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- Sioux, diario de un indio -

La pinche boda

Ayer lunes estuve tomando un café con un buen amigo. Se llama Carlos, es mexicano y regenta un restaurante en España desde hace seis años. Vive un par de puertas más abajo que yo, en la misma calle, y de vez en cuando nos encontramos en el bar de la esquina a la hora del café, nos saludamos y charlamos durante un rato.

Ayer Carlos estaba cansado, acababa de llegar de la Republica Dominicana donde ha estado pasando unas semanas de vacaciones con unos familiares que viven en aquel país.

Le pregunté que tal le había ido en el viaje, a lo que me contesto que bien, estupendamente. Exceptuando el último día, todo fue muy bien. Me interesé por ese último día, que por la forma de decirlo parecía que le había fastidiado el resto de las vacaciones, y así me relató la jornada:

- Veras guey, tengo allá en la Dominicana un primo que se llama Calixto y que es camarero como yo. Hace años que no nos veíamos, y la verdad es que lo hemos pasado muy bien estos días porque hemos platicado mucho y nos hemos contado muchas cosas de nuestras vidas. Pero andaba el hombre un poco apurado porque el último día de mi estancia allá, el sábado, él tenia que trabajar, pero por desgracia se había lastimado un tobillo y no podía acudir a su trabajo.

Entonces yo pensé “tengo que ayudar a mi primo”, y me ofrecí a trabajar por él para que no perdiera el puesto. Me lo agradeció mucho, y ese día, a eso de las cinco de la tarde me presente en una lujosa finca para sustituir a mi familiar.

Guey, tendrías que haber visto la chabola. Era enorme y había lujo por todas partes. Para entrar tuve que enseñar una identificación que me dio mi primo, que por suerte tiene mis mismos apellidos y la misma inicial en el nombre, y además nos parecemos mucho. El caso es que en la entrada de servicio había más gorilas que en el zoo. Nos cachearon a todos los camareros como si fueran de la “migra”, y eso que éramos unos trescientos pinches camareros, guey, no te digo más.

Una vez dentro nos dieron el uniforme, y un “maitre” nos dio los últimos detalles sobre el trabajo a los camareros. A eso de las siete de la tarde empezaron a llegar los invitados, y ¿Sabes cuantos eran? ¡Más de mil quinientos! ¡Mil quinientos chingados invitados, guey! Yo no había visto a tanta gente junta en mi vida, hermano.

Bueno, el caso es que parece ser que aquello era una boda. Me enteré porque me lo dijo otro camarero. Parece ser que se casaba la hija de un señor muy rico de Venezuela y un
pariente del rey de España, o de Franco, no sé guey, no entendí bien. Aunque por otro lado oí que era pretendiente a la corona de Francia. Bueno, en todo caso era alguien muy grande y con muchos nombres, eso sí.

Lo que no entendía yo es como metieron a tantos invitados en una iglesia tan chiquita como la de allá, donde se celebró la boda. Luego me explicaron que casi todos habían visto la ceremonia desde afuera, desde una especie de carpa de circo donde había una enorme pantalla de video ¡De video, guey! ¿Te imaginas? ¡Vieron la boda como si vieran un film en el cine, guey!

Y... ¿sabes quien habló en la boda? ¡El Papa, guey! ¡El mismísimo Papa de Roma les daba la enhorabuena a los pinches novios, guey! ¡Qué grande! ¡Híjole, que nivel! Yo vi la boda un rato desde bien lejos, y fue divertida de verdad. Y muy variada. Me aburrí un poco cuando cantaron cosas de Haydn y Haendel, Bach y Mozart y gente de esa que hace música seria, pero luego cantaron unos Españoles que se llaman Los del Río, que me gustaron mucho más. Lástima de corridos mejicanos, pero no se puede tener todo.

Y bueno, cuando termino la boda y llegaron los novios a la casa, se quedaron parados en un sitio y empezaron a pasar por delante los invitados para saludarlos y darles la enhorabuena. ¡Tardaron dos horas, hermano! ¡Pasaron los mil quinientos pinches invitados! Podrían haberlo hecho también por video, los muy pendejos, que hubiera sido más rápido, pero parece que no cayeron.

Menos mal que mientras iban haciendo cola para saludar a la feliz pareja, nosotros íbamos repartiendo caviar, bogavantes y champán entre los invitados. Yo no sé si la gente rica esta acostumbrada a comer caviar y chingadas de esas, pero allí lo devoraban, guey. Lo ponían en tostaditas con una cucharilla y lo engullían como si llevaran una semana sin comer.

Yo no entendía aquello muy bien, pero claro, yo nunca había probado el caviar de beluga, hermano, ni ningún otro, así es que en un descuido del maitre, me metí en un rincón de la cocina con una de las latas de caviar que estaba por la mitad (por cierto, eran de cinco kilos cada una), una cuchara y una botella de champán, que era de marca moet y chandon o algo así.

Me senté en el suelo de la cocina, y como no encontré tostaditas, tuve que probar el caviar a palo seco, así es que cogí la cuchara y empecé a comer directamente de la lata, ¡Como puro macho! Las bolitas negras no me gustaron mucho al principio, me sabían a arenque, guey, pero a base de bajarlas a base de lingotazos de champán (a morro, porque se me olvido coger una copa) fueron pasando por el gañote.

El caso es que cuando me quise dar cuenta me había terminado la pinche lata y la botella, guey. Me costó un poco levantarme del suelo, pero cuando lo conseguí me arregle un poco la pajarita del uniforme y allá que me fui a seguir trabajando.

Yo no sé si fue por la botella de champán o por qué fue, pero el caso es que ya me encontraba yo más a gustito en la boda, guey. Lástima que había demasiada gente por allí para mi gusto. Entonces pensé que realmente no era yo el que tenia que estar allí trabajando, sino mi pinche primo, y decidí que no hacia falta que trabajara más. Ya sabían que había estado allí, y el patrón de mi primo ya le pagaría a él el jornal. Así es que le di la bandeja que llevaba en la mano a un señor que vestía como los guardias del palacio ese de Londres y me fui a dar una vuelta entre los invitados.

Para que no supieran que era un camarero renegado le di la vuelta a la chaqueta blanca del uniforme, y como tenia el forro negro parecía que vestía un smoking. Perfecto. Me cogí una copita de champán y unas cuantas tostadas con más caviar de la chingada, me guardé un bogavante en el bolsillo por si se terminaban y me puse a disfrutar yo también de la boda.

¡Y vaya si la disfruté, guey! ¡Están locos estos pinches ricos! El que menos me decía que era conde, o duque, o cosas de esas de la aristocracia. Incluso estuve platicando con uno que me decía que era el príncipe de Austria “¿Sí, de verdad? ¡No mames, guey!” Le contesté yo. Luego resulta que si lo era, el pinche cabrón. Entonces yo, para no quedar en mal sitio, cuando alguien me preguntaba les decía que era el Marqués de la Gran Chingada ¡Y se lo creían, guey! ¡Que pendejos!

Intenté acercarme a los novios, pero cuanto más me acercaba a la novia para felicitarla, más tipos grandotes con cara de malas pulgas me rodeaban, no más. Así es que desistí, pero si diré que iban los dos muy guapos. Después me dijeron que el traje de ella los habían hecho unos españoles, Victorio y Luchino, creo que se llaman, que también estaban en la boda, y que habían ido desde España con el traje en el avión privado del papá de la novia. El chico iba vestido con el uniforme de Bailio de la Gran Cruz de la Orden de Malta y la insignia de la orden dinástica francesa del Espíritu Santo y... ¿qué como sé yo eso? ¡Me lo contaron, guey! ¿Cómo chingados iba yo a saber todos eso, si no?

Y así fue pasando la noche. Yo me tomé otras cuantas copas más de champán, pero ya no comí nada más porque me notaba el estomago un poco pesado. Lo bueno de la fiesta vino cuando un guey se subió al escenario y se puso a cantar el “Avemaría” del David Bisbal. La neta es que el pinche se parecía mucho al cantante. Tenia sus ricitos y hacia las mismas pendejadas en el escenario. ¿Y sabes qué hermano? ¡También era verdad! ¡Era el David Bisbal de verdad, el de la Chenoa! ¡Híjole, qué bueno! ¡Ya solo faltaba el Juan Luis Guerra cantando bachatas!

¿Y adivinen qué? Tres horas y cinco copas de champán más tarde se subió al escenario... ¡el mismísimo Juan Luis Guerra a cantar bachatas! Guey, que bien me lo pasé esa noche.

Bueno, me lo estaba pasando en grande hasta que la tripa me hizo un movimiento en falso. No sé muy bien que pasó, pero el caso es que tuve el tiempo justo para soltar el bogavante que me estaba comiendo y la copa de champán y salir corriendo hacia el pinche cuarto de baño más cercano. A partir de ese momento empezó la agonía, y en las siguientes dos horas fui al excusado otras siete veces más. Juro que no volveré a probar el caviar de su chingada madre en lo que me queda de vida, no más.

Y así terminó la fiesta para mí. Una limusina me llevo de vuelta a casa de mi primo, y casi sin dormir tome el vuelo que me trajo de vuelta acá. Lo siento mucho por las azafatas que tuvieron que soportar mis idas y venidas al excusado, pero así es la vida de los ricos. Uno se atiborra de caviar, y luego se la pasa chingando a los demás.

Deporte USA, segunda parte.

Tal como les decíamos ayer (el artículo anterior debería haberse publicado el martes 2 de noviembre), se acaba de disputar la final de la liga de fútbol americana. El equipo vencedor ha sido el Partido Republicano Club de Fútbol y su capitán, el presidente George W. Bush ha recogido el trofeo que les acredita como campeones de manos del presidente de la FIFA.

El partido ha transcurrido sin incidencias reseñables. Los diez primeros minutos fueron de tanteo por parte de los dos equipos, que se dedicaron a estudiarse el uno al otro sin atreverse a atacar frontalmente la portería contraria.

Pasados estos minutos iniciales ha sido el Partido Demócrata Fútbol Club el que ha comenzado las hostilidades. Sus jugadores han adelantado las líneas y han jugado con verticalidad en pos de la meta Republicana.

Pero poco les ha durado el ímpetu, porque a los 16 minutos de partido el colegiado –un casco azul belga llamado Jean-Luc Letrice, que por cierto, no había visto una pelota de fútbol en su vida- ha expulsado al jugador numero 10 de los Demócratas por hallarse en clara posición de fuera de juego. Las airadas protestas del resto de los jugadores (excepto de su capitán y portero John Kerry que trataba de calmar los ánimos) solo han conseguido que el colegiado expulsara a otros tres jugadores; dos senadores de los estados de Alabama y Ohio y un congresista de Nueva York, lateral izquierdo, media punta y extremo derecho respectivamente.

Así las cosas y teniendo el equipo mermado de efectivos, al equipo Demócrata no le ha quedado mas remedio que replegarse en su campo e intentar realizar alguna contra que pudiera llevar peligro a la portería rival.

Pero no ha sido así. En el minuto 36 de la primera parte, un certero centro desde la línea de fondo del extremo izquierdo del Partido Republicano Club de Fútbol ha sido brillantemente rematado por el delantero centro, lo que ha llevado a la inauguración del marcador. Este primer gol solo ha servido para carcomer un poco mas la débil moral de los jugadores del Partido Demócrata Fútbol Club, y a partir de ese momento el partido se ha convertido en un monologo Republicano, totalmente volcado ya en el área rival.

El resultado final ha sido de victoria del Partido Republicano Club de Fútbol por 5-0. Anotaron los jugadores John Smith, John Doe (p), George W. Bush (2), y John Kerry (pp). El colegiado expulso a tres jugadores Demócratas y mostró nueve tarjetas amarillas más al citado equipo, por ninguna a los Republicanos.

Y esto ha sido todo, agradecemos su atención y les emplazamos a que nos sigan en la celebración de la próxima liga de fútbol americana.

Deporte USA

Qué gran país es los Estados Unidos de América, ¿eh? Ha sido cuna de grandes civilizaciones como la india y la... eh... y la india. Es una reserva cultural de occidente aunque el 90% de los americanos no sepa situar España en un mapa y 52 millones de norteamericanos sean analfabetos. Y también es origen de la más exquisita de las gastronomías, representada por sus dos máximos exponentes McDonald’s y Burger King.

