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Un último artículo

Un último artículo

Como le explicaba a Salva en un comentario anterior, la imagen de esa rata husmeando el aire es mía... la rata superviviente que es la primera que abandona los barcos que se hunden, la rata que huele el peligro, que se te enfrenta dispuesta a vaciarte esas cuencas que existen bajo los párpados, que campa a su antojo entre la miseria y la basura, que transmite la peste, que nos provoca la náusea y la arcada y el vómito... No, por supuesto que no era una imagen de nadie. Sólo otra mía. ¿Cuántas van? Recuerdo que cuando conocí al amante crepuscular había colgado una de un doberman en la misma conversación que le decía a un tipo: 'vivo en un bajo con rejas'. Y allí estaba aquel perro de guarda con las orejas tiesas y el rabo atento tras la alambrada. Yo no tengo derecho a colgar imagenes de nadie. Esta es mi terapia. Sólo mi terapia. Y no es ningún atentado contra mi autoestima, sólo que me gusta ser autocrítica conmigo y realista. Vaya, ¿cómo era aquello que decía Rilke? Me temo que si han de abandonarme mis demonios.... mis ángeles se irán con ellos. Eso pero dicho por Rilke y llega un nuevo mensaje de Cecilia:

O sea que la podemos pasar a mañana porque lo que es ahora seria mas una anticita

Sí, estaba dolidísima por su pérdida. Lo traslucía. Ese es el típico mensaje que escribe una mujer desconsolada que acaba de perder a su amante. Vale sí, pero por eso a mí lo que me daban eran aquellas ganas tremendas de reírme a carcajadas. E inmediatamente, después de recibir esta respuesta, a quién le envío un mensaje es al hombre del tatuaje y me olvido para siempre del tema, porque ese es un juego de los que se juega sólo una vez: te montas en el coche, aceleras y el que primero se aparte es una gallina

Cecilia acaba de anular nuestra cita ;)

Y yo desde luego no pienso estar repitiéndolo eternamente. No la deseaba y eso era todo. No eran prejuicios, no era miedo, era sólo falta de deseo; sólo que he tenido que llegar a este punto para averiguarlo y me llama mi amiga y quedamos en vernos y me siento feliz y me cambio, me quito los vaqueros y me calzo con playeros de invierno que es lo más cómodo para la lluvia y entro en una tienda de esas donde hay velas y amuletos y ... le compro unos detalles a mi madre para celebrar su cumpleaños y para mí también me compró una amatista y cuando atravieso el centro comercial recibo una llamada inesperada del hombre del tatuaje y hablamos del asunto durante más de diez minutos y nos reímos porque es cierto que nos lo estábamos pasando muy bien, y mientras las gentes no se detienen y siguen andando como si la vida fuera un lugar lleno de ratas y barcos que naufragan, un asco, con esa cara. Y es él quien me dice que Giorgo existe, que ese personaje pertenece a la obra de Durrell, a 'El cuarteto de Alejandría'. Sí, ese libro que son varios libros y dónde se dice:

Una ciudad es un mundo cuando amamos a uno de sus habitantes

Y yo eso lo sé porque lo he vivido. Porque mi ciudad se convirtió en un mundo cuando amé...

Un beso.

¿Por qué nos repugnan las ratas?

¿Por qué nos repugnan las ratas?

A las cuatro de la tarde del jueves me meto otra vez en la ducha y pienso por enésima vez si debo cortarme las uñas. Arañan, llevo todo la semana pensándomelo y decido que no, que no voy acudir armada a esa cita pero que al menos voy a llevarme mis uñas y mi dientes conmigo. Y pienso en el hombre del tatuaje, en lo que hemos hablado sobre la psicopatía; yo tengo una parte así, lo sé, logro hacer esa liberación de las emociones de la que él me habla: 'sucesos sin sentimientos'; aunque sólo logre hacerlo transitoriamente, un periodo más allá de unas horas me haría sentir terriblemente vacía, algo comenzaría a andar muy mal por dentro y tendría que volver a entrar en mí y hacerme cargo del desastre y él parece estar convencido de que esa mujer también lo es, pero no como yo sino auténticamente, aunque recuerdo que alguna amiga suya estaba muy preocupada por él cuando nosotros íbamos a encontrarnos, porque pensaba que no era más que una loca... y quizás ese peligro que al le parecía que yo entrañaba fue precisamente lo que le asustó y también lo que más le atrajo de mí. Ese poder sumergirse y comprobar por si mismo lo de cierto que había, en el ser extremo y emocional que dejaban entrever mis letras... ¿Era yo algo Real?

