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Todo es de una fragilidad que asusta

Todo es de una fragilidad que asusta

Uno encuentra una islita desierta donde escribir y reflexionar en voz alta y descubre que todo se lo lleva el viento. Los artículos que logré subir con gran dificultad la última vez han desaparecido. La primera anotación del diario también se ha volatilizado en el aire. Todo es frágil, la existencia, la vida, la literatura, el mundo virtual... Al menos se puede empezar otra vez desde el principio. Espero que esto empiece a funcionar de una vez.

Todo es de una fragilidad que asusta

Uno encuentra una islita desierta donde escribir y reflexionar en voz alta y descubre que todo se lo lleva el viento. Los artículos que logré subir con gran dificultad la última vez han desaparecido. La primera anotación del diario también se ha volatilizado en el aire. Todo es frágil, la existencia, la vida, la literatura, el mundo virtual... Al menos se puede empezar otra vez desde el principio. Espero que esto empiece a funcionar de una vez.

El internauta que se perdió en la red

El internauta que se perdió en la red

INTERNAUTA QUE SE PERDIO EN LA RED

Los aventureros tenemos una mala cualidad, entre otras muchas y es que siempre estamos explorando lo desconocido...hasta que nos perdemos. Acostumbramos entonces a sentarnos a la sombra de un árbol, muy copudo y umbroso si es posible, lamentando nuestra desgracia de no ser capaces de conformarnos con lo trillado...hasta que nos rescata un grupo de almas generosas.
No sabía de otro mundo inexplorado en estos tiempos que el universo de Internet, así que preparé mi frágil barquilla con todos los aditamentos propios de una larga expedición y ¡hale!, a navegar.
Me perdí en páginas donde no había estado nunca hombre civilizado alguno; esto era cierto hasta el punto de que me dieron la bienvenida con frases muy amables, casi cariñosas y me hicieron un regalito como primer visitante: un pack de shofware gratuito.
Entré en chats donde se hablaban lenguas o dialectos que no aparecen en los diccionarios. No sé cómo aprendí a comunicarme, creo que empecé por señas, no obstante acabé teniendo más amigos que el rico que regala su fortuna a la puerta de la mansión.
Creo que perdí el rumbo en las páginas eróticas. Allí me quedé demasiado tiempo, tanto que acabaron por ponerme en nómina. Finalmente logré hacer clic con el ratón justo en el aspa. Salí a un sol deslumbrante que me hizo cerrar los ojos y cuando los volví a abrir ya no sabía donde estaba, me había perdido.
Aquí estoy ahora en una página que no conozco de nada, extraviado en cualquier parte de este exuberante mundo. Si alguien me encuentra que envíe un mensaje a mi familia, la pobre. Un día de estos apareceré por la cocina, que mantengan caliente el cocidito si son tan amables.

Me doy la bienvenida

Tras muchos meses de no lograr subir ni un solo texto hoy por fin he conseguido que esto me responda. Puede que sea el comienzo de una hermosa amistad como dice Bogart en Casablanca, aunque no me fio. Esto del mundo virtual es tan frágil como un cristal fino al alcance de un niño. De todas formas me doy la bienvenida y espero que con el tiempo logre manejar este loco cacharro. Creo que hoy es 5-2-05 pero podría ser cualquier otra fecha. Al fin y al cabo el tiempo es un apriori mental que diría el bueno de Kant. Lo dicho Slictik. Te doy la bienvenida y que podamos celebrarlo por todo lo alto el primer aniversario.

El circo de Slictik

CIEN ESBOZOS DE PERSONAJES HUMORÍSTICOS

NOTA:Cuando hace unos años decidí plantearme el pasar de la tragedia a la comedia, del drama al humor, de la tinta de calamar de mi bolígrafo a la tinta azul de un cielo recién lavado por la lluvia, la primera pregunta que me hice fue la siguiente: ¿Tengo yo sentido del humor?. Mi teoría decía algo así como: todo el mundo tiene sentido del humor, solo es preciso desinhibirse y si tienes la suerte de encontrarte en la circunstancia adecuada, entonces todo irá sobre ruedas. ¿Estaba yo desinhibido? Nones. ¿Me encontraba en la situación propicia?. Nones. Entonces hallar mi sentido del humor iba a resultar una tarea de todo punto imposible. A pesar de ello me puse a la labor, confiado en mis genes. El abuelo era el cachondo mental,en expresión coloquial muy acertada, del pueblo y mi papá tenía un humor muy subido de tono cuando se tomaba una copita. Asi que me dije: algo te habrá tocado en la lotería de la genética.