Al ser un país tan conocido y admirado, al gobierno norteamericano le extrañó y le preocupó que no se conozcan más en el extranjero sus grandes dotes deportivas. Después de formar una comisión y tres subcomisiones, de reunirse durante varios meses todos ellos para formar una plataforma de análisis que permitiera analizar las bases de tal circunstancia, y después de tomar en consideración todos los parámetros reseñados por las citadas comisión y subcomisiones tras un exhaustivo estudio de algo más de dos años de duración, las ciento cuarenta y seis personas contratadas que formaban dichas comisiones, los casi seiscientos abogados consultados, los treinta y nueve millones de encuestados, e incluso el presidente del país llegaron a las mismas conclusiones:

Punto uno. Es verdad que los americanos practican el baloncesto al más alto nivel mundial, pero prácticamente todos los grandes jugadores son negros. Vaya, hombre.

Punto dos. También practican un juego copiado del rugby en el que se trata de llevar una pelota ovalada de una punta a la otra de un campo y de romper el máximo numero de narices y tobillos posible sin que a uno le partan el cuello en el intento. Pero este deporte no tiene gran repercusión mundial salvo las escenas de los porrazos que se dan en el suelo los jugadores y que solamente vemos en programas como Videos de primera. Vaya, hombre.

Punto tres. Otro deporte de masas es el béisbol, que consiste en darle con un palo a una pelota que ha lanzado un jugador del otro equipo, mandarla lo más lejos posible y salir corriendo mientras el otro va a buscarla. Juego sofisticado donde los haya. Tanto que casi nadie lo entiende. Para colmo de males, el otro gran dominador de este deporte es Cuba. Vaya, hombre.

Y punto cuatro. Viendo este panorama, la conclusión definitiva a la que llegaron es que los americanos lo que tienen que hacer es dejarse de tantas tonterías y jugar al fútbol como todo el mundo.

Así es que a alguna mente privilegiada del gobierno se le ocurrió organizar una liga de fútbol norteamericana. Parece fácil, ¿verdad? Solo hay que formar unos cuantos equipos, ponerlos a jugar unos contra otros -bien arbitrados, eso sí- y ya esta. Al final, el que más puntos haya ganado es el campeón. Punto.

Pero estamos hablando de los EE.UU., el país con mayor numero de abogados, pleitos y litigios “per capita” del planeta, y allí las cosas no son tan sencillas, no.

Para empezar, las grandes instituciones deportivas se negaron a crear una sección de fútbol. Por poner unos ejemplos, se contacto con Los Ángeles Lakers, los Chicago Bulls y los Miami Heat. Bien, entre las modificaciones que se les propusieron a estas instituciones, una fue la de cambiar sus nombres, proponiéndose los de Los Ángeles Lakers Fútbol Club, los Chicago Bulls real Balompié, y los Fútbol Club Miami Heat S.A.D. Los representantes de estas tres magnas instituciones deportivas todavía se están riendo.

Otro gran problema con el que se encontraron los norteamericanos fue el enorme desconocimiento acerca de este deporte por parte de la población. Cuando salieron los encuestadores a la calle para elaborar una estadística sobre el particular, las respuestas obtenidas fueron algo parecido a esto:

Pregunta:
¿De qué color es una pelota de fútbol?

Respuestas:
21%: ¿Ah, al fútbol se juega con una pelota?
19%: Marrón, como la de baloncesto
16%: No lo sé, pero el palo es blanco, seguro.
44%: Ns/Nc

Pregunta:
¿Cuántas tarjetas puede mostrar el arbitro?

Respuestas:
31%: ¿Quién es el arbitro?
19%: Tantas como le quepan en el bolsillo
15%: Tres. La Visa, la Master Card y la American Express
35%: Ns/Nc

Pregunta:
Díganos el significado de la expresión “centrar al área”

Respuestas:
42%: Es ponerse en una zona del campo marcada con unas líneas que esta debajo de la canasta
18%: ¿Qué es el área?
17%: Es mandar la pelota entre la segunda y la tercera base
23%: Ns/Nc

Pregunta: ¿Qué es un penalti?

Respuestas:
21%: Es lo que pasa cuando se placa a un jugador entre la línea de las 30 yardas y la de 40.
17%: Eso digo yo, ¿qué es un penalti?
12%: Un jugador nigeriano de los Boston Celtics
50%: Ns/Nc

Ante tales desoladotes resultados, es comprensible que la comisión encargada de llevar el fútbol a las calles de los EE.UU. sufriera un serio revés psicológico.

Pero esto no es todo. Pronto se encontraron con el problema de las escasas instalaciones deportivas que hay en el país que estén preparadas para jugar al fútbol. En un intento de aprovechar lo que tenían se propusieron varias modificaciones sobre el juego que si bien no mermaran las características propias de éste, si permitieran su practica sin tener que hacer grandes gastos en nuevas instalaciones.

Intentaron jugar en una pista de rugby, mejor dicho, de fútbol americano. Como experimento se organizó un partido entre las universidades de Carolina del Norte y Virginia, que acabó con la victoria de los primeros por 216 a 189. Como gran inconveniente cabe citar que ninguno de los jugadores quiso jugar como portero, aduciendo que el larguero estaba demasiado alto.

Se planteo jugar en una cancha de baloncesto, pero después de 20 partidos jugados, solo uno termino con un resultado distinto al 0-0 inicial, y también aquí tuvieron los porteros sus más y sus menos ya que se pasaron el partido sentados encima de la canasta y parece ser que la postura no es precisamente cómoda. Por cierto, en el partido que rompió la racha de cerocerismo uno de los porteros se cayó de la canasta y se rompió dos dientes, circunstancia que aprovecho uno de los delanteros para conseguir meter la pelota en la canasta tras múltiples malabarismos. Ah, el portero ya se encuentra totalmente recuperado.

El mayor desengaño vino cuando se intento jugar en una pista de béisbol. Tras los primeros 45 minutos jugados, el resultado era de 0-2-1, porque sin que nadie consiguiera explicarlo se formaron tres equipos a partir de los dos que empezaron el partido. La hipótesis que tomó más fuerza durante la investigación de los sucesos fue que uno de los porteros se fue desplazando lentamente desde la primera base hacia la segunda sin darse cuenta. Uno de sus compañeros advirtió el detalle y se cambió la camiseta para actuar él mismo como guardameta. Entonces parecía que había dos porteros, uno en la primera base y uno en la segunda, además del de la cuarta que estaba allí desde el principio. Los jugadores lo que querían realmente es que terminara el partido pronto para irse a su casa a ver la final de la Superbowl, que casualmente se jugaba aquel mismo día, por lo que les daba igual el numero de equipos que hubiera sobre el campo, ni a quien marcarle goles ni quien ganara o quien perdiera, así es que en el descanso uno de los seis árbitros (¿o había siete?) dio el encuentro por suspendido y en cuestión de cinco minutos allí no quedaba nadie.

Pero nada de esto consiguió desanimar a los miembros del gobierno de los EE.UU. Se les había metido en la cabeza que en su país se jugara al fútbol para ser también una primera potencia mundial deportivamente hablando y lo iban a conseguir, vaya que sí.

El primer paso que tuvieron que dar –aparte de solucionar los mencionados problemas con las instalaciones- fue la creación de la liga como tal. Como estaba claro que no podían contar con las instituciones deportivas ligadas a otros deportes, tuvieron la idea de formar equipos con partidos políticos y clases sociales. ¿Quién dijo que los americanos no tienen huevos?

Por tanto, después de mucho trabajo y tesón, un año mas tarde se jugo el primer partido de la nueva liga norteamericana de fútbol, formada por los siguientes equipos:

Partido Republicano Club de Fútbol. El mismísimo presidente George W. Bush jugó en el equipo como interior derecho, portando con orgullo el barriestrellado brazalete de capitán. El resto del equipo estaba formado por tiarrones de dos metros de estatura, portando permanentemente gafas de sol y tratando de ocultar un misterioso bulto bajo la axila izquierda. Eso sí, de fútbol ni puta idea.

Partido Demócrata Fútbol Club. Viendo que su contrincante en las urnas se estaba tomado tan en serio el tema del fútbol, al aspirante John Kerry no le quedó más remedio que liderar a su propio equipo jugando de portero. Como anécdota comentarles que el hijo de seis años de un turista español comentó cuando vio al aspirante a la Casa Blanca bajo los palos “Mira papá, Roberto Dueñas se ha pasado al fútbol”

Black Power Racing Club. Formado íntegramente por jugadores de color (de color negro, quiero decir) Con sede en el neoyorquino barrio de Harlem, este equipo patrocinado por Spike Lee fue uno de los más difíciles de batir en la liga debido a su gran capacidad mental. Cadenas de oro gruesas como una cuerda de barco, chándales tres tallas mayores y cadenas de música que no caben en el maletero de un coche eran varias de sus señas de identidad.

Sporting Chicanos Fútbol Club. Al estar formado por inmigrantes mexicanos y del resto del continente sudamericano –donde el fútbol tiene bastante mas arraigo que en los EE.UU.- parecía en un principio que este equipo iba a contar con una cierta ventaja. Los resultados y ciertos arbitrajes un tanto conflictivos demostraron lo contrario.

Wall Street Fútbol Team. Elitista equipo formado por tiburones de las finanzas, agentes de bolsa sin escrúpulos, engominados empresarios y otros moradores de la mítica calle. Se llegó a especular con que los resultados de los partidos disputados entre este equipo y el del Partido Republicano estaban amañados, pero nunca se llego a demostrar tal extremo.

Fútbol Klub Kalifornia Kraks. Este equipo generó varias protestas por parte de los Black Power R.C. y los Chicanos F.C. cuando se notificó su incorporación a la liga. Probablemente fuera por el hecho de vestir sus jugadores completamente de blanco, capuchón del chándal incluido, o por su costumbre de quemar una cruz antes de los encuentros. El caso es que las protestas se desestimaron y el equipo californiano jugó el campeonato

Los equipos séptimo y octavo fueron dos de los que más controversias generaron. En un principio uno iba a estar formado por descendientes de inmigrantes italianos exclusivamente, y se iba a llamar Spaghetti Racing Club, pero la comunidad irlandesa protesto tan vehementemente que el comité organizador tuvo que incluirlos en el mismo equipo al no poder incorporar a ninguno más. Así pues, el equipo pasó a denominarse O’Spaghetti Irish-Italian Racing Club. La condición que aceptaron los capitanes de ambos equipos es que en cada encuentro deben jugar cinco italianos y cinco irlandeses. Bien, pasada una semana, y cuando solamente habían entrenado juntos tres días, ya había jugadores de los dos bandos en el hospital y las calles circundantes a su lugar de entrenamiento eran campos de batalla, así es que la organización se vio obligada a devolver a los italianos su antigua denominación y a formar otro equipo íntegramente formado por irlandeses llamado Irish Community Balompié.

Cabe decir que varias asociaciones más intentaron incorporarse a la liga, tales como la Veteranos de Vietnam Fútbol Club (desestimada por la precaria salud física y mental de sus miembros) y que como gesto de cortesía hacia el viejo continente, que el fin y al cabo fue el que inventó el fútbol, y hacia Africa y Asia con motivo de la cantidad de inmigrantes que albergan los EE.UU. que de allí provienen, se invitaron a tres equipos más:

Selección Europea. Formado por tres jugadores alemanes, cuatro ingleses, cuatro franceses, tres italianos, dos belgas, un suizo, un portugués, un griego y un español (no estoy contando ningún chiste) A estas alturas todavía están discutiendo la táctica con la que deberían haber jugado, el color de los uniformes, el reparto de los dorsales y el himno que se debería oír antes de los partidos.

Selección Africana. Esta selección contó con el patrocinio de la ONU por motivos de seguridad, básicamente. Fueron a los EE.UU. jugadores de Nigeria, Uganda, Camerún, Sierra Leona, Zaire y Mali. Casi nada. A los de la ONU les daba miedo hasta registrarlos en busca de machetes y otras armas blancas. Eso sí, en el campo se ponían todos de acuerdo para jugar al fútbol y eran prácticamente invencibles. Una vez mas, una lástima lo de los arbitrajes.

