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Deaquinosomos

Ayúdame a ser como soy

Les envio este pequeño mensaje con mi amor para ustedes en armonia con el universo.

Sara.

Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes
y a no decir mentiras para ganarme el aplauso
de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la
medalla, no me dejes inculpar de traición a los
demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo
y a no juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la
desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso es la
experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de
grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para
aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para
disculparme y si la gente me ofende, dame
valor para perdonar.
Señor...si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí.
(Mohandas Karamchand Gandhi)

La oración anula la disparidad entre “nosotros” y “ellos”.
http://espanol.bruderhof.org/articles/es/EnBuscadePaz/Oracion.htm?source=Oye

Aporte de Gloria

Aporte de Gloria

Hola ¿ Cómo están,aquí les envío algo que encontré por casualidad, en las páginas de Internet para quienes lo conocen y los que no, igual al leer esta página me inspiró ternura la imagen de nuestro antiguo sacerdote.

Cariños,Gloria

Padre José Cifuentes Grez:
UN SACERDOTE INCANSABLE

A los 89 años de edad y después de 31 años como párroco, el Padre Cifuentes deja la parroquia Santo Tomás de Aquino donde realizó un importante trabajo pastoral.

De baja estatura, delgado, de hablar pausado, no representa la edad que tiene, pero ya cumplió los 89 años de edad, y sigue trabajando con el mismo empeño y entusiasmo. Se trata del sacerdote jesuita José Cifuentes Grez, 59 años de sacerdocio, quien recientemente dejó la Parroquia Santo Tomás de Aquino, donde ejerció como párroco durante 31 años.

El Padre Cifuentes estudió en el noviciado que los jesuitas tenían en Chillán, para luego continuar sus estudios en China y Roma (donde se doctoró en Filosofía). Se ordenó de sacerdote en China, pues sus deseos eran ser misionero en China. Este sueño se vio frustrado a raíz de los cambios políticos que se produjeron en dicha nación con la llegada al poder de Mao-Tse Tung.

A su regreso a Chile trabajó estrechamente con el Padre Alberto Hurtado, en los primeros años de la revista «Mensaje», labor que continuó con otros directores de la publicación, hasta el año 1962. Después, y durante diez años, hasta 1972, estuvo en la Parroquia Jesús Obrero, para culminar su misión como pastor en la Parroquia Santo Tomás de Aquino.

Cuando se le consulta sobre su experiencia parroquial de tantos años, no duda en responder que «se trata de un trabajo que, al mismo tiempo, es personal y comunitario. Hay que formar una comunidad integral, una comunidad de Iglesia. Para mí, lo fundamental ha sido la catequesis familiar».

¿Qué siente al dejar un trabajo de tantos años?
Espero no haber fallado en mi trabajo. La verdad es que uno, en lo afectivo y en lo racional, siempre está con la gente para ayudarla.

CAPELLÁN DE HOSPITAL

Este colaborador del Padre Hurtado no se quedará quieto. Ya anunció que durante tres días a la semana, en su calidad de capellán, asistirá espiritualmente a los pacientes del Hospital San José, continuando de esta forma una misión que cumplió en años anteriores.

Màs de una mirada

Escucho a la candidata a Concejal, América López, refiriéndose a las obras de la Costanera Norte, como “ una muralla que nos tapa la vista de Santiago, incluso del Mapocho”, y pienso en lo que nos decían en la escuela de periodismo, referente a que las realidades tienen más de una mirada.

Efectivamente, el Mapocho es parte de nuestra historia comunal, así me lo recuerdan algunos amigos, que aunque resulte increíble en estos días, se bañaron en sus aguas en algún verano del tiempo.

El Mapocho estaba en nuestro paisaje, junto a los areneros, cuando cruzábamos hacia el Mercado Persa, que en aquellos días se ubicaba en plena calle y donde uno encontraba las más increíbles cosas.

En un oscuro lugar de la memoria también están grabadas las imágenes de muertos en sus aguas, aunque algunos digan que nunca se enteraron y hasta el día de hoy pregunten quien fue el cura Alsina.
Pero el Mapocho sigue ahí, cruzado por debajo en los barrios elevados y a ras de suelo en las comunas pobres.

Y ya que hablamos de miradas, hay quienes se molestaron por aquello del Cine Libertad en nuestra anterior crónica, y bien que se molesten, si ellos le conocieron en plena majestad, pero la etapa a la que aludimos es la de fines de los 70, cuando este y otros cines de barrio sucumbieron a las leyes del mercado y terminaron sus últimos días exhibiendo programas múltiples a precio de ocasión.