Me gustaban las películas de Charlot, todo el cine mudo en general, las comedias de Howard Haws, Jacques Tati y otros muchos. Era puro humor cinematográfico. Claro que el humor literario no me disgustaba precisamente, Don Quijote,Las almas muertas de Gogol, Papeles póstumos del club Pickwick, de Dickens y el humor negro de la novela negra, por ejemplo Jim Thompson. Con ese bagaje y algunas horas observando en la pequeña pantalla a los mejores humoristas, o al menos los más populares del país, podía permitirme el lujo de realizar un experimento, que si resultaba fallido no traería a mi vida más desgracias que algunas risitas irónicas de los lectores. Algo que por otro lado era lo que andaba buscando: la risa, aunque fuera irónica.

Dejando para otro momento el análisis de relatos humorísticos independientes, me centraré en la creación de personajes, a los que intenté amalgamar haciendo que Slictik se transformara en un millonario patético, que en lugar de invertir en bolsa, decidiera fabricarse su propio circo...de humoristas en vez de fieras y trapecistas. Convertir a Slictik, mi alias internáutico, en millonario fue una experiencia deliciosa que les recomiendo. Aunque reconozco que la idea del circo no fue precisamente un acierto. Podía haber elegido otro redil, una productora cinematográfica independiente o un programa televisivo, y seguro que los personajes se hubieran sentido más a su gusto. Eso lo comprendí pronto y decidí que cada relato funcionara como un texto independiente, sin perjuicio de que los personajes fueran apareciendo unos en las historias de los otros. No he abandonado la idea de encontrar un truco que me permita encerrar a todos estos personajes juntos. Aún sigo en ello. El circo quedó como un experimento que muy bien podría servir de prólogo a la presentación de estos cien personajes humorísticos.

No me satisfacía un humor al uso. Deseaba algo original, situaciones nuevas aunque el telón de fondo fuera el mismo: nuestra “aburrida” sociedad. Descubrí que de aburrida no tenía nada, si uno se ponía unas gafitas especiales, distorsionadoras, creadas por el profesor Cabezaprivilegiada. Lo que necesitaba era una presentación ya de por si llamativa y muy divertida. Estando en Babia, que es una zona de mi provincia de residencia, Leon ( y no bromeo) se me ocurrió utilizar al narrador como otro personaje humorístico más, como un catalizador que sacara el máximo partido de cada personaje. Así cada personaje tendría un narrador distinto y tanto unos como otros podrían irse relacionando como vecinos que se descubren en el espejo del ascensor al salir a comprar el pan, por ejemplo. Para narrar el circo de Slictik elegí a un periodista o reportero, bastante dicharachero, con una novia bibliotecaria menos dichararecha que el reportero, aunque él crea lo contrario.

Los personajes fueron surgiendo y desarrollándose al calor de narradores tan excéntricos como un paciente que padece un síndrome empático muy especial en el doctor Sun discípulo de Jung o un estudiante díscolo en el Sr. Buenavista, economista o el que fuera el monaguillo del padre Cañibano, un cura de antes del Vaticano. Pero eso lo iré explicando con cada personaje. Ahora simplemente hacer una valoración del circo de Slictik. Aparte de lo fallido de la idea al ser el primer personaje que sale a escena cojea un poco y la técnica y estructura del texto no está del todo lograda, pero era la primera piedra lanzada contra la ventana y no se podía esperar que rompiera el cristal a la primera. Y ahora les dejo con el circo de Slictik. Espero que se diviertan o al menos que lo intenten.

EL CIRCO DE SLICTIK

El millonario Slictik hizo su amplia y profunda fortuna en el negocio de las variedades. Su caso era en extremo curioso, porque no dedicó sus esfuerzos a la representación de vedettes con vistas al Folies Berger; ni a descubrir cantantes para el hipódromo de los números uno, en las principales listas del planeta musical; ni se había introducido en el negocio mediático de las cadenas privadas de televisión; ni siquiera comenzó con un teatrillo ambulante, de feria en feria, con espectáculos de mucha chicha y humor grueso. Su genial idea no hubiera alcanzado en las apuestas mafiosas ni un mísero 100 contra 1. Nadie hubiera apostado un céntimo por la posibilidad de que aquel jovencito, escuchimizado y tímido, acabara logrando con sus magros ahorrillos otra cosa que no fuera un embargo rápido y efectivo de algún banco desesperado, que antes le hubiera prestado un par de kilitos, de los de antes, para levantar un negocio tan surrealista y delirante, como las fantasías que le perseguían desde la infancia, cual abejorros molestos y coléricos.