Y le doy vueltas a otro correo que recibo de otro hombre, una hombre que creí que sí que había hablado con ella y por tanto oído su voz. Y éste lo que me dice es que estuvo a punto de quedar con una mujer que decía llamarse así pero que luego al final la cosa no prosperó y que tampoco pasaron en ningún caso de cruzar mensajes y e-mails. ¿Y si ella fuera un transexual como el tipo del silencio de los corderos? Y continúo bajo la ducha. Podría ser alguien muy desagradable. Podría ser perfectamente un hombre, cualquier hombre ... ella habla continuamente del coño pero el clítoris es como si no existiera, un sujeto omitido y hay una frase, toda una frase en su longitud que me golpea el pecho como si fuera un latido y también algo así como la música de Preisner, en 'Tres colores: azul' de Kielovski: 'Al final, una caricia en la que hay
sentimientos es más compleja interiormente que ...'
. Por eso suspiro y luego me acuerdo de la historia de aquella mujer pensionista que tenía a marte en la casa octava y que lo que se le había ocurrido hacer para 'actuarlo' era encerrarse en una buhardilla a escribir novelas pornográficas que luego publicaba con un pseudónimo y de las que su familia no tenía ni la más remota idea. Y yo tengo marte ahí, como Diana de Gales y como el médico del balneario de Susana Tamaro en 'Donde el corazón te lleve'. La muerte y el sexo violento. Y Cecilia habla de una mujer paralizada en una silla de ruedas y al principio recuerdo que yo llegué a pensar en algo así. Si yo estuviera paralizada y me aburriera mucho... la recreación de un personaje en un diario virtual podría ser un estupendo motor. No tendría piernas pero tendría poder. El poder de hacer estremecer a otros con mi capacidad para copiar estilos y modelos literarios, y cosérselos a mis propias experiencias y mis pensamientos. Y entonces echaría de menos a Yvonee y dormíría bajo el Popocatépetl y Firmin y Lowry podrían convivir con pintadas callejeras y turbadoras: 'Porque sueño no lo soy', o sucias y obscenas: 'Eres una zorra'. Y luego 'Diamantes en el hielo', y ahí es cuando aparece Salva que es del norte pero de Julio no habla, sólo le menciona en un texto pero no le ha buscado un lugar, un pueblo como a Giorgo, una Matera, una teoría como la de la de Durrel. Un arco-iris de la gravedad que escribe un hombre que nadie recuerda haber visto y y lo gracioso es que a lo mejor ella sólo era esa mujer que decía ser...