Selección Asiática. Este equipo vino como relleno para hacer que hubiera un numero par tras la escisión de última hora por parte de los irlandeses. En este caso no hubo problemas. Vinieron siete japoneses, siete norcoreanos y siete chinos. Si unos eran bajitos, los otros lo eran más. Si unos no tenían ni idea de fútbol, los otros tenían menos, pero si los unos corrían los otros corrían todavía mas, y si unos aguantaban todo el partido corriendo de arriba abajo, más aguantaban los otros.

Selección del Mundo Árabe. Dos jugadores de Arabia Saudita, dos de Irán, tres de Iraq, dos de Jordania, tres de Egipto, uno de Palestina, un libanés, un sirio, uno de los Emiratos Árabes y créanselo Uds., tres de Israel hicieron que los mayores servicios de inteligencia del mundo trabajaran a destajo para garantizar la seguridad de todo el mundo y también para averiguar como era posible que estuvieran todos juntos jugando al fútbol sin matarse unos a otros.

Estos fueron los doce equipos participantes. Cabe decir que en un principio se solicito a la Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol (FIFA) que proporcionaran ellos a los árbitros y jueces de línea necesarios durante el campeonato, a lo que gustosamente accedieron, pero que posteriormente, y viendo los equipos que conformaban el campeonato, se cambió de idea y por fin fue la ONU quien eligió de entre sus más aguerridos cascos azules a los que tuvieran un mínimo de idea de fútbol para que cumplieran tal misión.
El sorteo para establecer el calendario quiso que el partido inaugural se tuviera que disputar entre los equipos Partido Republicano Club de Fútbol y Selección Asiática, pero por motivos todavía no muy claros se dio como vencedor al Partido Republicano por el marcador de 3-0 sin necesidad de jugar. Parece ser que por más que contaban a los jugadores asiáticos que había sobre el campo, siempre salían de más o de menos, pero nunca había once.

Otros partidos que se tuvieron que suspender fueron el Black Power Racing Club contra los Fútbol Klub Kalifornia Kraks debido a la batalla campal que se originó sobre el terreno de juego a los tres minutos de iniciarse en encuentro y el Selección Africana contra el Irish Community Balompié, aunque en este caso la batalla campal la protagonizaron únicamente los jugadores africanos al darse de hostias entre ellos nada más empezar el partido ante la atónita mirada de los irlandeses.

En definitiva, la primera liga americana de fútbol se disputó sin mayores novedades, arrojando el saldo de dieciséis jugadores hospitalizados por lesiones y heridas varias, dos autocares apedreados por seguidores de equipos rivales, cinco coches incendiados y uno volcado en algún que otro disturbio, nueve jugadores repatriados a sus países de origen por los más variopintos motivos como entrar en los EE.UU. doce jamones de pata negra de contrabando (gracia protagonizada por el único jugador español presente en la liga) o el intentar volar por los aires el obelisco de Washington con explosivos por parte del jugador palestino.

Y la cuestión final es ¿quién ganó la liga? Pues precisamente ayer se estuvo jugando la final entre los equipos Partido Republicano Club de Fútbol y Partido Demócrata Fútbol Club. Mañana, en cuanto tengamos los resultados, les relataremos lo acontecido y les brindaremos el nombre del ganador.

Seguiremos informando.

Mujeres al volante

No quiero meterme aquí con las mujeres que conducen ni en cómo lo hacen, que quede claro. Tampoco quiero decir que las mujeres conduzcan mal. Solo me gustaría comentar un par de detalles que a mí me parecen cuanto menos curiosos.

Una mujer, por lo general, cuando esta aparcando o saliendo de un aparcamiento no sabe mover el volante al mismo tiempo que acelera. Es decir, que para aparcar primero gira el volante hasta el fin de su recorrido, después da marcha atrás, pero sin mover el volante, hasta que le da al bordillo de la acera o al coche que tiene detrás. Después gira todo el recorrido del volante hacia el otro lado, pero sin acelerar hasta que el volante ya no da más de sí. Entonces avanza hasta darle un besito al coche que tiene aparcado delante, y con ello concluye la maniobra.

Una cosa si que hay que reconocerle a las mujeres conductoras, y es que no suelen ir por ahí haciendo el loco con el coche como hacen (hacemos) muchos varones. De hecho, por lo general son la viva imagen de la prudencia. Tanto es así que no es de extrañar verlas conduciendo por la autopista a la escalofriante velocidad de 70 Km./h.

Y ya que estoy puesto, otro tema que me llama la atención es el de los espejos retrovisores. El de la izquierda lo usan para mirar si venía alguien después de haber salido del aparcamiento o de haber cambiado al carril de su izquierda. El del centro lo usan para peinarse o para retocarse el maquillaje, y el de la derecha es un completo ignorado porque no lo usan para nada. Eso sí, cuando les interesa mirar hacia atrás por cualquier motivo, no dudan en someter a sus cervicales a una sesión de contorsionismo, girar sus cabezas 180 grados y dejar de mirar la carretera durante 10 segundos.

En fin, voy a dejar ya el tema, pero no sin antes apuntarle a la señora que conducía un Fiat Brava blanco con matrícula de Málaga esta mañana por la Avenida de la Constitución, que al entrar en una rotonda se tiene que ceder el paso al que ya se encuentra circulando dentro de ella, y que el que llegue tarde a llevar a los niños al colegio no le exime de cumplir esta regla y colarse en la rotonda a toda mecha y sin mirar.

Se va a enterar Ud. de lo que vale el faro de un Corolla, señora.

Hikikomoris

Quisiera hoy comentar algo que he leído en Internet. Aún quedando como un ignorante, confieso que no tenia ni idea y que es la primera vez que oigo hablar del tema. Aunque no sé por que, imaginaba que esto llegaría en algún momento.

Parece ser que en Japón (otra vez va el tema de asiáticos) hay como un millón de jóvenes que son Hikikomori. Y Uds. se preguntaran qué carajo es un Hikikomori. Y yo se lo explico:

Los Hikikomori son jóvenes que no pueden resistir la presión de vivir en una sociedad tan competitiva y consumista como la japonesa. Así de simple. Entonces lo que hacen es encerrarse en la habitación de su casa sin querer ver a nadie, como si fueran modernos ermitaños. Les pasan la comida por un agujero en la pared y se dedican a dormir durante el día y a pasarse las noches jugando a los videojuegos, navegando por Internet o viendo la tele. ¿Qué les parece?

Por lo visto los japoneses son mas cabrones de lo que parece a la hora de llevar la educación de los chavales. Tienen que empezar a hacer exámenes casi antes de haber entrado en la guardería. Para que un chaval entre a estudiar en la Universidad de Tokio, que es la mas exclusiva del país, ha tenido que pasarlas canutas, se ha tenido que desgastar los codos estudiando y ha tenido que pasar por cientos de exámenes.

Y eso solo para salir a competir a un mercado laboral donde para conseguir un trabajo más o menos decente hay que pisar cabezas sin que se la pisen a uno. Incluso son cafres metiéndose sin piedad con los defectillos físicos, tales como la obesidad o la estatura.

Así las cosas, ya no es tan de extrañar que un chavalillo regordete que no sea un hacha estudiando llegue un momento en el que se despida de su familia y se meta en su habitación para no salir en los próximos años.

Cuando esto pasa, parece ser que los padres no hacen mucho por evitarlo, porque la situación se considera vergonzosa para la familia, y en lugar de buscar ayuda profesional, lo que hacen en muchos casos es esperar a ver si al chaval se le pasa la neura.

Cuando se les pasa –acaba pasándosele a todos del mismo aburrimiento- la reinserción social es todo un problema, ya que han perdido meses (e incluso años en los casos más extremos) de actividad social y de estudios. Además, en muchos casos no salen muy en sus cabales después de vivir como si fuera la realidad las últimas aventuras del Lara Croft o la serie de moda en televisión.

Curiosa cultura la japonesa, sí. Fueron capaces de rehacer un país después de perder una guerra, de convertirlo en una primera potencia tecnológica, y de consolidar una de las economías mas saneadas del mundo, pero no son capaces de ver a sus jóvenes agobiados porque no pueden comprar una PlayStation y encerrándose en sus habitaciones porque no son capaces de afrontar un estilo de vida competitivo al máximo.

Chinos toreros

Leo con pasmo la siguiente noticia en la prensa: “Las corridas de toros llegan a China”. Casi nada.

Parece ser que dos toreros españoles y uno ecuatoriano se han ido a celebrar la primera corrida de toros que se celebra en dicho país. Los toros los han importado de México, y por lo visto los chinos se lo han pasado pipa viendo el espectáculo.

Realmente solo se lidiaron tres toros, y ni siquiera los mataron –es decir, que a los toreros ni les dieron orejas ni rabos ni nada-, supongo que porque hubiera sido demasiada emoción para los pobres chinos, no acostumbrados a estas impresiones.

Eso sí, los chinos recibieron a los toreros con música de pasodoble, aunque tocado por una banda china. No daban palmas, pero tocaban un pequeño gong para sustituirlas, y tampoco decían “olé”, pero lo intentaban, aunque más bien les salía algo parecido a “oooohhh”.

Es curioso lo de los orientales. Resulta que en Japón alucinan con el flamenco, sobre todo con la guitarra española, y de hecho ya hay fabricantes de guitarras japoneses que harían palidecer a algunos luthiers españoles.

Y nosotros que no sabemos diferenciar a los chinos de los japoneses, ¿se dan cuenta? Cuando vemos a un grupo de orientales cargados con sus cámaras de fotos y de video de ultima tecnología admirar la fachada de una catedral, por poner un ejemplo, solemos decir “mira que montón de chinos”, sin importarnos que no sean chinos, sino japoneses. Los pobres chinos no suelen tener posibles ni para visitar la gran muralla. Eso sí, ¡cómo juegan al ping-pong los jodíos chinos!

En todo caso, cuando termino la corrida de toros, el locutor (que por lo visto sabia un poco de que va el tema) explicó al publico que si les había gustado el espectáculo tenían que sacar los pañuelos blancos a relucir. Vamos, que si no se lo llegan a decir, los pobres toreros se vuelven para España y Ecuador con un disgusto que no veas.

Lo que me parece curioso es que los chinos hayan querido acercarse a una muestra cultural –habría mucho que discutir sobre eso- de un país tan remoto como España. Nosotros lo más que sabemos de ellos es que se parecen un montón a los japoneses, coreanos y demás asiáticos, que tienen un montón de restaurantes, que son bajitos y que comen mucho arroz.

Un momento, un momento. Si comen tanto arroz, ¿por qué en los restaurantes tienen tantos platos diferentes? Bueno, diferentes al arroz, porque los platos son los mismos en un chino de Barcelona que en uno de Huelva. Misterioso, ¿no?

Y hablando del mal llamado ping-pong (su nombre correcto es tenis de mesa) ¿saben por que los chinos son tan buenos? Pues porque años atrás, el gobierno chino pensó que el pueblo necesitaba practicar algún deporte, en parte para que hicieran ejercicio y en parte para tenerlos distraídos. Entonces buscaron un deporte barato (el tenis de mesa lo es, si no nos vamos a comprar materiales de calidad profesional), y que no necesitara mucho espacio para ser practicado, por aquello de que en China hay millones de habitantes y si se ponen todos a practicar el golf no caben.

Así es que a alguna mente privilegiada se le ocurrió que la solución estaba en el tenis de mesa. Y así fue como montaron mesas en las escuelas y en los lugares de trabajo, y por todas partes había gente dándole a las palas y la pelota.
¿Qué paso entonces? Pues que por una simple cuestión de calculo de probabilidades, si ponemos a millones de personas practicando un mismo deporte alguno bueno tiene que salir, por cojones (recordemos aquí que a estas alturas el tenis de mesa es el deporte oficial de China y se le destinan muchos medios a los que destacan)

El caso es que no sale alguno bueno, sino que salen muchos. No hay mas que mirar el ranking mundial de jugadores, tanto masculino como femenino, donde predominan los nombres como Liquin Wang, Lin Ma o Hao Wang (primero, segundo y tercero del ranking masculino respectivamente, chinos todos ellos)

Pues bien, esto nos lleva a pensar que pasaría si uno de los diligentes del gobierno chino ha visto la corrida de toros a la que me refería antes y le ha gustado. Y va el tío y piensa “Oye, podríamos hacer esto nosotros también”, y de pronto empiezan a instalar ruedos por todas partes en China y a promocionar las corridas de toros.

