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Todo sobre ·En busca de un final·

El don de Lucía

Desde pequeña ha tenido una "virtud" o "don" para los sueños. Todavía recuerda perfectamente cómo su abuela, una noche de verano, le contó mientras tomaban un helado recostadas en la hamaca que había heredado ciertos poderes. Al principio bromeó sobre el tema creyendo que la abuela se estaba inventando la historia. Sin embargo sintió como los músculos se le contraían poco a poco mientras iba descubriendo que todo lo que oía en boca de su abuela era cierto.

Especialmente por las noches, cuando Lucía se encontraba en ese débil límite que divide el sueño de la conciencia le asaltaba múltiples olores y sensaciones que hasta el momento no había percibido antes. Al principio eran confusas y se limitaban a ser pequeñas evocaciones pero con la práctica Lucía consiguió "ver" imágenes de lugares donde nunca había estado y ni siquiera había oído hablar. Según su abuela en esos lugares vivían pequeños seres similares a los elfos, con una gran intelegencia.

CAPÍTULO 14: Busca y captura para él

El folio que el comisario traía en la mano fue mi salvación. En un principio era sólo un objeto más de ese concierto de incompresiones encerradas en las paredes húmedas y frías de la pequeña comisaría. Era mi salvación, pero la sentencia para el chico del tren.

El comisario con voz potente pronunció mi nombre. Me puse de pie y salí de la celda, con la cabeza baja, ante su petición.
Caminamos hasta una especie de oficina, pero con pocos muebles, muchos papeles y carpetas apilados por el suelo. Se sentó y me dijo que antes que nada quería disculparse. Respiré hondo y sentí que todo volvía a su curso normal, para mí.

- " Si usted no tiene relación con ese chico, su detención ha sido un error". Dijo el comisario, que era flaco y un poco pálido. No tenía cara de comisario.
- " Pues, no lo conozco, no sé nada de su vida"
- " El individuo con quien has estado compartiendo la celda tiene un orden de búsqueda y captura", señaló mientras encendía un cigarrillo y dejaba la hoja sobre el escritorio.

No pude creerlo. No parece tan peligroso, en compararación a lo que este hombre me dice de él. Pero muy atenta escuché la explicación del comisario.

- "Pensamos que eras su cómplice, pero la foto de la chica, buscada también, que lo acompaña; no coincide con la tuya. Se me informó con urgencia del operativo de la estación y no pude esperar hasta mañana para confirmar las identidades de los detenidos; es por ello que he venido."

Otro policía entró con mis cosas en la mano y en un patrullero me llevaron a la estación para cojer mi tren. Sólo quedaban 15 minutos para que partiese y esa hora en en la celda fue una de las más largas de mi vida. Subí al tren, de madrugada y abrazada en mi mochila, sentada en la butaca pensé en ...

¡¡¡ASESINATO!!!

Esa palabra retumba dentro de mi cabeza una y otra vez. La he escuchado y leído millones de veces: desde niña devoro las novelas de Agatha Christie. Rápidamente me vienen a la mente las sospechas que el Detective Poirot siente hacia las personas que se encuentran cerca de un crimen. Pero en este caso, no se trata de meros personajes de ficción sino que soy yo quien está implicada.
Horrorizada recuerdo que en más de un caso la realidad supera la ficción, quizá en este cas me incrimen por el simple hecho de haber permanecido junto a él.
Le miro, y sorprendida, me percato de que parece estar muy seguro de si mismo. Mientras mis ojos comienzan a humedecerse, él tararea la melodía de una conocida canción de verano.
Estoy a punto de soltarle algo cuando aparece frente a nosotros la comisaría... Cada vez me gusta menos el rumbo que está tomando toda esta historia

LUCIA

¿Hija? ¿Lucía? Le llamas una y otra vez pero ya es inútil. Sabes que te ha colgado.
Te derrumbas sobre el sofá y comienzas a llorar. Desde hace algún tiempo eres incapaz de controlar a tu hija. Po un instante, piensas en pedir ayuda, en llamar a la policía, al 091, pero Lucía es ya mayor de edad y puede marcharse a donde quiera.
Desde hace unos años, la casa te parece enorme. La encuentras silenciosa y demasiado ordenada, a excepción de la semana en navidad en la que Lucia viene a verte. Desde que empezó la universidad ya no es la niña modosita y cariñosa que tú conocías, cada año la vez más independiente y más inconsciente.
Y ahora ¿a dónde va?, ¿qué va a hacer en aquel país si ni siquiera conoce su idioma?...

El parque

Durante unos minutos retrocedo en el tiempo. No olvidaré jamás el día que le conocí. Como de costumbre, salí después de cenar a correr en el parque que tenía enfrente de casa. Era una noche fría de noviembre, y el frío intensificaba el dolor de mi lesionada rodilla. Las caras de los jóvenes con los que me cruzaba eran de sobra conocidas, coincidíamos prácticamente a diario en el parque.

el parque



Estaba a punto de volver a casa cuando de repente, un intenso dolor en el pie me paralizó por completo. No sabía que me ocurría pero no me podía mover. Y fue en ese momento cuando apareció él. Me sentó en la húmeda hierba y echó un vistazo a mi pie. No tenía buena pinta y se ofreció acompañarme a urgencias, que estaba ahí cerca. Desde aquel momento no volvímos a separnos ni un segundo. Sus profundos ojos grises se clavaron en mi mente y ya no soy capaz de olvidarle.

A excepción de su nombre, y edad no sé nada más de él. Y eso me inquieta, sé que es una buena persona pero no logro que confie en mí. ¿Qué habrá hecho? ¿De qué está huyendo?

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