¿Pero de qué quería apropiarse aquel transexual? De la piel de ellas para hacerse con los injertos de sus pieles un vestido que le dotase de lo que carecía, de lo más anhelado: un alma femenina; lo que les envidiaba a las mujeres y ningún cirujano del mundo podía implantarle, porque lo femenino, el eterno femenino no son los labios siliconados, ni los hilos de oro, ni unos pechos de fábula, ni vaginas reconstruidas, ni coños de diseño. Y hay hombres que sueñan con acariciar mujeres y hay hombres que lo que sueñan es con acariciar a esa única mujer que sueña sus sueños ¿Y si fuera cierto que Cecilia no tuviera sentimientos? ¿La inteligencia gélida merece la pena? ¿la merecía Pedro O.? Sí, como individuo pero no como cómplice pero él a su manera de urbanista y hombre enamorado de las ciudades invisibles de Calvino, me quería. ¿Cuál habría sido yo? Él dijo que todas, que sin duda ese era mi libro, y Cecilia lo es, es una ciudad continua y cuando escribe lo hace sin ninguna empatía y ahora es lunes y mi amiga está leyéndola por primera vez. En esta aventura ha ayudado a Dayanelis , una inmigrante que se dedica al cuidado de ancianos que viajan a bordo de sillas de ruedas que ella empuja y a los que Cecilia muestra siempre cayéndoseles las babas y con miradas perdidas en la inmensidad del infinito, ancianos que no son seres humanos que es como si ya fueran vegetales, muertos en vida que habría que matar..., y para que mentir en la ducha por un momento sé que acaricié el sueño de la muerte: si nos conociéramos, si nos convirtiéramos como ella dice en Amantes, si me amara... siempre podría pedirle que cuando llegue el momento, ese momento de 'la espiral y la matrushka' acabase conmigo. Y bueno, prosigo, decía que Celia ha ayudado a Dayanelis a escapar de un hombre-mono que la persigue y le ha comprado un billete de avión para Madrid dónde un amigo irá a recogerla y se supone que otro para Cuba. Y la chica le dice: 'No sé cómo voy a poder devolverte esto', y a Cecilia entonces se le congela la sangre porque no están en guerra, vive en una ciudad balneario y las personas no saben decir sólo gracias como si vivieran en una guerra. Pero yo no creo que eso sea lo que ocurre en las guerras, porque en las guerras y en los duelos lo que se necesita son sólo abrazos y calor y apoyo y abrigo y combatir el hambre y el dolor y el miedo. Así que esta chica que se supone que llora porque respira gratitud le dice: 'No sé cómo voy a poder devolverte esto', porque el dinero de otro para quién nunca lo ha tenido, para quién nunca ha sido de clase alta y ha nacido con él en las manos, sigue siendo algo que sabe que no le pertenece y que por tanto no le hace sentir bien cuando lo toma y sobre todas las cosas sigue sabiendo que no le pertenece... . Claro, yo tampoco sabría como 'pagárselo', como explicarle lo que ese préstamo que a lo mejor no puedo nunca devolverle supone para mí, ¿y Cecilia qué le contesta?: 'Mándame un cheque' y la chica se queda ahí quieta, paralizada, detenida, porque no sabe si esa mujer que tan generosamente se desprende de 'su dinero' ahora está hablándole en serio o no. Pero Cecilia se ríe, con esa risa suya que todos conocen, seguramente con una de esas risas mundanas como la de aquella mujer que a mí tanto me fascinaba y que se casó con mi tío, como la risa de su segunda mujer, la que no era cubana y si que era una estafadora... y Cecilia le quieta hierro al asunto con esa risa, se desprende del peso de la emoción, porque lo que le asquea realmente en la reacción de Dayanelis es la emoción y Dayanelis nunca podrá saber si ella lo dijo en serio o no pero lo que yo no podré olvidar es que las muestras de emoción a Cecilia le causan un frío cóncavo y azul. Y mi amiga que primero dice que nos encuentra muy parecidas se ha quedado pasmada con esa expresión que repite: 'Mándame un cheque. ¡Joder!'. Y yo me he sonreído porque esperaba por esa reacción suya, la había previsto y luego ella ha dicho que no le gusta, que no le gusta nada que vaya a encontrarme con esa mujer pero que tiene bastante claro una cosa: Cecilia no es ni peor ni mejor que yo, ni más dura, ni más fuerte, ni más peligrosa ni más obsidiana.

Y he tardado más de una hora en decidirme a abandonar la ducha porque creo sinceramente que puedo estar despidiéndome de la vida. Y a lo mejor no es como que sintiera que alguien iba a matarme sino que podría encontrarme con algo muy desagradable y las sensaciones no mejoran. Y yo nunca me equivoco. Siempre sé si voy hacia algún buen lugar o me dirijo a un destino terrible. Es como un don perverso, me habla 'el corazón', es un pálpito en el pecho y nunca he sabido si ese pálpito se esconde entre las diástoles o en los ventrículos pero habita ahí y sé que esta tarde tampoco me equivoco pero no quiero pararlo. Y sé perfectamente por qué... Estoy tratando de impresionar a 'alguien'. Y es lo más parecido que he vivido a esperar por un indulto. Así era: ¡Oye, mira que no es necesario que vengas a trabajar esta tarde. Tómate el día libre!. Hasta ese punto para mí es importante la libertad pero me maquillo y guardo todas las cosas necesarias para pasar una noche fuera en una bolsa de viaje, como si me fuera en vez de a un hotel a un penal, como aquel día con Pedro O. y Gloria, e incluso me entretengo en escribir algún que otro comentario jocoso por los blog que frecuento y burlándome de la muerte, una mala costumbre mía, lo sé, lo sé y cuando sólo me queda guardar el secador de mano y peinarme, siento la melodía del teléfono avisándome de la llegada de un mensaje, y es de Cecilia y dice:

17h27min... Un infarto ha terminado con giorgo esta mañana aunque solo hace 1 hora que lo se. Ahora solo podria darte un cuerpo sin bazo y besos amargos y eso es todo lo que no quiero darte. Un beso.