Mirándolo bien no seria de extrañar. Ya tienen fama de copiar las cosas. Ah, no. Perdón, esos son lo japoneses. Bueno, da igual. Imaginemos a millones de chinos toreando, poniendo banderillas y haciendo de picador. Pronto destacarían “El niño de Pekín”, “Murallito”, o “Ming Chan de Shangai”, por ejemplo. Sería divertido, ¿no? Lo que no se es de donde iban a sacar tantos toros para ser toreados por tantos chinos. Tendrían que reciclarlos, supongo.

Noticias del 2037

Noticias de ultima hora.

Hoy, a fecha siete de octubre del año 2037, se han producido nuevas manifestaciones violentas por parte de miles de ciudadanos enfervorecidos en contra del gobierno.

Para ponerles en antecedentes, les recordamos que la industria de las nuevas tecnologías ha avanzado a pasos agigantados desde su explosión en los primeros años 2000, hasta llegar a un punto en el que la electrónica de consumo es el negocio que más dinero mueve actualmente en el mundo, por encima incluso del trafico de drogas, el petróleo o las armas.

En esta época en que vivimos nadie escapa a la espiral de salvaje consumismo en el que las multinacionales del sector nos han metido, siempre apoyadas por los gobiernos de los principales países industrializados.

Hace ya quince años que hizo su aparición en el mercado la estrella de este mundo digital, el eYo. El eYo es un aparato desarrollado por un grupo de empresas lideres en sus respectivos sectores, tales como Microsoft, IBM, Sun Microsystems, Canon, Nokia, Motorota, Sony, Kodak, etc.

El aparato en cuestión es un híbrido de teléfono móvil, cámara de fotos, ordenador personal, reproductor de música y video cámara. Tiene un tamaño aproximado de 10x2x5 centímetros y solo 40 gramos de peso. La campaña de publicidad de dicho aparato ha sido brutal y sin concesiones, llegando a usarse un algunos casos la publicidad subliminal.

Tras su primera aparición y gran éxito de ventas, en el 2030 apareció la versión 2.0 del eYo, dotado de conexión permanente a NewNet, la red mundial que vino a sustituir a la obsoleta Internet en el 2018. A través de esta conexión a la gran red, el usuario puede descargar películas en cuestión de segundos –previo pago- y reproducirlas en el mismo eYo o bien en un televisor preparado para la conexión inalámbrica al mismo.

Tantos y tan grandes avances en el mundo de la electrónica, la informática y las telecomunicaciones llevaron en su momento a los gobiernos a redactar duras leyes contra los otrora llamados ‘piratas’. En la actualidad, cualquiera que intente –lo consiga o no- hacer una copia de cualquier obra música, escrita o filmada, es decir, una película, deberá afrontar penas de hasta veinte años de prisión. El simple hecho de copiar un álbum musical puede llevar al infractor a la cárcel irremediablemente.

Para controlar a los usuarios que puedan sentir tentaciones de realizar copias fraudulentas, los gobiernos obligan a las tiendas a llevar un registro de los datos personales de todo aquel que adquiera un aparato susceptible de ser usado para tal fin. Es decir, que cuando un particular adquiere una unidad grabadora de DVD5 (DVDs de quinta generación con una capacidad de almacenamiento de 3 terabytes), esta obligado a proporcionar sus datos personales al vendedor. Este, a su vez, hace llegar dichos datos a las unidades contra el crimen informático para que puedan seguir su pista en el caso de encontrar DVD5’s copiados fraudulentamente, ya que dichas unidades de grabación marcan la nueva copia con un numero de serie que hace fácil la tarea de identificar al autor de la copia.

Evidentemente, también esta penado el crear programas informáticos que sirvan para anular protecciones anticopia. Este hecho ha llevado recientemente a una pena de cadena perpetua a un programador alemán acusado de ser el creador de la utilidad FuckEmAll, programa que se puede encontrar en la caja de herramientas de cualquier ‘pirata’ informático que se precie.

En cualquier caso, las autoridades han llevado el deseo de evitar las reproducciones ilegales hasta el paroxismo. En estos días, cuando alguien adquiere un álbum musical, una película o un libro electrónico, el mismo utensilio usado para reproducirlo (el eYo, por ejemplo) dosifica su uso y disfrute. Es decir, que una persona puede ver una película, o leer un libro, pero no puede prestárselo a nadie, ni compartirlo con otros. El mismo aparato reproductor detecta que hay mas de una persona disfrutando de él, y enviá un mensaje a las autoridades que no tardan en personarse en el domicilio del infractor para multarle, en el mejor de los casos.

No obstante, para contrarrestar los gastos ocasionados por los pocos locos que aun intentan y consiguen copiar fraudulentamente los contenidos de los DVD5, el gobierno ha decretado un aumento en el precio de venta de los citados dispositivos de un 30% en concepto de impuesto anticopia. La medida –evidentemente- no ha sentado nada bien al colectivo de profesionales que usan a diario estos soportes para guardar sus trabajos, dibujos, programas o composiciones musicales propias. Ante tales quejas, el ministro de hacienda, que es quien recauda el citado impuesto, declaró a los medios nacionales que ‘a saber para qué van a usar los DVD5 los que tanto se quejan, seguro que son todos unos piratas’

Seguiremos informando

Embargo a EEUU

Ya esta bien. Se acabó. Se me ha agotado la paciencia. Lo he intentado por las buenas pero no ha podido ser. Muy bien, ahora lo haré de otra forma:

Al Sr. George Bush Jr., presidente de los EE.UU., parece que le resulta divertido decretar embargos económicos a otros países como castigo o represalia por haber sido malos, por haber invadido otro país, por ejemplo, o por estar en posesión de armas supuestamente “ilegales”. Lo chocante del tema es que este mismo individuo ha ordenado durante su mandato la invasión de dos países, a falta de uno (Afganistán e Iraq) Por no hablar de las armas de destrucción masiva, algo realmente horripilante si están en manos de uno de los países “malos”, o del llamado “Eje del Mal”, pero no si las tiene su propio gobierno (que las tiene de todas las tallas y colores), o un país aliado (Israel, por ejemplo)

Siguiendo esta lógica, también habría que denunciar e incluso embargar económicamente a los EE.UU., pero resulta que no hay ningún gobierno de ningún país que tenga las agallas suficientes como ni siquiera para pensarlo. Llegado a este punto, y teniendo en cuenta que personalmente veo motivos más que suficientes para llevar a cabo dicho embargo, he resuelto tomar yo mismo la iniciativa de forma unilateral. Es decir, que a partir de este mismo momento voy a dejar de acompañar mis whiskys con Coca-Cola (producto yanki donde los haya), y me los voy a tomar con Casera-Cola (producto nacional) He dicho.

Sr. Bush, siento tener que tomar estas drásticas medidas, pero ahora va a ser la economía de su país la que va a tener que atenerse a las consecuencias.

Recuerde Wall Street.

Mundo Weblog I

Hace ya tiempo que empecé a leer weblogs. Creo que fue poco después de desintoxicarme del MSN, vicio en cuyas garras caí como consecuencia de una mal curada adicción al ICQ y de otra anterior al mIRC.

Quiero decir con esto que me he pasado muchas horas relacionándome y conociendo a gente a través de Internet. Por ejemplo, he conocido a la esposa de un millonario gaditano que se hizo depilar la entrepierna con mucho arte antes de hacer un viaje a Madrid por cuestiones familiares, cuando realmente el viaje era –evidentemente- para conocer a un ciber-amigo (por cierto, el esposo la pilló, y ahora ella trabaja como cajera en el Carrefour)

También conocí a un Indonesio residente en Londres que por casualidades de la vida pasa las vacaciones en mi ciudad. Y a una Mallorquina que se fue a Canarias a conocer a un ciber-novio al que no había visto nunca. Y a varias parejas que se han conocido chateando y que han terminado uniendo sus vidas (un caso que recuerdo a bote pronto: una bilbaína residente en Cádiz con un alicantino residente en Málaga)

Pero volviendo al tema de los weblogs, es curioso la cantidad de gente que se dedica día a día o semana a semana a escribir sus cosas con bytes en lugar de lápiz y papel. Navegando un poco por el mundo de los weblogs descubrimos que hay tantos como clases de personas. Por poner algunos ejemplos:

- Weblog de niña quinceañera, fan compulsiva de David Bisbal, poeta de fin de semana que no sabe a ciencia cierta la diferencia entre un endecasílabo y un estetoscopio, y lo que es peor, no le importa lo mas mínimo mientras ella pueda seguir mostrando al mundo lo cursi que es (el fondo del weblog es de color rosa, evidentemente)

- Weblog de hipócrita. Este elemento es el típico que critica la televisión basura cuando no se pierde a Sardá ni una sola noche o el que critica los reallity-shows cuando se sabe toda la vida y milagros de todos los grandes hermanos.

- Weblog de Emperador. Suele ser alguien que hace tiempo que mantiene un weblog, y por aquellos misterios de la vida, recibe bastantes visitas. Entonces este sujeto se cree por encima de los demás webloggers –así se llama al que tiene un weblog- y opina sobre sus obras o las critica sin piedad si es necesario. Lo malo es que los demás le ríen las gracias.

- Weblog de grillado/a. Un individuo o una individua se meten a hacer un weblog, pero no un weblog cualquiera, no. Un weblog que no se entiende nada, que contiene fotografiás de la planta del pie de uno o de una mancha en el suelo. Los textos rozan la demencia y no se relaciona una frase con la otra. Caótico. Demencial. Pero bueno, es moderno, según ellos.

Aparte de esto, a mí me resultan curiosos dos elementos satélites de los webloggers; los fans y los que se dedican a criticarlos (para bien o para mal, es indiferente)

Los primeros son los que se comen las uñas de la misma impaciencia esperando a que su weblogger favorito escriba algo. Cuando esto sucede, lo leen compulsivamente y dejan su comentario rápidamente. Si consiguen escribir el primer comentario pueden llegar al orgasmo, y si su idolatrado weblogger asimismo les responde con un comentario, el orgasmo es múltiple.

Los segundos son los que tienen un weblog dedicado a criticar a otros weblogs. El que lea estas líneas y sepa un poco de que va el tema seguro que habrá asociado esta descripción con un nombre que empieza por ‘B’ y acaba por ‘I’. En efecto, hay casos de gente que se dedica a hacer criticas sobre el trabajo de los demás, a veces con mas arte que los mismos webloggers criticados.

Y con el tema de los fotologs pasa mas o menos lo mismo, que hay de todo tipo. Lo que pasa es que la revolución que las cámaras digitales están causando en el mundo de la fotografiá afecta negativamente a los fotologs en cuanto a calidad, que no en cuanto a cantidad (es una opinión personal, recuérdenlo)

En definitiva, que el mundo del weblog esta lleno de gente legal, de cagamandurrias, de wannabes, de genios, de lameculos, de escritores de los de verdad, de estúpidos y de bellísimas personas. Como el mundo real, vamos.

Rodolfo Sanz de Hinestrosa y Fresnedillo. Presentación

Hola a todos, queridos lectores. Desde estas páginas intentaré en lo sucesivo contarles mis experiencias cotidianas.

Ante todo quisiera rogarles que no caigan en una depresión cuando sepan de mi alto nivel de vida y de mis extraordinarias virtudes, pues es evidente que si bien la perfección no existe, yo la rozo, y que no todo el mundo puede tener los privilegios de los que yo gozo. En fin, que a unos nos toca ser ricos y disfrutar de múltiples talentos, y a los demás les toca joderse. Lo siento.

Bien, comenzare por hablarles un poco sobre mi tema principal de conversación, o sea de mí mismo. Me llamo Rodolfo Sanz de Hinestrosa y Fresnedillo. Reconozco que el nombre es un poco largo, pero es el precio que hay que pagar por pertenecer a la clase alta. En cualquier caso, mi familia y mi circulo de amigos me llaman Fofi. Uds. pueden llamarme Don Rodolfo.
Madrid tuvo la suerte de verme nacer hace treinta y cuatro años, aunque realmente no aparento dicha edad, pues dedico varias horas al día a mi cuidado personal; frecuento el gimnasio, cuido de mi piel y cabello, e incluso hace pocos meses me hice un lifting y un pequeño retoque estético en los ojos, la nariz y la papada. Lo hice más que nada por sentirse uno en armonía con su propio físico, porque no es que me hiciera mucha falta, no vayan a creer.
Profesionalmente hablando, les puedo adelantar que ocupo un alto cargo directivo en un gran grupo de empresas, además de ser miembro de su consejo de administración. O sea, que soy el puto amo en el negocio. Y además, mi papá es el dueño del grupo, así es que en algún momento todo el negocio será mío, aunque en realidad tengo que reconocer que ahora ya hago lo que quiero, como quiero y cuando quiero.

