mangas que se viste sin mayor aderezo, usado normalmente por un varón que ni siquiera puede excusarse en la participación futura o reciente en un partido de baloncesto. Esta prenda es especialmente útil para aquellos sujetos que deseen refrigerar sus efluvios axilares en los trayectos del transporte público, puesto que la ausencia de mangas facilita el gesto de levantar el brazo para aferrar las barras de apoyo. Por si fuera poco, la imagen tremebunda del vello sobacal virgen e indómito espanta las miradas reprobatorias de las anciananas y el olor las deja fuera de combate.

Holden Caufield y Penélope Glamour

Inhibición

(Del latín inhibitio, -onis.)
Suspender transitoriamente una función o actividad del organismo mediante la acción de un estímulo adecuado, como por ejemplo llevar la mano educadamente al pañuelo de bolsillo y fingir un leve y elegante golpe de tos para impedir un inoportuno comentario sobre el asombroso parecido entre la esposa del jefe y un arenque del Báltico.

Penélope Glamour y Holden Caulfield