(sin acentos y sin mayúsculas... eso es pereza pero con todas las letras, no abrevia sus mensajes de móvil)

¡Hay que joderse! ¿Y a mí qué coño me importa que se muera Giorgo? ¿Pero además esta mujer que se piensa que sus lectores nos creemos todo lo que se le ocurre contar? No, pero tiene su encanto que ella hable de ectoplasmas y que se dedique a tergiversar crímenes y castigos. A lo mejor yo si maté a alguien y te escribo y te lo cuento y tú que tienes una audencia y por eso bocas que alimentar decides darle un giro literario y además uno brutal y a mí me parece increíble pero chica, no deja de parecerme increíble. E inmediatamente le escribo:

O sea que no tenemos una cita, ¿verdad? Venga que te repongas. Y besos.

Vale, porque yo no tengo inconveniente alguno en leer su diario como si fuera una vida ficticia pero real, como si fuera la vida que le gustaría tener, su vida interior pero ¿eso es a lo que ella llama vivir en un estado de guerra? A mí sólo se me murió mi abuelo pero aquel día lo que más me apetecía en mi dolor era follar con ''mi mejor amiga'', o sea con mi vecina del segundo; que éramos las dos un par de salidas del copón y no sé cómo nos lo hacíamos pero siempre estábamos calientes desde que teníamos siete u ocho años y aquello ocurrió a mis diecisiete y creo que en parte fue lo que acabó con nuestras relaciones, mi sentimiento de culpa pero ahora que el recuerdo se ha desbloqueado, casi plenamente, descubro que la deseaba mucho y sé que Montse fue la única mujer que he deseado hasta la devastación... y a mí sus besos amargos me habrían encantado. Yo no le pregunté cómo iba a ser su sabor. Me habría dado igual. Habría estado allí y la habría saboreado hasta las últimas consecuencias ¿A qué sabe la amargura? ¿A qué sabe el dolor? ¿A sal? Si hay lágrimas...

Y me he sentido liberada. ¿Por qué esa auténtica estupidez de pasar por algo que no deseas? ¿y qué idiotez más supina eso del ritual de iniciación? Yo a veces me pongo tan cerril que doy en gilipollas. Pero si yo ya era bisexual y tenía complejas, precarias y precoces relaciones sexuales prácticamente desde que tomaba el biberón. Es más no recuerdo ni un minuto de mi niñez sin sexualidad ni placer. Luego sí, llegó la sociedad con sus normas y me hicieron mucho daño y me resistí pero claudiqué, aunque sólo en apariencia porque Montse y yo seguimos jugando nuestros juegos y asomándonos a la ventana con el paraguas abierto para contarnos cosas hasta cuando llovía, porque yo estaba profundamente enamorada de su hermano pero el sexo siempre fue otra cosa, ese algo grato, eso divertido, esa aventura, ese refugio, esa ausencia de complicaciones y de sentimientos. Yo no necesito lecciones de nadie porque yo ya sabía vivir cuando la mayoría ni siquiera sospechaban lo que era la Vida, a lo qué olía la Vida.