No es que me guste mucho hablar de bienes materiales, pues me considero una persona más espiritual que material, pero no puedo resistir comentarles que vivo en un precioso chalet en la Moraleja, que tengo una casa en la playa en Marbella, que tengo tres coches, dos motos de alta cilindrada, y un yate con su correspondiente amarre en el puerto. En el de Marbella, claro.

Respecto a mi familia, poco hay que comentar. Mi padre -del que ya les he hablado antes- tiene setenta y ocho años y goza de una salud de hierro, el muy c... Bueno. Mi madre tiene sesenta y cinco, aunque a veces aparenta cuarenta (también ha pasado más de una vez por las manos del cirujano, claro)

También tengo una hermana mayor, Almudena, que esta casada con un sociata de los de chaqueta de pana (que pena de chica), y un hermano mayor, Arturo, para el cual no tengo palabras porque es la oveja negra de la familia. Pero como que me llamo Rodolfo que se va a joder, porque no va a pillar ni un duro de la herencia de papá.

Y por ahora nada más. Les dejo, que tengo una reunión de la junta directiva de una de las empresas del grupo, y después he quedado para jugar al paddel con el pres... eh... bueno, con un amigo. Hasta pronto.

Presentación de Koko

Pues eso, que me voy a presentar. El cura que me bautizo hace ya unos cuantos años dijo mientras me echaba agua bendita en el cogote que en lo sucesivo seria llamado Fernando José, pero visto lo visto, el buen hombre perdió el tiempo miserablemente, porque creo que en toda mi existencia él ha sido el único que me ha llamado así.

Mi madre me llama Fernando o Fernandito. Esto ultimo es algo que me repatea el estómago, pero como es mi madre, pues me tengo que aguantar. El resto de mi familia me llama Nando. Eso lo soporto. Mi padre me llama inútil, directamente, pero no se si es porque de verdad cree que lo soy o porque no recuerda mi nombre y le da apuro preguntar (o por las dos cosas, quien sabe). Y por ultimo mis amigos me llaman Koko. No me pregunten el por que de ese mote, porque ni yo mismo lo se, pero el caso es que llevo sufriéndolo en silencio desde los tiempos del instituto, como las almorranas.

Tengo veintidós años, he estudiado informática, aunque ahora mismo estoy en el paro. Bueno, de vez en cuando hago alguna chapucilla, pero como comprenderán no puedo explayarme mucho con este tema, porque de cara a Hacienda tengo menos papeles que un conejo de campo.

Todavía vivo con mis padres, que es algo que ahora esta muy de moda. De hecho no tengo ninguna intención de emanciparme, porque en casa tengo de todo:

Tengo a mi madre, Margarita, a la que adoro y que a cambio de alguna que otra mirada de reprobación y de darme alguna que otra paliza emocional me hace la comida, la colada y limpia la casa. Un sol.

Tengo a mi padre, Fernando, recio señor con bigote y con una mala uva cuando se mosquea que da miedo. Supongo que el hecho de ser sargento primero de infantería debe influir lo suyo. Me considera un parásito de la sociedad porque no trabajo en algo serio (para el solo hay dos cosas serias; o ser militar o estar cavando zanjas. Las “cosas esas de los ordenadores” no es algo serio) También considera que no soy patriota porque me hice objetor de conciencia, cosa que no me perdonara mientras viva. Es todo un caso, el hombre.

Tengo a mi hermana mediana. Inés, Es la pija de la casa. O mejor dicho, lo quiere aparentar, porque es mas basta que un arado. Intenta codearse con los hijos de otros militares, sin entender que esos muchachos y muchachas amigos suyos son hijos de capitanes para arriba, y ella es hija de un sargento chusquero. Ella sabrá lo que hace, pero el método de hablar mucho con la “s” y decir “o sea”, “porfaplis”, “oyess” y otras capulladas no me parece el mas conveniente para entrar en la jet set.

Tengo a mi hermano pequeño, Pablo. Este si que es tonto. Tiene dieciséis años, y es el estudiante perfecto, el atleta perfecto, es inteligente, es alto, es rubio y es guapo. Es el yerno que toda madre quisiera tener. Que asco de niño. Además, me temo que va para cura.

Tengo a mi abuelo materno. Les voy a decir su nombre una sola vez, y a partir de aquí le llamare simplemente abuelo. Se llama Candelario, pero no es culpa suya. La verdad es que mi abuelo y mi padre no se llevan demasiado bien, mas que nada porque mi padre tiene una ideología tirando a… digamos centroderecha, por decirlo de forma políticamente correcta, y mi abuelo es mas rojo que Carrillo, por decirlo claramente.

Y por ultimo, tengo a mi perro, que es un Golden Retriever de color canela, y se llama Tango. Es un curioso caso el de mi perro. Cuando hace alguna gracia o cuando esta recién bañado, los miembros del resto de la familia le dicen con voz cantarina: “Uy, que bonito esta mi perrito Tanguitoooo”, y en cambio, cuando esta sucio o cuando se ha hecho sus necesidades imperiosas en mitad del pasillo, me dicen “Nando, tu chucho se ha cagado en el pasillo, que asco de perro tienes”. Desdoble de personalidad, creo que se llama eso, pero no sé si por parte de mi perro o de mi familia.

Así es que como ya podrán sospechar a estas alturas, cuando en mi casa hay una discusión/debate/arrojamiento-de-platos, se suelen formar dos bandos: mi padre, mi hermana Ines y mi hermano Pablo por uno, y mi abuelo, mi perro y yo por otro, teniendo a mi madre como pacificadora de la ONU.

Ya fuera de casa, les voy a hablar de otras dos personas: mi novia y mi colega.

Mi novia no es mi novia. Bueno, si que lo es, pero… no, no lo es. En fin, no sé si somos novios, o amigos con derecho a roce, o que es lo que somos, pero si les puedo decir que Marta es una chavala de lo más legal, que me escucha como nadie cuando estoy de bajón y que me pone de bajón como nadie cuando estoy bien. La nuestra es una relación de amor-odio, para entendernos. Si estamos de buen humor y nos vemos, lo más probable es que terminemos enfadados, pero si estamos enfadados, basta con vernos para que todo vuelva a estar bien. Un lío, se lo aseguro, pero por lo visto nos gusta así, porque no lo dejamos, y ya hace tres años que estamos juntos, toda una eternidad.

Mi colega se llama Miquel, aunque los amigos le llamamos Tute. En este caso si sé a que es debido el apodo; al Tute de fumar porros que se daba cuando era mas joven. Menos mal que fue abandonando el vicio paulatinamente, porque podría haber terminado muy mal si hubiera pasado a drogas más duras. El caso es que es mi mejor amigo, aunque a veces lo mataría, se lo juro.

Y en cuanto a mí, pues no sé que más les puedo contar. Ya les he dicho mi edad, mi profesión (aunque prácticamente no la ejerza), y les he hablado de mi familia, mi perro, mi novia y mi amigo.

Por si les interesan algunos datos mas, les diré que tengo un Seat Ibiza del año 89, que toco el bajo en un grupo heavy, que soy alérgico a los espárragos, que llevo el pelo largo y sin peinar, que me como las uñas, pero solo las de la mano izquierda, que estoy en contra de las corridas de toros y que me gustan los temas relacionados con el esoterismo.

En otros capítulos les iré contando mas cosas de mi vida.

Ellas, las más bellas.

Hace muchos, pero muchos años, las discusiones entre un hombre y una mujer se solucionaban del siguiente modo: él le daba un garrotazo en la cabeza a ella y se la llevaba arrastrándola de los pelos. Fin de la discusión.

Por fortuna las cosas han cambiado mucho con el paso de los siglos. De la brutalidad del garrote se ha ido evolucionando paulatinamente hasta llegar a los actuales medios, algunos tan sofisticados como el bofetón con la mano abierta o el correazo en la espalda.

A lo que vengo a referirme es a que desde el principio de los tiempos la superioridad de los hombres sobre las mujeres se ha basado en el uso de la fuerza física, pura y llanamente. Esto ha llevado a la sociedad a girar siempre en torno a los hombres, dejando a la mujer en un segundo plano, metida en su rol de simple complemento dedicado a procrear, ocuparse de la familia y a ser el “reposo del guerrero”. Bueno, la historia ha demostrado que esto no siempre ha sido así, y que ha habido mujeres que se han mantenido en un segundo plano y han tenido mucho más poder en sus manos que los hombres que estaban delante de ellas ofreciendo su imagen al público.

En todo caso, podríamos hacer un ejercicio de imaginación y detenernos a pensar por un momento lo que hubiera podido ser de la historia de la humanidad si ésta nunca hubiera sido machista, sino de completa igualdad entre hombres y mujeres.

Cuando digo igualdad me refiero a disfrutar de las mismas oportunidades de opinión, formación y promoción que los hombres. Recuerden que hasta hace pocos años las mujeres no tenían derecho a voto en muchos países, y que el número de mujeres con estudios universitarios se está equiparando al de los hombres en los últimos tiempos, pero que hace unas décadas la proporción masculina era escandalosamente superior. Y respecto a la promoción lo que quiero decir es que ese rol segundón asignado a las mujeres no ha permitido en infinidad de casos el desarrollo de auténticos talentos femeninos en las más variadas actividades.

Bien, teniendo en cuenta los diversos rasgos que diferencian a ambos sexos, yo en mi humilde opinión (recalco lo de MI opinión) deduzco que nos hemos perdido:

- No hemos conocido nunca a una Adolfa Hitler, a una Francisca Franco ni a una Josefa Stalin. Por fortuna, porque sin duda hubieran tenido mucha más mala leche que los “originales”. ¿Por qué digo esto? Voy a responder rápidamente antes de que las lectoras pongan precio a mi cabeza. Tal vez sea por un mecanismo de autodefensa que ellas han desarrollado contra ese dominio de la fuerza física masculina, o tal vez sea por otro motivo, pero lo cierto es que las mujeres tienen mucha más mala idea y son más sibilinas y taimadas que los hombres. Personalmente prefiero tener como enemigo a un hombre que a una mujer. Por lo menos sé que en el primer caso como mucho me va a partir la cara o me va a denunciar en un juzgado, pero una mujer cabreada de verdad, con ganas de hacer daño y con tiempo para pensar es muy, pero que muy de temer. Y teniendo en cuenta que la mente de un hombre comparada con la de una mujer es más simple que el mecanismo de un chupete, no quiero ni pensar en las ideas que les podrían haber pasado por la cabeza de las individuas citadas anteriormente. Por cierto, se me pone el pelo de punta solamente de pensar en una Georgina Bush.

Una puntualización. Posiblemente algunos lectores no estarán de acuerdo conmigo cuando afirmo que la mente de las mujeres es más compleja que la de los hombres. Pues con todos mis respetos, piensen por un momento en sus parejas. Seguro que en la mayoría de los casos ellas los entienden a Uds. perfectamente, e incluso muchas veces parece que vayan un paso por delante ¿a que sí? Ahora piensen en todas esas ocasiones en que Uds. no han entendido ni media palabra de lo que ellas les estaban diciendo porque su capacidad de comprensión no estaba a su nivel y han pensado: “¿pero tan tonto soy yo que no la entiendo o que me pasa?.” Pues eso, ya esta todo dicho.

Bueno, sigamos.

- Tampoco disfrutaremos nunca de las composiciones de una Wolfgana Amadea Mozart, de una Juana Sebastiana Bach, ni de una Antonia Vivaldi, ni ya puestos de una Johanna Lennon o una Jimina Hendrix. Por desgracia nunca podremos escuchar las obras que estas mujeres hubieran compuesto y legado a la humanidad. La sensibilidad de una mujer puesta al servicio de la música, y contando con los medios y la tradición musical que probablemente no han podido disfrutar, hubiera creado autenticas genialidades, tal vez superiores a las creadas por los hombres.