Slictik adoraba el humor a pesar de que su rostro bien hubiera podido pasar por el de un enterrador vocacional. La primera película que vio en un destartalado cine de pueblo, donde su familia intentaba sobrevivir a trancas y barrancas fue una noche en la ópera de los hermanos Marx. La impresión fue tan duradera que aprovechó todas las reposiciones de sus películas para analizar y viviseccionar el humor, como si de una cola de lagartija recién cortada se tratara. A una noche en la ópera siguieron Un dia en las carreras, una tarde en el circo, el hotel de los líos, los hermanos Marx en el Oeste, Sopa de ganso, Amor en conserva, el conflicto de los Marx y el resto de su filmografia. Las películas menos conocidas y exhibidas pudo verlas en cineclubs o en vídeos cuando este invento empezó a ponerse de moda. Se las arreglaba para encargar videos en versión original a amigos o incluso desconocidos que viajaban al extranjero, principalmente a USA. Así consiguió su filmografía completa al menos según consta en una enciclopedia del cine que un vendedor a domicilio le endilgó con la satisfacción del que consigue vender la tour Eiffel a un pardillo. En cómodos plazos mensuales durante tres años consiguió pagar los veinticuatro volúmenes de que constaba el alarde editorial de un ingenuo y primerizo editor. Supo así que tanto Harpo como Groucho habían interpretado algunas películas por separado y también que el humor no empezaba ni terminaba en este trío, a veces cuarteto, a quienes llegó a conocer incluso mejor que a su perrita Tula, un regalo de Reyes Magos que hizo de su vida de niño y adolescente un verdadero paraíso.

En el colegio religioso, donde sus padres lo internaron en un alarde económico sin precedentes, descubrió al Gordo y al Flaco, Oliver Hardy y Stan Laurel o al revés. Todos los sábados a eso de las veinte treinta salía de estampida para llegar el primero al salón de actos donde se proyectaría una película cómica de alguno de sus ídolos o un montón de cortos de El Gordo y el Flaco o de Buster Keaton cara de palo o de Harold Lloyd el hombre araña o de Charlot que llegó a ser su preferido, incluso por encima de los hermanos Marx. Todas eran películas en blanco y negro hasta que un sábado surgió la sorpresa: una película en color. Era de otro humorista que comenzó a abrirse paso en su corazoncito. Se trataba de Jerry Lewis, el cara de tonto, cuyas gesticulaciones llamaban más su atención que las situaciones cómicas en las que se veía envuelto. Le gustó especialmente una película en la que hacía de payaso, puede que se tratara de las joyas de la familia o the day the clown cried o cualquier otro título. Su pasión por el cómico cara de tonto perdió enteros con los años y ya no dominaba su filmografía como al principio.

Antes de ser expulsado fulminantemente del colegio a punto de terminar su segundo año descubrió a Jacques Tati, un cómico francés, del que exhibieron su película Les vacances de Mr. Hulot. Su humor refinado y su figura alta y apuesta le dejaron con la boca abierta. El hecho de que se perdiera la película de Fernandel el sábado siguiente debido a la expulsión fulminante no le preocupó mucho porque ya había trazado su camino en el plano de la vida. Quería ser cómico, humorista, y si esto no era posible al menos se convertiría en productor o mánager de humoristas.

Se echó al mundo y trabajó de casi todo con tal de conseguir unos ahorrillos con los que comenzar su vida de mecenas de cómicos. Tuvo la gran suerte de conocer en uno de sus viajes a una extraña pareja, que no se las daban de cómicos ni mucho menos, pero Slictik enseguida descubrió en ellos esa veta humorística oculta, que su fino olfato de sabueso era capaz de encontrar incluso bajo las lápidas de los cementerios. El profesor daba una conferencia como invitado en una universidad de verano de una ciudad costera cuyo nombre vamos a mantener en el anonimato, porque la intervención del profesor emérito desembocó en un escándalo sin precedentes. El profesor y su sorprendente ayudante, un gordito bonachón y tonto que hizo las delicias de Slictik, se salvaron de ser linchados por azares del destino. Lo que no impidió que Hipo, así se hacía llamar el insólito gordito, terminara remojado en un cercano puerto pesquero.
Slictik alquiló una barca y rescató al patoso Hipo con unas redes de pescador. En el muelle les esperaba el profesor, muy tieso, como en él era habitual, y mordiéndose las uñas en un gesto que no repetiría nunca. Slictik les invitó a pasar la noche en un modesto hotel cercano y mientras cenaban el joven mecenas les propuso formar parte de un espectáculo cómico que estaba montando. Viendo cómo devoraba la cena Hipo estuvo a punto de pensárselo, pero su olfato de sabueso dijo la última palabra y así fue como comenzó su accidentada carrera de productor de espectáculos humorísticos.