antifaces y circunstancias

antifaces y circunstancias

Y cuando mi amiga llegó al aparcamiento del centro comercial el desconocido le dio instrucciones por teléfono para que le siguiera hasta un descampado cercano y luego le pidió que saliera de su coche, caminara con lentitud hacia el vehículo de él y que sin mirarlo bajo ningún concepto recogiera un antifaz que, este hombre que decía llamarse 'baritono', había dejado esperándola en la ventanilla trasera y que le ordenó a mi amiga ponerse, para a continuación pedirle que abriera esa puerta, se subiera en el coche, y entonces fue cuando él se decidió a abandonar el asiento del conductor y pasó a sentarse junto a ella en el de atrás, dónde después de sobarla un poco por encima de la ropa, guió sus manos hacia el miembro masculino y lo que allí se encontró mi amiga fue con una diminuta polla de niño. Eso me repetía pero tras semanas de insistirle para que me contase algo... 'la tenía pequeña y flácida, como un niño y no olía a nada. Era un olor inofensivo'. Y yo pensando que la había violado... pero ella no quería hablar del tema y cuando estoy en este hotel descubro que a aquel hombre del antifaz lo único que le ocurría, era que estaba asustado pero aunque mi cabeza me grita yo no soy capaz a articular ni una sola palabra porque tengo la sensación de que si lo hiciera en ese momento aún serían sólo expresiones falsas y forzadas y yo quiero que me conozca sin máscara. Y cuando él me dice: 'Aún no he escuchado tu voz. Por favor, dime algo, háblame...' Mi garganta sólo le pide que se calle pero se niega a responder más que con gemidos y silencio y aún así le amo porque me he preparado para amarle, porque quiero confiar en él y amarle y él se relaja a pesar del miedo y entonces me enseña cómo debo amarle... Y yo aprendo y aquí es cuando hago un paréntesis y el sexo se desvanece en una elipsis de sombras... y a continuación ese hombre me dice: 'No vuelvas a darme nunca un susto así' y yo sólo sé que le sonrío y pienso que mi amiga en aquella ocasión lo que no supo fue estar a la altura de las circunstancias.

Mentiras y antifaces

Mentiras y antifaces

Hay muchas formas de matar a las personas pero la más efectiva es sentir que aunque no se hayan muerto para ti ya están muertas. Y creo que es la más efectiva porque es la que siendo de entre las muertes la menos dolorosa para uno... es la única que puede resultar dolorosa para el muerto...

Yo no maté a Agustín con mi indiferencia, por supuesto. La que él declaraba sentir por todo a excepción de sus dos hijas y que yo no sé hasta que punto. Pero lo que mató a Agustín fueron sus propias mentiras. Era un mentiroso compulsivo, y se lo dije de una manera que no le gustó... un día entendió que jamás confiaría en él, que nunca había confiado... era como aquella otra mujer, Loli, la segunda mujer de mi tío, la oveja negra de una de esas familias 'degentebien', una estafadora, una ladrona, ... y algún día puede que hable de ella, del gran favor que me hizo por ser tan 'hijadeputa' como era. Pero bueno, eso, que no sé que tiene la mentira que no la soporto... a no ser que pretenda ser Bella, entonces sí, entonces puedo llegar a encontrarla grandiosa, a apreciarla verdaderamente como si fuera el único valor que merece rescatarse de un mundo que se derrumba y la ficción del diario de Cecilia para mí siempre ha sido una mentira bella pero hasta qué punto, ¡ah!, eso era lo que deseaba descubrir...

Y ahora estoy en una habitación de hotel con un hombre. Él es un profesional de la salud. No es al que yo llamo 'mi doctor del alma' pero tal vez podría llegar a llamarle así... Y beso su sexo que está arrugado y mi cabeza me susurra malas ideas. De verdad, en esos momentos de oscuridad es como si una voz externa a mí me las susurrase al oído. Imagínate que este hombre es un monstruo, imagínate que es un auténtico tarado y que tras su máscara de bonhomía lo que se esconde es un perturbado que se divierte a costa de estudiar reacciones como la tuya, como ésta que no estás teniendo. Porque yo ya me había preparado hasta para lo peor. Incluso he llegado a imaginarme que como dice Alma fuera un enano... Y yo le miro como si le desease pero lo hago porque me he preparado para desearle, para que fuera imposible que no le desease y él se ríe, y en ese momento de dudas terribles pienso que debo estar pensando en voz tan alta que es hasta probable que él esté escuchando mis pensamientos con absoluta claridad. Y por eso se ríe, porque sabe lo que pienso. Y porque mi cabeza es lo que hace, ahora se ha puesto a gritarme y yo no hago otra cosa a pesar de ello que besar y lamer ese pene arrugado, que me he encontrado por sorpresa entre los labios y que es como el de un niño y me acuerdo de aquella aventura que me contó Olga, aquella vez del antifaz...