Como estos cines, también se extinguieron múltiples peluquerías, como la de El Pino a la altura del 700, donde nuestro despertar sexual iba de la mano de publicaciones como El Pingüino, Pepe Antártico, Cosquillas o la Nat.

Hay amigas que me traen sus historias, y como me entusiasma publicarlas todas, para decir que aquí están nuestras raíces y reafirmar que mucho de lo que ahora somos, tiene sentido por lo que en un día fuimos.

En nuestra biografía están las canchas del Estadio Chilectra, con pasto y graderías a lo grande, y están también las canchas con más piedras que tierra y donde pagábamos por mojar la camiseta, aunque fuera por diez minutos; los mismos diez minutos que nos correspondían en el arriendo grupal de una bicicleta, ¿cuantas tareas colectivas abordan nuestros niños hoy en día, que juegos les congregan como otrora el “tombo” o “la pichanga”?.

Es cierto, la vida tiene muchas caras, el desafío es como nos hacemos tolerantes, pluralistas, como crecemos, valorando y respetándolas todas.

Memoria y sueños de Independencia

Memoria y sueños de Independencia

Camino por la calle Vivaceta y me encuentro con dos proyectos de edificación en altura, desde donde nuevos vecinos observarán como cambia nuestro barrio Independencia. Inevitable no remontarse a los días de la infancia, cuando pocos soñábamos con lo que ahora somos.

Recuerdo la esquina de Grumete Bustos con la calle Colon, allí estaba el cambio, compra y venta de revistas desde donde nos saludaban las distintas ediciones de Disney o las aventuras de Tarzan, había
también una ruleta donde siempre podíamos contar con algún premio, debo confesar que siempre me alegro ganar el sobre con recortes de películas de 35 mm, que aparte de ser mi primer acercamiento con el mundo del cine me mantuvo algún tiempo dedicado a crear un artesanal proyector de diapositivas, pero eso es otra historia.

En la calle Independencia casi al frente de nuestro edificio consistorial está la construcción que albergaba al cine Nacional, punto de encuentro de la matine familiar o con el amor de turno. Y si de cines hablamos, uno que me perdí fue el Libertad, que exhibía películas subidas de tono y al cual, aseguran las malas lenguas, había que llegar con dos ladrillos: uno para sentarse y el otro para espantar los ratones.

Al principio de Vivaceta estuvo por muchos años perdida en el olvido la estatua de don Fermín Vivaceta, hasta que a alguien se le ocurrió devolverle su estatura trasladándola al sitio donde se entrecruzan la Alameda y Diagonal Paraguay. A esta misma altura, cuando la Panamericana Norte no era la Panamericana Norte, se instalaban los puestos de melones y sandias con que refrescábamos nuestros veranos y era también lugar de cita para los afanes volantineros en los septiembres primaverales. Acá era donde nacía el Canal La Punta, que por muchos años corrió a tajo abierto por nuestra comuna, robándonos más de algún balón de fútbol o desencadenando la tragedia cuando alguien caía a su caudal.

A pasos de la Plaza Chacabuco, destacaba el Hipódromo Chile y casi hermanado el Estadio Santa Laura, donde realizábamos nuestras revistas escolares que, guardando las proporciones, procuraban emular los famosos clásicos universitarios.

Hoy que nuestra comuna se eleva al cielo y se vincula a la modernidad a través de la Costanera Norte, volvemos a recorrer los viejos barrios del norte santiaguino y pensamos en lo que sentirán nuestros “mayores” al ver que Independencia corre en un solo sentido de Gamero al sur, o que la Avenida La Paz ya no llega hasta la puerta principal del cementerio. Todos queremos crecer, de eso no hay duda, ahora el tema es como hacemos compatible la modernidad con el respeto al patrimonio constituido por nuestra gente y nuestras tradiciones.

De vuelta al Barrio

Hola, un saludo afectuoso desde un rincon de la comuna de Independencia en Santiago de Chile, me encuentro con esta herramienta y decido explorarla para volcar aqui mi trabajo en las comunicaciones locales, o en lo que se ha dado en llamar el Periodismo Civico.
Escribo desde los estudios de la radio Primera (www.radioprimera.cl), donde una serie de comunicadoras y comunicadores desarrollan una experiencia de expresion ciudadana, como en muchas emisoras comunitarias agrupadas a lo largo de este delgado pais en la Asociacion de Radios Comunitarias de Chile (www.radioscomunitarias.cl).
Un saludo afectuoso en lo que puede llegar a contiuirse en un lugar de encuentro y de promocion de la comunicacion civica, surgida por sobre las agendas tematicas de los medios masivos.

Patricio Rivera Moya
Periodista