- Lo mismo vale para otras artes. ¿Se imaginan lo que hubiera podido crear el talento y el ingenio de una Leonarda Da Vinci? ¿O la pluma de una Guillermina Shakespeare o una Stephanie King? ¿Se imaginan una Capilla Sixtina pintada por Micaela Angela? ¿O las genialidades de una excéntrica Salvadora Dalí?

- No hemos conocido nunca a una Alberta Einstein tampoco. Ni a una Severa Ochoa, Ni a una Stephanie Hawking, aunque sí hemos conocido a una Marie Curie. Lástima que tuvo que apoyarse en las relaciones profesionales de su marido, el también genial científico Pierre Curie, para desarrollar sus investigaciones, porque por sí sola no hubiese podido disfrutar nunca de los medios necesarios. Por suerte a ella sí se le reconoció su valía.

- Del mundo del deporte no podemos hablar mucho, porque la mayoría de los hombres, por aquello de nuestra constitución muscular, somos más fuertes (y más brutos) que ellas, y corremos más y saltamos más. Pero no nos vayamos a poner muy chulitos, porque no tenemos ni una parte de su capacidad de resistencia y sufrimiento. ¿Que no? Ya me gustaría a mi ver a muchos hombretones de pelo en pecho aullando de dolor pariendo a una criatura, o metidos en la cama tres días al mes queriendo morirse por culpa de la menstruación.

Se me quedan muchas comparaciones en el tintero, pero es que si sigo no acabaría nunca. En definitiva, que nunca sabremos como hubiera sido el mundo en estas circunstancias, pero en mi opinión, y repito una vez más que es mi opinión particular, el mundo sería hoy en día un lugar mucho mejor de lo que es.

Quiero dedicar este capítulo a todas las mujeres que a lo largo de la historia han sufrido o sufren por culpa de la estupidez, la ignorancia y la mala hostia de los hombres.

Visitas

Bueno, pues según el contador de Nedstat que veis aquí al lado, desde el día 31 de agosto hasta hoy (21 de septiembre) solo he recibido 141 visitas, y encima la mayoría son mías. Penoso, ¿verdad?
Bien, pues les diré que me importa un rábano tener tan pocas visitas. Así de claro. Y Uds. pensarán: "Si te importa un rábano... ¿por qué has puesto un contador?" Pues por pura curiosidad, pero no sobre el número de visitas, sino sobre el lugar de procedencia. Pero ya les digo, es pura curiosidad.
En definitiva, que si no quieren venir a leer lo que escribo aquí y a ver las fotografías que cuelgo, allá Uds. Luego no se quejen cuando yo sea famoso y no puedan decir orgullosos a sus nietos aquello de "Yo leí su weblog".

Los Cultos

Me gustaría empezar hoy una serie de artículos sobre las subsectas. ¿Y que cojones es una subsecta? -se preguntaran Uds.- Pues una subsecta es un grupo de gente movidos por un mismo interés (como los sectarios), que generalmente siguen a un líder (como los sectarios) pero que todavía no han sufrido una comedura de coco tan peligrosa como los sectarios. Es decir, que son como los integrantes de una secta pero inofensivos porque todavía no han perdido del todo la razón.

Ya sé que puede parecer que el tema esta ya muy trillado, pero que le vamos a hacer. Igual soy capaz de aportar algo nuevo y todo, ¿quién sabe? En cualquier caso hoy quisiera hablarles de los Cultos (así, con mayúsculas)

Los Cultos son esos individuos / individuas que saben positivamente (creen) que su nivel intelectual y cultural sobrepasa ampliamente el de la media. Por este motivo no suelen perder el tiempo mezclándose con seres de un nivel inferior al suyo, lo que hace que se les suela ver en manada, bien en una exposición de pinturas, bien en un concierto de música contemporánea.

Los integrantes estándar del elitista grupo de los Cultos suelen ser de una edad madura, aunque no demasiado mayores. Digamos que sobre los cuarenta o cincuenta años. Por lo general son oscuras reminiscencias de los antiguos hippies que con un poco de suerte consiguieron sacarse una carrera y llegar a tener un empleo mas o menos bien remunerado, pero que no han abandonado aquella pose de rebeldía tan de moda en los setenta y tan desfasada en la actualidad.

Por ejemplo, el varón Culto suele ser un poco calvorote, pero se deja crecer el pelo por detrás para poder lucir una cola de caballo. Las gafas redondas al estilo John Lennon y la barba entrecana de unos cuantos días tampoco suelen faltar. En cuanto a la ropa, generalmente se le verá con jerséis dos tallas más anchas de lo normal (con el fin de ocultar la barriga y los michelines), pantalones de pana gruesa, una trenca y zapatos de cordones. Una gorra de marinero en verano es opcional.

La mujer Culta nunca va maquillada, y también suele vestir jerséis amplios (por el mismo motivo que el varón), faldas largas y amplias y botines de cuero marrón. Con el varón comparte el pelo recogido en una cola de caballo (aunque a veces lo llevan muy corto), las gafas redondas (la barba generalmente no, aunque se han dado casos) y sobre todo cierta expresión de vinagre en la cara que indica claramente que no se encuentran a gusto si no están rodeados de gente tan culta como ellos.

La ideología de estos sujetos suele ser más bien de izquierdas, o al menos eso es lo que dicen. Es muy probable que en las elecciones le voten al Partido Popular, pero eso es algo que –como muchos otros votantes- nunca admitirán, más que nada por una simple cuestión de imagen. Como complemento a la ideología política nunca falta una cierta tendencia a la ecología, aunque sin llegar a los extremos de otra de las subsectas de las que les hablare en su momento, los Verdes.

Además, en el caso de las mujeres también se promulga el feminismo más radical (en este caso los hombres Cultos se quedan calladitos), llegando uno a jugarse una agresión verbal –o incluso física- en el supuesto caso de que a uno se le ocurra dejar pasar delante a una de estas convencidas militantes al cruzar el umbral de una puerta, por poner un ejemplo.

Cuando más a gusto se encuentras estos especimenes y más interesante se hace su observación es cuando se juntan en una exposición de pintura, de fotografía o de cualquier otro arte. Entonces afloran sus vastísimos conocimientos sobre la materia e intentan por todos los medios alumbrar al pobre profano con su inmensa sabiduría.

En estos eventos nunca falta el líder al que me refería antes. Este líder es el que más sabe de todo y al que todos escuchan cuando se pone a contemplar un cuadro, por ejemplo, y al cabo de la media hora de silencio suelta lindezas tales como “La profusión de las tonalidades asféricas indican la subexposicion del ánimo minimalista de su pincel” para pasar a repetir el proceso con el siguiente cuadro.

Supongo –de esto no estoy seguro- que siempre habrá alguno de estos Cultos que piense “¿Pero qué coño me estas contando, imbécil?” pero que no se atreve a abrir la boca para no correr el riesgo de que le tilden de Inculto (si, también con mayúsculas). Eso sería lo peor que le podría pasar a un integrante de esta subsecta, que le tomen por Inculto. Por tanto, lo mejor es quedarse callado, asentir con la cabeza y seguir al líder en su periplo culturizador por la galería.

En cuanto a la música, es evidente que la opera es la reina, acompañada por la música de cámara, y por cualquier música clásica en general, que para eso es la más culta de las artes. En momentos de relax se les puede encontrar oyendo piezas totalmente incomprensibles de música contemporánea, en la mayoría de los casos de compositores japoneses. Y tal vez algo de jazz, que hace muy culto, o de rock sinfónico tipo Génesis o Yes. Pero créanme, esto es en el menor de los casos. La mayoría de los Cultos no lo reconocerían ni bajo tortura, pero adoran a La Década Prodigiosa porque les recuerdan las canciones de sus años mozos, y suelen tararear canciones de Georgie Dann en la ducha.

Para terminar, un comentario sobre su comportamiento con los que no pertenecen a su grupo: generalmente los desprecian y los miran por encima del hombro. En cualquier caso, siempre son los cultos los que más saben de todo, aunque se este hablando de informática y el susodicho no pase de usar el Word de vez en cuando.

Tristes ejemplares estos, sí. Como he comentado anteriormente, por lo general se reúnen entre ellos porque el resto de la humanidad no les hace ni caso, además de darles de lado para no tener que aguantar su infumable pedantería. Solo aciertan a encontrar compañía entre otros Cultos, por aquello de que solo los de su misma clase pueden entender su superior inteligencia. Penoso.

Los 4 de El Cholo. Introducción

Esta es la historia de un bar. Mejor dicho, esta es la historia de un bar y de sus clientes. El nombre real del establecimiento en cuestión es “Bar-Cafetería La Alameda”, aunque la parroquia habitual lo conoce como el bar del Cholo.

El Cholo es argentino, de Buenos Aires concretamente. Huyó de la dictadura militar de su país en 1.977 cuando sólo contaba veinte años y se vino a vivir a Cádiz con una hermana de su madre, también española. Ahora debe tener unos cuarenta y seis años, y aunque hace muchos años que salió de su país no le ha abandonado el acento platense. Luce unas incipientes entradas, lleva el pelo un poco largo por detrás y tiene una nariz grande que descansa sobre un enorme bigote. Es alto y delgado, casi escuálido, y siempre usa una camisa blanca y un delantal del mismo color cuando esta detrás de la barra, aunque al poco de ponérselo ya suele mostrar alguna que otra mancha. Dejó de fumar hace siete años, pero no ha podido abandonar la mala costumbre de masticar un palillo de dientes continuamente.

La verdad es que el bar del Cholo es un bar como cualquier otro de cualquier barrio de cualquier ciudad. Tiene sus mesas redondas de mármol con patas metálicas a juego con las sillas, -también de metal oscuro- y un espejo grande en una de las paredes, al estilo de las viejas cafeterías. La única circunstancia que lo diferencia de los demás bares es que exhibe varios carteles con motivos de Argentina colgados en las paredes. Uno de ellos es, como era muy de esperar, una fotografía del ídolo del Cholo, Diego Armando Maradona, jugando con la camiseta albiceleste de la selección argentina. En otra pared hay un dibujo de Mafalda, y también se puede ver tras la barra el inevitable calendario con una modelo en bikini, que evidentemente en este caso muestra a la rubia Valeria Mazza.

Al entrar en el bar por una de las dos amplias puertas acristaladas se puede ver en la pared de enfrente un televisor de veinticinco pulgadas colocado sobre un soporte sujeto a la pared mediante unos tornillos. Debajo de éste es donde esta el espejo, el cual ofrece al local una sensación de amplitud que realmente no tiene. En la pared de la izquierda están las puertas de los servicios, y en la de la derecha se sitúa el mostrador. En medio se ubican seis mesas con sus correspondientes sillas, además de una estufa que intenta caldear el local en invierno.

El establecimiento se encuentra en la Avenida de la Alameda, la cual le da el nombre. Esta avenida parte por la mitad el barrio de San José, un tranquilo conjunto de casas que tiene la ventaja de no encontrarse en los suburbios de la ciudad ni tampoco en el centro, sino en una especie de “tierra de nadie”, virtud muy apreciada por sus habitantes, casi todos ellos trabajadores de clase media.

La clientela del bar del Cholo se puede considerar de las más fieles de la ciudad. Por las mañanas suelen acudir a eso de las ocho y media o nueve a tomar el desayuno los trabajadores de un taller metalúrgico cercano y los de un almacén de pinturas situado en la esquina de la avenida. Al mediodía suelen acudir los mismos trabajadores a comer (Menú del día por seis euros: Primer y segundo plato, vino con gaseosa para beber. Pan y postre incluidos), y por la tarde, a eso de las cinco, suelen aparecer un grupo de ancianos que a falta de una mejor ocupación se dedican a ver pasar la vida sentados en una de las mesas mientras toman un café con leche, charlan, y juegan una partida de dominó.

Este grupo de clientes es conocido por demás como Los cuatro del Cholo, ya que es muy extraño que alguno de ellos falte a su cita diaria en el bar. El primero en llegar siempre es Francisco Navarro, Paco para los amigos. Es subteniente retirado de la Guardia Civil y un amante del orden y las buenas costumbres. Llega puntualmente a las cuatro y media, llueva, nieve o truene, y entra por la puerta vestido impecablemente con chaqueta y corbata, luciendo la insignia de la benemérita en la solapa y atusándose el espeso bigote que mantiene como recuerdo de sus tiempos en el cuerpo.