Olga llega a un aparcamiento de un centro comercial. Es la primera vez que ha quedado con un auténtico desconocido. Yo me he despedido de ella en la ciudad y estoy muy preocupada. Tengo un mal presentimiento, es un atardecer oscuro y la hago llevar una grabadora en el bolsillo y memorizo su imagen, hasta el último detalle, por lo que pudiera ocurrir. Va vestida con una blusa de gasa y una falda negra y clásica pero corta. Recuerdo que la falda tenía una abertura lateral en forma de pétalo de amapola, y ella se la ha comprado especialmente para esa cita y se ha perfumado con su perfume de siempre y que yo después de aquello no querré oler más, 'nosequédeeaudeunsoir'... el que tanto le gustaba al que fuera su único amante. ¡Qué locura! Eran vecinos de puerta y el hombre la besaba, le hacía meterse su polla en la boca y luego abría la puerta de su hogar y su mujer lo recibía rodeado por la fragancia de mi amiga, por aquel aroma insistente que te horadaba la pituitaria. Puede que fuera así como Elena enloqueció... a base de oler perfumes insostenibles de las otras mujeres. Y mi amiga ni siquiera sabe como es ese hombre con el que va a encontrarse. Ella sólo ha escuchado su voz por el teléfono. La ha seguido por la ciudad una mañana de sábado mientras le daba órdenes. Ahora tócate un pecho. Ahora llevate la mano a la cabeza y levántate el pelo. Ahora... Y ella se ha excitado mucho. Cree que por fin ha conocido a un Hombre y no lo que ha conocido hasta ahora. Bebés que buscan un pecho materno,inmduros emocionales, y patéticos niños que juegan con el cuerpo de una mujer como si fuera plastilina. y yo cuando me bajo del coche y le deseo suerte, le digo que se cuíde mucho y que me llame en cuanto pueda y le envío un mensaje a ese hombre: 'Si a mi amiga le ocurre algo malo... daré contigo y te lo haré pagar caro. Te lo aseguro'. Y luego espero durante horas y luego tengo que esperar a que Olga regrese durante días y más días que se convierten en meses, en muchos meses... pero ella ya nunca es la misma.

Hotel Libretto

Hotel Libretto

Yo tenía ayer una cita en ese hotel. El hotel Libretto.
Sólo sabía que tenía una cita y realmente no me importaba con quién.
Acudiría sucediera lo que sucediese y eso era lo que le escribía a mi amante, el hombre del tatuaje, ayer de madrugada.
Él estaba preocupado. Creo que sabía de sobra que sería algo intrascendente para mí, me lo dijo, algo deleble, apostaba por ello porque pienso que me conoce pero en el fondo estaba preocupado por lo que pudiera ocurrirme.
Luego horas más tarde, cuando hablamos, me lo confirmó. 'Yo no me quería poner paternalista contigo pero ...' , eso me dijo y yo no pensaba ser quién se rajase, le advertí.

Pero no le conté nada a mi abuela, por supuesto. Era la primera vez que callaba. Así de grave presentía que podría ser el desenlace. Meterse en la boca del lobo sin la salvaguarda de un solo sentimiento positivo y acosada por las peores dudas. Contigo estoy K.O emocional, le advertí a ella y no tengo ni la más remota idea de lo que va a pasar cuando ese aspecto se presente pero lo hará. Bueno, a ella..., digamos que a quien fuera ''ella''. Nadie que conozco le ha hablado y Pablo Santiago me explicó que la llamó muchas veces. 'Siempre contesta a los correos inmediatamente como si estuviera todo el rato conectada pero el teléfono no lo coge'. Y sólo mis amigas, Olga y Susana y Marina, y el hombre del tatuaje, sabían que me dirigía hacia ''ninguna parte''. Quiero decir que así en esas condiciones era la primera vez aunque yo ya llevo a mis espaldas unas cuantas locuras. No sé, me hacen sentir en forma, son un pulso que de vez en cuando me echo a mi misma. Me digo: ¡Vaya!... tienes miedo, ¿eh?. Estás cagada de miedo tía. En el fondo no es más que eso y zas me da el coraje, me indigno conmigo y tengo que ponerme a prueba, por narices. No siempre es así. A veces parece que no lo busco pero ocurre y recibo un correo suyo y es pura retórica. Y si fuera de otra lo comprendería pero de 'ella'... si se supone que buscamos lo inequívoco. Y en lo inequívoco todo eso sobra. Yo le he escrito lo esencial, y ni una palabra de más. Ahora que dejo de ser lectora y me convierto en otra cosa, aunque no sé en qué.

'''...las dos sabemos que sí hay componente emocional porque si no fuera así, ¿para qué encontrarnos en una ciudad recubierta por la nieve y el frío? las dos tenemos los amantes (amantes con minúscula) que queremos o deseamos. ¿qué hacer cuando descubres a una Amante?'''