Todo esto que les acabo de contar viene a cuento porque justo ayer llegó a esta ciudad el famoso circo de Slictik. Un servidor, el narrador, ha sido encargado por el modesto diario de esta ciudad de escribir una larga crónica que ocupará todo el suplemento dominical. Una ocasión única para este recién ingresado en el mundo de la farándula periodística. La pequeña biografía de Slictik que acabo de esbozar me ha llevado toda la noche. El servicio de documentación que tiene el diario Mercury es un verdadero desastre. Menos mal que mi novia trabaja en la biblioteca pública y me ha echado un cable.

Hace años que el circo de Slictik no pisa esta ciudad por lo que el evento ha sido calificado por el editorialista como el "acontecimiento del siglo". Este intrépido reportero ha podido enterarse de que la razón de semejante milagro se debe a que la esposa de Slictik, Karen Latic, es oriunda de aquí y amenazó con el divorcio a su marido si el circo no recalaba al menos unos días en la ciudad. Al parecer Karen Latic quiere "fardar" con unas amigas de colegio de las que nada había vuelto a saber hasta que recibió unas cartas muy caústicas en las que se mencionaba al circo de Slictik como una "verdadera mierda", y cito palabras textuales, y un espectáculo bochornoso y grosero donde los humoristas no cesan de decir palabrotas y hablar de obscenidades, tales como las rótulas al descubierto de actrices hollywoodienses de muy dudosa fama, tales como Sharon Stone y Julia Roberts, sin contar otras muchas que no cesan de caer de los labios de los humoristas de Slictik, como cae la baba de las comisuras labiales de un niño al que acaba de enseñársele una piruleta.

Mañana pues, por la tarde, a las 21,30 para ser más precisos, el circo de Slictik abrirá su puerta a todo el mundo, incluidos niñas y niños que ya han recibido un permiso por escrito de sus padres. Exigencia de Slictik que será cumplida a rajatabla. Les aconsejo que no se lo pierdan aunque me dejen sin butaca en primera fila. Entre los números más apreciados no están el del domador de fieras ni los trapecistas ni el de los elefantes, el de los payasos sí pero con un toque slictiano que los hace irreconocibles. Las figuras que aparecen en el cartel que estoy desenrrollando en este momento entre otras muchas son: El profesor John Cabezaprivilegiada; Hipo su ayudante; Amabilio el político gentil; Marianela la criticona; Antonius Pila Rotunda, famoso entrenador de fútbol, ahora en el candelero; Ladino el terrorista psicológico; el psiquiatra Carlo Sun discípulo de Jung; el telépata loco, anónimo humorista al que no lograran ver pero sí oír; Conciencia-Krosnamurti el famoso guía de la Cuesta del marrano, el rastro espiritual más conocido de oriente y occidente y otros muchos humoristas que les sorprenderán con sus números surrealistas de humor a ultranza.

Y debo despedirme porque junto con mi novia, la bibliotecaria, he sido invitado al cóctel que la esposa de Slictik, Karen Latic, da esta noche para toda la ciudad de Moonpaper. Les aconsejo que no se pierdan la función de mañana. Saquen sus entradas con antelación y traten de conseguir un buen lugar porque al parecer algunos humoristas tienen la voz cascada y no se van a enterar de mucho, ni con los megáfonos que Slictik tiene preparados para casos de emergencia. Incluso se habla de que este archiconocido millonario va a presentar a sus pupilos, algo que no hace desde la famosa entrevista en el programa de televisión de Carson Maccallers, que le abriera las puertas de Hollywood donde hizo sus primeros doce flims como quien no quiere la cosa y que asentaron su fortuna a prueba de debacles bursátiles.

CIEN ESBOZOS DE PERSONAJES HUMORISTICOS.-

NOTA EXPLICATIVA.- Antes de que intenten reírse con la segunda parte de este texto, un intento muy encomiable habida cuenta de que no es especialmente gracioso, les haré una valoración personal del mismo. Si bien la idea de transformar mi alias internáutico en un personaje divertido, ingresando en su cuenta corriente tanto dinero en metálico como me fue posible, no era mala, lo cierto es que no la aproveché todo lo que debía. Me faltaba experiencia y dar palos de ciego sobre la amplia espalda del humor no implica acertar a la primera.