Generalmente el que llega en segundo lugar es Gabriel Fernández, antiguo funcionario de correos cuya mayor pasión en la vida son sus dos hijas y sus dos nietos y cuyo mayor disgusto es la costumbre que han adoptado sus compañeros de tertulia de llamarle el cartero. Por algún inexplicable motivo siempre olvida que la puerta del establecimiento se abre hacia fuera, y mientras intenta abrirla empujando siempre se oye la voz de alguno de sus amigos gritarle con guasa desde dentro del local: “¡Cartero, llama dos veces!”

Un poco más tarde suele aparecer Desiderio Fonseca, el mayor del grupo. A sus setenta y cuatro años conserva la cabeza perfectamente amueblada, aunque es considerado por sus amigos como el despiste personificado. Desiderio es de esas personas capaces de recordar exactamente algo que sucedió hace cincuenta años, pero también es capaz de llegar al bar con la chaqueta del pijama puesta, o de bajar a la calle a comprar el pan y olvidarse por completo del motivo de su salida, teniendo que volver a subir para preguntárselo a su esposa.

Invariablemente el ultimo en aparecer es Jeremías Van Beheden, también llamado por sus amigos El Holandés. Jeremías es una de esas personas que ha desempeñado mil trabajos en la vida, desde cocinero hasta guardaespaldas o fotógrafo de guerra, pero que no se considera profesional de ninguno de ellos, y que ha vivido en mil lugares distintos, pero que tampoco se considera parte de ninguno, ya que si se le pregunta suele responder que él es ciudadano del mundo. Suele llegar pasadas las cinco y cuarto, siempre ataviado con su inseparable gorra de marinero y su barba blanca. Realmente no es holandés, sino gerundense, aunque sí lo era su padre.

Probablemente sea Jeremías el único que a veces pone la nota discordante en el grupo, ya que tiene unas ideas un tanto particulares acerca de diversos temas. En la mayoría de ellos -política, religión, etc- choca frontalmente con Paco, lo que a veces ha dado pie a amargas discusiones. En todo caso, hace tiempo ya que no tienen problemas porque en el fondo se aprecian mucho y no suelen dar pie a empezar una discusión que pudiera terminal mal.

Hechas las presentaciones, en los siguientes capítulos pasaremos a contemplar esas cuantas horas que los cuantro amigos pasan en el bar. Escucharemos sus conversaciones, sus puntos de vista, sus criticas y sus halagos. Se suele decir que es un buen ejercicio escuchar a los mayores, porque ellos son más sabios que nosotros. Eso es lo que haremos a partir de ahora. Bienvenidos al bar del Cholo.

Viajes III

Si hace unos días les relataba aquí un viaje un tanto ajetreado en avión, hoy me gustaría hablarles de los trenes. O mejor dicho, de mis experiencias con ellos.

Si les soy sincero, no sabría calcular cuantos kilómetros he viajado en tren durante mi vida, pero han tenido que ser muchos. Solamente contando los quince meses en los que la Marina se encargo de hacer de mi un hombre, y teniendo en cuenta que me llevaron como puta por rastrojo de punta a punta de la geografía española, y contando a razón de unos 1.300 Kms. por viaje, pues a mí me salen unos 25.000 Kms. aproximadamente.

A ver, recuerdo una ocasión en que volvía solo hacia Barcelona desde Cádiz. Tenia el dinero justo para cenar o para pagar la diferencia entre un billete de segunda clase –que es lo que pagaba la Marina cuando uno se iba de permiso- y uno de litera. Teniendo en cuenta que viajaba de noche, preferí dormir durante el viaje y comer lo que tuviera a mano, que era un trozo de chorizo y una lata de paté. Y eso es lo que cene, el paté untado en el chorizo. No estaba muy bueno, todo hay que decirlo, pero por lo menos comí algo y pude dormir a gusto durante el viaje.

En otra ocasión, años mas tarde, me toco hacer el mismo viaje, pero durante el día. Yo ocupaba un asiento en un compartimiento de seis plazas. Los otros cinco estaban ocupados por la típica familia escandalosa, formada por un matrimonio rondando la cincuentena, una mujer mayor -presumiblemente la madre de uno de ellos-, y dos chavalillos, muy posiblemente hijos del matrimonio.

Bueno, pues me dieron el viaje. ¡Vaya si me lo dieron!. No pararon en todo el viaje de gritar, hacer ruido, gritar más, pelearse, gritar un poco más, etc. Los niños no se estuvieron quietos ni un momento, la suegra no paró de protestar y de quejarse hasta que entramos en la estación de Sants, y el marido y la mujer se hicieron colegas de otro matrimonio que viajaba en el compartimiento de al lado y se pasaron el viaje haciéndose mutuas visitas de cortesía, con el consiguiente tráfico interdepartamental.

No es que yo sea un tío delicado que no soporta a la gente a su alrededor, ni mucho menos, pero hay veces en las que uno tiene que hacer un esfuerzo muy grande para no mandarlos a todos al carajo.

Bueno, por lo menos algo bueno si que pasó durante el viaje. Después de comer, cuando se dignaron a recoger los montoncitos de bolas de papel de aluminio, las peladuras de fruta, las latas de refrescos, y todos los demás desechos orgánicos que habían producido, los metieron en una bolsa de plástico con el pragmático fin de deshacerse de ella tirándola por la ventana. El marido pilló la bolsa, abrió la ventanilla del tren y la tiró. Para mi inmensa satisfacción, el hombre se dio cuenta de que se había quedado con la bolsa de la basura en la mano y había tirado por la ventana la bolsa que contenía el termo con el café con leche que llevaban para el viaje. No puedo evitar partirme de risa cuando recuerdo la cara de pasmarote que se le quedo al pobre hombre al darse cuenta de su error y la bronca que le dio su mujer.

Y en el último viaje que hice en tren, hará cosa de unos cinco años, compartí departamento con dos americanos. Uno era el típico hippie que viaja solo por el mundo con su guitarra y tal, y el otro era como un oso de grande, rubio y con el pelo cortado a cepillo, que nos explicó que trabajaba en una ambulancia en Nueva York y que ya se había cansado de recoger heridos de bala o de arma blanca y trozos de cadáveres hechos papilla por atropellos y otros accidentes, así es que se había tomado un año sabático para viajar y desconectar.

Bien, pues lo más sorprendente de este último yanki es que viajaba con dos mochilas. La más pequeña tenia el aspecto de ser el bulto más pesado que yo seria capaz de cargarme a la espalda sin sufrir una hernia discal, así es que de la grande ya ni les hablo. Pero lo mejor era ver como se las cargaba el colega.

Primero se colocaba la pequeña sobre la parte delantera del torso, es decir, al revés de cómo se suele usar una mochila. Después cogía la grande, que debía pesar un quintal, la echaba al aire, le daba la vuelta antes de que cayera, y con un hábil y coordinado movimiento de brazos hacia que le cayera en la espalda y se le quedara colocada correctamente. Yo cuando lo vi hacer eso en el andén de la estación de Sants, pensé que si a mí me cae esa mochila encima tienen que llamar a los bomberos para sacarme de debajo. Increíble la fuerza del colega, como para discutir con él, vamos.

Placeres de la vida

Hay cosas en la vida a las que no prestamos atención normalmente, pero que constituyen pequeñas dosis de vitaminas para nuestra alma (o nuestro espíritu, o lo que tengamos por dentro, ya me entienden). Son esas pequeñas cosas con las que nos encontramos a veces y que nos suponen un pequeño regalo en la vida en forma de pequeño placer, pero que nos dibujan una sonrisa en la cara y nos alegran un poquito el día. Supongo que cada cuál tiene las suyas propias, y que en muchos casos coincidiremos, pero hoy les voy a comentar las mías.

Por ejemplo, uno de mis defectos (tengo tantos que no me acuerdo de todos) es que me encanta dormir. No quiero decir simplemente que me guste, lo que quiero decir es que llega casi a la categoría de vicio. No lo puedo remediar. Siempre ha sido así y me temo que seguirá siéndolo para los restos. Amen. De hecho necesito dos (y a veces tres) despertadores para asegurarme de que al menos haré el intento de levantarme de la cama a mi hora. Lo malo es que por la noche no tengo nunca prisa por acostarme, y que a veces sufro rachas de insomnio que no me permiten quedarme dormido hasta la madrugada, y entonces todavía me cuesta mas despertarme lo suficiente como para sacar un pie de la cama.

¿Que donde le veo yo el placer a eso de dormir? Pues a eso mismo, a dormir. Aunque realmente no me queria referir a eso concretamente, sino a algo que hace mucho tiempo que no me pasa, pero que para mí es una experiencia genial. Es el hecho de despertarse un domingo a las siete o las ocho de la mañana, sin tener nada que hacer, y cuando se empieza a salir del sueño mientras la pequeña parte del cerebro que tenemos en funcionamiento se dedica a jurar en arameo, darnos cuenta de que es domingo y nos podemos quedar un rato más en la cama durmiendo. Eso no tiene precio. Y si encima esta lloviendo y hace frío, ese darse la vuelta, arroparse bien, y seguir durmiendo hasta el mediodía es de las mejores experiencias que se pueden vivir.

Otra cosa por el estilo es el leer. En cualquier sitio, en cualquier momento. Pero donde me da un placer especial es en un bar en el que me encuentre a gusto, y que no haya gente alrededor dando el coñazo. Esa media hora tomando una cerveza o un café leyendo el periódico al salir del trabajo tampoco tiene precio.

Salir de marcha se dice que relaja, que alivia tensiones. Tal vez sea cierto, pero además de eso a mí me encanta que se me haga de día, que amanezca antes de que me haya acostado. Entonces me niego en redondo a meterme en la cama, y prefiero irme a dar una vuelta por la playa, por ejemplo, a ver amanecer y sentir el solecito en la cara y hacer unas fotos. Eso sí que es relajante, y le devuelve a uno la tranquilidad de espíritu perdida con el trabajo, las prisas, las obligaciones e incluso con la misma marcha.

Hay muchas más. Por ejemplo encontrarse con alguien que hace mucho tiempo que no se ve e ir a tomar un café tranquilamente a contarse la vida, o encontrarse un billete de veinte euros en un pantalón justo antes de meterlo en la lavadora. O encontrar por azar algo que hace mucho tiempo que se esta buscando y que no aparece por ninguna parte, como me pasó a mí hace un par de días con una bufanda que he estado buscando durante todo el invierno. Lastima haberla encontrado en julio, pero bueno, algo es algo.

Más. Llegar a casa después de conducir media hora sin poder aguantar las ganas de ir al servicio, abrir la puerta de la calle entre palpitaciones porque ya no se puede más, maldecir una y mil veces cada vez que nos equivocamos de llave (yo tengo seis llaves en el llavero, pero en estos casos parece que tenga sesenta), subir las escaleras casi a la pata coja porque si se separan las piernas se puede desencadenar la tragedia, abrir la puerta del cuarto de baño a empujones, entrar al mismo diciendo “¡uy, uy, uuuuuyy!”, y por fin ... conseguir aliviar la vejiga. Eso tampoco tiene precio.
¿Y que me dicen de estos días veraniegos, en los que uno llega a casa con la lengua como un estropajo, que parece que se haya pasado la tarde comiendo bacalao? Abrir la nevera, pillar la jarra del agua fresquita, llenar un vaso y bebérselo sin respirar, ignorando las lágrimas que nos caen por la mejilla porque el agua esta helada. ¡Aahhhh! ¡que buena!

Cosas más nimias que también nos proporcionan alegrías de este tipo son el llegar a casa volviendo de una boda, por ejemplo, y quitarse los zapatos que nos hemos comprado para la ocasión y que nos están haciendo papilla los pies porque los estamos estrenando. O tener prisa por llegar a casa por alguno de los motivos citados anteriormente y encontrar sitio para aparcar a la primera y justo en la puerta. O ese estado próximo al Nirvana que se experimenta un sábado o un domingo a las tres de la tarde después de comer, al estar tumbado en el sofá oyendo al hombre del tiempo por un oído y el clinc-clinc que hace la esposa / novia / pareja al fregar los platos por el otro, mientras sentimos como los párpados nos pesan, que no podemos sostener la cabeza derecha, y vamos notando cómo nos relajamos, nos alejamos de la realidad y nos dormimos, humm.