No, no, de verdad que no, me apetecería decirle. ¿Pero para qué?, si 'ella' no va a escucharme. Yo no veo más que eso entre esas líneas, retórica y en la dirección a la que me remite lo mismo, un continuo tocar inteligente de cuerdas y fibras buscando tal vez mis llagas, lo que Agustín se devanó los sesos por encontrar y no halló, porque mis llagas son mis sentimientos, mis emociones y esas quedaban fuera de su alcance. Mi Amante si podría herirme, y con facilidad, con cualquiera de esos trucos que ella tan bien señala pero a otros efectos... va, que ya no es tan sencillo pero para el hombre del tatuaje sí porque yo ya me he Implicado con él, hemos Follado juntos, nos hemos Amado, han existido las Miradas y los Besos, y el Silencio, el bendito silencio y el Tacto y un Suspiro, lo que hemos saciado y se ha abierto la brecha insomne de la necesidad, y el abismo del Deseo y de la pérdida... Y yo ya he aprendido eso, ya he aprendido a no tener las llagas al uso porque me las he cauterizado. Vamos, que me dejo la vanidad en el perchero cuando traspaso sus puertas, como si fuera un bombín, así me la quito, como si me estorbara. Y no le he mentido... no tengo ninguna emoción, ni sentimiento, ni deseo por 'Ella'. Esas cosas surgen, se gestan y yo al menos no me las invento. No tengo ningún por qué para hacerlo, y tampoco ninguno para negarlas. Me libré de ese tiempo hace tiempo y aún no ha regresado el mismo tiempo... Y cualquier día sí, me golpeará en la cabeza como un boomerang por el que ya no espero pero aún no, todavía no. Soy una zahorí ocupada con su rama

Y pongo en orden cosas y le escribo a ese hombre nuevos correos. Procuro ordenar el desorden y le dejo que me conozca como no me conoce creo que nadie, porque Sixto ni siquiera lo intentó. Leyó superficialmente, leyó como un lector. Buscándose a si mismo entre mis líneas. Y pienso que ni siquiera alguien que estuviera leyendo lo mismo que lee el hombre del tatuaje, por ejemplo alguien que se hubiera instalado en este ordenador portátil sin mi consentimiento y que tuviera acceso a todo lo que se escribe desde él, comprendería ni la mitad de lo que ocurre en mi interior. Porque le faltaría la lectura esencial, la de mis sentimientos, la de mis expresiones, la de mi risa y ese momento en el que bajo la voz y susurro, y mi mirada, sobre todo mi mirada. Y este hombre es la primera persona con quién se produce un entendimiento intelectual tan genuino. Ahora estamos siendo Mente. Y sobre todo él tiene Ganas y no me cuestiona nada. No me dice que no debo dejarme llevar por esos ''impulsos'' que tan extraños pueden resultar en una mujer. Los acepta, parece que puede comprenderlos y comparte conmigo su experiencia; me hace confidencias. Me estoy preparando para follar experimentalmente. Venga, ¿no dices que eres una artista? Pues todos los artistas tienen una técnica: enséñamela. ¿Acaso existe? Yo quiero aprenderlo todo de ti. ¿No dices que tú sólo conoces a otro cuando follas con él?. ¡Abrete Sésamo!. Aunque yo creo que es mucho más simple que todo eso. Dos personas se gustan y hacen por acercarse y entonces el sexo ocurre. Es como una fuerza inevitable y lo que no sea así... es infructuoso, es frustrante, es estúpido o es como en mi caso un experimento. Lo que yo quería llevar acabo y pensaba que podía salir bien, muy bien o pavorosamente mal. ¡Que conste que pensaba dejármelo todo en ello: la piel, los huesos, los ojos, el sexo!. Y Antonio decía que yo me dedicaba a eso. 'Calla. Tú lo que eres es una científica'. Me gustaba cómo lo arrastraba entre los dientes después de haberme follado de pie y por la espalda. Sí pero siempre soy mi propia cobaya. Lo que no suele gustarme es que los demás piensen que puedo ser su cobaya... como por ejemplo, le gustaba creer a Agustín. Pero Agustín era un psicópata. ¿Vas a irte a la selva con él?, me preguntaba Alma. Claro, si llegamos juntos a octubre... pero lo maté en febrero.

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