Sigo convencido de que nadie se convierte en un buen humorista si antes no es capaz de reírse de si mismo antes de hacerlo con los demás. Tomarme el pelo haciendo que la fortuna llamara a mi puerta fue un agradable pasatiempo. Quitarme unos quilitos de más y montar un circo resultó imaginativo, pero el personaje carece de chicha, y no precisamente por estar delgado, sino porque le falta solidez a su carácter, porque se le notan demasiado las cuerdas con las que el autor maneja al personaje y porque aún me daba demasiado miedo darme de garrotazos. Mi tino no era excesivo y un mal golpe me hubiera echo contemplar las estrellas.

Slictik como personaje no merece ni siquiera un aprobado, pero al menos fue un comienzo y todos sabemos que para comenzar a andar hay que dar el primer paso. Lo que suceda luego ya es cuestión de la pericia del bebé, de los obstáculos que encuentre en su camino y de la flexibilidad de su cuerpecito, porque porrazos se los va a dar, de eso no le libra ni la imaginación.

Aún sigo dándole vueltas a este personaje y a este texto. Puede que con el tiempo llegue a encontrar un escenario mejor donde Slictik nos pueda mostrar con más facilidad sus dotes histriónicas.

Y en el próximo episodio el profesor Cabezaprivilegiada les hablará de alguno de sus inventos. Aparte de conocer su biografía no autorizada. Tal vez el siguiente capítulo sea protagonizado por Hipo, un sosias del autor, casi tan gordo como él. Pero no adelantemos acontecimientos porque todo puede irse al garete. Así es el humor, un barco sin rumbo, agujereado por todas partes.

Largo para violoncello solo

Largo para violoncello solo. Opus 4 (Monólogo amoroso en noche de verano).

Es una noche de verano, tranquila y cálida. En el exterior sopla la brisa entre árboles de figuras surrealistas, ténuemente iluminados por una farola que los transforma a mis ojos cansados en abstractos entes policromos. La luna duerme apaciblemente y las estrellas han dejado de agonizar con el último parpadeo, ahora están muertas, pero sus cadáveres tardarán en enfriar su luz pálida. El agua del lavabo cercano musita inaudibles rezos que se unen a las horas que están danzando frente a mí en un estraño claroscuro, están creando un mágico ballet.

Cerca suena un violoncello, blancas manos hieren con su afilado espadón las entrañas del silencio. Tendido en mi lecho escucho vibrar las cuerdas tirantes de su oronda alma, un palpitar largo, profundo, como un sollozo de deseo, de impotencia inmóvil. Su lamento es resignado, como el de los dioses de la naturaleza que lo han visto todo, atemporales, vivos y sabios.

Siento mi cuerpo tenso como la cuerda de un arco, vibrante hasta la agonía, sujeto por férrea mano al silencio. Está deseoso de lanzarse hacia tu piel, de atravesar tu corazón hasta el fondo del alma, pero la cuerda vibra en el aire, apunto de estallar como ese acorde agudo producido por las tripas de ese orondo músico que aún siguen flotando en el aire.

Me gustaría hablarte esta noche con mis manos en tu cuerpo, que un diálogo acariciante se pudiera establecer entre las yemas de mis dedos y la piel sonriente de tu cara, la cascada eléctrica de tu pelo, la timidez de tu nuca, la rigidez del cuello decisne, la tersura de los senos, el rítmico latido de tu pecho, la ondulante fuga de tu vientre, la temerosa pendiente de tus muslos.

El violoncello parece agitarse en una pesadilla tumultuosa, no quiere oir la voz profunda que desgarra sus tripas. Tengo la sensación de que también él desearía dialogar con tu cuerpo, convertirse enel músico ensimismado que retiene tus caderas entre sus muslos al tiempo que busca en el fondo de tu vientre acordes quenadie ha encontrado aún. Con tu alma como un intrumento manejado por labios anhelantes; intimidad con intimidad la música se espiritualiza, pero en estos momentos siento más que nunca la soledad de quien está hablando con su sombra en mitad de la noche.

Oigo cómo el violoncello enronquece, el anhelo que vibra en sus cuerdas agoniza de una forma tan triste que la belleza no puede seguir rumiando tanta desdicha y se arrodilla frente a su ventruda intimidad. En medio de la noche mi cuerpo se relaja sobre el lomo del agotamiento, antes de dormirse te llama por última vez: "Necesito abrazarte, oír el latido de tu corazón, sentir en mi plexo solar las vibraciones de tu alma".

El violoncello ha susurrado su último acorde. ya no existe el tiempo, mi alma lo comprende, pero mi cuerpo se rebela. al fín la obsesión se desvanece, el deseo puede ser apagado, pero ¿quién matará la llama del amor, la inútil antorcha que guía mi vida?.

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