En fin, seguro que me dejo muchas, pero no me negaran que todas las situaciones que he expuesto nos dan una pequeña alegría cuando las experimentamos. No es lo mismo que comprobar que nos ha tocado la primitiva, evidentemente, pero bueno, digamos que son pequeños regalos que nos ofrece la vida, que también hacen falta.

Nota: Otra de las cosas que me encantan es provocar a mis lectoras, así es que aclaro aquí que el comentario machista sobre el fregado de los platos ha sido totalmente intencionado y que estaba bromeando. Chicas, no os lo toméis a mal y no me vayáis a retirar el saludo, ¿vale?

Barca en la playa

Barca en la playa

Fotografía tomada en la playa de un pueblo gaditano. Cámara Dynax 5, pero no recuerdo la configuración de velocidad ni apertura, lo siento.

Triunfar

Recuerdo que cuando yo era un chavalito, mis mayores me decían que tenía que estudiar para llegar a ser algo en la vida. Me decían que si no estudiaba, no podría tener un trabajo de los de estar sentado en una oficina ganando una pasta, si no que me vería obligado a ganarme el pan desempeñando un trabajo de los de estar subido en un andamio o cargando sacos de cemento todo el día a cambio de una miseria.

Como quiera que con el tiempo pasé de ser un chavalito a ser un chavalote, y con ello se me despertó cierto espíritu rebelde (no confundir con la estupidez, que ese es otro tema) pues no estudié lo que tendría que haber estudiado. La verdad es que me he arrepentido de ello una y mil veces, pero en fin, no me va tan mal. Tengo un trabajo de los de estar sentado en una oficina, y no es que gane un capital al mes pero tampoco me quejo.

Esta introducción sirve más que nada para comparar lo que pasaba en mis tiempos y lo que pasa en la actualidad. En mi caso concreto, sigo insistiéndole a mi chaval sobre lo de los estudios. No le digo que si no estudia tendrá que ganarse la vida colgado de un andamio, pero sí que intento inculcarle la idea de que cuanto mejor preparado esté más facilidades encontrará en el mundo laboral y, por consiguiente, en su vida en general (sí, porque será más feliz desempeñando un trabajo que le guste y que posiblemente estará mejor remunerado)

Pero hay ocasiones en las que dudo. ¿Debo recomendarle a mi hijo que estudie? ¿Debo recomendarle que haga lo que haga intente ser un profesional responsable con su trabajo? ¿Debo hacerle entender que elija el trabajo que elija intente ser bueno en él y hacerse valorar como profesional? No sé, a veces pienso que tal vez no deberíamos decirle a nuestros hijos que sigan una de las siguientes opciones:

1) Estudia. Estudia más. Estudia como un cabrón y termina una carrera. Aguanta a profesores a los que les importa un carajo que apruebes o no, siempre y cuando ellos tengan su sueldo de funcionarios asegurado. Gastaos el dinero –tu y/o tus padres- en la universidad, los libros, la residencia, etc. Pero no suspendas un año, porque tendrás que seguir estudiando, estudiando más, estudiando un año más como un cabrón. Cuando acabes la carrera, apúntate a las filas del INEM y conviértete en un parado más.

2) Trabaja. Trabaja más. Trabaja como un cabrón. Consigue experiencia, aunque para ello te paguen una miseria y tengas que pasarte años enteros viendo como sube el nivel de vida pero no tu sueldo. Trabaja, haz horas extras sin cobrarlas, renuncia a días de vacaciones porque al jefe se le ha antojado que hagas un trabajo superimportante justo en esos días que tenias para disfrutar y descansar. Trabaja sin desvanecer, y cuando ya no puedas más, sigue trabajando, trabajando más, trabajando como un cabrón.

Bueno, cabe decir aquí que los que pasen por el punto uno, posteriormente pasaran por el dos. La diferencia es que contarán con unos años menos de experiencia pero tendrán un título en el bolsillo.

Estas serían las dos opciones estándar, las que yo recomendaría a mi chaval (principalmente la numero uno) Pero como he dicho antes, a veces dudo si no deberíamos recomendarles una de las siguientes:

3) Preséntate a todos y cada uno de los cástings para concursos televisivos. No importa que quedes como un gilipollas. Lo que tienes que hacer en esos castings es soltar lindezas tales como “Yo soy un guarro y un pervertido sexual”, o bien “A mí me gusta el color amarillo y mis amigos me llaman Melocotoncito”. En todo caso, no te rindas si no te eligen a la primera, por que hay decenas de concursos. Unos están mejor pagados que otros, y las posibilidades de promoción también son distintas, pero por algo se empieza. Ten en cuenta que si te seleccionan para participar en un concurso de los que tienen una audiencia elevada ya tienes prácticamente la vida resuelta. Solo tienes que echarle un poco de cara al asunto, y en el caso de que seas una persona inteligente disimularlo todo lo que puedas.
De hecho, no es necesario que ganes el concurso. Incluso puedes quedar el último. Si empiezan a llamarte de otros programas para que acudas como tertuliano (curioso término éste) ya lo tienes todo ganado. Sólo limítate a sentarte en una mesa y a poner a parir a cualquiera que se cruce en tu camino. Da tu opinión -real o inventada- sin que te importe renunciar a los más elementales principios éticos. Reparte hostias dialécticas sin miedo a las represalias en forma de querellas que generalmente se quedan en nada. Aprende de los maestros y en poco tiempo serás un personaje respetado por unos y temido por otros, pero siempre investido del poder que te da el plantar tu careto delante de una cámara de televisión.

4) Canta. Haz lo mismo que en el punto anterior, pero canta. Preséntate a los programa / concurso descubridores de nuevos talentos musicales. Si tienes suerte y eres guapillo, si le gustas a las chavalillas adolescentes, ya tienes mucho ganado. No hace falta que sepas cantar, ni que tengas buena voz. Ni siquiera es necesario que sepas hablar, imagina que fácil es.
Cuando acabe el concurso, lo ganes o no, firma todos los contratos que una bandada de buitres te pondrán delante. Sólo serás un producto de laboratorio más, pero aprovéchalo mientras dure. Cuando se acabe el chollo y la gente (o los productores) se cansen de tu estúpida pose de niño guapo y marchoso puedes reengancharte con los que están siguiendo el punto anterior.

No sé cuál de estas últimas opciones es mejor, pero las dos funcionan. Esta demostrado que funcionan. Por lo menos, esa es la idea que deben captar los chavales cuando ven en televisión cómo personajes sin arte ni oficio se convierten en reyes mediáticos de la noche a la mañana.

El lema que les proponen está claro: No hace falta estudiar y no hace falta trabajar. ¿Para qué, si saliendo un poco en la tele y echándole un poco de morro a la vida en cuatro días puede uno convertirse en el rey del mambo? Que triste.

Viajes II

Hay gente que no lo ve así, pero para mí el viajar es un placer, una de las cosas que más me gusta hacer. Es algo a lo que no me he podido dedicar todo lo que me hubiera gustado, unas veces por falta de tiempo y otras por falta de recursos económicos (esta ultima la mayoría de las veces), pero bueno, alguna vuelta si que me he dado, y la verdad es que cada vez me gusta más. Me da igual irme un par de días a un camping en la sierra, que una semana a visitar una ciudad, que pasar dos semanas pateando el Pirineo, el caso es salir y conocer sitios nuevos.

Pero en mi humilde opinión, no se trata solo de conocer los sitios, es decir de ver los lugares, paisajes o monumentos y punto, sino que esta actividad se debería completar con el acercamiento a la gente del lugar, a sus costumbres, gastronomía, idioma, arte, historia, forma de vida, etc.

La verdad es que no entiendo como es posible que haya gente que se va de vacaciones a un país extranjero y no se comunica con nadie más que con sus propios compatriotas. De acuerdo que en muchos casos existe la barrera del idioma, pero qué menos que intentar mantener algún tipo de comunicación con los lugareños e intentar escuchar lo que tienen que contar de su tierra, sobre todo las personas mayores, que suelen tener el tiempo y la paciencia necesaria como para ponernos en antecedentes sobre su país y su cultura.

Tampoco entiendo a esos viajeros que teniendo la oportunidad de probar la gastronomía de un país se dedican a buscar una hamburguesería o una pizzería para comer. Teniendo en cuenta que las hamburguesas y las pizzas son iguales en todo el mundo, más o menos, ¿por qué no probar e intentar apreciar lo que comen los lugareños? Si no nos gusta, con no repetir la experiencia asunto resuelto, pero por lo menos sabremos como es su estilo de comida.

No quiero criticar, pero algo que no haría nunca es hacer un viaje organizado por una agencia (bueno, nunca se puede decir que de esta agua no beberé, pero no mientras pueda evitarlo). En esos viajes muchas veces se dan las circunstancias a las que me refería anteriormente. Se come tortilla de patatas, se viaja con compatriotas, y todo el mundo habla español. Eso por no hablar del ritmo infernal de visitas a los lugares emblemáticos del lugar, generalmente con prisas y sin posibilidad de detenerse donde a uno le interese so pena de retrasar el ritmo de los demás.

Así, cuando alguien vuelve de uno de estos viajes (por Italia, por ejemplo), se le puede oír comentar: “Estuvimos en el coliseo de Milán, que es donde jugaba antes el Inter. Navegamos con una góndola por los canales de Pisa, y vimos una torre que esta a punto de caerse, que esta en Roma, creo. Al ladito mismo del museo este … como se llama … ah, eso, el San Siro.” Tal vez el ejemplo sea un poco exagerado, lo admito, pero en la mayoría de estos viajes no da tiempo a saborear un lugar porque hay que cumplir un programa, y el tiempo apremia y son muchas las cosas que hay que ver. ¡Vamos!, ¡vamos!, ¡al autocar!

Y otra cosa que no acabo de comprender es la actitud de ciertas personas cuando viajan. Me refiero al caso del viajero que lleva una idea predeterminada sobre el lugar, y no la cambia ni por las buenas ni por las malas. Es el personaje típico que viaja a Méjico, por ejemplo, con la idea de que lo que va a encontrar allí son playas, ruinas mayas, comida picante y gente perezosa. Normalmente cuando vuelven siguen pensando igual, porque lo único que han hecho en su viaje ha sido ir a Cancún, a hacer cuatro fotos a Teotihuacan, y a un restaurante mejicano con sus correspondientes mariachis y sus jalapeños que cortan hasta la respiración. Y respecto a la gente … bueno, basta con que haya visto a una persona apoyada en la pared o con las manos en los bolsillos para que siga manteniendo la creencia de que todos los mejicanos son unos perezosos. No quiero ni pensar en la imagen que tiene mucha gente de otros países cuando vienen aquí. Esperan encontrarnos a todos bajitos, morenos, por supuesto toreros, bailando flamenco, poniéndonos de paella y de sangría hasta las trancas cada día, y yendo por la calle dando palmas y diciendo ¡ole! ¡olé!.

También suelen ser estos mismos individuos los que cuando viajan a un país supuestamente más avanzado o desarrollado que el suyo, como los EEUU por ejemplo, sobrevaloran cualquier cosa que ven y les falta tiempo para hacer el típico comentario: “Que bien hacen las cosas esta gente, no como nosotros, que somos unos chapuceros”, aunque lo que estén viendo, un edificio bonito por decir algo, sea una burda copia de un castillo medieval de los que tenemos por aquí a montones. Claro que como esta en los USA, pues ya es el colmo de la High Tech y la fashion. Curiosamente, cuando esos mismos viajeros de pacotilla van a un país menos desarrollado, son los que se dedican a mirar por encima del hombro a las gentes de ese país, clasificándolos de analfabetos para arriba aunque estén delante de la biblioteca de Alejandría.

En cualquier caso, y siempre en mi opinión, se trata de viajar y ver las cosas con la mente bien abierta. Conocer minimamente el lugar a donde se va, para así poder aprovechar mejor la visita, pero sin llevar las ideas preconcebidas sobre lo que se va a visitar. Aprender de lo que se ve y se oye en el lugar, no de lo que a uno le han contado, e intentar integrarse con la gente y las costumbres del lugar, o al menos conocerlas para poder apreciarlas en su justa medida.

Y esto vale igual para un fin de semana en Teruel o para un trekking en el Annapurna.